Clarí una historia cuántica capítulo 2

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Empieza una vida

 Era la primera vez que Tony viajaba a la gran ciudad y era algo que sí le preocupaba. En toda su vida hasta el último segundo de estancia en Poste partido, nunca pensó ni por broma salir de su pueblo querido. Él pensaba que el mundo giraba alrededor del pueblo, bueno al menos eso creía a poco de un par de años atrás. Ahora la decisión de querer salir de ahí nació desde que en la televisión, veía como la gente se divertía; en paseos, viajes, discotecas, chicas, bueno eran muchas de las cosas que le llamaron la atención de la gran ciudad y más por su edad, claro ya tirado a hombre. Tony en el fondo sabía que para lograr todo lo que quería, tenía que tener una buena base y esa es ni más ni menos que el estudio Universitario, porque solo así podía ser un Profesional, aunque todavía no sabía en qué, bueno eso lo dejaba para después porque primero era lo primero y eso era llegar.

Hablando de bases, cierto día, Tony caminaba por el pueblo con su amigo Pepe, de pronto, se dio cuenta que una casa se estaba hundiendo y por esa razón, se cuarteaba todita y como es curioso, comentó.

―Mira Pepe, como se está desbaratando esa casa.

―Ah sí, es que está mal hecha ―señalando el lugar y con seguridad hacia el piso de la casa―. El que la hizo no calculó bien las bases.

― ¿Y qué tiene que ver las bases? ―Preguntaba Tony con mucha ingenuidad―. Si lo que se está cayendo es arriba y no abajo.

―Tú sabes muy bien que yo siempre he trabajado en construcción. A mis maestros siempre les escucho que dicen “las bases, hagan bien las bases porque si no se cae la casa” ―le explicaba―. Porque una casa con malas bases o mal hecha, se cae sin paro de nada.

Novela de ficción

Clarí una historia cuántica capítulo 2

―O sea que las bases es todo  ―con mirada perdida reflexionaba sobre lo que decía su gran amigo―. Y eso debería funcionar en todo Pepe.

―Eso creo.

Basado en esa pequeña explicación, Tony tomó la decisión de salir del pueblo. Él sabía que quedándose a trabajar en la finca nunca iba a lograr lo que el soñaba, el primer paso es  planificar bien y eso es lo que tenía que hacer.  Estando cerca de la gran ciudad empezó hacer los planes.

―A ver, primero tengo que buscar donde llegar y después buscar un buen trabajo, ojala me den un puesto de jefe o gerente porque yo tengo experiencia en mandar y por lo tanto me van a pagar bien   ―planificaba bien, pero… ―. ¡La Universidad! Me estaba olvidando de la Universidad.

De pronto  se dio cuenta que sus planes no estaban bien del todo, porque el motivo de salir del pueblo es para estudiar una carrera Universitaria, al memos para no quedarse como cualquier persona normal según lo que él pensaba. Tony decía que hay cinco formas de tener dinero; 1) sacarse la lotería 2) traficante de drogas 3) comerciante o empresario 4) ladrón y 5) Estudiar en la Universidad y ser el mejor  con pasión. Tony vio todos los puntos posibles y decía: “De que me saque la lotería, imposible, ni siquiera sé cuánto cuesta un número y peor me voy a sacar el premio. Traficante o capo que es lo mismo, ni siquiera tengo talla y peor dinero, de paso, no se pelear y por si acaso me da pena que maten a una gallina ¡Lloro! Y voy a ser traficante, ni en mi peor pesadilla. Comerciante o Empresario igual, no tengo dinero para empezar con decir que el que tengo me lo vengo robando de mi papá y  no es mucho. Por si acaso un día vuelvo a casa y le devuelvo con intereses, y ojalá me haya perdonado por lo que hice. ¡Ladrón! Dios me libre de esa atrocidad, aunque no tengo limpias las manos pero como dije en otro momento, fue, es y será un caso de emergencia. Estudiar, eso sí está en mis metas y lo voy hacer, según este estudio nuevo hay que hacer otro plan de ataque y es así, busco un lugar donde estar y luego voy a la Universidad a matricularme, pero ¿En qué? Ahí veo después.

