Cuando se creen ser grandes

Cuando se creen ser grandes. Hay una diferencia abismal entre ser grande a cuando se creen ser grandes. La diferencia según mi punto de vista es que cuando se es grande uno ni siquiera se da por enterado, a no ser por alguien que se lo diga o reconozcan su trayectoria por lo tanto, es la gente la que lo ubica en el sitial dónde se merece que debe estar.

Ahora, hay muchas formas como alguien puede situarse en un punto de observación y la que más he comprobado que resulta, es cuando se hace bien las cosas sea lo que sea porque hasta para pasar un vaso que contenga agua, se lo debe hacer con clase y no a lo que chúc (Los sudamericanos ya saben a que me refiero) es decir a la maldita sea.

Hay algo que nunca cambia, cuando una persona es mediocre en algo lo será siempre en todo, a menos que le suceda algo que le da mucho que pensar y eso le enseña algo valioso en la vida, por lo tanto cambia. Cuando se creen ser grandes pues es el claro ejemplo de las personas que dicen lo que son, cómo pidiendo reconocimiento y más que todo ven las cosas de una manera con poca importancia, ya que ellos son el eje principal de donde se paran.

Cuando se creen ser grandes
Cuando cree que es grande

Los tropiezos de la vida

Uno de los puntales para que una persona llegue a pensar que es grande es porque su vida ha tenido algunos tropiezos en la vida, entonces en la mayor parte de su vida ha tenido que luchar con más caídas que triunfos, por eso es que cuando llegan a un punto de éxito y que no es grande ni significativo, su ego se inflama de emoción y cree que todos tienen que reconocer su valía.

Incluso llegan a ver a los demás que está seguro que no lo conocen o que sabe que están por debajo de él o de ella por tanto sienten que son superiores sin serlo de verdad. Una persona así, se ubica en un pedestal de triunfo cuando lo justo o normal sería que alguien externo lo ponga ahí para que su reconocimiento sea más fuerte.

El ser humilde no significa que sea tonto por lo tanto no se puede alabar a alguien que sabe que no tiene los méritos, con mucha razón a una persona que si tenga la capacidad y que alguien la quiera poner dónde la persona sabe que no es su lugar, es un error. Hay una forma de representación de cuando se creen grandes y esa es cuando se confunde el tener dinero.

Que en este momento no importa cómo, lo que importa es que confunden con el tener méritos. Piensan que con el dinero son acreedores de títulos ciudadanos el cual no tiene nada que ver con ser grandes y peor ser reconocidos por los demás. Hay momentos que no se necesita que la gente lo haga, sólo es necesario que las personas indicadas y que a veces son muy pocas reconozcan algo de ese alguien que tal vez necesite una pequeña sonrisa sincera.

¿Qué es ser mediocre?

El término «mediocre» se utiliza con frecuencia para describir a alguien o algo que no destaca ni por su excelencia ni por su empeño, quedando en un punto medio que suele percibirse como negativo.

Sin embargo, esta definición puede resultar simplista. La mediocridad no solo es un concepto relacionado con la falta de logros extraordinarios, sino que también refleja actitudes, creencias y comportamientos que pueden desarrollarse en distintas circunstancias.

La palabra «mediocre» proviene del latín *mediocris*, que significa «a la mitad de la montaña». En su origen, la palabra no tenía connotaciones negativas; simplemente describía algo intermedio.

in embargo, con el tiempo, la mediocridad ha tomado un matiz peyorativo, asociado con la falta de ambición, esfuerzo o resultados. Ser mediocre implica permanecer en una zona de confort, evitar riesgos y conformarse con lo mínimo necesario para mantenerse a flote.

En la sociedad actual, el término se utiliza con dureza para criticar a quienes no se esfuerzan por destacar o quienes eligen la comodidad sobre el progreso. Sin embargo, también es importante señalar que la mediocridad no siempre es una elección consciente; en ocasiones, puede ser el resultado de circunstancias externas, como la educación, el entorno social, o la falta de oportunidades.

¿Se nace o se aprende a ser mediocre?

Una pregunta recurrente es si las personas nacen mediocres o si la mediocridad es algo que se aprende con el tiempo. La realidad es que la mediocridad no es una característica innata, sino una tendencia que se desarrolla en función del entorno, las experiencias y las creencias personales.

Veamos algunos de los factores que pueden influir en esta condición. El entorno en el que una persona crece tiene un impacto significativo en su forma de ver el mundo. Si se cría en un ambiente que no fomenta la ambición o el desarrollo personal, es más probable que adopte una actitud de conformismo.

