Indice de contenido
El afán de ser rico. El plan de llegar a una meta como dejar de ser pobres, entran en el afán de ser rico y eso si que es un verdadero problema y que posiblemente comparado con una quebrada del tamaño del gran cañón allá en EE.UU.
No voy a negar, también busco la forma de tener libertad financiera y no soy pobre, bueno vivo sin deberle a nadie y por lo tanto creo que estoy en el rango fuera de la pobreza.
Pero ¿Qué pasa con las personas que siempre están en busca de la gran riqueza? Claro que hay muchas formas de llegar a la riqueza y las más rápidas son las ilícitas, como ya sabrá las drogas, contrabando, armas, trato de blancas, y la más conocida aunque permitida en todas partes el porno.
El afán de ser rico
Pienso que las personas que buscan información no están pensando algunas de las opciones ya nombradas. Hay otra forma de la cuál conozco algunos casos ¡Y qué casos! Pues resulta que el ser avaro, tacaño, afrentoso, perruño y todo los nombres que se le puedan poner a las personas que por su afán de ser ricos, llegan al extremo de tratarse mal y no sólo él, también tratan mal a su familia, aunque se de una señora que cayó en el sistema por puro accidente.
El caso es que ahorran tanto que llegan a vivir con demasiada pobreza y todo, porque no se olvidan de lo que se siente ser muy pobre, por lo tanto, tienen tanto miedo de volver a caer que lo único que hacen, es guardar para después.
Pero el problema es que no saben hasta cuándo y caen en círculo vicioso, lo peor es que no se dan cuenta. Cierto día hubo un incendio en una casa paupérrima, conocida por todos los del barrio como de una señora muy pobre, tanto que había gente que le regalaba comida para que pueda alimentarse de algo.
El caso es que la señora no salió de su casa y las personas pensaban que ella no estaba ahí, llegaron los bomberos y apagaron el fuego y el resultado fue que la encontraron muerta asfixiada por el humo, pero bien abrazada a su colchón.
Después de las investigaciones de por qué el incendio, vino la limpieza y cuando quisieron sacar el colchón todo mojado resultó que pesaba más que cualquier cosa, llevados por la curiosidad lo abren, ¿Qué creen que había dentro?
Los deseos de tener rompe la sensatez
Pues estaba lleno de miles y miles de dólares en billetes de 10 y 20 no había de 5 ¿Por qué? Quién sabe, el caso es que la señora era muy rica y vivía en la indigencia. El caso de la señora que cayó por accidente, fue que por salvarle la vida a una sobrina.
Se humilló a pedir ayuda a las personas, que pasaban por la entrada a un centro comercial muy conocido, entonces se dio cuenta que la gente si daba dinero y no importaba si era cierto o mentira ¿Por qué lo hacen? Pues porque le dan lo que le sobra en sueltos o sea centavos.
Incluso llegan a recibir hasta un dólar por víctima, ahora sume cuantas personas dan y cuantas no. La señora era empleada en una empresa y ganaba un poco más del sueldo básico, ahora ¿Cuánto ganaba poniendo la cara dura?
Pues sobrepasaba en 10 veces lo que ganaba como empleada, y eso que hay meses que es mucho mejor, al menos Diciembre y sólo trabaja horas. Cuando le pregunté si trabajaba 8 horas como manda la ley me dijo ¿Acaso soy burra para estar todo el tiempo ahí?
Sin más que más. Ella es dueña de un edificio en una ciudadela de estatus alto y vive bien pero nadie sabe lo que ella hace, al menos en el barrio de ella no, ¿Cómo hace eso? Pues se disfraza y como gorro se pone un calzón viejo y unos lentes bien oscuros.
Honestamente no sé cómo es ella porque nunca se la ha visto de otra forma. Felicidades para ella pues es muy astuta y muy prudente, pues por ser cómo es no ha caído en el afán de ser rico.
¿Qué tanto miedo tienen que no viven como deben ser?
Es sorprendente cuando uno se entera de historias de personas que, tras su fallecimiento, se descubre que tenían una gran cantidad de dinero oculto en sus casas. A pesar de haber tenido los recursos para llevar una vida llena de comodidades y lujos, eligieron vivir en condiciones extremadamente austeras, al punto de parecer personas en situación de pobreza.
Esta paradoja, en la que el temor y la desconfianza parecen dominar sus decisiones, puede explicarse desde varias perspectivas que abarcan tanto factores emocionales como psicológicos y sociales.
Una de las razones más comunes detrás de este comportamiento es el miedo a la inseguridad. Muchas de estas personas pueden haber vivido experiencias traumáticas en algún momento de sus vidas, como guerras, crisis económicas, desastres naturales o haber sido víctimas de robos.
Estas experiencias pueden haber sembrado en ellos un profundo temor a quedarse sin recursos, lo que los lleva a acumular dinero y posesiones como una forma de protegerse contra cualquier posible eventualidad.
Incluso si ya están en una situación económica estable, este miedo irracional a la pobreza sigue siendo tan fuerte que prefieren sacrificar su bienestar y vivir con lo mínimo, solo para asegurarse de que nunca les falte nada en el futuro.
