El poder de la mala suerte hasta donde llega

El poder de la mala suerte. Hubo un tiempo en que creía todo lo que me decían, pero eso fue hasta que tuve que pasar por experiencias que me cobraron factura. Ahora es otra cosa, porque entendí que todo se basa en conocimientos ancestrales. Sin embargo aun hay gente que cae con cosas que no vienen al caso.

Ahora, es increíble como en esta etapa de la vida, hay gente que todavía cree en el poder de la mala suerte. No voy a negar que fui un fanático de la suerte, pero esos fueron los tiempos de oscuridad intelectual. Por esto y conforme uno aprende con la lectura, preguntando a personas que si tienen conocimientos, o investigando por otros medios como es el Internet, puede decir que la suerte prácticamente no existe.

Hay muchas formas en que uno puede adquirir un sin número de conocimientos, que hace que uno empiece hacer preguntas, que conforme las haga, se dará cuenta de cuanta ignorancia hay en la gente, por lo tanto, usted como poseedor del conocimiento, se da cuenta que no sabe nada, es decir, siempre hay algo por aprender y mucho.El poder de la mala suerte

El poder de la mala suerte

Por lo general, mucha gente atribuye un poder a la mala suerte, el que las cosas le salgan mal, sea de una forma o de otra. Lo lamentable en esto es que siempre cuando le sucede algo, dice, «Qué desgracia, sí que estoy salado», o lo que es lo mismo, no tener suerte.

A decir verdad, el poder de la mala suerte si existe y es muy poderoso, pero al mismo tiempo, no es algo ni nadie, porque la misma persona es la que le da ese poder. Esto se entiende cómo para decir o hacer lo que mi vida o la suya tenga que ser, es totalmente ridículo que alguien diga, que es una ley inmutable, que cuando no hay suerte, es bien jodido que salga bien algo que se ha planteado.

Esto es no y mil veces no, el poder de la mala suerte es muy poderoso, pero cuando nosotros le otorgamos ese poder, ya que él es inanimado, no tiene poder ni decisiones propias, porque sólo obedece a nuestras órdenes pesimistas.

Por eso mientras más pesimistas, mal pensados, alarmistas, quejumbrosos, aburridos, perezosos y pendejos por no tener el valor de adquirir conocimientos, tendrán siempre la presencia del señor mala suerte, que con todo su poder, se hará cargo de amargarles más la vida de lo que ya es. ¿No me cree? No hay problema.

El mundo es para los elegidos y los que no quieren pertenecer, al grupo de seguridad personal, pueden seguir viviendo su incertidumbre vida, atribuyéndole sus tristezas a la mala suerte, sin darse cuenta que son ustedes, los que la llaman a su vida, solo por el hecho, que al dedicarle su tiempo a pensar en ella, da para que su misma mente haga, lo que se necesita para que se presente.

¿La mala suerte está por la gente?

Tomen en cuenta que he visitado uno que otro blog, que se dedican a escribir sólo de la mala suerte. Por tal razón, están tan asustados que cada uno busca la forma, de cómo estar seguros ante la adversidad de la vida, al punto que cada uno es dueño, de su propia desgracia, que la mala suerte está presente, igual como si fuera la luz del día, Ahora ¿Se puede evitar que esto pase? No, porque eso es así, entonces para esas personas, la mala suerte está porque debe estar y no hay algo, que se pueda hacer.

Muchos cuentan sus tristes historias y de cómo vencieron a la mala suerte, los cuales van desde tener que usar en el cuello, escapularios, hasta tener patas de conejo, incluso algunos nombraron la famosa oración del justo gran juez, cuando esa oración es de protección, pero para cosas que son reales y no simples creencias.

Esta oración se encuentra en la misma biblia, el cual es mudo testigo en complicidad, con los cobardes caídos. Esto es práctico, si usted al levantarse de la cama, en las mañanas, y al dar el primer paso se cae de nariz, ¿Quién es el culpable? Ah, claro que fue los zapatos que estaban en el camino, por lo tanto, fue mala suerte que hayan estado ahí, ¿Creen eso?

No señores y señoras o jóvenes, eso no es mala suerte, porque lo que eso es un acto de indisciplina y mala costumbre, en ser desordenado o desordenadas, ¿Creen en la mala suerte? Yo no, porque si pongo mis zapatos, que me los saco en las noches antes de acostarme, en un armario, caja, closet, cajón, ropero o dónde me de la gana de ponerlos, al día siguiente no me tropiezo, así de sencillo.

¿Qué se entiende por mala suerte?

La idea de la mala suerte es un concepto que ha existido en casi todas las culturas a lo largo de la historia. Muchas personas creen que la mala suerte es una fuerza que influye en sus vidas, ya sea como un destino predeterminado o como una serie de eventos desafortunados que parecen ocurrir sin razón aparente.

Pero, ¿Qué significa realmente tener mala suerte? ¿Es algo con lo que se nace, o es algo que, de alguna manera, creamos nosotros mismos? En términos generales, la mala suerte se refiere a la experiencia de eventos negativos que parecen estar fuera de nuestro control.

