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Hay que evolucionar. No hay duda que hay que evolucionar porque es la única manera de llegar a perder el miedo al éxito. Es imposible hacer las cosas de la misma forma cómo se la hizo anteriormente, por mucho que usted lo sepa hacer pero siempre es diferente. En este caso lo que puede ocurrir es que simplemente copie lo que ya hizo pero nada más.
Las personas en común siempre hacen las cosas cómo se las dijeron, claro que no voy a negar que es diferente si usted trabaja en un sistema automatizado, que todo se mueva sincronizadamente y que tiene que hacerlo así porque si no se rompe el sistema, lo sé porque en mi anterior empresa se trabajaba así.
Es imposible que alguien quiera hacer las cosas a su manera cuando todo se tiene ya establecido. Entonces a lo que me refiero es que si usted dirige una empresa y se da cuenta que su sistema funciona, justamente es el momento de hacerle unos cambios y los cambios son para mejoras por lo tanto hay que evolucionar.
Hay que evolucionar para crecer emocionalmente
La evolución para mí es un cambio mejorado que debe llevar eficiencia y efectividad. Conozco muchos casos de estancamiento comercial y todo porque no evolucionaron conforme el entorno y los cambios que ejercían fuerza, simplemente lo que hicieron fue mantenerse firmes pensando que el tiempo los iba a compensar.
Fatal error, el tiempo lo único que hizo fue cobrarles factura por su tozudez al extremo de llegar a la quiebra. Una de las causa principales es la falta de información o lo que es no querer invertir en personas que si saben lo que tiene que hacer. No me cansaré de decir que el peor enemigo que se llega a tener es su propio ego, su yo supremo es el que le dice «NO» a la evolución.
Como siempre se llega a pensar que se sabe todo y que nadie le puede enseñar. Una persona que quiere incursionar en el inicio en una pequeña empresa, desde ya debe tomar en cuenta que nunca se va a quedar cómo empezó pero, para eso tiene que prepararse y lo que es mejor, inicie con buenos conocimientos.
Si usted piensa que todo es cuestión de tener un poco de dinero, local y ganas pues, está muy equivocado ya que tengo mucha experiencia en esto y cómo ya saben que la experiencia es equivocaciones, ya saben lo mal que hice en mi empresa y cómo aprendí a corregir todos esos problemas de inicio.
La evolución en los negocios
Todo mi aprendizaje lo tengo en un E-book que escribí y que está en venta, al menos si a alguien le interesa sólo es cuestión de que lea y analice y cualquier pregunta me la puede hacer sin temor de nada, nunca voy a rechazar su pregunta claro que siempre y cuando sea concerniente al E-book y su negocio, va a tener un aprendizaje muy bueno.
Muchos negocios o pequeñas empresas quiebran en menos de un año, incluso tengo un amigo que es ingeniero y él tiene 5 pequeñas empresas en el cual siempre me consulta cuando va hacer un cambio, pero para llegar a ese nivel ya tuvo como 10 de los cuales se quedó con la mitad porque son los que si le dan dinero, ¿Por qué no sigue con los 10?
Pues porque él no tiene paciencia y negocio que no le produce en las dos primeras semanas lo cierra, así de sencillo. Lo bueno que tiene él es que si evoluciona y siempre está pendiente de los cambios que va hacer, recuerde que no es «Tiene» porque si es así se va en contra de su normal crecimiento económico, por lo tanto hay que evolucionar.
¿Qué impide que una persona no quiera evolucionar?
Evolucionar en el contexto de un negocio no se trata simplemente de mejorar procesos o de adaptarse a nuevas tendencias. Es un cambio profundo que implica dejar atrás viejos hábitos y formas de pensar que, aunque en un inicio pudieron haber funcionado, con el tiempo se vuelven obsoletos e incluso perjudiciales.
Cambiar esos malos hábitos es esencial para el crecimiento y la supervivencia en el mundo empresarial. Sin embargo, no todos están dispuestos a dar este paso. Surge la pregunta: ¿Qué es lo que impide a una persona evolucionar? ¿Es su propio ego el mayor obstáculo que no logra identificar?
Uno de los factores más significativos que impiden a alguien evolucionar es el miedo al cambio. Iniciar un negocio conlleva muchos riesgos, y una vez que una persona ha encontrado cierta estabilidad, la idea de alterar lo que aparentemente funciona puede ser aterradora.
Hay una zona de confort en la que muchos empresarios se refugian, pensando que si algo ha dado resultados en el pasado, seguirá funcionando en el futuro. Esta mentalidad, aunque comprensible, puede ser limitante.
El cambio es una constante en el mundo de los negocios; la tecnología avanza, los mercados fluctúan y las expectativas de los clientes evolucionan. Aquel que se resista a adaptarse a estas transformaciones corre el riesgo de quedarse atrás, pero el temor a lo desconocido puede ser tan fuerte que paraliza la voluntad de mejorar.
El ego juega un papel crucial en este escenario. Para muchas personas, admitir que necesitan cambiar significa reconocer que estaban equivocados en algún aspecto. Esto es algo que el ego difícilmente acepta.
