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Cómo se llega a perder el control. Se ha preguntado alguna vez, ¿Cómo llegó a perder el control en algún momento de su vida? Tengan en cuenta que es una manera de cómo no llegar al éxito. Generalmente toda persona cuando están en un estado nervioso, tienden a ver las imágenes mentales de una forma muy contraria a como lo deberían de ver.
Explicando de otra manera, una persona como usted o yo estamos en una reunión y de pronto alguien cuenta algo muy gracioso, y mucho mejor si lo hace con gestos congruentes con lo que dice, la comunicación del que cuenta es tan eficiente que a nosotros o sea los que estamos atentos, nos produce imágenes mentales en forma de película, a todo color con sonido y todo.
El resultado de dicha película nos proporciona una sensación de relax, en el interior de nuestro ser que nos hace sonreír o quien sabe hasta nos reímos a carcajadas. Por lo tanto, esa actitud que tenemos en esos momentos, es una señal del control que tenemos de nosotros mismos, entonces, siempre que queramos estar en una sensación de relax, sólo recuerden algo parecido.
Cómo se llega a perder el control
Entonces ¿Cómo se llega a perder el control? Pues de la manera más fácil y eso es haciendo lo que ya sabemos hacer con nosotros mismos, eso quiere decir que lo que hacemos con lo gracioso, lo hacemos con lo que nos molesta, pero para llegar a ese punto como siempre tenemos que tener una experiencia, que nos haya hecho sentir mal.
En todo caso, si usted o yo de pronto estamos en una reunión y pasa algo, que nos hace sentir mal y si el que originó el malestar, lo hizo de la misma manera como lo hace, cuando alguien dice algo gracioso, desde luego que va a formar películas en su mente, con sonidos y colores de última tecnología, que va hacer que pasemos por un momento crítico emocionalmente.
Muchas de las veces no se necesita de que el problema sea serio en sí, porque ya tenemos la técnica mental para sentirnos bien, entonces a un problema pequeño, lo que hace la mente es hacerlo bien grande pero en imágenes y mientras más grande sea la imagen y a color más nos va a molestar, peor si actuamos como temáticos, cosa que pasamos la cinta mental y la rebobinamos y vuelta la pasamos y no contento con eso la hacemos más eficiente.
Por lo tanto ¿En qué sentido lo hacemos más eficiente? Simple, le vamos poniendo algo más, por decir, si el problema tiene que ver con personas que nos insultaron de las mil formas, y sólo es eso pero, de pronto empiezo a ver en mi mente que había más personas presente, aunque no haya sido así, de cualquier forma la mente nos hace sentir mal, pero eso tiene su efecto sólo si tenemos esa actitud de ser pesimistas, en pocas palabras, la mente es tan buena que nos ayuda a ser más pesimista.
¿A qué se llama tener control?
Tener control se refiere a la capacidad de mantener la calma, actuar con claridad y tomar decisiones conscientes incluso en situaciones desafiantes. No implica perder el miedo a todo, sino aprender a gestionarlo de manera efectiva para que no interfiera en las acciones o pensamientos. Controlarse no significa ser insensible, sino lograr un equilibrio interno que permita responder de forma razonada y no reactiva.
El miedo es una emoción humana natural, diseñada para alertarnos ante posibles peligros. Sin embargo, tener control implica reconocer ese miedo, comprender su origen y evitar que nos paralice o nos lleve a actuar de forma impulsiva. En lugar de intentar eliminarlo por completo, se trata de transformarlo en una herramienta que nos ayude a estar alerta, sin permitir que domine nuestras decisiones.
Cuando alguien trata a otra persona de manera verbal o emocionalmente abusiva, mantener el control puede ser un desafío, pero no es imposible. En estas situaciones, el control no significa ignorar el dolor o las emociones que surgen, sino decidir cómo responder en lugar de reaccionar impulsivamente. Esto requiere autoconciencia y un esfuerzo consciente por separar las palabras o acciones del agresor de la propia identidad o valor personal.
Una respuesta controlada ante una agresión verbal o emocional no necesariamente implica frialdad. En lugar de eso, se trata de actuar desde un lugar de fortaleza interior. La fortaleza no es rigidez ni indiferencia, sino una disposición a mantenerse firme y en calma, incluso cuando las circunstancias son difíciles. Por ejemplo, si alguien lanza insultos o intenta provocar una reacción emocional, una persona con control puede decidir no responder de inmediato, analizar la situación y elegir cómo actuar de manera que no comprometa su bienestar emocional.
No todos los controles funcionan
Sin embargo, mantener este tipo de control no siempre es fácil. Puede haber momentos en los que las emociones sean intensas y difíciles de manejar, especialmente si el abuso verbal o emocional toca heridas profundas o vulnerabilidades personales.
