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El enemigo silencioso es un tema del que muchos saben que existe pero pocos hablan de él. Muchos son los que lo llegan a conocer pero son pocos los que logran sacarlos de sus vidas. Es muy raro que un joven lo llegue a conocer, las razones muy posibles es que en esa edad muchos ven la vida como una aventura.
Siempre hay algo por conocer para un joven por lo tanto, puede ser una de las razones por la que nunca lo llegue a conocer a el enemigo silencioso, al menos le dure la juventud. El enemigo silencioso más conocido como rutina ha hecho que muchas personas no encuentren un sentido de por qué están en esta vida.
Cosa rara porque cuando uno está en desarrollo personal, siempre le está viendo algo diferente a todo lo que le rodea, pero llega un momento en que todo cambia, es como que se pierde el color, el brillo y hasta el gusto de las cosas.
El enemigo silencioso
No sé desde que edad exactamente sucede esto de caer en la rutina, aunque pienso que es más por alguna decepción. En esto no creo que tenga que ver la decepción amorosa, porque si conoce a otra persona igual o mejor se le quita y ya.
Aquí no ha pasado nada aunque puede quedar algo de recuerdo pero eso es manejable. Pienso que el tipo de decepción es personal que posiblemente por ahí alguien o algo le hicieron ver lo que nunca debió ver, oír o sentir.
El cual provocó que se desencadenen una serie de anclajes que posiblemente tenía bien guardado, que no salían a la luz porque en su mente estaba cómo prioridad el salir adelante, dicho esto se entiende de por qué la persona siempre está buscando un punto de desarrollo para superarse.
Ahora, en el momento en que usted libera sus anclajes por las causas anotadas, ha despertado al enemigo silencioso como es la rutina, en la cual usted deja de ver más allá de lo que siempre ha visto, entrando en un laberinto de ratones sin siquiera darse cuenta, que hay otras cosas en las que puede ocuparse.
Con esto se preguntarán, ¿Por qué las personas no se dan cuenta en lo que han caído? Las razones son claras y sencillas, es porque en la mente de ellos está activada un programa en el cual lo que ve es lo que tiene, sin que se percate que le está haciendo daño.
El problema es en sí es porque su mente no sabe que le está haciendo daño pero, si sabe que usted está sintiendo un sentimiento. Por lo tanto la mente lo toma como válido y no solo eso, pues con el tiempo lo hace más sofisticado ¿De qué forma?
Lo que no se quiere ver
La verdad, en todo este tiempo que tengo haciendo los cambios personales, no he conocido todas las formas porque puede haber mil y unas, pero las que he conocido siempre han sido una mejor que otras, mientras más efecto le haga a su portador más útil será.
El caso es que mientras más útil para la mente más desgraciado será su portador. Esa es una razón de por qué una persona entra en la rutina y no se da cuenta, simplemente lo que hace es vivir la vida como le viene aunque no se acuerde de cuando el mundo tenía color y brillo.
Hay casos mucho más graves en los que ni siquiera escuchan música. Nadie se da cuenta de la rutina hasta que alguien le hace ver, que está al acecho del enemigo silencioso como es la rutina.
¿La rutina es lo mismo que esfuerzo??
La rutina y el esfuerzo son dos conceptos que, aunque están relacionados, no son lo mismo. A menudo se confunden porque ambos implican repetición y dedicación, pero su esencia y el impacto que tienen en la vida de una persona son distintos.
La rutina se refiere a una serie de actividades que se realizan de manera habitual y casi automática, mientras que el esfuerzo implica un nivel de energía y dedicación consciente hacia una meta específica.
Comprender la diferencia entre estos dos términos es esencial para saber cómo afectan nuestra vida diaria y nuestro bienestar. La rutina, por un lado, puede ser tanto beneficiosa como perjudicial. Por naturaleza, los seres humanos buscan patrones y estabilidad, lo que hace que las rutinas sean una forma de crear un sentido de orden en la vida.
Al tener una serie de actividades programadas, se reduce la incertidumbre y se facilita la organización del tiempo. Por ejemplo, tener una rutina matutina, como levantarse a la misma hora, desayunar y hacer ejercicio, puede establecer un tono positivo para el resto del día.
Estas rutinas brindan un marco que puede ayudar a alcanzar objetivos a largo plazo, como mejorar la salud o la productividad. Sin embargo, la rutina puede volverse problemática cuando se convierte en un ciclo monótono que carece de significado o propósito.
En este sentido, la rutina puede ser vista como la antítesis del esfuerzo consciente. Cuando una persona se encuentra atrapada en una rutina que no disfruta o que no tiene un propósito claro, puede sentir que su vida carece de sentido, lo que puede llevar a una falta de motivación y a un sentimiento de estancamiento.
El esfuerzo dedicación y compromiso
En estos casos, la rutina no es sinónimo de esfuerzo, ya que la persona simplemente sigue un patrón establecido sin involucrarse activamente en lo que está haciendo. Por otro lado, el esfuerzo se asocia con la dedicación y el compromiso hacia algo que realmente importa.
Implica un nivel de conciencia y energía que se invierte en una tarea, ya sea que esta sea física, mental o emocional. El esfuerzo es lo que lleva a las personas a superarse, a enfrentar desafíos y a lograr metas que requieren dedicación y persistencia.