Después de tanto pensar, se quedó dormido, en espera de que el transporte llegue a su destino, en pleno estado de inconsciencia tuvo un sueño, él se veía conduciendo un auto BMW de color negro y con asientos de piel en plomo, a su lado, iba una señorita muy bonita  que le abrazaba y lo besaba y le decía “te amo mi amor” y él sediento de amor, contestaba de la misma forma, pero al girar el cuello para darle un beso a su amante acompañante, se da cuenta que en el asiento de atrás tenia a tres chicas, que también estaban en espera de ser atendidas, ellas lo llamaban “ven mi amor que estamos sedientas de ti, ven…ven…y” de pronto se despierta y se da cuenta que era el controlador de la empresa que le decía “oye ven, ven que ya llegamos” se había quedado dormido en lo más hondo de su inconsciencia, pero bueno, la nueva vida de Tony empezaba ahora. El primer punto, buscar donde llegar así que pensó  “Lo más probable es que llegue a la casa de mi hermano Martino, él tiene años viviendo en esta ciudad y es seguro que me apoya, aunque no sabe nada de que estoy aquí, bueno, allá me voy en buena hora que me dio la dirección hace tiempo” no le quedaba otra opción, coge un taxi y pide que lo lleve al punto indicado en el papel.

― ¡Taxi, taxi!

―Hable, diga a donde lo llevo ―le decía el chofer del vehículo―. Usted parece que recién llega de viaje ¡Diga!

―Sí, acabo de llegar ―le expresaba Tony―. ¿Me puede llevar a esta dirección?

―Déjame ver,  a ver… dice: En la costa este y los cardenales 10020…mmmm  esto es en barrio bien alto mí amigo, pero está bien, primero tenemos que pasar por la costa sur para poder llegar ahí, ¿Está bien?

―No sé, usted es el que maneja esta nave señor ―decía Tony con ingenuidad―. Con tal que me deje donde le pido.

El conductor como todos pero más atento que los demás, lo mira con mucha atención de pies a cabeza y con una amable sonrisa.

―Entonces, ¡Agárrese bien que vamos soplado! ―Le decía el conductor―. Ya verá, que no se va a olvidar de este viaje nunca.

―Ni que fuera gran cosa ―le responde pero con mirada esquiva denotando desdén―. En mejores carros me he subido para que se entere.

―Ya verá.

Partió Tony hacía su nuevo destino sin nada en la cabeza que lo castigue, solo la cara de su hermano que va a poner cuando lo vea.  Tony nunca había estado en la gran ciudad, todo lo que sabe de transporte y jerga de comunicación es porque en su pueblo lo hacía casi todos los días, aparte de un montón de películas que había visto pero él creía que sabía todo, pero en realidad era un contumaz ingenuo. Del pueblo a la gran ciudad hay un abismo de diferencia en casi todo y eso no sabía Tony, pero igual, algún día tendrá que aprender. El taxista muy orondo, llevaba a su confiado pasajero hacía su punto de llegada, Tony iba disfrutando del paseo que por cierto ya llevaba casi media hora de viaje y no llegaba, entonces, se le ocurre preguntar.

―Disculpe, ¡Se está demorando en llegar! ―Indicaba con algo de impaciencia por el tiempo―. No creo que mi hermano viva tan lejos.

― ¡Oiga! ¿Qué está insinuando?

―Nada, lo único que le digo es que se está demorando ―Tony le responde pero en un tono de alerta, ya que él es montubio pero no pendejo.

―Oye flaco, tú me estás acusando de que te quiero hacer algo malo ¡A ti! ―El taxista le increpaba a Tony―. ¿Qué te pasa?

Tony no se había dado cuenta que algo raro estaba pasando, según lo que le había dicho su hermano, que la casa estaba  a pocas cuadras del centro de la ciudad, y eso significaba 10 o 15 minutos de camino en vehículo y ya llevaban más de media hora, de paso, que el chofer del taxi se puso a la defensiva por una simple pregunta. En el momento que las cosas se ponían más caliente, el ofendido taxista lo miraba sin dar a notar que lo peor estaba por venir.

― ¡Contesta! Yo estoy trabajando con honradez y tú vienes a insultarme ―el tipo se puso furioso pero igual  seguía adelante sin dejar de conducir.

― ¡Ya! ¿Qué le pasa? Tranquilo que no es para tanto ―sin dejar de ver por la ventana del vehículo―. Además, según me estoy dando cuenta ya me está sacando de la ciudad.

― ¡Sabes qué… más claro, bájate de mi carro! ―Frenando el vehículo con brusquedad, sin anticipar nada a su pasajero―. ¡Bájate!  ¡Tú no me vas a ofender a mí!

Del fuerte remezón, Tony fue a estrellarse contra el parabrisas. Medio atontado, él reacciona y en tono tranquilo.

―Que se ha creído este tonto, no sabe con quién se va a meter ―sentenciaba Tony y ya en actitud defensiva―. ¿Qué mierda te pasa? Cuidado, que no sabes quién soy yo.