Esto puede incluir situaciones como accidentes, enfermedades, pérdidas financieras, o cualquier otro tipo de contratiempo que se perciba como indeseado. La percepción de mala suerte varía mucho de una persona a otra; lo que para uno puede parecer una racha desafortunada, para otro puede ser visto como una serie de desafíos que deben ser superados.

Desde un punto de vista psicológico, la idea de la mala suerte puede estar estrechamente relacionada con la forma en que interpretamos nuestras experiencias. La mente humana tiende a buscar patrones y significado en todo lo que nos sucede, y a veces, cuando ocurren cosas negativas.

Esta forma de pensar es una característica del sesgo de confirmación, donde las personas tienden a recordar y dar más importancia a los eventos que coinciden con sus creencias preexistentes. Por lo tanto, si alguien cree que tiene mala suerte, es probable que preste más atención a los eventos negativos, confirmando así su creencia.

Sin embargo, también existe una perspectiva más filosófica y espiritual que sugiere que la mala suerte puede ser un reflejo de nuestra propia energía interna o de la forma en que interactuamos con el mundo.

La fuerza de la creencia en la mala suerte

Según esta visión, la mala suerte no es simplemente una serie de eventos aleatorios, sino que puede estar influenciada por nuestras propias creencias, actitudes y comportamientos. Por ejemplo, si alguien tiene una actitud pesimista o se espera siempre lo peor, puede atraer situaciones que refuercen esa perspectiva.

Esto se alinea con la idea de que nuestros pensamientos y emociones pueden tener un impacto en nuestra realidad, algo que es explorado en conceptos como la Ley de la Atracción. Desde esta perspectiva, la mala suerte no es algo con lo que se nace, sino más bien algo que se crea, aunque muchas veces de manera inconsciente.

Por ejemplo, una persona que cree firmemente que nunca tendrá éxito en la vida puede, sin darse cuenta, sabotear sus propias oportunidades debido a sus creencias limitantes. Esta falta de confianza en sí misma puede llevarla a tomar decisiones que no son su mejor interés, lo que puede resultar en una serie de eventos desafortunados que parecen confirmar su creencia de tener mala suerte.

Otra explicación interesante proviene del campo de la psicología social, que estudia cómo nuestras acciones y decisiones pueden influir en los resultados que obtenemos en la vida. En este sentido, la mala suerte podría estar relacionada con el concepto de profecía autocumplida.

Este fenómeno ocurre cuando una creencia o expectativa sobre algo lleva a comportamientos que, a su vez, causan que esa creencia se haga realidad. Por ejemplo, si alguien cree que va a tener un mal día, puede estar menos dispuesto a aprovechar las oportunidades que se le presenten.

En este caso, la creencia en la mala suerte se convierte en una especie de «guía» que moldea la experiencia de la persona. Es importante considerar también el papel del entorno y las circunstancias en la percepción de la mala suerte.

Malas decisiones no es mala suerte

A veces, lo que parece ser mala suerte puede ser simplemente el resultado de factores externos que están fuera del control de la persona. Por ejemplo, las crisis económicas, los desastres naturales, o las decisiones de otras personas pueden tener un impacto significativo en nuestra vida, y estos eventos a menudo se interpretan como una cuestión de suerte, buena o mala.

En estos casos, no se trata tanto de que la persona nazca con mala suerte, sino de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. A pesar de todo esto, hay quienes sostienen que la mala suerte es simplemente una cuestión de percepción.

Desde este punto de vista, no hay tal cosa como la mala suerte; más bien, todo depende de cómo elegimos interpretar nuestras experiencias. Para algunos, lo que podría parecer un revés puede ser visto como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.

Esta perspectiva optimista sugiere que, en lugar de considerarnos víctimas de la mala suerte, podemos ver los desafíos como oportunidades para desarrollar resiliencia y fortaleza. Hay también un componente cultural en la forma en que entendemos la suerte.

En algunas culturas, se cree que ciertos rituales, amuletos o prácticas pueden influir en la suerte de una persona, protegiéndola de la mala fortuna o atrayendo buena suerte. Estas creencias pueden tener un impacto real en el bienestar de una persona, no porque cambien la realidad objetiva, sino porque afectan su estado mental y emocional. Una persona que cree que tiene un amuleto de buena suerte puede sentirse más confiada y tomar decisiones más audaces, lo que podría llevar a resultados positivos.

En conclusión

La mala suerte es un concepto subjetivo que puede ser influenciado por una combinación de factores internos y externos. Aunque a veces parece que ciertos individuos están destinados a enfrentar más dificultades que otros, gran parte de lo que consideramos mala suerte puede ser el resultado de nuestras creencias, actitudes y acciones.

La creencia en la mala suerte puede llevarnos a comportarnos de maneras que perpetúan nuestros problemas, mientras que un cambio en nuestra perspectiva puede ayudarnos a romper esos ciclos.

Por lo tanto, aunque no podemos controlar todos los eventos que ocurren en nuestras vidas, sí tenemos cierto grado de control sobre cómo los interpretamos y respondemos a ellos. Y en muchos casos, un cambio en la mentalidad puede ser el primer paso para transformar lo que parece ser mala suerte en una serie de oportunidades para el crecimiento y el aprendizaje.

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