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Cuando era una víctima. Así es señores, cuando creía que era una víctima el mundo se pone patas arriba, nada está en su punto y todo es injusto. Yo no creo que alguien no haya estado en las mismas circunstancias, al menos el 98% de personas a nivel mundial han pasado por algo parecido.
Sentirse víctima de los acontecimientos que han sucedido en su vida, no es porque uno lo quiere. Todos los problemas que nos acontecen al menos en su mayoría, son porque nosotros los atraemos.
Nada viene por el azar, al menos lo que está relacionada con su persona directamente, inclusive porque estoy seguro que los efectos colaterales con el cual usted sale afectado, tiene que ver por la parte negativa que tiene en su interior.
Desde luego que funciona como un imán que atrae a los metales, sólo que en este caso son problemas que vienen hacia usted. Hace unos 20 años atrás pensaba que las personas eran en su mayoría malas y por lo tanto uno tenía que estar siempre a la defensiva ¡Fatal error!
Cuando era una víctima
Ahora ¿Por qué esa forma de pensar era un error? Pues cuando uno más tiene miedo a que le pase algo pues eso mismo es lo que le pasa. En esos momentos uno ve la vida de una manera muy diferente y se deja llevar fácilmente por el común del pueblo.
Si el pueblo decía que «Están robando que da miedo» uno repetía exactamente lo que oía sin siquiera investigar ¿Dónde era que estaban robando? ¿Qué era lo que robaban? ¿Acaso la víctima del robo estaba en algún lugar que no debía?
Sin dejar de lado, ¿Quién quita que tal vez se quedó dormido por estar borracho? Entonces uno pasa a ser parte del mal que envenena a los demás. De la misma forma, como nos acostumbramos a decir lo que otros dicen así mismo aprendemos a ser negativos.
No hacemos nada por evitar. Dicen que cuando cae un mal viene el otro atrás y es más seguro que viene acompañado. No voy a negar, fui uno de esos personajes que pensaba que uno siempre era víctima de las consecuencias de los demás.
Pero tuvo que sucederme algo muy malo pero al mismo tiempo, pienso que si no hubiera sucedido las cosas de esa manera, no hubiera hecho caso a que uno decide el camino y que no es víctima de nadie, a menos que uno mismo lo quiera ¿De qué forma?
Pues siendo destructivamente pesimista, ya que he comprobado que es el camino más fácil y rápido, para llegar a ser la victima de todos y lo que es peor, ser víctima de uno mismo y de ahí es difícil salir, por ser usted mismo el carcelero.
Créanme porque esos fueron los resultados que obtuve cuando creía que era una víctima. Lo mejor que se puede sacar de algo así es que se aprende de la forma más ruda, ya que no hay otra opción.
¿Qué hace que uno entre en ese temor?
El temor es una emoción natural que todos experimentamos, y aunque puede ser útil en situaciones de peligro real, también puede ser una fuerza destructiva cuando se convierte en un obstáculo para la acción racional y el crecimiento personal.
El miedo, en su forma más insidiosa, a menudo aparece cuando una persona se siente amenazada, vulnerable o incapaz de enfrentar lo desconocido. Sin embargo, lo que realmente da poder a este miedo no es la amenaza en sí misma, sino la manera en que la persona percibe y reacciona ante esa amenaza.
Cuando una persona acepta los comentarios negativos sin investigar su veracidad, puede ser porque el miedo, el juicio anticipado o la inseguridad la llevan a asumir que lo dicho es cierto, sin cuestionarlo.
El ser humano tiende a buscar confirmación de lo que ya cree. Este fenómeno, conocido como sesgo de confirmación, hace que las personas busquen información que respalde sus creencias preexistentes, mientras desestiman o ignoran datos que las contradigan.
Cuando alguien recibe un comentario negativo, este puede resonar con alguna inseguridad interna o duda que ya existe en la persona. Si esa inseguridad se asocia con la autovaloración o el sentido de pertenencia, el comentario negativo puede ser percibido como una confirmación de un temor o creencia negativa que la persona ya tiene sobre sí misma.
En lugar de investigar la veracidad de esa afirmación, la persona simplemente la internaliza y la repite, porque refuerza algo que ya siente en su interior. Este proceso de aceptación sin cuestionamiento también está relacionado con el deseo humano de evitar el conflicto o la incomodidad.
Cuando era lo fácil aunque duela
Las personas a menudo prefieren adherirse a lo que es fácil, a lo que no requiere esfuerzo, incluso si esa respuesta les provoca ansiedad o dolor. Es mucho más sencillo aceptar un comentario negativo como cierto y dejarse llevar por el miedo que enfrentarlo de manera activa y hacer las preguntas necesarias para esclarecer la situación.