Por ejemplo, si en casa o en la escuela se transmite la idea de que «hacer lo justo es suficiente», la persona puede llegar a creer que no es necesario esforzarse más allá de lo básico. Las experiencias negativas, como el fracaso repetido o la falta de reconocimiento, también pueden llevar a una actitud mediocre.

Cuando alguien intenta superarse y se encuentra con obstáculos constantes, puede optar por abandonar la lucha y aceptar la mediocridad como una forma de evitar más decepciones.

Las personas que no encuentran una motivación o un propósito claro en su vida tienden a conformarse con lo que tienen. Sin una visión clara de lo que quieren lograr, es fácil caer en la rutina y evitar los desafíos que podrían impulsar el crecimiento personal.

Las creencias personales sobre lo que uno es capaz de lograr también juegan un papel importante. Quienes creen que no tienen habilidades o que el éxito está fuera de su alcance pueden limitarse a cumplir con lo mínimo, sin buscar nuevas oportunidades para destacar.

¿El mediocre puede llegar a ser grande?

La buena noticia es que la mediocridad no es un destino final. Las personas que caen en la mediocridad pueden cambiar su trayectoria si desarrollan la motivación y las habilidades necesarias para superarse.

De hecho, muchos de los grandes logros en la historia provienen de personas que, en algún momento, fueron consideradas mediocres. La clave está en identificar las causas de la mediocridad y trabajar en ellas para alcanzar la grandeza.

El primer paso para superar la mediocridad es reconocerla. La autoconciencia permite que una persona se dé cuenta de sus limitaciones y de las áreas donde puede mejorar. Sin esta introspección, es difícil realizar cambios significativos.

Una forma efectiva de salir de la mediocridad es establecer metas claras y realistas. Estas metas no necesitan ser grandiosas desde el principio; pequeños logros acumulados pueden generar una sensación de progreso y aumentar la motivación.

Una de las razones por las que muchas personas permanecen en la mediocridad es el miedo al fracaso. Sin embargo, el fracaso es parte del crecimiento y una oportunidad para aprender. Las personas que aceptan el fracaso como un paso necesario hacia el éxito tienen más probabilidades de alcanzar la grandeza.

El entorno social tiene un impacto significativo en la forma en que se desarrolla una persona. Rodearse de personas que inspiran, motivan y apoyan puede ser un impulso poderoso para abandonar la mediocridad y aspirar a más.

La mentalidad de crecimiento, un concepto desarrollado por la psicóloga Carol Dweck, se basa en la idea de que las habilidades y el talento pueden desarrollarse con esfuerzo y dedicación. Al adoptar esta mentalidad, las personas pueden superar las limitaciones que las mantienen en la mediocridad y abrirse camino hacia logros más grandes.

Conclusión

La mediocridad no es una característica innata ni una sentencia definitiva. Es una tendencia que puede desarrollarse debido a circunstancias sociales, creencias personales o experiencias negativas. Sin embargo, la mediocridad no tiene por qué ser permanente. Con la actitud adecuada y un entorno favorable, cualquier persona puede abandonar la mediocridad y alcanzar la grandeza.

Superar la mediocridad requiere autoconciencia, objetivos claros, y la capacidad de aprender de los fracasos. Aunque el camino puede ser desafiante, es posible convertir una actitud mediocre en una vida llena de propósito y logros. En última instancia, el cambio está en manos de cada persona: no importa cuán lejos se haya caído en la mediocridad, siempre es posible volver a levantarse y aspirar a la grandeza.

Con esto evite al máximo ubicarse o subirse a un pedestal sin que nadie se lo haya pedido. Es mejor sentir que uno es valioso y más que todo seguro de que lo que hace está bien hecho, porque el reconocimiento viene a paso lento pero llega pero, para que esto se realice con normalidad usted tiene que sentir, suspirar y emocionarse con lo que hace así nadie sienta lo mismo que usted.

Hay hombres que de verdad son o lo fueron grandes y que en algunos casos el tiempo se ha encargado de darle sus merecidos reconocimientos, tales como: Simón Bolívar, Napoleón Bonaparte, Bruce Lee, Martin Luther King, Malcom X,  Israel kamakawiwo’ole o Nikola Tesla.

Así puedo seguir poniendo nombres de grandes hombres que hicieron historia aunque ellos nunca pidieron notoriedad, la humanidad se encargó de ello, ¿Saben lo increíble? Pues que ellos nunca decían que eran grandes y ese es el problema de algunos cuando se creen ser grandes.

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