Esperanza se dice que es el anhelo de tontos

Esperanza. En algunas ocasiones he escuchado o leído la frase que dice «la esperanza es lo único que nos queda» en si ¿Qué es la esperanza? Dicen por ahí que es el hálito de fuerza que les da una fe, pero algo no cuadra en esa frase, porque si tienen fe, entonces para qué recurrir a la esperanza.

Tengo entendido y por experiencia propia, que la fe mueve montañas y eso ha sido desde tiempos muy remotos. Según mi punto, tomando en cuenta que no es una verdad general, si no mi punto muy personal, la esperanza fue inculcada desde los tiempos del inicio de la iglesia católica.

Les hacían creer que con la esperanza algo podía ocurrir, aunque terminaban esperando y no pasaba nada, salvo lo peor para los que si creían en ello, pues resulta que la esperanza es eso mismo, «esperar».Esperanza se dice que es el anhelo

Viéndolo desde buen punto, la esperanza hubiera tenido éxito siempre y cuando le hubieran explicado a las personas lo que es la verdadera fe, el cual siempre fue ocultado por ya saben quién, en la historia.

Esperanza se dice que es el anhelo de tontos

Pienso que hay que ser claro en esto, más por el bien de todos y de los que vienen después. Como ya dije anteriormente tengo experiencia propia y es por eso que lo digo. Revisando en la Biblia en Hebreo 11-1 dice «Es pues la fe, fundamento o firme persuasión de las cosas que se esperan, y un convencimiento de las cosas que no se ven».

Como se habrán dado cuenta, en la parte que dice: «Firme persuasión» nos está diciendo que no hay duda, por lo tanto, para qué sirve la esperanza si tenemos la fe y como ya saben, todo se puede inclusive mover montañas.

Pienso que la esperanza no debería existir, lo que debiera estar en su lugar es el hecho, se lo hace o no. En todo caso, como hay una «Firme persuasión» de lo que se está haciendo, por lo tanto no hay temor de nada porque ya está hecho, es decir, en el momento que se da la orden de una acción, se da por entendido que el resultado es un hecho, desde luego que para bien.

Dicho esto, se da por entendido que la esperanza es el anhelo de los tontos, ya que sólo los tontos esperan que las cosas cambien cuando no han hecho nada por evitar el resultado negativo.

Solo los que casi están seguros de que las cosas están mal, es que esperan que cambien con la llamada «Esperanza», entonces para qué esperar, prepárense, actualícense y vayan adelante de los demás, para no caer en la merced de la esperanza.

¿Porqué la espera desespera?

La espera puede ser una de las experiencias más desafiantes para los seres humanos. La sensación de esperar algo que no llega, un resultado incierto, o simplemente el paso del tiempo sin un cambio visible puede desencadenar emociones como la ansiedad, la frustración e incluso la desesperación.

Pero, ¿por qué la espera desespera? ¿De dónde nace esta sensación tan intensa? ¿Y cómo se conecta con el concepto de esperanza? A lo largo de la historia, la esperanza ha sido vista como un ancla para el alma, un refugio en medio de la incertidumbre.

Sin embargo, algunos sostienen que la esperanza podría ser utilizada de forma manipuladora, especialmente por ciertos grupos religiosos, para mantener a las personas en un estado de sumisión o conformidad.

Para entender por qué la espera desespera, es importante reconocer que los seres humanos son, por naturaleza, criaturas impacientes. Estamos programados para buscar resultados rápidos y tangibles. Esta tendencia tiene raíces evolutivas: nuestros antepasados dependían de una rápida toma de decisiones para sobrevivir.

La inmediatez podía significar la diferencia entre la vida y la muerte, ya fuera al encontrar comida o evitar depredadores. Aunque la sociedad moderna ya no requiere que estemos en constante alerta para sobrevivir, esta programación básica sigue presente en nuestro cerebro.

Por ello, cuando nos enfrentamos a situaciones que requieren paciencia, como esperar una llamada importante, los resultados de un examen médico, o incluso esperar en una fila, sentimos un impulso de impaciencia que puede convertirse rápidamente en angustia.

¿El tiempo es subjetivo?

El tiempo, en sí mismo, es una construcción abstracta que hemos creado para organizar nuestras vidas. Sin embargo, la percepción del tiempo es subjetiva y puede cambiar dependiendo de nuestra situación emocional.

Cuando estamos disfrutando de una actividad, el tiempo parece volar, pero cuando estamos esperando, especialmente algo importante o que nos causa ansiedad, el tiempo se arrastra. Esta percepción estirada del tiempo durante la espera se debe a la anticipación.

Nuestro cerebro tiende a centrarse en el futuro, en lo que puede suceder, y esto puede generar una especie de bucle de pensamientos que alimentan nuestra impaciencia. La esperanza, en este contexto, aparece como un salvavidas emocional.

La esperanza es la creencia de que, a pesar de la incertidumbre o la dificultad, las cosas mejorarán. Es un sentimiento profundamente arraigado en la naturaleza humana y ha sido fundamental para nuestra capacidad de soportar tiempos difíciles.

