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El éxito de cuando todos ganamos es fenomenal, siempre y cuando se juegue muy bien los papeles que corresponde exactamente al vendedor. El vendedor común, lo único que piensa es en vender, para él, el cliente significa dólares y hará cualquier cosa con tal de vender.
Con esto no necesariamente tiene que ser un vendedor directo, o sea persona a persona. En el grupo también entran todo lo que tiene que ver con ventas on-line, que ofrecen todo lo que supuestamente el visitante necesita. Muchas de las veces no dan lo que ofrecen, eso es no saber conjugar el ganar/ganar.
Esto no es complicado, es más yo diría que es muy simple porque todo es cuestión de darse cuenta de cómo funciona. Primeramente ganar, que en este caso sería yo gano, porque yo recibí un dinero por una venta, llámese e-book, servicio o un curso de lo que sea, el cual no es tan fácil el lograrlo porque toma su tiempo.
Ahora, claro que no vino por arte de magia porque usted hizo la labor de venta, que todos los que estamos en esta línea sabemos lo tedioso que es, por lo tanto, el dinero es bien ganado. Ahora viene en segunda que es de nuevo ganar, sólo que en este caso es la contra parte, o sea, el comprador.
El éxito de cuando todos ganamos
Todos y nadie se escapa de que han comprado algo en su vida, por lo tanto ¿Qué es lo que espera un comprador? Espera lo mejor y más que todo que le sirva lo que ha comprado, porque nadie compra por el simple hecho de hacerlo sin ningún sentido. En este caso, la venta se la realiza desde el primer momento en que el futuro comprador la ve.
Al menos la mayor parte que son visuales lo hacen, aunque también lo hacen por medio de la recomendación que en este caso son auditivos. Ahora, cuando el comprador adquirió el producto es porque él vio o escuchó que le va a quedar o a funcionar bien, si no, no hace la compra.
Por lo tanto, el comprador quedó satisfecho y eso significa que él también ha ganado, entonces se ha conjugado bien el ganar/ganar y sólo en esos momentos, se puede hablar de éxito. Éxito no porque recibió el dinero y el cliente quedó satisfecho, si no porque el cliente hizo una segunda compra y todo porque confía en lo que le van a vender, en que si le va a funcionar.
Eso se llama garantía segura que es la meta de el éxito de cuando todos ganamos. Hay casos de personas que si compran porque les dio la gana, simple impulso dado por su ego, pero eso ya es otra cosa ya que ahí no importa si le sirve o no, muchos ni se dan cuenta.
¿Existe la honestidad en los vendedores?
La honestidad en los vendedores es un tema complejo y lleno de matices, ya que depende de múltiples factores como la ética personal, la cultura de la empresa, las expectativas del mercado y las necesidades del cliente. En principio, todos queremos creer que la honestidad forma parte del ADN de cualquier transacción comercial, pero en la práctica, las cosas no siempre son tan simples.
Los vendedores operan en un entorno donde deben equilibrar sus intereses con los del cliente, y este equilibrio puede inclinarse en función de las presiones externas, como las metas de ventas, la competencia o las estrategias de marketing.
La honestidad en un vendedor implica no solo proporcionar información veraz sobre un producto o servicio, sino también actuar de manera transparente respecto a sus limitaciones. Sin embargo, el deseo de cerrar una venta puede llevar a algunos vendedores a exagerar los beneficios, omitir desventajas o presentar información de manera selectiva.
Esto no necesariamente convierte a todos en deshonestos; en muchos casos, los vendedores creen que están ayudando al cliente a tomar una decisión que les beneficiará. Sin embargo, la línea entre asesoramiento útil y manipulación puede ser delgada, y cruzarla depende tanto de la intención del vendedor como de la percepción del comprador.
El concepto de gana/gana es un ideal al que aspiran muchas prácticas de ventas. En teoría, busca crear una relación donde ambas partes se beneficien: el vendedor logra sus objetivos comerciales, y el cliente obtiene un producto o servicio que realmente satisface sus necesidades.
Este enfoque es particularmente efectivo en ventas a largo plazo, donde la confianza y la satisfacción del cliente son cruciales para construir relaciones duraderas. Sin embargo, en la práctica, el gana/gana no siempre se aplica de manera genuina. A veces, se utiliza como una estrategia de marketing.
El gana/gana no es como parece?
En algunos casos, el gana/gana puede ser un disfraz para prácticas comerciales que favorecen principalmente al vendedor. Por ejemplo, un cliente puede sentirse satisfecho en el momento de la compra, solo para descubrir más tarde que el producto no cumple con sus expectativas o que había opciones mejores en el mercado.
