Cambio de pensamiento o medicina es una opción

Cambio de pensamiento o medicina. Es una decisión que deberá tomar tarde o temprano aunque pienso que debe ser temprano. El cambio de pensamiento o medicina está basado en que todo cuerpo físico sufre los efectos de las llamadas enfermedades, causadas por descuido de su mente pero, ¿Qué tan creíble es esta versión? Claro que tomando en cuenta que siempre ha existido la medicina.

Por lo que sé es que hace muchos años y me refiero a los tiempos en que los médicos no eran considerados como tal, incluso en los tiempos muy antiguos el ser médico era una profesión de un rango muy bajo. Ahora, ¿Desde cuándo la medicina se ocupa del cuerpo si antes no había las enfermedades que hay ahora?

En tiempos antiguos la medicina fue preventiva, en cambio ahora es curativa y más aun de unos cincuenta años para acá, claro que no ha sido de un día para otro porque esto empieza de poco en poco hasta llegar a lo que es hoy. Antes los médicos estaban para curar heridas ya sea de combate o por accidentes y muy raro por cualquier enfermedad que aparecía por ahí de vez en cuando.Cambio de pensamiento o medicina es una opción

Cambio de pensamiento o medicina es una opción

Ahora el médico está para todo y en todo por el cual siempre ha sido bienvenido pero, de un tiempo para acá se descubrió que las enfermedades no eran físicas sino mentales, claro que habrá por ahí una que otra que se escapa pero en el porcentaje de un 95% si no es más si son mentales, ¿El culpable? Hasta ahora el estrés.

Aunque sospecho que siempre ha existido el estrés lo que pasa es que antes nunca se le puso una etiqueta. Esto es igual que cuando usted tiene uno que otro síntoma pero no sabe que es lo que tiene, entonces va dónde un especialista y este le dice «Usted tiene cáncer» de por sí su vida da un vuelco y muchos se han quedado tan impresionados que se mueren más rápido.

Ahora, antes siempre hubo preocupación y la vida tenía un ritmo por decir normal pero, a cierto especialista se le ocurrió ponerle un nombre por demás medio extraño, el cual muchos preguntaban llevados por lo impresionante y desconocido nombre, ¿Qué es el estrés? Incluso muchas veces me hice la misma pregunta intrigado y por saber que era.

Todo fue cuando me enteré que era y para qué servía y ¡Sorpresa! Ahora me estreso con facilidad, claro que en mi caso sé de qué se trata por lo tanto me aparto y sigo tranquilo pero, ¿Y los que no pueden apartarse del estrés con facilidad? Entonces para ellos es que es el cambio de pensamiento o medicina. Esto es simple, si usted no cambia su forma de ver las cosas siempre va a estar expuesto a enfermarse con facilidad y los únicos beneficiados son los mismos médicos, claro que monetariamente.

Las preocupaciones dañan el cuerpo

En este caso  para que preocuparse del pasado si ya no está, para qué preocuparse del futuro si aquel no existe porque es incierto y quien sabe cómo podría llegar si es que existe, en este caso lo único que queda es el presente el cual es lo único en el cual usted vive. ¿Cómo puede preocuparse por lo que pudiera pasar en el futuro por decir en tres días?

Primeramente, de aquí a tres días lo único que puede pasar es que en tres días estaremos en un nuevo presente pero no en futuro, es decir, al futuro nunca lo cogemos pero al presente lo tenemos todos los días de nuestra gloriosa existencia y es gloriosa porque así lo decido yo y no las circunstancias, prueba de esto es que tengo 25 años que no tomo ninguna clase de medicina, antes era campeón. Todo cambió a raíz de que entendí lo que domina en el cuerpo es la mente y no las circunstancias, entonces entra en el cambio de pensamiento o medicina.

¿Qué origina el estrés en las personas?

El estrés en las personas tiene su origen en la percepción de que las demandas de una situación superan los recursos disponibles para enfrentarlas. Es una respuesta natural del cuerpo ante desafíos o amenazas, diseñada para movilizar energía y recursos en momentos críticos.

Sin embargo, cuando esta reacción se prolonga o se activa con demasiada frecuencia, se convierte en un problema que afecta la salud física, emocional y mental. El estrés no depende tanto de las circunstancias externas como de la manera en que cada individuo interpreta y reacciona ante esas circunstancias.

Uno de los factores principales que origina el estrés es la presión percibida, ya sea en el trabajo, en las relaciones personales, en las expectativas sociales o incluso en las propias metas. Las personas suelen experimentar estrés cuando sienten que deben cumplir con múltiples responsabilidades al mismo tiempo, especialmente si perciben que no tienen suficiente tiempo o habilidades para hacerlo.

Las exigencias autoimpuestas también son una fuente importante de estrés, ya que muchos establecen estándares poco realistas o temen fallar, lo que crea un ciclo de preocupación constante. Otro detonante común del estrés es la incertidumbre.

Las situaciones que no se pueden prever o controlar generan ansiedad, ya que el cerebro busca anticipar problemas para protegerse. Esto ocurre, por ejemplo, en momentos de cambios importantes, como mudanzas, pérdida de empleo o problemas de salud.

Los eventos pueden causar estrés

Incluso los cambios positivos, como un matrimonio o el nacimiento de un hijo, pueden causar estrés debido a las adaptaciones que requieren. La falta de control sobre el futuro exacerba esta sensación, haciendo que las personas se sientan vulnerables.

El entorno social también influye en el desarrollo del estrés. Las relaciones interpersonales pueden ser una fuente tanto de apoyo como de tensión. Los conflictos, las críticas constantes, la falta de comunicación o las expectativas poco claras generan estrés en quienes los experimentan.

