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Drásticamente sincero. Siempre me dijeron mis padres que tenía que ser sincero pero ser drásticamente sincero es otra cosa. Cuando uno es muy joven por lo general tiende hacer lo que los mayores hacen, aunque no sepamos si es lo ideal para nosotros.
Aprender lo que es la sinceridad toma su tiempo ya que repetimos lo que otros hacen. Cuando nos damos cuenta de lo que es en verdad, recién entendemos muchas cosas que pasaron en delante de uno y no nos vimos con claridad.
Ahora ¿Cómo nos podemos dar cuenta de alguien cuando nos habla con sinceridad? Bueno en esto hay varios puntos que no es fácil darse cuenta, a menos claro que se tenga un entrenamiento previo.
Pero les voy a escribir lo más fácil de aprender, por lo general cuando una persona habla frente a otra y no le es sincero, jamás mira directamente a los ojos, y si lo hace y su vista es fija como tensionada, esa persona le está mintiendo.
Drásticamente sincero
Ahora, ¿Por qué mira fijamente? Pues lo hace para saber si usted que le está escuchando le está creyendo lo que él dice. Claro que depende también cuando le hacen una pregunta y al momento de responder, mira para todos lados menos hacia usted, en algunos casos siempre termina haciéndolo pero no es directo.
En esto tiene que ser muy observador porque si mira hacia la izquierda de la persona que responde, su respuesta se basa en imágenes mentales que recuerda. Cuando es así su respuesta tiene un porcentaje elevado de veracidad.
Lo que no sucede cuando mira hacia el otro lado o sea, hacia su derecha porque su respuesta está basada en imágenes creadas y es muy posible, que le esté mintiendo. En esto hay que ser un profesional para darse cuenta, porque hay muchas variantes que combinan con la expresión no verbal.
Dicho esto ya se pueden dar cuenta más o menos sobre la sinceridad, por lo que lo veo como algo muy sobresaliente, lo que no veo bien es cuando es drásticamente sincero porque hay una diferencia enorme, ¿Por qué tiene que ser drástico para decir algo que siente? Siempre hay formas de hacerlo sin que el otro sepa que lo ha golpeado.
A eso llamo tener un «AS» en la manga, en mi caso cuando insulto a alguien nunca lo hago con groserías o lo que entienden como malas palabras. Tú puedes ser un experto en decir verdades para poner en su puesto a cualquier persona que molesta mucho, son palabras que bien ubicadas duelen mucho y lo bueno que la persona no tiene cómo responder.
Cuando una persona belicosa responde a un ataque con altura, lo ideal sería que lo haga con la misma elegancia y control, pero a menudo ese tipo de personas carecen de las herramientas para manejarse con calma y asertividad. Por esta razón, suelen terminar más afectados, ya que no logran entender cómo se les ha respondido con un golpe intelectual que los desarma. Al no saber responder con inteligencia emocional, quedan desconcertados y frustrados, lo que los deja en una posición aún más vulnerable.
¿Por qué hay personas que al decir algo lo hacen con groserías aun sea la verdad?
Hay un fenómeno bastante común en la comunicación humana, donde ciertas personas, al expresar su opinión o compartir la verdad, lo hacen utilizando un lenguaje que muchos consideran grosero o inapropiado.
Esta manera de expresarse puede ser desconcertante para algunos y puede llevar a la pregunta de por qué estas personas eligen un tono tan áspero al hablar, incluso cuando lo que están diciendo es cierto. ¿Es una cuestión de educación, cultura o simplemente una falta de tacto?
La respuesta es compleja y multifacética, abarcando diferentes aspectos de la psicología, la socialización y las experiencias de vida de cada individuo. En primer lugar, es importante entender que el uso de un lenguaje grosero al hablar no siempre refleja una falta de educación o cultura.
Hay quienes poseen un amplio vocabulario y un profundo conocimiento, pero aún así eligen expresarse de manera que podría considerarse ruda o tosca. Esto puede estar ligado a la idea de autenticidad.
En un mundo donde las palabras a menudo se suavizan para evitar ofender, algunos creen que hablar sin filtros es una muestra de sinceridad. Estas personas pueden sentir que, al adornar menos sus palabras, están siendo más honestas y transparentes.
En cierto sentido, consideran que la verdad, cuando se presenta sin rodeos, es más efectiva y tiene un mayor impacto. Desde esta perspectiva, el lenguaje grosero es una herramienta para subrayar la autenticidad de lo que se está diciendo, eliminando cualquier posible ambigüedad o malentendido.
La cultura y la forma de expresarnos
Por otro lado, la cultura juega un papel fundamental en cómo nos expresamos. En algunas culturas, el uso de palabras fuertes o groserías es un aspecto común del habla cotidiana y no se percibe de manera tan negativa como en otras.
En estos contextos, el lenguaje grosero puede ser un reflejo de la norma social y no necesariamente un acto de agresión o falta de respeto. Por ejemplo, hay lugares donde las palabras que en otros contextos serían ofensivas se usan cariñosamente entre amigos y familiares, lo que demuestra que la interpretación del lenguaje depende en gran medida del entorno cultural.
