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Juicio y sentencia. Es increíble cómo se puede hacer juicio y sentencia al mismo tiempo de algo o alguien, que con el afán de hacer algo diferente a lo que hacen los demás se convierten en blanco fácil, de mucha gente que sienten envidia o celos de lo que el otro hace, dando claro síntoma de que como ellos no lo hacen o no lo pueden hacer ¿Por qué el otro lo hace?
Tener la actitud de juicio y sentencia es producto de la impotencia o simplemente por decir con delicadeza, VAGANCIA. Por si acaso estoy hablando de los comentarios que hacen los visitantes por los artículos que han leído en los blogs que hay en la red.
En este caso no tiene nada que ver con los temibles Troll, el cual la misión de ellos es dañar el contenido de dicho artículo. Me refiero a las personas que muy amablemente visitan un blog en busca de nutrirse de información valiosa, para el bien de ellos y sus semejantes pero, ¿Qué pasa cuando leen algo o ven un vídeo?
Pues dan su comentario y que difícil que es sacarle uno al visitante, el caso es que cuando lo hacen, algunos y que conste que digo «Algunos» no son todos. Hacen su comentario sin tener la más mínima precaución de lo que escriben.
Juicio y sentencia
Hoy en la mañana visité un blog que me pareció muy interesante y por lo cual es el motivo de mi artículo. El título del artículo que leí me pareció un poco fantástico y por lo tanto procedí a la acción, lo que me llamó la atención fue los comentarios anteriores que le habían hecho por dicho post.
Lo tildaron de «Cuando se le ocurren estas cosas tan locas” “Ya está con sus paranoias, que patético es. Pobre diablo” y todo porque cuando había escrito el post que eso es lo que creo, es que no puso nada que de evidencia por algo tan increíble, entonces casi obligado buscó y encontró un vídeo que lo pongo al último del artículo, y que prácticamente es como una prueba de lo que dijo anteriormente.
Pienso que aunque haya sido algún acto inverosímil no le veo justo que las personas que visitan un blog, suelten lo que tienen reprimido dentro de sí por el simple hecho de que no creen lo que leen.
Cómo dije anteriormente, por el hecho de no poder hacer no quiere decir que otros no pueden hacer. Si yo les digo que en mi vida tengo algunos «Milagros» hechos a otras personas por lo cual nunca me ha interesado que la gente se entere, ¿Me creerían? Claro que no lo van hacer, pues porque ustedes jamás han creído que también lo pueden hacer, es simple. Por lo tanto mucho cuidado con el juicio y sentencia.
¿Qué hace que una persona haga un prejuicio de otra?
El prejuicio es un fenómeno complejo que ha existido en todas las culturas y sociedades a lo largo de la historia. Se define como una opinión preconcebida, generalmente negativa, hacia una persona o grupo basada en características como su apariencia, origen, creencias o cualquier otro aspecto que los diferencie.
Esta opinión se forma sin un conocimiento real o sin la experiencia directa con la persona o el grupo en cuestión. Pero ¿qué hace que una persona forme prejuicios sobre otra? ¿Y por qué hay personas que no solo mantienen estos prejuicios en silencio, sino que también los comparten para que otros los adopten? Para entender estas preguntas, es necesario explorar los factores psicológicos, sociales y culturales que subyacen a los prejuicios.
Uno de los principales motivos que llevan a las personas a desarrollar prejuicios es el miedo a lo desconocido. Los seres humanos tienden a sentirse más cómodos con lo familiar, y cuando se enfrentan a algo o alguien diferente, pueden experimentar ansiedad o incomodidad.
Esto se conoce como xenofobia, que es el miedo o rechazo hacia lo que se percibe como extraño o extranjero. Esta reacción puede ser instintiva y tiene raíces evolutivas, ya que nuestros antepasados necesitaban distinguir entre amigos y enemigos para sobrevivir.
Sin embargo, en la sociedad moderna, esta predisposición a desconfiar de lo diferente puede traducirse en prejuicios contra individuos o grupos que no encajan en nuestras ideas preconcebidas de lo que es «normal» o «aceptable».
Prejuicios y la necesidad de pertenencia
Otro factor que influye en la formación de prejuicios es la necesidad de pertenencia a un grupo. Los seres humanos son criaturas sociales que buscan la aceptación y la aprobación de sus pares. Como resultado, muchas personas adoptan los prejuicios de su entorno social, ya sea consciente o inconscientemente, para encajar y sentirse parte de un grupo.
