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Divertirse mucho y sus efectos negativos. Posiblemente algunos por ahí dirán que estoy loco por escribir sobre divertirse mucho y sus efectos negativos pero, muchos también estarán de acuerdo en lo que viene a continuación. Cuando uno es joven no me aparto de que hay momentos buenos cómo para divertirse y que importa el tiempo, ya que sin pena ni gloria se va.
Pienso que todo tiene su beneficio pero también tiene sus efectos negativos, Ahora mientras se es joven y no haya problemas con nadie ¿Cuál es el problema de que se divierta? Pienso que ninguno, en todo caso como todo tiene su tiempo y el tiempo es al único a quien no se lo puede detener, pienso que hay que pensar.
Ha llegado el momento de ser responsables con todo lo que nos concierne para nuestro vivir personal, con mucha razón si hay que convivir con una persona que será tu compañera por siempre, claro que mientras todo se lleve bien entre los dos.
Todo sigue su curso y no hay problemas pero llega un momento en que las personas se reencuentran, claro que con los amigos de antaño. Empiezan los recuerdos de esto y aquello y ¡Oh sorpresa! volvieron a sentir las emociones que sentían cuando se divertían en esos tiempos.
Divertirse mucho y sus efectos
Alguien por ahí se le ocurre que podrían salir a molestar la vida por un rato, el cual la idea cae como anillo al dedo y todos aceptan salir a divertirse, claro que nadie se percata de lo que trae el divertirse mucho y sus efectos negativos.
Simplemente lo que hacen es ponerse de acuerdo y punto, en esos momentos a cada uno no le ha importado en lo más mínimo el salir. Todo se resuelve sin problemas pero la diversión empieza, a convertirse en algo de costumbre y por ende, vienen los problemas porque ninguna mujer va a permitir tal cosa.
El problema empieza hacerse más notorio cuando ha perdido el control, que por estar en diversión se ha hecho irresponsable, llegando a su trabajo en estado etílico y de paso tarde, conozco más de uno que han llegado a estar en tantos empleos, que ya se hace conocido en muchos lugares, ¿Creen que se han dado cuenta de lo que están haciendo?
Es muy raro que una persona que ha entrado en el mundo de la diversión irresponsable se de cuenta de lo que está haciendo, aunque hay momentos de lucidez en los que se arrepienten de lo que ha hecho pero, más cuando han perdido casi todo y me refiero que lo que tienen aun con valor es su vida y nada más.
Una vez le ofrecí mi ayuda a un señor que en otro momento fue un gran señor pero, por estar en la diversión perdió el control y hasta cayo en el mundo de las drogas. Sin que me lo haya pedido y por ser buena gente, le dije que podía ayudarle en su caso y sin costo, ésta noticia le cayo cómo agua helada en la madrugada.
Cuando la realidad es mas fuerte que la vida que lleva
Muy extrañado me miró y con dudas me pregunta, ¿Para qué Don Roberto? La pregunta me llamó la atención que pensé «Y ahora qué le pasa, acaso no se da cuenta de que casi es un indigente» entonces le dije que para que rehaga su vida porque todavía está a tiempo y muy bien puede empezar de nuevo.
Este señor me agradeció mucho y que no le veía para qué lo iba hacer, además me dijo con estas palabras «Para qué, si ya tengo 50 años además ya lo perdí todo es más…qué podría hacer a estas alturas de mi vida si yo cambio, prefiero vivir engañado a la realidad que despertar y darme cuenta de quién soy… gracias de todas maneras».
Esto pasó hace 4 años y sigue igual como cuando lo conocí gracias a que no supo controlar sus impulsos de la diversión. Todos se pueden divertir y en eso no hay nada de malo pero hacerlo sin control, eso es otra cosa. Antes de tomar decisión de la diversión piensen mucho en divertirse mucho y sus efectos negativos.
¿Por qué hace daño mucha diversión?
La diversión, como concepto, puede parecer algo positivo y deseable, ya que brinda momentos de alegría y relajación en un mundo a menudo lleno de responsabilidades y estrés. Sin embargo, cuando la búsqueda de diversión se convierte en el eje central de la vida de una persona, puede surgir un problema.
La diversión excesiva o sin propósito puede ser dañina porque desvía a las personas de metas más profundas y significativas. Esto ocurre especialmente cuando se persigue sin reflexión, como un escape de problemas o responsabilidades, o cuando se utiliza como una distracción constante de las emociones difíciles.
La búsqueda de diversión puede, en algunos casos, generar adicción a estímulos que solo ofrecen satisfacción momentánea. Por ejemplo, alguien que pasa horas en redes sociales, videojuegos o fiestas puede perder de vista otras áreas importantes de su vida, como el trabajo, las relaciones personales o el crecimiento personal.
