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Cuando los hijos sueñan. Se han dado cuenta que los hijos cuando son pequeños, sueñan con facilidad y lo bueno es que la mayoría de los niños, no se dan cuenta cuando lo hacen mientras duermen, pero son grandes soñadores cuando están despiertos y, lo felices que son cuando disfrutan de sus propios sueños.
En cambio, cuando una persona llega a una edad y me refiero cuando llegan a 18-20, les es difícil admitir que también tienen sueños, al extremos de considerarlos infantil, claro que en ello intervienen los padres, inculcándoles que ya son adultos y por lo tanto no pueden soñar porque la realidad es otra.
Ahora, ¿Por qué un padre prohíbe o le dice al hijo que no sueñe? La respuesta es porque ellos pasaron por muchos obstáculos y la vida los trató bien mal, y por experiencia le dicen que sean más realistas. Pero la gran verdad es que los padres pasaron por muchos problemas por justamente no saber soñar.
Cuando los hijos sueñan
El soñar por lo menos y hablo de lo mínimo es que lo mantenga despierto, en algo que usted o yo quisiéramos lograr un mejor presente, como ya dije anteriormente «El presente» es un regalo y por lo tanto por qué no lo podemos dar a nosotros mismos, y si lo hace con usted o yo, ¿Cómo no podemos dar a los demás, enseñándoles a soñar?
Nosotros los adultos y no pongo edad límite, debemos mantener ese espíritu alegre con los sueños, y si no tuvimos el tiempo o la ventaja de enseñarles a nuestros hijos, cuando eran muy niños, pues tenemos otra oportunidad con nuestros nietos, enseñándoles a ser felices soñando en ser grandes y productivos.
No se olviden que para que los sueños funcionen como deben de ser, tienen que creer en ellos mismos y dar fe de lo que sueñan, sólo así lograran que el sueño que tienen en su mente lo verán frente a sus ojos y a todo color, hecho totalmente una realidad. En un plan de 10 años, el resultado que vean será gente más productiva, los niveles de educación subirán.
Y no subirán porque los profesores así lo quisieron, será porque los niños han evolucionado para bien, no será necesario buscar compresión en gente ajena, lo buscaran en sus padres y los hijos de los hijos que aprendieron a soñar, serán mejores. Es una cadena que será tan fuerte que nadie se atreverá a querer romper.
¿Por qué es tan fácil soñar para los niños?
La habilidad de los niños para soñar lo inimaginable es una de las características más fascinantes de su mente. Los niños tienen una imaginación desbordante porque su percepción del mundo no está limitada por las reglas que los adultos damos por sentadas.
Para ellos, todo es posible, y esta visión sin restricciones les permite imaginar mundos, situaciones y posibilidades que muchas veces parecen inalcanzables o absurdas para los mayores. Los niños ven el mundo con asombro.
Cada experiencia es nueva, y no tienen miedo de explorar lo desconocido en su mente. Esta capacidad se debe en gran parte a la forma en que su cerebro procesa la información. Los niños pequeños no distinguen tan claramente entre lo que es real y lo que es ficticio, lo que les da una libertad para crear y soñar sin preocuparse por la lógica o la plausibilidad.
Su creatividad también está impulsada por su curiosidad innata. Quieren entender cómo funciona el mundo, y en su intento por hacerlo, inventan historias, personajes y mundos que desafían cualquier límite establecido.
Sin embargo, esta habilidad para soñar lo inimaginable puede ir desapareciendo a medida que crecen. Cuando un niño deja de soñar, algo esencial en su desarrollo se pierde. A menudo, esta pérdida ocurre porque las expectativas y las responsabilidades del mundo adulto comienzan a invadir su espacio mental.
El sistema educativo tradicional, aunque valioso en muchos aspectos, tiende a priorizar el pensamiento lógico y estructurado sobre la creatividad. Los niños se ven presionados a ajustarse a un marco de normas y a dejar de lado las ideas que no encajan en esos parámetros.
Otro factor importante es el temor
El miedo al fracaso o al rechazo puede frenar la capacidad de soñar. A medida que crecen, los niños comienzan a internalizar las críticas, las comparaciones y las limitaciones impuestas por los adultos o incluso por otros niños.
Estas experiencias pueden llevarlos a creer que soñar es inútil o que no tiene sentido pensar más allá de lo práctico. El temor a no ser aceptados o a que sus ideas sean vistas como «tontas» puede hacer que dejen de expresar su imaginación.
Además, quienes guían a los niños, como padres, maestros o cuidadores, juegan un papel crucial en el desarrollo de esta capacidad. Si los adultos no fomentan el soñar o, peor aún, lo desincentivan, los niños pueden sentir que imaginar lo imposible no tiene valor.
Cuando un adulto ridiculiza las ideas de un niño o las descarta como irrelevantes, el mensaje implícito es que soñar no es importante, lo que puede apagar su entusiasmo y creatividad. Por el contrario, cuando los adultos valoran las ideas de los niños, aunque sean fantásticas o improbables, les están dando permiso para seguir soñando y explorando su mundo interior.
Dejar de soñar no solo afecta la creatividad del niño, sino también su capacidad para resolver problemas y enfrentar desafíos en el futuro. La imaginación no es solo una herramienta para la fantasía, sino también para la innovación.