Esta tendencia a evitar el conflicto o el estrés de cuestionar lo establecido puede ser vista como una forma de autodefensa emocional, aunque en realidad está alimentando el temor, ya que impide que la persona se enfrente directamente a lo que realmente le está causando angustia.
El miedo a la confrontación y al rechazo también juega un papel importante en este fenómeno. En muchos casos, las personas evitan cuestionar los comentarios negativos porque temen que al hacerlo, se les perciba como débiles, inseguros o desobedientes.
Hay una presión social que dicta que uno debe ser firme en sus creencias o aceptar ciertas normas sin cuestionarlas, especialmente si esas creencias provienen de figuras de autoridad o de la mayoría. Si una persona tiene miedo de ser rechazada o criticada por no seguir la corriente, puede decidir callar sus dudas y simplemente aceptar lo que se le dice, aunque no sea verdad.
Además, el miedo se alimenta de la incertidumbre. Cuando algo no se entiende completamente o se percibe como un misterio, el cerebro humano tiende a llenar esos vacíos con explicaciones que a menudo están basadas en conjeturas, prejuicios o suposiciones.
Si una persona no tiene suficiente información para evaluar una situación de manera crítica, puede caer en la tentación de aceptar una versión simplificada de la realidad, que generalmente está cargada de juicio negativo.
Cuando aceptas lo que dicen sin preguntar
La falta de conocimientos o de herramientas para cuestionar adecuadamente lo que se dice, sumada a la presión emocional de la situación, puede llevar a una persona a aceptar comentarios negativos sin cuestionarlos, y esto refuerza el miedo.
Otro factor importante es la vulnerabilidad emocional. Cuando una persona está atravesando una etapa difícil, ya sea por estrés, ansiedad, baja autoestima o cualquier otra causa, puede ser más susceptible a las influencias externas.
Si ya se siente insegura o abrumada por sus propios pensamientos negativos, cualquier comentario negativo, por leve que sea, puede tener un impacto mucho mayor. El miedo ya está presente en su mente, y cualquier palabra que lo active se convierte en un desencadenante inmediato para profundizar en esos temores.
En lugar de ver el comentario como algo aislado, la persona lo integra en su visión del mundo y de sí misma, reforzando así un ciclo de negatividad y miedo. El miedo también puede originarse en la idea de que uno no tiene el control sobre su vida o sobre los juicios que los demás emiten.
Si alguien siente que está constantemente bajo observación o evaluación, puede desarrollar una ansiedad paralizante que le impida cuestionar la validez de los comentarios que recibe. Este miedo al juicio externo puede convertirse en una especie de prisión mental, en la que la persona se siente impotente y vulnerable frente a las opiniones de los demás.
En lugar de poner en duda la veracidad de los comentarios, el miedo la lleva a aceptarlos como verdades absolutas, porque cuestionarlos implicaría una confrontación que no sabe cómo manejar. La falta de confianza en uno mismo también puede jugar un papel importante en este proceso.
La falta de autoestima es víctima fácil
Cuando una persona no tiene una base sólida de autoestima o de autovaloración, puede ser mucho más fácil caer en la trampa de aceptar lo que otros dicen sin hacer preguntas. La inseguridad puede hacer que una persona se sienta impotente ante las críticas o comentarios negativos, lo que la lleva a ceder a la influencia externa sin intentar verificar la información.
En este caso, el miedo se alimenta de la duda interna, y la persona no se siente lo suficientemente capaz como para defenderse o para buscar la verdad por sí misma. Es importante también considerar el entorno social en el que una persona se encuentra.
Si una persona pertenece a un grupo o comunidad en la que se valoran ciertas creencias o normas, puede sentir que es más seguro adherirse a la visión del grupo en lugar de desafiarla. La presión social puede generar un miedo profundo de ser excluido o marginado, lo que puede hacer que la persona acepte los comentarios negativos, incluso si no son ciertos.
El deseo de pertenecer y ser aceptado en una comunidad puede ser tan fuerte que la persona prefiera no cuestionar los comentarios y seguir la corriente para evitar el conflicto. Cuando una persona cae en el temor de aceptar comentarios negativos sin cuestionarlos, está perdiendo la oportunidad de fortalecer su capacidad crítica y de enfrentar sus miedos.
En lugar de dejarse consumir por la inseguridad, es crucial aprender a identificar y desafiar esos pensamientos y creencias que alimentan el miedo. La autoconfianza, la curiosidad y el deseo de obtener una comprensión más profunda de uno mismo y del mundo son herramientas poderosas para superar el miedo a la confrontación y al rechazo.