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El arte de saber escuchar es un don que se nace con ello pero, también se puede adquirir. Hace muchos años un amigo que hoy es director de cine, me dijo un día, «Tú tienes un don» ¿Yoo…? le contesté, en esos momentos me puse a pensar, «Que yo tengo un don…¿De qué?».
Como mi amigo me vio pensativo, me aclaró diciéndome «Mira, tú tienes el don de escuchar y eso es un arte, porque nadie sabe escuchar como tú lo haces». En esos momentos no le di mayor importancia, porque la verdad no sabía que el escuchar era algo muy importante para las personas, que están dispuestas a decir algo y más cuando es algo personal.
Al pasar de los tiempos, un día me encontré con él y le hice la pregunta que tal vez, por razones de ignorancia no se la hice en el momento adecuado. Hace un tiempo me dijiste, que yo tenía el don de escuchar, ¿A qué te referías? Le pregunté.
El arte de saber escuchar
Esto con la seguridad que me daría una respuesta lógica. «Pues si no te has dado cuenta, tú escuchas con atención, miras directo a los ojos y no te distraes, en pocas palabras, estas dentro del mundo del que te habla». Con la explicación que me dio, tomé atención y empecé a observar a las personas cuando conversaban, que para mi sorpresa era cierto, casi nadie miraba directo a los ojos cuando alguien les decía algo.
Por lo general algunos miran al piso cuando escuchaban, otros miraban para todos lados menos en la dirección del que les hablaba. Para el colmo de las reacciones de los que «Escuchan» tienen un programa implantado en su mente que dicen «Ah…si…si claro».
Por esta razón que si no bostezan miran su reloj a cada rato. Ahora en resumida cuenta ese tipo de actitud tiene su lado negativo, a menos que usted fuera alguien demasiado importante como para que pase por alto. Pienso que una persona por muy importante que fuera, debería ser franco con sus allegados en el sentido de que si está ocupado ¡Dígalo amablemente!
Porque todos deben saber que hay mucha gente que quiere ser escuchada, lo necesitan, así como usted o yo. En último de los casos dele 5 minutos pero atiéndalo, mire a los ojos y respire profundamente y con tranquilidad. Cuando haya logrado esto, sea muy o no importante se dará cuenta de los beneficios, que obtendrá aparte de ganar más amigos.
Otra cosa, de ser posible trate de hacerlo sentado, porque el tiempo pasa más rápido de esa forma, la otra persona a la cual le ha estado tomando atención no le dirá nada. Es indudable lo bueno que se obtiene con el arte de saber escuchar.
¿Por qué hay personas que no escuchan aunque estén mirando a la persona?
Escuchar es un acto profundamente humano que va más allá de simplemente percibir sonidos con los oídos. Es una habilidad que implica atención, comprensión y empatía hacia la persona que está hablando. Sin embargo, no todas las personas escuchan realmente, incluso cuando parecen estar presentes en una conversación.
Esto puede deberse a una serie de factores que no necesariamente están relacionados con la falta de respeto, aunque puede percibirse así. Entender por qué alguien no escucha aunque esté mirando a la persona que habla requiere analizar tanto los aspectos internos de esa persona como las dinámicas sociales en juego.
Muchas veces, las personas no escuchan porque su mente está ocupada en otros pensamientos. Estar físicamente presente en una conversación no garantiza que también lo estén emocionalmente. En un mundo donde las distracciones abundan, es común que alguien se encuentre perdido en sus propias preocupaciones, problemas o incluso en las expectativas de lo que dirá a continuación, en lugar de enfocarse en las palabras del otro.
Este estado mental no siempre refleja una falta de respeto hacia el hablante, sino una dificultad para estar plenamente presente. Las responsabilidades, el estrés y la ansiedad también pueden interferir en la capacidad de escuchar de manera efectiva.
Por otro lado, hay personas que no han desarrollado la habilidad de escuchar porque nunca se les enseñó su importancia. Escuchar es un arte que, aunque puede surgir de forma natural en algunos, en la mayoría de los casos se aprende y se perfecciona con la práctica. Desde pequeños, no siempre se nos enseña a valorar las palabras de los demás o a prestar atención activa a lo que se nos dice.
Lo esencial es la comunicación
En cambio, muchas veces se enfatiza más en hablar, expresarse y defender puntos de vista, dejando de lado la parte esencial de la comunicación: la escucha. Sin una educación que fomente el respeto por las ideas y emociones ajenas, es fácil caer en el hábito de escuchar solo de forma superficial.