En ese momento que él acababa de hablar, le abren la puerta del otro lado, eran tres tipos bien fornidos que lo agarran y lo sacan del taxi, le dan golpes a diestra y siniestra mientras el chófer empieza su labor de limpieza con el pequeño maletín que Tony llevaba como maleta de viaje. Tony logra zafarse de los facinerosos y a una distancia de tres metros.

―Bueno carajo, yo soy Tony Py…―Tony no pudo terminar de decir la frase porque todos incluyendo el chófer le cayeron a golpes, y él, como una fiera salvaje los bañaba en sangre con sus puños de hierro, tan verraco, que hasta con su cara los ensangrentaba a sus oponentes delincuentes. Después de algunos minutos de encarnizada pelea que por cierto muy desigual, los energúmenos se preparan para la huida, de pronto,  escuchan una voz  fuerte y llena de coraje―. Bueno carajo…. Como decía… Soy Tony Pyma, hi…jo de… Sa… tur… OH…

El pobre no pudo más y se desmayó. El producto de los golpes que le propinaron a Tony, le provocó una reacción casi de muerte al extremo que en su interior, él se veía en un lugar inmenso y oscuro, tanto, que no se podía ver nada en su alrededor ¡De pronto! Siente que se cae por una especie de túnel, cae y cae y sigue cayendo. Tony siente que algo malo le está pasando, se desespera, reacciona y abre los ojos, ve a mucha gente alrededor, escucha que dicen “Pobrecito, es un jovencito, como le han hecho maldecidos y…..” Ya no escuchó nada más, se vio de nuevo en el mismo lugar que caía más a prisa, daba vueltas como trompo en esa oscuridad infernal. En un momento el piensa y dice: “Yo no sé a dónde voy pero no quiero ir, todavía no conozco mi destino y no pienso irme sin el ¡No, no!”, en ese momento él vuelve a reaccionar y abre los ojos, ve otras gentes, esta vez vestidos de blanco, por un lapso pensó que eran Ángeles y que estaba en el cielo, pero escuchaba algo que no podían ser de boca de Ángeles, Tony escuchaba: “rápido, necesita sangre ¡Adrenalina! inyéctele rápido que se nos va ¿Cómo va el pulso? Está bajando  mue….? Otra vez la oscuridad, caía bien profundo. En lo más hondo de su ser se decía el mismo “Yo, soy Tony Pyma, hice un viaje para conocer mi nuevo presente y no voy a permitir que esta infernal oscuridad me trague, y peor que todavía no conozco al amor de mi vida”.

Un segundo después, él siente que algo le coge de la mano, mira para ese lado y se da cuenta que es una persona por así decirlo, bien alto y fuerte que le dice: “No tengas miedo, ven conmigo quiero que veas algo” lo lleva en dirección contraria de la caída a un lugar que se parecía una roca inmensa, aquella entidad le hace señas para que se siente y le dice “Mira hacia allá y observa” Tony, dirige su mirada hacia donde le indicaba el misterioso hombre, misterioso, puesto que no tenía cara o al menos no se le podía ver. Una pantalla gigantesca se le apareció delante y empezó a verse él mismo, desde que era apenas un niño de 5 años, desde luego que sabía que era su vida porque algo dentro de sí le indicaba. Tony, veía todo, hasta las travesuras y los momentos felices, inclusive, el momento en que cogió el taxi y no se dio cuenta que a escasos 4 metros estaba su hermano, parado esperando a una persona que también llegara de viaje, y que el resultado de esa equivocación sea donde estaba en este momento,  luchando por su vida. Después de observar, la entidad se le acerca y le dice “Todavía no es tiempo, tú tienes una misión” y sin decirle nada le pone la mano en el pecho y Tony siente un golpe y después otro y otro, luego escucha en el fondo que dicen.

―Se nos fue.

―No enfermera, este paciente no se me va a ir así de fácil ―decía el doctor con mirada encendida por la desesperación por salvar al paciente―. ¡Conecte otra vez el desfibrilador  y suba el voltaje! ¡Ya!

― ¡Enseguida… ya está!

―Bien señorita, ¡Todos apártense! ¡Ya! ―el doctor seguía intentando.

―Muy bien, de nue (Doctor por favor, ya es inútil) ―la interrupción de la enfermera bloquea la acción salvadora pero no se deja―. ¡NO! Ya le dije que él no se me va a ir así como así.

El doctor no se daba por vencido y seguía insistiendo apoyo

― ¡De nuevo! Vamos ¡Ya!

― ¡Si Doctor! ¡Ya!