Cuando no acepta consejos
Cuando alguien se identifica profundamente con su negocio, lo percibe como una extensión de sí mismo. Así, cualquier sugerencia de que algo debe cambiar puede ser vista como una crítica personal.
La negativa a aceptar consejos, el rechazo a nuevas ideas y la resistencia a aprender de los errores son señales claras de que el ego está interfiriendo en el proceso de evolución. El ego también puede llevar a una falsa sensación de seguridad y autocomplacencia.
Un empresario que ha tenido éxito en el pasado puede creer que tiene todas las respuestas, que su forma de hacer las cosas es la única correcta. Este tipo de pensamiento puede ser un gran obstáculo para el crecimiento.
La realidad es que el éxito pasado no garantiza el éxito futuro, especialmente en un entorno tan dinámico como el de los negocios. Aquellos que se aferran a la idea de que «siempre lo he hecho de esta manera» pueden encontrarse en desventaja frente a competidores más flexibles y abiertos al cambio.
Otro aspecto a considerar es la inversión emocional y financiera que se ha puesto en un negocio. Cambiar un enfoque que ha requerido tanto esfuerzo puede parecer una traición a ese sacrificio inicial.
Es común que los empresarios desarrollen un apego a sus estrategias y decisiones pasadas, viéndolas como parte de su identidad. Por eso, incluso cuando las señales son claras de que se necesita un cambio, el deseo de justificar las decisiones anteriores puede llevar a una resistencia a evolucionar.
En este sentido, el ego se convierte en un obstáculo al proteger ese apego emocional y evitar que la persona acepte que debe dejar atrás lo que ya no funciona. Además, la falta de autoconocimiento y reflexión puede contribuir a esta resistencia.
La ceguera empresarial
Muchos empresarios están tan ocupados en la rutina diaria, resolviendo problemas inmediatos, que no se detienen a evaluar si sus hábitos y enfoques siguen siendo efectivos. La falta de tiempo para la introspección lleva a una especie de ceguera empresarial donde se sigue avanzando sin cuestionar el rumbo.
Sin embargo, evolucionar requiere un grado de humildad, una disposición para mirar hacia adentro y cuestionar si las propias creencias y métodos están sirviendo al negocio o si, por el contrario, lo están limitando.
El entorno también influye en esta resistencia al cambio. Las personas que rodean a un empresario pueden reforzar sus viejos hábitos, especialmente si estos han llevado a éxitos anteriores. Es posible que empleados, socios o incluso familiares alienten a mantener el statu quo, por temor a las repercusiones de un cambio significativo.
Este círculo de influencia puede fortalecer el ego y hacer que el empresario se sienta validado en sus decisiones pasadas, creando una barrera adicional para la evolución. La falta de confianza en uno mismo puede parecer contradictoria en este contexto, pero también es un factor importante.
Evolucionar implica asumir riesgos y enfrentarse a lo desconocido. Para alguien con un ego inflado, reconocer que necesita cambiar puede socavar su autoimagen de ser competente y exitoso. Por otro lado, aquellos con baja autoestima pueden temer que no tienen la capacidad para adaptarse y mejorar.
En ambos casos, la inseguridad actúa como un freno para la evolución. Es más fácil aferrarse a lo conocido que enfrentar la posibilidad de fracasar en un intento de cambio. Finalmente, existe la cuestión del corto plazo versus el largo plazo.
Si quiere resultados inmediatos
Cambiar hábitos y evolucionar a menudo requiere un esfuerzo inicial que puede no producir resultados inmediatos. En el mundo empresarial, donde las presiones por resultados rápidos son constantes, la tentación de mantener el enfoque actual puede ser fuerte.
El ego, en este caso, busca gratificación inmediata y evita las incomodidades que vienen con el cambio. Sin embargo, aquellos que no están dispuestos a invertir en un cambio a largo plazo pueden encontrarse en una situación precaria cuando las condiciones del mercado cambien drásticamente.
El problema de no evolucionar no solo afecta al negocio, sino también al crecimiento personal del empresario. Al mantenerse en sus viejas formas, no solo limitan las posibilidades de su empresa, sino también su propio desarrollo.
La capacidad de adaptarse, aprender de los errores y aceptar nuevas ideas es lo que distingue a los líderes exitosos de aquellos que se quedan atrás. El ego, cuando no se controla, se convierte en un enemigo silencioso que sabotea el potencial de crecimiento, tanto personal como empresarial.
Evolucionar, por lo tanto, no es simplemente un lujo o una opción. Es una necesidad para cualquiera que quiera mantenerse relevante en un mundo en constante cambio. Requiere valentía para dejar de lado el ego, humildad para reconocer la necesidad de mejora.
Solo al reconocer que el mayor enemigo no es el mercado, ni los competidores, ni los clientes, sino el propio ego, se puede empezar el verdadero camino hacia el cambio. Al final del día, evolucionar es un acto de liberación.
Es liberarse de las cadenas de las viejas formas de pensar, de los miedos que nos impiden avanzar y del ego que nos mantiene atrapados en un ciclo de autocomplacencia. Es aceptar que siempre hay algo nuevo que aprender y que el crecimiento nunca se detiene.