Aquí es donde la honestidad del vendedor y la educación del comprador juegan un papel crítico. Cuando el vendedor realmente adopta el enfoque gana/gana, se preocupa por entender las necesidades del cliente y por ofrecer soluciones que sean mutuamente beneficiosas, incluso si eso significa perder una venta a corto plazo.
Un elemento clave en esta dinámica es cómo se toman las decisiones de compra. Muchas veces, creemos que nuestras compras están impulsadas exclusivamente por la necesidad, pero la realidad es mucho más compleja. Los vendedores, a menudo respaldados por estrategias de marketing sofisticadas, tienen la capacidad de influir en nuestras percepciones y decisiones.
Esto no significa necesariamente que nos manipulen de manera malintencionada, pero sí que utilizan técnicas persuasivas diseñadas para generar un sentido de urgencia, destacar beneficios específicos o incluso crear necesidades que no existían antes.
Por ejemplo, consideremos un caso típico: alguien entra a una tienda en busca de un teléfono básico, pero sale con un modelo de alta gama lleno de funciones que probablemente nunca usará. ¿Qué ocurrió aquí? En muchos casos, el vendedor identificó una oportunidad para persuadir al cliente de que necesitaba más de lo que había planeado inicialmente.
Tal vez mencionó cómo el nuevo modelo facilitaría la vida del cliente, o tal vez apeló a su deseo de estar al día con la tecnología. En estos casos, la pregunta no es solo si el vendedor fue honesto, sino si el cliente estaba completamente consciente de cómo se estaba formando su decisión.
Los engaños en la ventas
Esto plantea una cuestión importante: ¿Hasta qué punto nuestras compras son decisiones racionales y conscientes? La psicología juega un papel enorme en el proceso de ventas, y los vendedores capacitados saben cómo aprovecharla.
Utilizan estrategias como resaltar escasez («Solo quedan dos en stock»), ofrecer descuentos por tiempo limitado o presentar testimonios de otros clientes satisfechos para influir en nuestras decisiones. Estos métodos no son inherentemente deshonestos, pero sí muestran cómo las decisiones de compra a menudo son menos sobre necesidad y más sobre deseo, percepción y emoción.
Por otro lado, hay vendedores que realmente se centran en servir al cliente de manera ética y transparente. Estos profesionales ven su papel no como el de convencer, sino como el de asesorar. Se esfuerzan por entender las necesidades reales del cliente y por ofrecerles opciones que realmente les beneficien, incluso si eso significa recomendar un producto más económico o sugerir que no compren nada en ese momento.
Estos vendedores comprenden que la confianza y la satisfacción a largo plazo son más valiosas que cualquier ganancia inmediata. Sin embargo, no todos los clientes valoran este enfoque. En un mundo donde las personas buscan ofertas, rapidez y conveniencia, un vendedor honesto puede ser percibido como menos efectivo que uno que utiliza tácticas agresivas.
Esto crea un dilema ético en el ámbito de las ventas, donde los profesionales deben decidir entre seguir sus principios y adaptarse a las expectativas del mercado, que a veces premian la persuasión por encima de la transparencia.
Otro aspecto a considerar es el impacto del contexto cultural y económico en la honestidad de los vendedores. En mercados donde la competencia es feroz y los márgenes de ganancia son estrechos, puede ser más difícil para los vendedores actuar de manera completamente ética.
Los atajos en los buenos negocios
Las presiones para cumplir con cuotas o para alcanzar metas pueden llevar a algunos a tomar atajos, justificando sus acciones con la idea de que «así es el negocio». Por el contrario, en entornos donde la ética empresarial es una prioridad y los consumidores tienen acceso a más información, la honestidad tiende a ser más valorada y practicada.
La tecnología también ha cambiado las reglas del juego. Hoy en día, los consumidores tienen acceso a reseñas, comparaciones de productos y opiniones de otros usuarios, lo que les da más poder para tomar decisiones informadas.
Esto ha obligado a muchos vendedores a ser más honestos, ya que cualquier inconsistencia o exageración puede ser rápidamente descubierta y difundida. Sin embargo, la tecnología también ha creado nuevas oportunidades para la manipulación, como el uso de publicidad personalizada y algoritmos que aprovechan nuestras preferencias para influir en nuestras compras.