De pronto sucede un pequeño milagro delante de muchas personas que observan la labor del médico.

― ¡Doctor! ¡Ya hay señal!

―Por fin, yo sabía que él se merecía otra oportunidad. Bien señorita, por favor estabilicen al paciente y no se descuiden  ―con signos de cansancio y lleno de sudor el Doctor se aleja, mientras es felicitado por todos lo que presenciaron esa actuación de apego por un paciente.

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Al pobre de Tony le mandaron electricidad como para alumbrar toda una casa, pero resultó bien porque enseguida abrió los ojos en señal de vida. Todos hacían la fiesta, abrazos para unos y otros también, todos contentos por el logro del Doctor que no se rindió por nada, de pronto, se le acercan  al desconocido a darle la bienvenida al paciente que desentendido de lo que estaba pasando, que miraba sin saber lo que había pasado y luego entra en un profundo sueño… ¿Por qué desconocido? Para el colmo, estaba tan golpeado que no podía hablar, pero bueno la cuestión es que está vivo.

Los días pasaron, nadie sabía quién era el paciente de la cama tres, los comentarios del personal de la enfermería comentaban muchas cosas, entre ellas que tal vez sea un delincuente del cual fue ajusticiado, otros decían que era un muchacho de buena familia puesto que sus manos no tenían huellas de maltrato, alguien por ahí dijo que tenía aspecto de ser del campo. Como no le encontraron ningún documento tuvieron que llamar a la policía, pero ellos no pueden hacer mayor cosa ya que el paciente no reaccionaba con claridad.  A ese paso se llevó más de una semana y nadie sabía nada de él. Tony por su lado estaba sumido en la más pura inconsciencia. Una mañana Tony abrió los ojos y lo primero que preguntó fue.

―Papá, Papá ¿Dónde estás? ―Expresaba con sorpresa y muy sorprendido―. ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?

―Tranquilo, no pasa nada ―le decía una enfermera ―No se preocupe que todo está bien, el Doctor ahora mismo viene a hacerle unas preguntas.

Mirando hacia la izquierda la enfermera se da cuenta que el Doctor se acerca y enseguida se aparta para que el galeno pueda hacer bien su trabajo.

―A ver, hasta que abrió los ojos  el paciente ―decía con una alegre sonrisa el doctor de la sala ―. ¿Cómo se siente joven?  Y antes que nada quiero saber cómo se llama.

― ¿Cómo me llamo? ¿Quién es usted? ¡Dígame! ―Medio asustado preguntaba Tony―. ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy en esta cama?

―Tranquilo, cada cosa a su tiempo, primero diga cómo se llama ―el Doctor empieza a verlo con rara sospecha.

―Yo, me llamo… Ah. Si, ya sé, yo me llamo Tony Pyma y soy de Poste partido, el pueblo más lindo que pueda haber en este país ―decía con orgullo Tony ―y voy a la casa de mi hermano que se llama Martíno, espere un momento, y si voy a la casa de mi hermano, ¿Qué hago aquí en esta cama?

―No se acuerda, ¿No sabe por qué está aquí?  ―El Doctor se extrañaba, parece que el paciente tenía algo de amnesia―.  ¿No se acuerda de la pelea que tuvo?

― ¿Cuál pelea? A ver, parece que algo me acuerdo… yo me subí en un taxi y me acuerdo que el chófer que algo me reclamaba, ah… ya sé, me asaltaron, ya me acuerdo, el chófer me estaba llevando por las afueras de la ciudad cuando yo le dije que se estaba demorando, el chófer me reclamaba que yo lo estaba insultando. Nunca me imaginé que él tenía malas intenciones, pero así fue. El chófer frenó a raya cosa que a mí me hizo ir hacia adelante, de pronto vi  que abrieron la puerta y entraron unos tipos y a la fuerza me bajaron,  me empezaron a golpear sin decirme nada, pero como yo soy Tony Pyma me enfrenté y les di su merecido, ahora yo no sé por qué estoy aquí  ¡Dígame usted Doctor! ―Así lo explicó Tony.

―Mire señor Pyma, si usted quedó así como vino después del asalto, ¿Cómo habrán quedado los asaltantes? Si dice que usted les dio su merecido, en alguna casa de salud particular tienen que estar mal heridos ―el Doctor en algo no le creía―. Lo importante de todo esto es que usted ya está bien, un poco dolorido pero nada más, incluso, los hematomas de su cara ya desaparecieron, usted estaba desfigurado por si acaso y si no fuera por los cuidados, de esta señorita enfermera que ha estado a su lado todo el tiempo, todavía estuviera delicado. Ella se ha hecho cargo de todo,  por voluntad propia hasta del aseo personal.

