Hay una leve sospecha que está mal lo que han hecho

Hay una leve sospecha que está mal. ¿Alguna vez en su vida han sentido que hay una leve sospecha de que está mal algo que han hecho? Pues eso es su yo interno que se comunica con usted, diciéndole que no siga pero como la mayoría se deja llevar por el posible sí, que no es más que el súper yo o más conocido como ego, cuanto se ahorraría si hiciéramos caso a nuestro guardián.

El ser humano tiene como fin hacer lo que cree que puede sin saber que hay cosas que no sabe que no sabe. Muchos no terminan de entender que en nuestro interior hay un sistema de alarma, dirigida por nuestra mente inconsciente que es la que se activa cuando se da cuenta de que algo no cuadra en su mapa, es como si fuera un rompecabezas.

Cuando usted está ejecutando un proyecto, trabajo, labor o cualquier cosa que incluso no tiene que ser manual, porque puede ser pensado, por lo tanto en cierto momento algo pasa en su mente y usted se pone alerta pero, como es o se cree muy superior a los errores termina por no hacer caso a las señales que le da su mente.Hay una leve sospecha que está mal

El sistema se activa como dije como una especie de rompecabezas, que cada pieza entra sin ningún problema pero de pronto encuentra una pieza que en tu entender es la clave como para continuar, y la pones sin problema alguno y… no entra, no puede ser dice tu mente, ¿Qué está pasando? Se pregunta sorprendido.

Hay una leve sospecha que está mal

Todos esto pasa en tu mente pero tú no te has dado cuenta, simplemente te das cuenta de que hay una leve sospecha de que está mal, afortunados los que vieron sin ver pero lamentablemente muchos se dejan llevar por su convencimiento de que está bien claro que según el famoso ego.

Saben que cuando la mente está segura de que algo que se hizo está mal, hará que  no se borre ese archivo de su banco de memoria y cuando crea conveniente lo sacará a la luz, en especial cuando su ego descubra que en realidad está mal lo que hizo, justo ahí viene su mente y reluce el archivo en el cual usted, sabía que hay una leve sospecha de que está mal.

Con ese recuerdo usted termina por decir «Yo sabía que algo estaba mal y ¿Por qué lo hice? Pienso que si recuerda o le parece conocido esa frase. En mi caso me ha pasado muchas veces pero ahora cuando ya he perdido mucho dinero por no escuchar a mi guardián, es que le tomo mucha atención a la sugerencia de mi mente.

Tome atención que no pierde nada ni tendrá que invertir dinero en ello, sólo tiene que estar alerta a la sensación de que algo está mal. Su misma mente le llama la atención haciéndole regresar a ver lo que hizo, justo cuando ya crea que terminó todo lo que tenía que hacer o, cuando vaya por puntos claves. Recuerde que siempre puede haber y más cuando no hay el conocimiento adecuado en lo que está haciendo, de que hay una leve sospecha de que está mal.

¿Qué pasa cuando algo no cuadra en tu pensar?

Cuando algo no cuadra en nuestra forma de pensar, puede ser una experiencia desconcertante e incómoda. Todos tenemos una manera particular de ver el mundo, que se basa en nuestras creencias, experiencias previas y valores personales.

Sin embargo, a veces nos encontramos con situaciones, ideas o hechos que no encajan con lo que creíamos cierto. Este tipo de disonancia puede llevarnos a cuestionar nuestras percepciones y, en algunos casos, a experimentar una sensación de malestar o confusión.

Pero, ¿Qué significa realmente cuando algo no cuadra en nuestra mente? ¿Es simplemente una cuestión de desconocimiento, o hay algo más profundo, como miedos ocultos, que influye en nuestra capacidad para procesar la información?

Uno de los factores que puede hacer que algo no cuadre en nuestro pensamiento es el concepto de «disonancia cognitiva». La disonancia cognitiva es un estado de tensión que ocurre cuando una persona tiene creencias, actitudes o comportamientos contradictorios.

Por ejemplo, si una persona se considera honesta pero se encuentra en una situación donde ha mentido para evitar problemas, experimentará un conflicto interno. Este conflicto puede manifestarse como una sensación de incomodidad que lleva a la persona a intentar resolver la disonancia, ya sea cambiando su comportamiento, ajustando sus creencias o justificando sus acciones para reducir la incomodidad.

En este sentido, cuando algo no cuadra en nuestro pensamiento, puede ser una señal de que estamos enfrentando una disonancia cognitiva. Tal vez hay algo en la situación que desafía nuestras creencias o expectativas previas, y nuestro cerebro está tratando de resolver ese conflicto interno.

Nuestra percepción es diferente

Por ejemplo, si siempre hemos creído que una persona cercana es digna de confianza, pero nos enteramos de que ha actuado de manera deshonesta, esa información no encajará fácilmente con nuestra percepción de esa persona.