Entonces, ¿Existe la honestidad en los vendedores? La respuesta no es un simple sí o no. Más bien, depende de la ética personal de cada vendedor, de la cultura de la empresa y de las dinámicas del mercado. La honestidad es posible y deseable, pero requiere un compromiso consciente tanto por parte de los vendedores como de los compradores.
Los primeros deben estar dispuestos a priorizar la transparencia sobre las ganancias inmediatas, mientras que los segundos deben estar dispuestos a educarse y a cuestionar sus propias decisiones. El concepto de gana/gana también es alcanzable, pero solo cuando ambas partes están dispuestas a colaborar de manera genuina. Esto implica que el vendedor actúe como un asesor en lugar de un manipulador, y que el comprador esté dispuesto a evaluar sus necesidades de manera honesta.
En resumen
En cuanto a si las compras son siempre necesarias, la realidad es que muchas veces no lo son. Los vendedores y los equipos de marketing tienen una habilidad notable para crear deseos que parecen necesidades. Esto no es necesariamente algo negativo; después de todo, los productos y servicios están diseñados para mejorar nuestras vidas de alguna manera.
Sin embargo, como consumidores, debemos aprender a diferenciar entre lo que realmente necesitamos y lo que simplemente deseamos. Esta conciencia no solo nos permite tomar decisiones más informadas, sino que también nos ayuda a valorar a los vendedores que actúan de manera honesta y ética.
En última instancia, la relación entre vendedores y compradores no tiene por qué ser adversarial. Cuando ambas partes se acercan a la transacción con integridad y claridad, se crea un espacio donde la honestidad puede florecer. Esto no solo beneficia a los individuos, sino que también eleva los estándares de todo el mercado, fomentando un entorno donde el gana/gana no sea solo un ideal, sino una realidad alcanzable.
Hola,
Eso es a nivel de productos.
Pero que sucede a nivel de personas donde el producto es la persona como empleado ? Respuesta:Si.
Ahora bien, si hablamos de servicios otorgados supongo que es lo mismo.
En todos los casos, me he encontrado con el mismo factor común:
1) La gente trata de bajar y bajar el precio, si no, se enoja, y no lo compra.
2) Como empleado, siempre me bajaron el precio y como no había otra pega, tuve que aceptar, o si no, hay 100 esperando en la fila.
3) Como empresa, lo mismo, Ud. cobra caro Sr. siendo que estaba con precios justos.
Se puede entonces hablar de un ganar/ganar con resultado de éxito ?
o Es mera ilusión ?
Porque mucho puede decirse en teoría pero si en la practica eso no se cumple…?
El factor común … es … en los 3 casos el mismo … y he visto y escuchado que no soy solo el único que le sucede eso.
Hola, eso solo pasa cuando no eres ni pareces alguien seguro de lo que haces, que en este caso al dar a notar tu necesidad, la gente sabe que por eso tu debes someterte a los caprichos del cliente. Ahora, lo mismo pasa cuando eres empleado que si tienes mucha necesidad, eso lo reflejas en tu cara por el miedo que demuestras, cuando hablas, te paras e incluso hasta para sentarte. ¿Con empresas? Es lo mismo todo se basa en el temor a perder.
Gracias por el comentario.
Hola Roberto:
Bien, de alguna manera apliqué lo que indicas y lo que hemos hablado en ciertos procesos personales.
Una vez que le dije ( y sentía yo dentro de mí) de que me hiba a ir, a la persona con quien trabajaba, sólo en ese momento reaccionó, llegando a un acuerdo.
En este caso se accionó el miedo a perder en el, pero sólo cuando yo le dije mis condiciones que tenía claras como para seguir trabajando juntos o no.
Luego, incluso frente a ese acuerdo, trató de incluir servicios que no estaban en el acuerdo ( vulgarmente dicho: lo quiso meter todo dentro del mismo saco), pero le dije que no correspondía, así que allí el tiene la opción, o lo toma con otra persona o me dice que realice ese servicio.
Ahora bien, cuando termina esto ? Al parecer en la medida que a el le vaya quedando claro y se convenza de que yo tengo las cosas claras y no puede abusar, pero sólo si yo me mantengo en una posición clara de lo que permito o no permito.
Así es Augusto, lo que has escrito está bien, ya que nadie da el paso si es que tu no le das el permiso. Es norma general y bien vista que se debe aclarar todo desde un comienzo y para ellos se debe poner la persona en el puesto del cliente, ¿Qué espera, que ganaría, que puede conseguir por una cosa? Así tu mismo puedes dar la respuesta.
Gracias por el comentario
Roberto Sanahuano
Máster en P.N.L.