El tiempo, eso era algo que Tony no se había dado cuenta, cuando se enteró de los días que había estado en el hospital se puso a meditar sobre su situación, se dio cuenta que el tiempo es muy valioso para una persona que tiene una meta, por lo tanto no puede perder el tiempo así como así. Empezó a recordar lo que había visto en su inconsciencia, empezó a recordar lo que sentía cuando caía en ese lugar oscuro y maligno, además, también recordó la tranquilidad que sintió cuando esa entidad le hizo ver los errores de su vida y sabía, que todavía tenía tiempo para hacer bien las cosas. Si no hubiera sido por la señorita enfermera, que lo ha cuidado con esmero la recuperación de Tony hubiera sido lenta y penosa, en agradecimiento Tony le brinda su amistad.

―Disculpe señorita ¿Cómo se llama? ―dirigiéndose a la enfermera sin dejar el aire de galán.

― Mi nombre es María.

― ¿María qué?  No me ha dicho su apellido  ―le decía Tony―. Si usted quiere podemos ser amigos.

―María Rogét, y sí me gustaría ser su amiga ―con una sonrisa en los labios le contestaba―. sabe una cosa, cada vez que yo me acercaba a usted siempre me cogía la mano aunque usted estaba inconsciente, todo el tiempo pasaba conversando con usted, le contaba todos mis problemas y también mis alegrías, usted no me escuchaba ¿Verdad?

―Así… así que usted era la que hablaba conmigo ―le decía con asombro―. Sabe que todo el tiempo que he estado aquí, ¡Como le explico!  O sea, yo estaba bien creído que estaba en el campo en medio de flores, y una de esas flores era la amiga que hablaba conmigo al menos para mí era de lo más normal hablar con una flor, sentía una paz interna que no me preocupaba nada. Esa flor me acariciaba y me daba brillo, brillo de vida y de amor, amor de vida y de esperanza, cuando mi flor me acariciaba lloraba, yo lloraba, pero cuando reía yo reía mucho más porque era felicidad de mi amiga, entonces ¡Es por usted que yo estoy bien!  Gracias, muchas gracias.

―No tiene por qué usted darlas, ese era mi trabajo además usted me cayó bien desde que lo vi ―le hablaba con recelo.

― ¿De verdad que le caigo bien?

―Sí, me parece que es una buena persona, además, pienso que usted no tiene familia  en esta ciudad, ¿O sí? ―Le hablaba con tímida curiosidad―. Que yo sepa, nadie ha preguntado por usted en más de 10 días.

―Sí tengo familia, como ya dije hace un rato, mi hermano mayor que se llama Martíno, vive en esta ciudad cerca del centro, yo tengo apuntado la dirección en un papel pero no sé dónde está y ni siquiera sé dónde está mi ropa ―Tony lo expresaba con tristeza―. Ahora no sé qué hacer, no sé a dónde ir y ni siquiera tengo dinero.

―Cuando lo trajeron a usted, todo mal herido, yo me hice cargo de sus pertenencias y  busqué algo que lo identifique, lo único que encontré es este papel, como yo pensé que usted iba a reaccionar enseguida lo guardé en mi cartera y por accidente me lo llevé a la casa, sabe que me acordé de ese papel cuando usted reaccionó y lo tengo aquí en mi bolsillo, ahora sí le puedo ayudar en algo avíseme ―se le notaba un brillo en su mirada al decirle eso a Tony―. ¡Diga que sí!

―Qué linda que eres María ―lo expresaba con cariño―. Quiero que me hagas un favor, en vista que todavía no me puedo levantar quiero que vayas a esa dirección y hables con el señor Martíno Pyma, él sabrá que hacer, lo único que tengo miedo es que mi papá se entere porque es capaz de caerme a palos,  ¿Me vas  hacer el favor María?

―Por supuesto, hoy salgo a las cuatro de la tarde y en seguida me voy para allá, cuenta con ello ―decía con firmeza su ofrecimiento―.  Pero… chao, más luego vuelvo.

―Pero  ¿Qué?… ¿María? ―se sorprende por la inesperada salida de su amiga―. Dime  ¿Qué?

―Otro día le digo, ya vuelvo, chao… Chao.