Pero, ¿De dónde nace la esperanza? En su forma más básica, la esperanza puede ser vista como un mecanismo de supervivencia. Nos impulsa a seguir adelante, incluso cuando las circunstancias parecen desfavorables.

Nos motiva a actuar, a esforzarnos, y a no rendirnos frente a los desafíos. Sin esperanza, muchas veces perderíamos la fuerza para enfrentar los obstáculos de la vida. No obstante, la esperanza también puede ser un arma de doble filo.

Si bien nos da la fuerza para soportar, también puede convertirse en una forma de autoengaño si no está basada en la realidad. Podemos aferrarnos a la esperanza de que algo cambie, incluso cuando todas las señales indican lo contrario.

La religión y la esperanza

Esta es la razón por la que algunos consideran que la esperanza puede ser utilizada de manera manipuladora, especialmente en ciertos contextos religiosos o ideológicos. En muchos sistemas de creencias, se promueve la idea de que debemos soportar las dificultades presentes con la promesa de una recompensa futura, ya sea en esta vida o en la otra.

En este sentido, la esperanza puede ser utilizada para mantener a las personas en un estado de sumisión, aceptando su situación actual con la expectativa de que serán recompensadas más adelante.

El uso de la esperanza como un truco para mantener el control sobre las personas no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, ciertos grupos religiosos han utilizado la promesa de un futuro mejor, ya sea en el cielo o en la próxima vida, como una forma de mantener a sus seguidores alineados con sus enseñanzas y doctrinas.

La promesa de una vida eterna llena de paz y felicidad puede ser un poderoso motivador para soportar el sufrimiento en el presente. De esta manera, la esperanza, que en su esencia debería ser liberadora, puede convertirse en una herramienta para perpetuar la obediencia y el control.

Esto no significa que la esperanza sea intrínsecamente mala o manipuladora. Más bien, es una cuestión de cómo se utiliza y en qué contexto. Cuando se usa para empoderar a las personas, para darles fuerzas en tiempos difíciles, la esperanza puede ser una fuerza positiva y transformadora.

Pero cuando se utiliza para promover la conformidad ciega o para desviar la atención de los problemas reales, puede convertirse en una trampa que nos impide actuar y cambiar nuestras circunstancias. Volviendo al tema de la espera y por qué desespera, es interesante notar que la esperanza y la desesperación son dos caras de la misma moneda.

La esperanza como placebo

En contraste, la esperanza nos da la energía para seguir adelante, incluso cuando las probabilidades están en contra nuestra. El problema es que la línea entre la esperanza y la desesperación es muy fina.

Podemos pasar de un estado de esperanza a la desesperación en un abrir y cerrar de ojos si percibimos que nuestros esfuerzos no están dando frutos. La espera prolongada nos coloca en un estado de limbo emocional.

No estamos ni aquí ni allá; estamos atrapados en el medio, entre lo que es y lo que podría ser. Este estado intermedio puede ser muy estresante porque no tenemos un control claro sobre el resultado.

La falta de control es uno de los factores que más contribuyen al estrés y la ansiedad, y cuando esperamos, estamos a merced de factores que a menudo están fuera de nuestro control. Esta es la razón por la que muchas personas encuentran la espera insoportable; nos recuerda nuestra falta de control sobre el futuro y nos deja vulnerables a la incertidumbre.

Sin embargo, no todas las esperas son iguales. La naturaleza de lo que estamos esperando también juega un papel crucial en cómo experimentamos la espera. Por ejemplo, esperar un resultado positivo, como el nacimiento de un hijo, puede estar lleno de anticipación y emoción, mientras que esperar un diagnóstico médico puede estar cargado de miedo y ansiedad.

En ambos casos, la espera es difícil, pero el contexto emocional es completamente diferente. Ahora en última instancia, tanto la espera como la esperanza son partes inevitables de la experiencia humana.

En resumen

No podemos escapar de la incertidumbre ni del paso del tiempo, pero podemos elegir cómo responder a estas realidades. La esperanza puede ser una fuente de fortaleza y resistencia si la utilizamos sabiamente, pero también puede convertirse en una trampa si nos impide enfrentar la realidad de nuestras circunstancias.

La clave está en encontrar un equilibrio. Es importante mantener la esperanza, pero también ser realistas y conscientes de cuándo es necesario tomar acción en lugar de esperar pasivamente. La vida es un acto de equilibrio entre la paciencia y la acción, entre la esperanza y la aceptación de lo que no podemos cambiar.

Así que, ¿por qué la espera desespera? Porque nos enfrenta con nuestra vulnerabilidad, nuestra impaciencia, y nuestra necesidad de control. Pero también es una oportunidad para desarrollar la paciencia, la aceptación y una esperanza que no sea ciega, sino que esté basada en la realidad y en un compromiso activo con nuestras vidas.

La espera puede desesperar, pero también puede enseñarnos a ser más fuertes y resilientes, a encontrar la esperanza dentro de nosotros mismos en lugar de buscarla en promesas externas que pueden o no cumplirse.

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