En lugar de ofrecer un descanso saludable, la diversión constante puede convertirse en una forma de evitar la introspección y el desarrollo emocional. Esto, a largo plazo, deja a la persona con una sensación de vacío, ya que las actividades sin propósito tienden a no llenar las necesidades más profundas del ser humano.
Además, la búsqueda desenfrenada de diversión puede llevar a comportamientos irresponsables o incluso peligrosos. Esto ocurre cuando la emoción y la adrenalina que se asocian con el entretenimiento se convierten en el motor principal de las acciones de alguien.
Por ejemplo, ciertas personas buscan diversión en actividades que involucran riesgos físicos, legales o emocionales, como el consumo excesivo de alcohol, la participación en deportes extremos sin preparación adecuada o el involucrarse en relaciones conflictivas. En estos casos, la diversión deja de ser un elemento positivo y se convierte en un factor que puede poner en peligro el bienestar.
Divertirse mucho: Las actividades placenteras
La pregunta de por qué una persona busca la diversión tiene raíces profundas en el estado emocional. Desde la infancia, las personas están naturalmente inclinadas hacia actividades que les resultan placenteras, ya que estas liberan dopamina en el cerebro, el químico asociado con la recompensa.
Esta inclinación no es intrínsecamente mala, ya que el disfrute forma parte esencial de la vida. Sin embargo, la forma en que una persona interpreta y prioriza esta búsqueda de placer puede marcar la diferencia entre un estilo de vida equilibrado y uno destructivo.
La sociedad moderna también desempeña un papel importante en fomentar la búsqueda de diversión. Los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales presentan constantemente imágenes de entretenimiento y placer inmediato como ideales de vida.
Esto crea una percepción de que la felicidad está directamente relacionada con la cantidad de experiencias divertidas que se puedan acumular. Por lo tanto, las personas pueden sentirse presionadas a participar en actividades que, aunque aparentemente entretenidas, no siempre son beneficiosas para su bienestar general.
Este tipo de presión social contribuye a que la diversión sea percibida como una meta en lugar de como un medio. Otro factor clave es que la diversión puede ser utilizada como un escape emocional.
Las personas que enfrentan estrés, ansiedad o problemas emocionales no resueltos a menudo buscan alivio en actividades que les permitan olvidar sus preocupaciones, aunque sea de forma temporal.
Esto puede incluir salir constantemente de fiesta, ver series de forma compulsiva o buscar relaciones superficiales. Aunque estas actividades pueden ofrecer una tregua momentánea del dolor o la incomodidad, no abordan las causas subyacentes de los problemas. En lugar de sanar, la persona puede caer en un ciclo donde la diversión se convierte en una distracción permanente.
El deseo de pertenecer o falta de atención
Por otro lado, la búsqueda de diversión también está relacionada con la necesidad de pertenencia. Muchas personas participan en actividades entretenidas porque quieren sentirse parte de un grupo o porque temen quedarse fuera de lo que consideran socialmente aceptable.
Este deseo de aceptación puede llevar a decisiones impulsivas, como gastar más de lo necesario en eventos sociales, involucrarse en comportamientos riesgosos o adoptar hábitos que no necesariamente reflejan sus valores o intereses personales.
En este caso, la diversión deja de ser una elección individual y se convierte en un esfuerzo por encajar en las expectativas de los demás. No se puede negar que la diversión tiene su lugar en la vida. Puede actuar como un descanso necesario, una forma de reponer energías y una oportunidad para disfrutar de la compañía de amigos y seres queridos.
Sin embargo, cuando se prioriza en exceso o se busca sin un propósito más amplio, puede convertirse en un obstáculo para el crecimiento personal y el bienestar emocional. La clave está en equilibrar la diversión con otras actividades que contribuyan al desarrollo integral de la persona, como el aprendizaje, el trabajo significativo y las relaciones auténticas.
Para encontrar este equilibrio, es importante reflexionar sobre los motivos detrás de la búsqueda de diversión. Preguntarse si una actividad aporta algo más allá del placer inmediato puede ayudar a tomar decisiones más conscientes.
En resumen
Buscar formas de disfrute que estén alineadas con los valores personales y los objetivos a largo plazo puede hacer que la diversión sea una herramienta positiva en lugar de un obstáculo. En última instancia, la diversión no es intrínsecamente mala ni dañina.
Es la relación que una persona desarrolla con ella lo que determina su impacto. Si se utiliza como un complemento a una vida equilibrada, puede ser una fuente de alegría y renovación. Sin embargo, si se convierte en el objetivo principal o en un escape constante, puede llevar al desapego de lo que realmente importa en la vida.
La verdadera satisfacción no proviene de acumular momentos de diversión, sino de encontrar significado y propósito en las experiencias cotidianas. Esto requiere introspección, madurez y la disposición de enfrentar tanto los placeres como los desafíos de la vida con responsabilidad y sabiduría.