En esos casos, el control puede significar simplemente no permitir que el agresor tenga poder sobre nuestras emociones a largo plazo. Esto podría implicar buscar un espacio para reflexionar, procesar lo sucedido y tomar medidas para protegerse de futuros abusos.
Un punto importante es que mantener el control no significa aceptar comportamientos abusivos o normalizarlos. Es crucial establecer límites claros y tomar acciones para protegerse. Por ejemplo, si alguien utiliza palabras hirientes o intenta manipular emocionalmente, una respuesta controlada puede ser expresar claramente que ese comportamiento no es aceptable y, si es necesario, alejarse de la situación.
Tener control no significa soportar lo intolerable, sino actuar de manera asertiva y preservar la dignidad. A menudo, se piensa que mantener el control significa no mostrar emociones, pero esto es un error. Las emociones son una parte esencial de la experiencia humana y no deben reprimirse.
El control verdadero implica reconocer las emociones, aceptarlas y decidir conscientemente cómo manejarlas. Por ejemplo, si alguien nos insulta y sentimos enojo, en lugar de negarlo o dejar que nos consuma, podemos aceptar esa emoción como una señal de que nuestros límites han sido cruzados y utilizarla para tomar medidas que nos protejan.
Por otro lado, también es importante considerar el contexto en el que ocurre una agresión verbal o emocional. A veces, la persona que agrede lo hace desde su propio dolor, frustración o inseguridad. Esto no justifica su comportamiento, pero comprenderlo puede ayudar a no tomar las palabras o acciones de manera personal.
Las decisiones perjudiciales
Al no personalizar el abuso, es más fácil mantener el control y evitar que las palabras del otro nos afecten profundamente. El control frío, como se le llama a veces, puede ser útil en ciertas situaciones extremas, donde la emoción intensa podría llevar a decisiones perjudiciales.
Sin embargo, un control verdaderamente efectivo no es frío ni distante, sino equilibrado. Implica la capacidad de conectar con nuestras emociones sin dejar que nos dominen. Este tipo de control requiere práctica, autoconocimiento y, en algunos casos, apoyo externo para desarrollar las herramientas necesarias.
En el proceso de mantener el control, es crucial tener claridad sobre lo que podemos y no podemos controlar. Las palabras y acciones de los demás están fuera de nuestro control, pero nuestra respuesta ante ellas es algo que sí podemos manejar.
Este entendimiento ayuda a evitar la frustración y nos permite enfocar nuestra energía en lo que realmente podemos cambiar: nuestra perspectiva y nuestras acciones. El control también implica autocuidado. Si enfrentamos repetidamente situaciones donde somos tratados de manera verbal o emocionalmente abusiva, es importante reflexionar sobre las razones por las que esto ocurre y tomar medidas para protegernos.
Esto podría incluir alejarse de relaciones tóxicas, buscar apoyo emocional o trabajar en fortalecer nuestra autoestima para no depender de la validación externa. El control no es una habilidad que se adquiere de la noche a la mañana. Es un proceso continuo que requiere práctica y compromiso.
Algunas herramientas que pueden ayudar a desarrollar el control incluyen la meditación, la respiración consciente y la reflexión introspectiva. Estas prácticas permiten conectar con el momento presente, reducir la reactividad emocional y tomar decisiones más conscientes.
El control no es perfecto
Además, es importante recordar que mantener el control no significa ser perfecto. Habrá momentos en los que nuestras emociones nos superen o en los que respondamos de manera que luego lamentemos. Esto no es un fracaso, sino una oportunidad para aprender y crecer. Cada situación difícil puede ser una lección que nos ayude a desarrollar una mayor resiliencia y autocontrol en el futuro.
En situaciones donde alguien es tratado de manera abusiva, el control también puede significar buscar justicia o apoyo. Esto no implica venganza ni confrontación impulsiva, sino tomar medidas constructivas para garantizar que se respeten los propios derechos y dignidad.
Por ejemplo, si alguien experimenta abuso en el lugar de trabajo, mantener el control puede significar documentar los incidentes y buscar apoyo de recursos humanos o de una organización externa. Es importante reconocer que el control no se trata solo de manejar situaciones externas, sino también de cuidar nuestro mundo interno.
La forma en que pensamos y hablamos con nosotros mismos tiene un impacto significativo en cómo respondemos a los desafíos externos. Cultivar un diálogo interno positivo y compasivo puede ayudarnos a mantener el control en momentos difíciles.
Mantener el control no significa ser insensible ni evitar las emociones, sino responder a ellas de manera constructiva. Implica elegir conscientemente cómo actuar, establecer límites claros y cuidar nuestro bienestar emocional. Aunque el control puede parecer una habilidad fría o distante, en realidad es una herramienta poderosa para vivir con integridad, dignidad y autenticidad, incluso en las circunstancias más desafiantes.