Además, el aislamiento social y la falta de apoyo emocional amplifican la sensación de carga, ya que las personas se sienten solas para enfrentar sus desafíos. La predisposición personal juega un papel importante en la susceptibilidad al estrés.

Algunas personas son más propensas a experimentar estrés debido a factores genéticos, temperamentales o experiencias previas. Por ejemplo, quienes han vivido traumas en el pasado suelen estar más alerta a posibles amenazas, lo que los hace más sensibles a situaciones estresantes.

De igual manera, las personas con un perfeccionismo extremo o una necesidad constante de aprobación tienden a experimentar más estrés, ya que constantemente buscan cumplir con expectativas internas o externas que perciben como imposibles de alcanzar.

Los límites que no se controlan

Los estilos de vida modernos también contribuyen significativamente al estrés. La tecnología, aunque facilita la vida en muchos aspectos, también ha creado una cultura de disponibilidad constante. Los teléfonos inteligentes, el correo electrónico y las redes sociales mantienen a las personas conectadas todo el tiempo, lo que dificulta establecer límites claros entre el trabajo y el descanso.

Esta constante conexión digital interfiere con el tiempo necesario para relajarse y desconectarse, lo que lleva a un estado de estrés crónico. En cuanto a quiénes son más factibles de experimentar estrés, no hay un único perfil, pero ciertos grupos parecen ser más vulnerables.

Las personas que desempeñan trabajos altamente demandantes, como médicos, maestros o policías, suelen enfrentar altos niveles de estrés debido a las responsabilidades y a las implicaciones emocionales de sus labores. Aquellos que viven en contextos de inestabilidad económica o social también enfrentan un mayor riesgo, ya que la inseguridad constante crea una carga emocional adicional.

Además, quienes carecen de habilidades efectivas para manejar el estrés están en mayor riesgo. Esto incluye a personas que evitan los problemas en lugar de enfrentarlos, que tienen dificultades para expresar sus emociones o que dependen de estrategias de afrontamiento poco saludables, como el consumo de sustancias.

La falta de redes de apoyo también hace que algunas personas sean más vulnerables, ya que el estrés se magnifica cuando no se cuenta con alguien para compartir preocupaciones o buscar soluciones. El estrés también puede tener un impacto más significativo en personas con condiciones de salud preexistentes, ya que el cuerpo ya está trabajando para manejar otros desafíos.

Los niveles altos de estrés

Por ejemplo, las personas con enfermedades crónicas o trastornos emocionales suelen reportar niveles más altos de estrés, ya que enfrentan tanto las demandas físicas como las emocionales de su condición. Los niños y los adolescentes también son susceptibles, especialmente si viven en entornos familiares conflictivos o bajo expectativas académicas muy altas.

Cambiar la forma de pensar puede ser una herramienta extremadamente efectiva para manejar el estrés. La manera en que las personas interpretan las situaciones influye directamente en su respuesta emocional y física. Por ejemplo, alguien que percibe un cambio laboral como una oportunidad para aprender y crecer experimentará menos estrés que quien lo ve como una amenaza a su estabilidad.

Este cambio de perspectiva no altera las circunstancias externas, pero sí modifica la manera en que se procesan y enfrentan. Cuando las personas aprenden a identificar pensamientos negativos automáticos, como «no soy capaz de manejar esto» o «todo va a salir mal», pueden comenzar a cuestionarlos y reemplazarlos por alternativas más equilibradas.

Este proceso, conocido como reestructuración cognitiva, ayuda a reducir la intensidad del estrés al modificar las creencias subyacentes que lo alimentan. Con el tiempo, esta práctica fortalece la resiliencia emocional, permitiendo enfrentar las situaciones con mayor confianza y serenidad.

El cambio de pensamiento también fomenta el desarrollo de una mentalidad más enfocada en soluciones. En lugar de quedarse atrapados en preocupaciones o sentimientos de impotencia, quienes adoptan este enfoque comienzan a buscar acciones concretas para resolver los problemas.

Este enfoque no solo alivia el estrés inmediato, sino que también fortalece la sensación de control y autoeficacia, lo que reduce la vulnerabilidad al estrés en el futuro. Otra manera en que el cambio de pensamiento ayuda es promoviendo la gratitud y el optimismo.

Los aspectos positivos

Al centrarse en los aspectos positivos de la vida, incluso en medio de desafíos, las personas pueden contrarrestar los efectos del estrés crónico. La gratitud, en particular, ha demostrado mejorar el bienestar emocional y reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Esto no significa ignorar los problemas, sino aprender a equilibrar las preocupaciones con un enfoque más amplio que incluya lo que funciona bien. Cambiar la forma de pensar también implica aprender a establecer límites saludables.

Muchas veces, el estrés surge porque las personas asumen más responsabilidades de las que pueden manejar, a menudo debido a un miedo a decepcionar a los demás o a parecer incompetentes. Al desarrollar una mentalidad que priorice el autocuidado y el respeto por las propias necesidades, es más fácil decir «no» cuando es necesario y evitar cargas innecesarias.

El estrés surge de la percepción de que las demandas de una situación superan los recursos disponibles para enfrentarlas, y afecta a quienes tienen mayor presión externa, menos habilidades para afrontarlo o estilos de vida que perpetúan el estrés crónico.

Cambiar la forma de pensar es una estrategia poderosa para manejarlo, ya que permite reinterpretar las situaciones, desarrollar una mentalidad más enfocada en soluciones y establecer límites más claros. Al hacerlo, las personas pueden reducir el impacto del estrés y vivir de manera más equilibrada y satisfactoria.

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