Otra explicación para este fenómeno puede estar relacionada con el llamado “síndrome del acaparador”. Este comportamiento va más allá de simplemente ser ahorrador; se trata de una tendencia obsesiva a retener dinero y bienes sin un propósito claro.
La ansiedad y el deseo de gastar dinero
A menudo, las personas que caen en este patrón experimentan una fuerte ansiedad ante la idea de gastar, incluso en cosas necesarias o que mejorarían su calidad de vida. El dinero acumulado en secreto actúa como una especie de escudo emocional, una fuente de seguridad que les ayuda a manejar su ansiedad, aunque no estén dispuestos a utilizarlo.
La influencia de la educación y la crianza también juega un papel fundamental en este tipo de comportamientos. Muchos de los que optan por vivir de manera extremadamente austera provienen de entornos donde la escasez fue una constante.
Quizás fueron educados por padres que vivieron en tiempos de gran dificultad económica y les inculcaron valores de ahorro extremo y autosacrificio. Estas creencias se arraigan tan profundamente que, incluso cuando la situación económica mejora, las personas continúan viviendo bajo los principios de frugalidad que aprendieron desde la infancia.
Es posible que se sientan culpables al gastar dinero, ya que han internalizado la idea de que el ahorro es una virtud suprema. El miedo al juicio social también es un factor relevante. Algunas personas temen que si demuestran tener dinero, atraerán la atención no deseada o serán objeto de envidias y críticas por parte de quienes los rodean.
Prefieren llevar una vida modesta para evitar conflictos, intrigas o incluso intentos de aprovecharse de ellos. En este sentido, su temor no es solo a la pérdida de recursos, sino también a la pérdida de la paz y la privacidad. Vivir como pobres les permite pasar desapercibidos, reducir la atención sobre sus finanzas y mantener un bajo perfil en sus relaciones sociales.
El confort emocional
Un aspecto emocional que no se puede ignorar es el temor al cambio. Para algunas personas, el confort emocional proviene de la estabilidad, incluso si esa estabilidad significa vivir en condiciones de privación.
La idea de cambiar su estilo de vida y gastar dinero para mejorar su calidad de vida puede resultarles abrumadora y fuera de su zona de confort. Les resulta más sencillo seguir viviendo como lo han hecho durante años que enfrentarse a las incertidumbres que conlleva un cambio en sus rutinas.
El dinero acumulado, en lugar de ser visto como una herramienta para mejorar su vida, se convierte en un símbolo de seguridad estática que no están dispuestos a desafiar. Además, existe una teoría vinculada al sentimiento de control.
Acumular dinero y no utilizarlo puede ser una forma de mantener una sensación de poder y dominio sobre sus vidas. Saber que tienen recursos escondidos les proporciona una satisfacción interna y un sentido de control que no obtienen de otras áreas de su vida.
Es una forma de resistencia al consumismo y una declaración silenciosa de que no dependen del sistema para ser felices. Sin embargo, este control es paradójico, ya que en lugar de darles libertad, los encierra en un ciclo de miedo y restricciones autoimpuestas.
El miedo a la vejez y a no tener quién los cuide también puede influir en la decisión de vivir en condiciones austeras. Estas personas pueden estar guardando el dinero con la esperanza de que les sirva en su vejez, especialmente si no tienen familia o seres queridos que puedan cuidarlos.
El miedo a quedarse desamparados
Es un acto preventivo, una preparación para un futuro incierto en el que temen quedarse desamparados. No obstante, en su afán por protegerse contra este posible escenario, terminan viviendo una vida de carencias, privándose de experiencias y placeres que podrían disfrutar mientras tienen la salud y la capacidad para hacerlo.
Por último, hay quienes simplemente tienen un vínculo emocional con la austeridad. La satisfacción que obtienen al no gastar es mayor que la que obtendrían disfrutando de su dinero. Para ellos, el acto de acumular se convierte en una fuente de satisfacción personal, un reflejo de su capacidad para ser autosuficientes y disciplinados.
En este sentido, el dinero se convierte en un fin en sí mismo y no en un medio para alcanzar una vida mejor. Esto se puede ver en casos donde, a pesar de tener amplios recursos, continúan llevando una vida que otros considerarían insuficiente.
En resumen
El fenómeno de personas que, a pesar de tener grandes cantidades de dinero, eligen vivir en la pobreza extrema, es multifacético y puede estar motivado por una combinación de factores como el miedo, la desconfianza, patrones de comportamiento aprendidos, experiencias traumáticas y necesidades psicológicas de control y seguridad.
Para algunos, el dinero representa un seguro contra la adversidad; para otros, un símbolo de control que no quieren perder. Cualquiera que sea la razón, lo cierto es que esta decisión de vida es una paradoja que refleja la complejidad del ser humano y sus temores más profundos.
Vivir con lujos y disfrutar de los recursos acumulados puede ser percibido como un riesgo demasiado grande, una amenaza a la estabilidad que han trabajado tan arduamente por preservar. En su esfuerzo por sentirse seguros, terminan sacrificando la posibilidad de vivir plenamente, mostrando que, en ocasiones, el mayor obstáculo para disfrutar la vida no es la falta de recursos, sino los temores que nos atan.