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Cuando cerrar la boca, es una actitud que se debería aprender desde los primeros años de escuela. En todo caso, abrir la boca es algo que casi todos lo hemos hecho en cualquier circunstancias de la vida. Pienso que todo viene desde la educación que nos dieron nuestros padres. En todo caso es mejor tomar medidas desde ahora para que nuestros hijos no caigan en el mismo rol, de abrir la boca cuando no es el momento.
Hay ocasiones en el que uno trata de impresionar a la gente con sus conocimientos, pero mientras más diga, más vulnerable se vuelve uno. Entonces, aclaremos ¿Se acuerdan de control? Pues mientras más hable menos control tendrá de la situación.
En muchos de los casos y desde luego con reputación, cualquier cosa que diga así sea algo banal, parecerá algo bueno, siempre que lo diga en una forma vaga y enigmática. Pura experiencia. El caso es que cuando una persona habla demasiado, corre el riesgo de equivocarse en algún momento, así sea un perito en la materia.
Hay que seguir los ejemplos de los grandes, eso es que ellos nunca mueven los labios a menos que tengan por obligación hacerlo. Es lo mejor que se hace porque mientras más tiempo lo mantengan cerrados, da tiempo para que otros abran sus labios. Eso tiene su razón y eso es que cuando hablan los que le rodean, usted tiene la oportunidad de saber sus verdaderas intenciones.
Cuando cerrar la boca es importante
Es diferente cuando usted está en nivel inferior, o sea, el silencio se torna sospechoso y lo que es peor inseguro, entonces si está en esa situación, tenga precaución. El decir comentarios vagos e imprecisos delante de superiores, es muy peligroso.
Esto se da porque puede ser mal interpretado y eso, ni siquiera se lo espera. En todo caso es preferible ser muy prudente, tanto para abrir la boca como para no hacerlo. Cuántos de nosotros hemos estado entre la espada y la pared.
Es muy vergonzoso no saber qué decir, y aunque usted tenga la razón es preferible no decir más de lo debido. Hubo un caso en Rusia allá por el año 1825 con el Zar Nicolás I que en el momento que subió al trono, hubo revueltas y de ahí salió uno de sus líderes que fue condenado a la horca.
El día de la ejecución y en el momento de la acción, la soga se rompió, el condenado sorprendido dijo «¿Ven? En Rusia no hacen nada bien, ni siquiera son capaces de fabricar una buena soga». En esos tiempos, había una ley de perdón en esos casos pero, antes de que el Zar firme el documento, pensó. Después de pensar un rato, preguntó «¿Dijo algo el condenado?» Para recibir como respuesta lo antes mencionado.
Acto seguido, el Zar rompió el documento del indulto y lo mando de nuevo a la horca, para esta vez no romperse la soga. Con esto el rey daba por sentado que en Rusia si se hacía una buena soga. Entonces con esto ya sabemos cuándo cerrar la boca.
¿Qué hace que una persona hable cuando no debe?
Cerrar la boca en el momento adecuado puede considerarse un acto de prudencia, una habilidad que refleja madurez, autocontrol y respeto hacia los demás. Sin embargo, no todas las personas logran mantenerse en silencio cuando las circunstancias lo requieren.
Hablar cuando no se debe puede estar motivado por diversas razones, desde factores emocionales hasta patrones de comportamiento aprendidos a lo largo de la vida. Para algunos, la necesidad de hablar sin filtro puede ser un reflejo de su ego, mientras que para otros podría ser el resultado de una falta de educación o de habilidades sociales básicas.
Cuando alguien habla en un momento inoportuno, el ego suele jugar un papel importante. El ego, entendido como la percepción que una persona tiene de sí misma y su deseo de ser reconocida o validada, puede impulsarla a intervenir en situaciones donde el silencio sería más apropiado.
Esto ocurre porque algunas personas sienten una necesidad constante de ser escuchadas, temen perder relevancia o buscan demostrar su superioridad intelectual o emocional frente a los demás. En estos casos, el ego actúa como un motor que impulsa las palabras, incluso cuando no son necesarias.
El deseo de atención es otro factor que lleva a muchas personas a hablar sin considerar el contexto. Quienes buscan constantemente ser el centro de atención pueden tener dificultades para guardar silencio, ya que sienten que, si no participan activamente en una conversación, pasarán desapercibidos o serán considerados irrelevantes.
Este comportamiento puede ser el resultado de inseguridades profundas que llevan a la persona a buscar validación externa mediante palabras, aunque estas no aporten valor o resulten inoportunas. Sin embargo, no siempre es el ego el culpable.
Cuando no es apropiado hablar
En algunos casos, la falta de educación o habilidades sociales también juega un papel importante. Algunas personas no han aprendido a discernir cuándo es apropiado hablar y cuándo es mejor permanecer en silencio. Esto puede deberse a un entorno en el que no se fomentó la escucha activa o el respeto hacia las normas sociales básicas.
Sin una guía adecuada, estas personas pueden crecer con la idea de que hablar en cualquier momento es aceptable, lo que las lleva a intervenir en situaciones de manera inoportuna. La impulsividad es otro factor que explica por qué algunas personas hablan cuando no deberían.
Aquellos que actúan sin pensar a menudo carecen de la pausa necesaria para evaluar si sus palabras son apropiadas en un contexto determinado. La impulsividad puede estar relacionada con la falta de autocontrol o con un temperamento que tiende a reaccionar rápidamente ante estímulos externos.