María Rogét, se alejó de Tony para no darle mayores explicaciones de su «pero», además ya estaba cerca la hora para salir del hospital, la mirada de María hacia Tony en algo la delataba, parece que el tiempo que ella lo cuidó hizo que se encariñe del paciente desconocido, algo que Tony no se daba cuenta que tal vez sea por la falta de experiencia, igual, eso no era de mayor importancia para él, puesto que la entrada al hospital fue involuntaria, como quien dice, María no estaba en sus planes pero de todas formas la vida tenía que continuar. La hora de salida ya estaba y María sale a su encargo, se dirige a la dirección que tenía escrito en el papel y después de un corto trayecto llega a: Costa este 10020 y Los Cardenales.

―Sí, aquí es la dirección, mejor me acerco a preguntar.

Al tocar el timbre, le abre la puerta  una señora joven y muy bonita, la cual extrañada le pregunta.

― ¿Sí?… ¿Qué desea? ―le preguntaba con indiferencia―.  ¿Acaso busca a alguien?

―Buenas tardes señora, buscó al señor Martíno Pyma… Me dijeron que vive aquí.

― ¿Qué? busca a Martíno Pyma ¿Está usted loca?  ¿Para qué lo busca? ―La mujer de la casa miraba a María con desconfianza―. Contésteme ¿Para qué lo busca?

―Cálmese señora,  vengo a buscar al señor Pyma porque tengo un mensaje para él de parte de su hermano, por si acaso, al señor ni siquiera lo conozco ―le hablaba con firmeza María―. Según me doy cuenta,  el señor Pyma es su marido ¿O no?

―Sí, es “Miii” marido (dentro de la casa se escucha una voz de un hombre que decía: “quien es mi amor”) es una mujer que pregunta por ti, ven habla tú, que es contigo.

María Rogét, se enfrentaba a algo desconocido, algo por lo cual ni siquiera se imaginó que iba hacer el papel de mensajera, bueno en este caso ella tenía una razón válida,  esa razón era que ella sentía algo por Tony Pyma, en cierto modo más parece amor de parte de ella y es por eso, que se arriesga a llevar un mensaje de alguien desconocido para otros desconocidos, pero igual, ya se estaba ejecutando la misión y había que terminarla, eso significaba enfrentarse a un diálogo con el dueño de la voz que salía de adentro de la casa. El susodicho hombre sale a atenderla.

―Sí, buenas tardes, dígame señorita ¿Qué desea? ―Muy afectuoso le atendió.

―Buenas tardes señor  ¿Usted es el señor Martíno Pyma?

―Sí, soy yo ¿Quién es usted?

―Yo me llamo María Rogét, soy enfermera del hospital General y vengo a explicarle algo, hace 10 u 11 días llegó un joven bien malherido, estaba herido de muerte, en buena hora que en el hospital hay buenos médicos que lo atendieron sin perder el tiempo salvándole la vida, como no tenía ninguna identificación y de paso cayó en un estado comatoso, no sabíamos quién era hasta hoy que no es más de dos horas que recobró el conocimiento y pudimos hablar con él (el comentario de María fue interrumpido con brusquedad)

― ¿Y yo qué tengo que ver en eso? ―Le preguntaba en actitud molesta Martíno―. No tengo ni idea de lo que me está hablando.

―Pues fíjese que sí tiene que ver  porque el señor que está en el hospital dice que se llama Tony Pyma ―le indicaba con firmeza María―. ¿Me escuchó? Eso significa que él es su hermano.

― ¿Qué? dice que se llama Tony, no puede ser, mi hermano vive en Poste partido además él es muy del campo, y nunca por nunca se va a arriesgar a venir solo a la gran ciudad ―Martíno se puso incrédulo―. ¿Sabe una cosa?  No le creo, tiene que estar loca para venir a decirme eso.

―Mire señor, no soy ni parezco loca,  sólo vine hacer un favor y por si acaso mañana le dan el alta a Tony y necesita un lugar donde recuperarse, puesto que todavía está convaleciente. En vista que usted no me cree yo me lo llevo a mi casa, ahí podrá recuperarse y cuando ya esté bien yo lo vengo a dejar acá ―María estaba indignada y como vio que no iba a conseguir nada se retiró del lugar.

Mientras María se dirigía a su casa, Martíno Pyma se quedó pensativo, no sabía qué decir, por un momento su hermano empezó aparecer en su memoria de cuando él era muy niño, los recuerdos iban de aumento en aumento pero algo raro pasaba con su mente, las imágenes que él sacaba  de su interior todas eran de cuando Tony era un adolescente y nada más, no podía imaginarse que aspecto tenía o podría tener en los momentos actuales tomando en cuenta, que ya es un hombre joven de 20 años. También empezó acordarse de su campo querido, de sus padres, de sus amigos, inclusive del ganado que el padre tiene, empezó acordarse de las travesuras que hacía en su época de adolescente, de eso ya hace mucho tiempo, de pronto, empezó a ver la realidad actual y se puso en posición de pensadora hasta que su esposa lo interrumpe.