A diferencia de la rutina, que puede ser automática y repetitiva, el esfuerzo demanda un nivel de motivación intrínseca y un propósito claro. Las personas que hacen un esfuerzo consciente para mejorar sus habilidades, alcanzar sus metas o superar obstáculos están involucradas activamente en su propio crecimiento y desarrollo.
Cuando se trata de la motivación, es importante entender que puede haber una diferencia significativa entre seguir una rutina y esforzarse en algo que realmente apasiona. La motivación es el motor que impulsa a las personas a actuar y a mantenerse comprometidas con lo que hacen.
Si una persona está motivada, el esfuerzo no se siente como una carga, sino como una oportunidad para crecer y lograr algo significativo. En cambio, cuando la motivación es baja, cualquier actividad, incluso aquellas que solían ser agradables, puede sentirse como una rutina aburrida y monótona.
La falta de motivación puede ser una señal de que lo que se está haciendo no es de interés o agrado para la persona. Esto puede suceder en diferentes áreas de la vida, como el trabajo, las relaciones personales o incluso en hobbies que antes se disfrutaban.
La rutina y el desgaste emocional
Cuando alguien se siente obligado a seguir una rutina que no le apasiona, puede experimentar un desgaste emocional y mental que se traduce en una sensación de agotamiento o apatía. Es por eso que es crucial identificar si la falta de motivación proviene de una rutina que ya no tiene sentido o si es un reflejo de una desconexión más profunda con las propias metas y deseos.
A menudo, la sociedad nos impulsa a seguir rutinas establecidas bajo la idea de que nos ayudarán a alcanzar el éxito o la felicidad. Sin embargo, el problema radica en que estas rutinas pueden no alinearse con lo que realmente deseamos en la vida.
Por ejemplo, una persona puede seguir una rutina laboral que le proporciona estabilidad económica, pero que no le satisface emocionalmente. En este caso, la rutina se convierte en un mecanismo de supervivencia más que en una fuente de satisfacción y crecimiento.
Aquí es donde el esfuerzo cobra un nuevo significado: en lugar de simplemente seguir una rutina, el esfuerzo debería dirigirse hacia encontrar y perseguir actividades que resuenen con los verdaderos intereses y pasiones de la persona.
Además, es importante considerar que el esfuerzo no siempre debe ser visto como algo agotador o negativo. Cuando se dirige hacia algo que realmente nos importa, el esfuerzo puede ser una fuente de satisfacción y realización.
Las personas que encuentran placer en lo que hacen, ya sea en su trabajo, en sus relaciones o en sus hobbies, experimentan un tipo de esfuerzo que es energizante en lugar de agotador. Este tipo de esfuerzo es el que se asocia con el concepto de “Flow” o “estado de flujo”, donde la persona está tan inmersa en lo que está haciendo que pierde la noción del tiempo y experimenta una profunda sensación de bienestar.
La rutina el propósito y el significado
La clave para transformar la rutina en algo positivo es darle un propósito y un significado. En lugar de seguir una serie de actividades automáticas que no tienen un fin claro, es posible incorporar pequeños cambios que hagan que esas actividades se sientan más significativas.
Por ejemplo, en lugar de hacer ejercicio simplemente porque es parte de la rutina diaria, se puede redefinir el propósito detrás de esa actividad, como mejorar la salud, sentirse más fuerte o prepararse para un desafío físico.
Al darle un propósito a las acciones cotidianas, se puede convertir una rutina monótona en un esfuerzo significativo que enriquezca la vida. También es importante mencionar que la rutina no siempre es negativa.
Para algunas personas, tener una rutina estable puede proporcionar un sentido de seguridad y estabilidad, especialmente en tiempos de incertidumbre. La clave está en encontrar un equilibrio entre la estructura que proporciona la rutina y la flexibilidad para adaptarse a nuevas oportunidades y desafíos.
Esto requiere un nivel de autoconciencia y reflexión para saber cuándo es necesario romper con la rutina y cuándo es beneficioso mantenerla. Por último, es fundamental entender que tanto la rutina como el esfuerzo son necesarios en diferentes momentos de la vida.
La rutina puede ser útil para establecer hábitos positivos, como una alimentación saludable, el ejercicio regular o la gestión del tiempo, mientras que el esfuerzo es necesario para superar desafíos, aprender nuevas habilidades y alcanzar metas ambiciosas. La cuestión no es si la rutina es lo mismo que el esfuerzo, sino cómo se puede encontrar un equilibrio que permita aprovechar los beneficios de ambos.
En resumen
La rutina y el esfuerzo son dos conceptos distintos que pueden complementarse entre sí. La rutina no es necesariamente falta de motivación, pero puede volverse monótona si no tiene un propósito claro o si no está alineada con lo que realmente deseamos.
El esfuerzo, por otro lado, es un acto consciente de dedicación que nos impulsa a superar desafíos y a crecer. Para vivir una vida más satisfactoria, es importante reflexionar sobre nuestras rutinas, encontrar un propósito detrás de ellas y dirigir nuestro esfuerzo hacia lo que realmente nos importa. De esta manera, es posible transformar la monotonía en una fuente de satisfacción y crecimiento personal, logrando un equilibrio que nos permita vivir con mayor plenitud y motivación.