En estos casos, hablar sin pensar no necesariamente se debe al ego o a la falta de educación, sino a una dificultad para regular las emociones y comportamientos en el momento. El entorno cultural y familiar también influye significativamente en este comportamiento.
En algunas culturas o familias, hablar sin restricciones se considera normal o incluso deseable. Por ejemplo, en entornos donde las conversaciones son intensas y abiertas, las personas pueden crecer creyendo que es natural intervenir en cualquier momento, sin importar si es apropiado o no.
Por otro lado, en culturas o familias donde se valora más la prudencia y la reflexión, las personas pueden desarrollar una mayor conciencia sobre cuándo hablar y cuándo guardar silencio. El temor a ser percibido como débil o ignorante también puede llevar a algunas personas a hablar cuando no deberían.
Cuando denotas falta de confianza
En ciertos entornos, guardar silencio puede interpretarse como falta de conocimiento o confianza, lo que impulsa a algunos a hablar incluso cuando no tienen algo relevante que aportar. Este comportamiento puede ser una estrategia para proteger su imagen o evitar que los demás los perciban como inseguros.
Sin embargo, al hacerlo, a menudo terminan diciendo cosas inapropiadas o innecesarias, lo que afecta negativamente su credibilidad. Por otro lado, hay quienes hablan en momentos inoportunos debido a una necesidad genuina de compartir sus pensamientos o emociones, aunque carezcan del juicio necesario para determinar si el momento es adecuado.
Estas personas no necesariamente actúan por ego o falta de educación, sino por un deseo sincero de conectar con los demás o expresar lo que sienten. Sin embargo, esta falta de discernimiento puede llevar a malentendidos o conflictos, especialmente en situaciones donde se espera prudencia o respeto por parte de todos los involucrados.
El hábito de interrumpir o hablar fuera de lugar también puede estar relacionado con una falta de empatía. Quienes no logran ponerse en el lugar de los demás a menudo carecen de la sensibilidad necesaria para reconocer cuándo sus palabras pueden ser molestas o inapropiadas.
Sin empatía, es fácil ignorar el impacto que las palabras pueden tener en el entorno o en las personas que están presentes. Este comportamiento puede dar la impresión de que la persona carece de respeto, aunque en algunos casos simplemente refleja una falta de conciencia sobre cómo sus acciones afectan a los demás.
Es importante mencionar que hablar en momentos inoportunos no siempre se percibe como un problema desde la perspectiva de quien lo hace. Algunas personas consideran que tienen el derecho de expresarse en cualquier momento, independientemente de las normas sociales o del impacto que sus palabras puedan tener.
El mal entendido y el respeto
Este enfoque puede ser el resultado de creencias personales o de un sentido de autonomía mal entendido, donde la libertad de expresión se antepone al respeto por los demás. El miedo al silencio también puede desempeñar un papel en este comportamiento.
Algunas personas se sienten incómodas con los momentos de quietud y buscan llenarlos con palabras, incluso cuando no son necesarias. Este temor al silencio puede estar relacionado con la ansiedad o con una falta de confianza en el valor de la comunicación no verbal.
En estos casos, hablar en momentos inoportunos no es tanto una cuestión de ego o falta de educación, sino una estrategia para manejar la incomodidad interna. El arte de cerrar la boca cuando es necesario requiere un equilibrio entre la autoconsciencia, la empatía y el respeto por los demás.
No se trata solo de reprimir las palabras, sino de desarrollar la capacidad de evaluar si lo que se va a decir es realmente necesario o útil en un contexto determinado. Este proceso implica aprender a escuchar activamente, a valorar las perspectivas de los demás y a reconocer que, en algunas situaciones, el silencio puede ser más poderoso que las palabras.
En última instancia, las razones por las cuales una persona habla cuando no debería son variadas y complejas. Pueden estar impulsadas por el ego, la falta de educación, la impulsividad, el temor al silencio o la necesidad de validación.
Independientemente de la causa, aprender a reconocer estos patrones y a desarrollar una mayor conciencia sobre el impacto de nuestras palabras es esencial para cultivar relaciones más saludables y respetuosas con los demás. Hablar con prudencia no solo beneficia a quienes nos rodean, sino que también refleja un nivel de madurez y sabiduría que enriquece nuestra vida en todos los aspectos.
Con PNL se puede ayudar a una niña con parálisis cerebral infantil a que no se le abra la boca ?
Tiene todas sus funciones cerebrales integras solo tiene deficit motor en ambas piernas.
La programación neuro-lingüítica sirve para quitar, borrar o cambiar las experiencias vividas que se han convertido en traumas emocionales, que de ahí parten las actitudes. En el caso de la niña que abre la boca, no creo que se pueda puesto que su problema viene desde su cerebro. Al menos me imagino que su problema viene desde la infancia, puesto que si mencionas parálisis cerebral, quiere decir que su cerebro ha dejado de funcionar como motor de su cuerpo. Supongo que no ha tenido experiencias negativas que de ahí haya empezado abrir la boca, porque si hay la posibilidad que sea así, puede que tenga solución. Desde luego que mientras la niña tenga palabras para usar por lo que piensa, puede que si tenga solución. Hay casos en que la persona que hace pide consulta y no quiere que alguien se enteré de su problema, si se puede hacer cambios y con excelentes resultados, pero se necesita que la persona haga procesos que se requieren y para ello debe tener capacidad de comprensión. No conozco casos así como atención profesional, pero si he visto casos iguales en los que solo veo una persona que vive porque le ayudan y de ahí no entablan conversación.