― ¿Qué pasó Martíno? ¿Porque estás así?  Dime, que para eso estoy aquí, para ser tu compañera amiga y amante ―le explicaba su querida esposa―. Anda querido, dime qué te pasa.

―No pasa nada. Todo está tranquilo y ya olvídate ―se puso pensativo.

―Si no pasa nada, entonces por qué estás pensativo ―la esposa se puso en actitud inquisidora.

―Ya te dije que no pasa nada pero si quieres que te cuente ya te lo voy a decir, resulta que la mujer que vino, dice que trabaja en el hospital y dice que es enfermera. Me viene con un cuento chino diciéndome, que hay un herido que estuvo grave en el hospital y que se llama Tony, según ella, ya está fuera de peligro. Pienso que ella quiere que vaya al hospital y traiga esa persona que dice que es mi hermano.

― ¿Cómo sabe ella que es tu hermano?

―Porque lleva mí mismo apellido, o sea, se llama Tony Pyma, lo que me llama la atención es, ¿Cómo sabía que una persona de apellido Pyma vive en esta dirección?

― ¿Piensas ir al hospital? ―una pregunta curiosa de parte de su esposa―. Yo de ti, mejor llamo a tu papá y le pregunto dónde está Tony.

― ¿Tú crees?

― ¡Por supuesto que sí! ―muy convincente la señora―. Y de ser posible, en este mismo momento.

―Tienes toda la razón. La mejor forma de cerciorarme si es cierto es llamando a Don Saturnino.

Buena decisión de parte de Martíno, así es que no espera más y coge el teléfono.

―Entonces voy a llamar, cuál era el número mujer… ah, ya, ya me acordé 555-06 709 372 Martíno marcó el número, con la convicción de que no ha pasado nada.

―Hola  papá… buenas tardes, ¿Cómo le ha ido?

― ¿Quién habla?

―Soy yo papá, Martíno tu hijo.

― ¿Martíno? ―Con duda extrema―. Martíno  ¿Mi hijo?

―Si papá ¿Qué le pasa papá, qué… ¿No reconoce su hijo? ―indignado su hijo continuaba―. Papá, te llamo porque quiero hacerte una pregunta.

―Te das cuenta Martíno,  de por qué pregunto si eres mi hijo ya que solo llamas  cuando quieres algo y nunca por voluntad propia, aunque digan que soy viejo y campesino pero no soy cojudo.

―No empecemos papá, ¿Qué te parece si después hablamos de esto porque ahora es un caso de emergencia? ―Martíno se estaba empezando a desesperar, algo le anunciaba en el fondo―. ¿Está bien?

―Discúlpame hijo pero es que me parece raro que de pronto llamas y ahora es un caso de emergencia ―Don Saturnino pensaba en el asunto―.  Pero está bien  ¿De qué se trata esa emergencia?

―Es de Tony, ¿Me puedes decir dónde está Tony en este momento? ―Hablaba con inseguridad―. Sólo quiero saber dónde está, y nada más.

―Y donde más va a estar Tony, si no es en tu casa ―Don Saturnino no sospechaba nada―. Capaz me vas a salir con algún disparate ¡Cuidado muchacho! Tony es el menor de tus hermanos y tú deber es cuidarlo.

―Ah, sí papá yo sé muy bien eso,  preguntaba no más de broma ―no le quedó otra opción a Martíno que mentir.

― ¡Cómo te atreves muchacho del demonio!  ―Se puso furioso el padre por la supuesta broma de su hijo.

―Cálmese papá, era una pequeña broma nada más Tony está conmigo, lo que pasa es que salió a un paseo y todavía no ha llegado.

― ¡Bravo! Linda broma que me has hecho, ni siquiera preguntas por tu madre.

―Discúlpeme papá, y como esta mamá ¿Se encuentra bien?

―Por fin. Se hizo un milagro, ha preguntado por su madre pues te digo hijo que si está muy bien, un poco molesta porque no se acuerdan de ella, pero por lo demás está bien ―Saturnino le hablaba con tranquilidad a su hijo, sin imaginarse nada―. ¿Seguro que todo está bien?

―Sí papá no te preocupes, bueno me despido muy pronto voy a la finca y los visito, chao papá y despídeme de mamá ―se despidió Martíno con la más serena tranquilidad.

―Que dijo mi suegro Martíno ―le preguntó su mujer―. Y parece que no son buenas noticias.