En tales casos, podríamos experimentar confusión y dudas mientras tratamos de reconciliar la nueva información con lo que ya creíamos. Sin embargo, la disonancia cognitiva no es la única razón por la que algo podría no cuadrar en nuestro pensamiento.

A veces, la causa puede ser un miedo subyacente que no hemos reconocido conscientemente. Los miedos ocultos pueden influir en cómo interpretamos la realidad y en cómo respondemos a situaciones que no encajan con nuestras expectativas.

Por ejemplo, si alguien tiene un miedo profundo al fracaso, puede interpretar cualquier crítica o señal de desaprobación como un indicio de que está destinado a fallar, incluso si la realidad es más matizada. En este caso, el miedo distorsiona la percepción de la situación, haciendo que las cosas no «cuadren» con una visión más objetiva.

Los miedos ocultos pueden ser especialmente poderosos porque no siempre somos conscientes de ellos. A menudo, estos miedos se desarrollan a partir de experiencias pasadas, especialmente en la infancia, y quedan grabados en nuestro subconsciente.

Por ejemplo, si alguien fue criticado constantemente por sus padres durante su niñez, puede desarrollar un miedo oculto al rechazo que persiste en su vida adulta. Este miedo puede llevarlo a interpretar cualquier signo de desaprobación como una amenaza personal, incluso si no hay evidencia de ello.

Escasa información confunde

Como resultado, las interacciones sociales pueden volverse confusas y llenas de malentendidos porque la persona está viendo la situación a través del lente de sus miedos pasados. Por otro lado, a veces la razón por la que algo no cuadra en nuestra mente es simplemente porque no tenemos suficiente información o porque no entendemos completamente la situación.

A menudo, formamos opiniones rápidas basadas en fragmentos de información, y cuando nos enfrentamos a nueva información que contradice lo que ya creemos, puede ser difícil adaptarse de inmediato.

Esto es particularmente cierto en situaciones complejas donde hay muchas variables a considerar, como en debates políticos o temas científicos. La mente humana tiende a simplificar la información para hacerla más manejable, y cuando algo desafía esas simplificaciones, experimentamos confusión.

Entonces, ¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación donde algo no cuadra en nuestro pensamiento? La respuesta depende de la causa subyacente del conflicto. Si creemos que la disonancia se debe a un conflicto entre nuestras creencias y la realidad, una forma efectiva de abordar esto es practicar la autoconciencia y la autorreflexión.

Preguntarnos a nosotros mismos por qué algo no encaja puede llevarnos a descubrir creencias limitantes o suposiciones que podrían estar distorsionando nuestra perspectiva. Este proceso de cuestionamiento puede ayudarnos a ajustar nuestras creencias para que sean más flexibles y adaptables a la realidad.

Si sospechamos que la causa del conflicto es un miedo oculto, entonces la solución puede estar en confrontar ese miedo directamente. Esto puede implicar un proceso de autoexploración más profundo, donde buscamos las raíces de nuestros miedos en experiencias pasadas y tratamos de desafiarlos.

El miedo al rechazo

Por ejemplo, si descubrimos que tenemos miedo al rechazo, podemos trabajar para desensibilizarnos a las opiniones de los demás, recordándonos que nuestra valía no depende de la aprobación externa.

En algunos casos, lo que realmente necesitamos es más información. Antes de saltar a conclusiones, puede ser útil tomarnos un momento para recopilar más datos y considerar diferentes perspectivas.

Esto no solo nos ayuda a resolver el conflicto interno, sino que también nos permite tomar decisiones más informadas. A veces, la confusión que sentimos es simplemente un indicio de que no estamos viendo el panorama completo, y dedicar tiempo a aprender más puede ser la clave para que todo encaje.

Finalmente, es importante recordar que no siempre tenemos que resolver todas las discrepancias en nuestra mente de inmediato. A veces, la vida es complicada y no todas las piezas encajan perfectamente.

Aprender a aceptar la incertidumbre y la ambigüedad es una parte esencial del crecimiento personal. En lugar de luchar constantemente por la certeza, podemos aprender a estar cómodos con el hecho de que algunas cosas simplemente no tendrán una respuesta clara en el momento. Este enfoque nos permite ser más flexibles y adaptables, reduciendo el estrés que viene de intentar forzar el sentido en situaciones complejas.

En resumen

Cuando algo no cuadra en nuestra forma de pensar, puede ser un indicio de disonancia cognitiva, miedos ocultos o simplemente una falta de comprensión. En lugar de ignorar o suprimir estas sensaciones, es más útil enfrentarlas directamente a través de la autorreflexión, la búsqueda de información y la confrontación de nuestros miedos. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestra capacidad para entender el mundo que nos rodea, sino que también desarrollamos una mayor autocomprensión y resiliencia emocional. La clave está en estar abiertos a cuestionar nuestras propias creencias y en ser lo suficientemente valientes como para enfrentar los miedos que pueden estar limitando nuestra percepción.

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