Las personas que logran grandes avances en cualquier campo suelen ser aquellas que no tienen miedo de pensar de manera diferente, de considerar soluciones que otros descartan. Cuando un niño pierde su capacidad de soñar, puede limitar su potencial para contribuir al mundo de formas únicas y valiosas.
El espíritu soñador
Es importante destacar que el entorno social y cultural también influye en la capacidad de los niños para mantener su espíritu soñador. En sociedades donde el éxito se mide únicamente por los logros tangibles, los niños pueden sentir que soñar es una pérdida de tiempo.
La presión por ser «realistas» o «prácticos» puede sofocar su creatividad y hacer que se enfoquen únicamente en metas alcanzables, en lugar de permitirse imaginar posibilidades más amplias. El impacto de no soñar también puede extenderse a la vida emocional.
Los sueños y la imaginación son formas de explorar el mundo interno y de expresar emociones y deseos que, de otro modo, podrían quedar reprimidos. Cuando un niño deja de soñar, puede tener más dificultades para lidiar con sus sentimientos o para encontrar formas de sentirse inspirado y motivado.
Para evitar que los niños pierdan esta maravillosa capacidad, es esencial que los adultos fomenten un entorno donde la imaginación sea valorada y celebrada. Esto no significa simplemente dejarlos jugar sin restricciones, sino también escucharlos, alentarlos y mostrar interés genuino en sus ideas.
Preguntarles sobre sus sueños, involucrarse en sus juegos y permitirles experimentar con diferentes formas de creatividad son maneras efectivas de mantener viva su imaginación. También es importante enseñarles que está bien fracasar y que los errores son parte del proceso de aprendizaje y creación.
Cuando los niños entienden que no todas las ideas tienen que ser exitosas para tener valor, se sienten más libres de explorar y experimentar sin temor a las consecuencias. Esto no solo fomenta la imaginación, sino también la resiliencia y la confianza en sí mismos.
El temor a lo desconocido
El temor a lo desconocido, las expectativas sociales y las influencias de quienes los guían pueden ser obstáculos para que los niños sigan soñando, pero ninguno de estos factores es insuperable. Con el apoyo adecuado, los niños pueden aprender a enfrentar estos desafíos sin perder su capacidad para imaginar lo inimaginable.
Incluso cuando crecen, pueden llevar consigo ese espíritu soñador y utilizarlo para enriquecer su vida y la de quienes los rodean. Cuando los adultos también se permiten soñar y muestran a los niños que imaginar es una habilidad valiosa en todas las etapas de la vida, están enviando un mensaje poderoso.
El mundo necesita soñadores, porque son ellos quienes inspiran cambios, encuentran nuevas soluciones y ven posibilidades donde otros solo ven limitaciones. Al proteger y nutrir la capacidad de soñar de los niños, no solo estamos ayudándolos a ellos, sino también contribuyendo a un futuro más lleno de creatividad e innovación.
Soñar es una habilidad que no tiene por qué desaparecer con la edad, y los niños pueden recordarnos a los adultos que, a veces, lo imposible es solo aquello que no hemos imaginado todavía.
¿Los sueños pueden hacerse realidad?
Puede que si, pero lograrlo requiere más que solo desear algo. Los sueños son manifestaciones de nuestras aspiraciones, deseos y metas. Sin embargo, no se materializan por arte de magia. Para que un sueño se haga realidad, es necesario trabajar de manera constante hacia ese objetivo, tomar decisiones que estén alineadas con lo que se quiere lograr y mantener la perseverancia ante los obstáculos que se presenten en el camino.
Los sueños son solo el punto de partida, la visión de lo que se quiere alcanzar, pero el esfuerzo es lo que transforma esa visión en algo tangible. El proceso de hacer realidad un sueño también involucra la adaptabilidad.
Las circunstancias cambian, y es fundamental estar dispuesto a ajustar el enfoque, aprender de los fracasos y seguir adelante con determinación. El éxito raramente sigue un camino recto; más bien, es un recorrido lleno de desafíos, aprendizajes y oportunidades inesperadas.
Además, tener una mentalidad positiva y creer en la posibilidad de alcanzar los sueños es crucial. El pensamiento positivo ayuda a mantener la motivación y a ver las oportunidades incluso en medio de la adversidad.
Es cierto que no todos los sueños se realizan exactamente como se imaginan, pero eso no significa que el proceso sea en vano. Cada intento, cada paso hacia adelante, contribuye al crecimiento personal y puede llevar a logros que, aunque diferentes de lo planeado inicialmente, son igualmente valiosos. Los sueños no siempre se hacen realidad de la manera que esperamos, pero el esfuerzo y la acción hacia ellos pueden abrir puertas a nuevas experiencias y posibilidades.
Hola Roberto:
Esta leyendo un artículo, y justamente decía algo en relación a soñar.
Inmediatamente, recordé que cuando niño escuchaba a mi madre decir a mi padre: «ah !!! déjate de soñar», ahora bien, cuando lo escribo, me entra la duda si se lo decía mi madre a mi padre o ellos a mi o algunas personas a mi. O algo así como: » Ah … ya estás soñando…» o «Ah, Ya estás soñando despierto» o «Ah, No sueñes despierto».
Eso puede causar bloqueo en mi para alcanzar mis objetivos ?
Gracias.