―Ni digas mujer. Por lo que cree Tony está viviendo con nosotros desde hace días, eso quiere decir que el Tony que está en el hospital, ¡Es nuestro Tony! Entonces la chica que vino hoy si dijo la verdad.

―Martíno, no esperes más, vamos yo te acompaño al hospital ―con decisión le dijo―. Vamos a ver qué hacemos allá.

―Muy bien, entonces vamos.

Martíno se preocupaba porque las cosas sucedieron así ¿Por qué no le avisaron a él que Tony iba a la gran ciudad?  Pero dicen por ahí que cuando está para suceder, nada ni nadie se interpone en el camino, Martíno pensaba: “¿Que habrá pasado en Poste partido? Para que Tony haya venido sólo a la gran ciudad.  De todas maneras algún día tenía que pasar, ya que por lo general, la mayoría de los jóvenes que queremos progresar sabemos que en el pueblo no se puede, al menos que se quiera terminar como un humilde campesino. Yo no lo permití y mi hermano con mucha mayor razón, Tony es un medio loco igual a nuestro padre, algo tiene que haber pasado para que Tony haya terminado herido, de todas maneras según el comentario de la enfermera, él está fuera de peligro pero este muchacho me va a escuchar, y me va a tener que dar una explicación de todo lo que ha pasado”. Y después de meditar consigo mismo, se prepara para ir al hospital con su esposa y lo más rápido que pueden, cogen el vehículo y marchan a buscar a Tony. Llegando al hospital preguntan en información sobre un paciente que se llama Tony Pyma, pero reciben una sorpresa.

―Mira Martíno ahí es información, pregunta,  ojalá no sea muy tarde para visitas.

―Tienes razón… Buenas tardes señorita, vengo a ver cómo está el paciente de nombre Tony Pyma.

―Buenas tardes señor, primero… déjeme revisar y después le digo dos cosas  ¿Está bien?

―Sí señorita, como usted diga, aquí le espero  ―después de unos minutos la enfermera le contesta.

―Señor, ya revisé el listado, y ahora sí le digo las dos cosas, 1) ya no es hora de visitas, 2) la persona que busca con ese nombre no está registrado, gracias.

―No puede ser señorita, nos avisaron que aquí está mi hermano  ―Martíno se puso nervioso.

―Ya le dije señor, que no está registrado una persona con ese nombre ―decía la enfermera―. Y por favor discúlpeme, que tengo mucho que hacer.

―Martíno, ¿No te acuerdas que la enfermera dijo que no sabían cómo se llamaba? ―La esposa pensó rápido―. Además, la persona que nos dijo trabaja en este hospital.

―Tienes razón mujer, que tonto que soy (acercándose a la señorita del hospital) Por favor señorita una última y nos vamos ―decía Martíno ―. La persona que estamos buscando no está identificada y la persona que nos dio la información trabaja en este hospital, es enfermera de sala, así es que por favor, busque, tiene que haber una lista de las personas no identificadas.

―Lo hubiera dicho al comienzo, me ahorraba tiempo, déjeme ver, porque si hay una lista de las personas no identificadas ―le comunicaba la enfermera y al mismo tiempo que buscaba―. Si, si hay una persona, ingresó hace 11 días… ya me acuerdo yo estuve de guardia ese día, es un jovencito de unos 18 a 20 años, les pregunto ¿Tiene esa edad aproximada la persona que buscan?

―Sí, de esa misma edad, él es mi hermano ―Martíno se puso triste―. Puede dejarme verlo más que sea unos minutos y nada más, mañana regreso bien temprano  ¿Por favor?

―Ya saben que la hora de visita ya terminó pero considerando que el joven ha estado perdido más de 10 días, los voy a dejar pasar pero vayan lo más rápido posible, ya mismo pasa una supervisora y me puede pescar.

―Muchas gracias que Dios se lo pague,  salimos enseguida no se preocupe.

Martíno y su esposa entraron lo más rápido posible a buscarlo en una de las salas, encontrándolo en una de recuperación, estaba bien dormido y todavía con las secuelas de las heridas y se impresionaron mucho, eso que no lo vieron cuando recién ingresó, eso sí que era de espanto. Los doctores no le daban mucha probabilidad de vida, pero sólo uno se negó a admitir que ese joven desconocido  no iba a vivir, poniendo todo de su parte y lograr salvarlo de las garras de la muerte, Martíno se dio cuenta que su hermano está fuera de peligro y por lo tanto, deciden regresar al día siguiente…Continuará capítulo 3

©Clarí una historia cuántica Todos los derechos reservados Roberto Sanahuano    Escrita en el 2006 y registrada en el 2008 I E P I   030100

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