Así, lo que para unos es una falta de respeto, para otros es simplemente una forma natural de comunicarse. Aun así, es cierto que el entorno en el que una persona crece influye profundamente en su manera de expresarse.
Aquellos que han sido criados en ambientes donde la comunicación era directa, brusca o incluso agresiva, tienden a adoptar estos patrones de conducta. Esto no significa necesariamente que estas personas sean menos educadas o menos conscientes del impacto de sus palabras, sino que simplemente han aprendido que esta es una forma aceptable o incluso efectiva de comunicación.
La repetición de patrones lingüísticos en la infancia puede reforzar el uso de un lenguaje más duro, especialmente si vieron que este tipo de comunicación producía resultados, ya sea en la forma de respeto, atención o autoridad.
Además, algunas personas recurren a un lenguaje fuerte como un mecanismo de defensa. Al expresarse de manera contundente y con groserías, pueden estar tratando de establecer una barrera que proteja su vulnerabilidad. Este uso del lenguaje como un escudo es común en aquellos que han experimentado situaciones de conflicto o rechazo en el pasado.
Drásticamente sincero: La rudeza y el lenguaje
Al adoptar un tono rudo, intentan proyectar una imagen de fuerza, como una forma de evitar ser heridos o cuestionados. Para ellos, la rudeza en el lenguaje no es necesariamente una agresión dirigida hacia los demás, sino una estrategia de autoprotección.
Otra posible explicación es que algunas personas simplemente no han aprendido a comunicar sus pensamientos de manera más matizada. La capacidad de decir la verdad de forma amable o constructiva es una habilidad que no todos poseen, y que a menudo requiere un nivel de autocontrol y empatía que no se desarrolla de la misma forma en todos los individuos.
Para algunos, la comunicación es un reflejo directo de sus emociones del momento, por lo que si están frustrados, enojados o impacientes, sus palabras también lo estarán. En estos casos, el uso de groserías no es tanto una elección consciente, sino una manifestación de su estado emocional interno.
Este tipo de comportamiento es común en personas que no han trabajado en desarrollar habilidades de inteligencia emocional, lo que les permitiría expresarse de manera más controlada y adecuada a diferentes contextos.
También hay quienes creen que hablar con groserías puede conferir un sentido de poder y dominio en una conversación. Al utilizar un lenguaje que es considerado inapropiado, estas personas desafían las normas sociales, lo que puede ser visto como una forma de rebelión o afirmación de independencia.
Es posible que disfruten del impacto que sus palabras generan en los demás, ya que esto les da una sensación de control sobre la dinámica de la interacción. En estos casos, el uso de groserías no es tanto una falta de consideración, sino una estrategia deliberada para ejercer influencia.
Rudeza actitud por inconsciencia
Por otro lado, hay personas que simplemente no tienen conciencia del efecto que sus palabras tienen en los demás. Para estos individuos, la manera en que hablan es simplemente natural y no ven la necesidad de ajustarse a las expectativas sociales de cortesía o diplomacia.
A menudo, no son conscientes de que su manera de expresarse puede ser vista como ofensiva o desconsiderada. Esto puede deberse a una falta de habilidades sociales, o simplemente a una falta de interés en cómo los demás perciben su comunicación.
Sin embargo, es importante reconocer que el contexto también importa. Hay situaciones donde el uso de un lenguaje más fuerte es aceptable o incluso necesario para transmitir la urgencia o la seriedad de un mensaje.
Por ejemplo, en momentos de crisis o peligro, hablar con palabras suaves puede no ser tan efectivo como ser directo y contundente. En estos casos, la elección de palabras es una cuestión de eficacia, más que de educación o cultura.
Finalmente, aunque hay muchas razones por las que una persona puede elegir expresarse con groserías, esto no significa que sea siempre la mejor manera de comunicar un mensaje. La forma en que decimos las cosas es tan importante como lo que decimos, y el uso de un lenguaje agresivo puede cerrar puertas y crear barreras en la comunicación.
Aquellos que son capaces de expresarse de manera clara y firme, pero con un tono respetuoso, a menudo encuentran que sus palabras son mejor recibidas y tienen un mayor impacto positivo en los demás.
Por lo tanto, si bien puede ser efectivo en ciertos contextos, el uso frecuente de un lenguaje grosero al hablar la verdad puede limitar las oportunidades de establecer conexiones genuinas y significativas.
En conclusión
El uso de groserías al decir la verdad puede tener múltiples explicaciones, desde la autenticidad y la cultura hasta los mecanismos de defensa y la falta de habilidades emocionales. No siempre es una cuestión de educación, sino más bien una combinación de factores que incluyen la personalidad, las experiencias de vida y el entorno social de cada persona.
Aunque puede ser una forma efectiva de expresar la verdad en ciertos contextos, desarrollar la habilidad de comunicar con respeto y empatía puede enriquecer la calidad de nuestras interacciones y fortalecer nuestras relaciones con los demás.
Así, entender por qué algunas personas eligen este tipo de lenguaje puede llevarnos a una mayor comprensión de la diversidad de estilos comunicativos y a una comunicación más efectiva y compasiva en nuestras propias vidas.