El respeto hacia la persona que está hablando también está relacionado con la empatía. Escuchar con atención es una forma de reconocer la humanidad del otro y validar su experiencia. Cuando alguien no muestra interés en lo que se le dice, puede percibirse como una falta de empatía o incluso como una actitud egoísta.
Sin embargo, esto no siempre implica una intención consciente de despreciar al hablante. En algunos casos, las personas pueden no ser conscientes del impacto que tiene su falta de atención en el otro. La ausencia de esta conciencia puede deberse a experiencias personales, dinámicas familiares o culturales que no priorizaron la escucha activa como una forma de conexión y respeto.
El saber escuchar es una habilidad que puede ser innata en algunos casos, pero que en la mayoría de las personas se desarrolla con el tiempo y la experiencia. Hay quienes tienen una disposición natural para escuchar porque poseen una empatía innata que los lleva a interesarse genuinamente por los demás.
Estas personas, desde temprana edad, parecen captar las señales emocionales en las conversaciones y muestran una inclinación por comprender antes de responder. Sin embargo, para muchas otras personas, la capacidad de escuchar requiere esfuerzo consciente y práctica.
Aprender a escuchar implica no solo prestar atención a las palabras, sino también a los gestos, el tono de voz y las emociones que acompañan al mensaje. Esto requiere un nivel de concentración que puede ser difícil de alcanzar en un entorno lleno de distracciones.
El acto de estar presente en la conversación
Sin embargo, con intención y práctica, cualquiera puede desarrollar esta habilidad. Los talleres de comunicación, la meditación y el simple acto de comprometerse a estar presente en una conversación son herramientas útiles para quienes desean mejorar su capacidad de escucha.
La escucha activa no solo beneficia al hablante, sino también al oyente. Al escuchar con atención, se abre un espacio para el aprendizaje y el entendimiento mutuo. Se fortalece la confianza entre las personas y se construyen relaciones más profundas y significativas.
Además, escuchar también puede ayudar a las personas a ver el mundo desde perspectivas diferentes, ampliando su comprensión y reduciendo los malentendidos. Por esta razón, el esfuerzo por aprender a escuchar no solo es un acto de respeto hacia los demás, sino también un regalo para uno mismo.
Es importante señalar que el entorno en el que alguien crece puede influir significativamente en su capacidad de escuchar. En familias o comunidades donde la comunicación es unilateral, donde no se fomenta el diálogo abierto o donde las personas sienten que no se les da importancia, es menos probable que se desarrolle una escucha efectiva.
Por el contrario, en entornos donde las opiniones y emociones son valoradas y donde se modela la escucha activa, es más probable que las personas adopten esta habilidad como parte de su comportamiento cotidiano. En algunos casos, las personas no escuchan porque no saben cómo hacerlo.
Esto puede parecer sorprendente, pero escuchar de manera efectiva requiere habilidades que no siempre son intuitivas. Por ejemplo, implica la capacidad de silenciar el diálogo interno para concentrarse completamente en lo que dice la otra persona.
No se apresure a dar consejos
También implica resistir la tentación de interrumpir, juzgar o apresurarse a dar consejos. Estas son habilidades que, aunque pueden parecer simples, requieren práctica consciente y un esfuerzo constante. Otra razón por la que algunas personas no escuchan puede ser el miedo a confrontar emociones difíciles.
Cuando alguien comparte algo que puede ser doloroso, complicado o incómodo, el oyente puede evitar escuchar plenamente como una forma de protegerse a sí mismo de lidiar con esas emociones. Este comportamiento no siempre se realiza de manera consciente, pero refleja una falta de preparación emocional para manejar conversaciones profundas.
A pesar de las dificultades, escuchar puede aprenderse y perfeccionarse a cualquier edad. El primer paso es reconocer la importancia de la escucha como una forma de mostrar respeto y empatía hacia los demás. Una vez que se comprende esto, el siguiente paso es practicar la atención plena en las conversaciones.
Esto implica apagar distracciones, hacer contacto visual y mostrar interés genuino en lo que se dice. También es útil hacer preguntas abiertas que inviten al hablante a profundizar en su mensaje, mostrando así que se valora su perspectiva.
El arte de escuchar también requiere paciencia. En un mundo donde todo parece moverse rápidamente, tomarse el tiempo para detenerse y escuchar puede parecer un lujo. Sin embargo, es precisamente este acto de detenerse lo que permite construir conexiones reales. Escuchar es una forma de honrar el momento presente y a la persona que comparte su tiempo y sus palabras contigo.
En última instancia, la capacidad de escuchar es tanto un acto de amor hacia los demás como hacia uno mismo. Al escuchar, no solo validamos las experiencias de quienes nos rodean, sino que también creamos un espacio para el crecimiento y la comprensión mutua.