Este fenómeno es especialmente común en entornos donde existe una fuerte presión social para conformarse a ciertas creencias y comportamientos. Por ejemplo, en un grupo de amigos donde se hacen bromas o comentarios despectivos sobre ciertos grupos, una persona puede adoptar esos prejuicios para no sentirse excluida.
De este modo, los prejuicios se perpetúan a través de la conformidad social y el deseo de pertenencia. Además, los prejuicios pueden ser reforzados por experiencias personales, aunque estas experiencias a menudo son generalizadas de manera injusta.
Si una persona ha tenido una interacción negativa con un miembro de un grupo particular, puede generalizar esa experiencia a todos los miembros de ese grupo, creando un prejuicio. Por ejemplo, si alguien tiene un conflicto con una persona de una determinada nacionalidad, puede desarrollar un prejuicio contra todas las personas de esa nacionalidad.
Este tipo de pensamiento es irracional, ya que cada individuo es único y no representa a todo un grupo, pero la mente humana tiende a simplificar la realidad para hacerla más manejable. La influencia de los medios de comunicación también juega un papel crucial en la formación de prejuicios.
A menudo, los medios presentan imágenes estereotipadas de ciertos grupos, lo que refuerza las creencias preconcebidas. Las noticias, las películas y las series de televisión pueden perpetuar estereotipos negativos al representar a ciertos grupos de manera despectiva o limitada.
El juicio y sentencia: El prejuicioso
Por ejemplo, si los medios presentan constantemente a un grupo étnico como delincuentes, esto puede llevar a que el público desarrolle prejuicios hacia ese grupo. La repetición de estos mensajes crea una narrativa en la mente de las personas, lo que refuerza sus prejuicios.
Además, los prejuicios pueden ser transmitidos de generación en generación. Las creencias y actitudes de los padres, abuelos y otros miembros de la familia influyen en cómo los niños perciben el mundo.
Si un niño crece en un entorno donde se enseñan o se practican prejuicios, es probable que adopte esas creencias como propias. Esto no significa que estas creencias sean inmutables; las personas pueden cuestionar y cambiar sus prejuicios a lo largo de su vida, pero el entorno familiar tiene un impacto significativo en la formación inicial de estos.
Otro aspecto interesante es por qué algunas personas no solo mantienen sus prejuicios en privado, sino que también los comparten abiertamente para influir en otros. Esto puede deberse a varios motivos, entre ellos la necesidad de validación y apoyo.
Cuando alguien expresa un prejuicio y otra persona lo apoya, esto refuerza la creencia original, creando una especie de retroalimentación positiva. Además, al compartir sus prejuicios, las personas pueden intentar influir en la opinión de los demás para que coincida con la suya, lo que les da una sensación de poder y control.
Asimismo, compartir prejuicios puede ser una forma de manipulación social. Algunas personas utilizan los prejuicios para desacreditar o dañar a otros, especialmente si los ven como una amenaza.
En estos casos, los prejuicios se convierten en una herramienta para obtener una ventaja social o profesional. Por ejemplo, en el lugar de trabajo, alguien puede difundir rumores basados en prejuicios para socavar la reputación de un colega y mejorar sus propias perspectivas.
La ignorancia y la educación
La ignorancia y la falta de educación también son factores que contribuyen a la formación de prejuicios. Las personas que no están expuestas a diferentes culturas, creencias y estilos de vida tienden a basar sus opiniones en estereotipos y generalizaciones.
La falta de conocimiento puede llevar a malentendidos y temores infundados, que son el caldo de cultivo perfecto para los prejuicios. Por esta razón, la educación y el contacto con la diversidad son cruciales para reducir los prejuicios.
El ego también puede jugar un papel importante en la formación de prejuicios. A veces, las personas utilizan los prejuicios como una forma de elevar su propia autoestima. Al menospreciar a los demás basándose en diferencias, una persona puede sentirse superior.
Este comportamiento puede ser una forma de compensar inseguridades internas. Si una persona no se siente bien consigo misma, puede recurrir a los prejuicios para proyectar una imagen de superioridad.
Por último, los prejuicios pueden ser una forma de simplificación cognitiva. El cerebro humano tiene una capacidad limitada para procesar información, por lo que a menudo recurre a atajos mentales para hacer juicios rápidos.
Estos atajos, conocidos como heurísticas, pueden ser útiles en algunas situaciones, pero también pueden llevar a errores, como la formación de prejuicios. Al categorizar a las personas en grupos y asignarles características basadas en estereotipos, el cerebro simplifica el procesamiento de la información, pero a costa de la precisión y la justicia.
La formación de prejuicios es, en última instancia, una combinación de factores individuales, sociales y culturales. Es importante reconocer que, aunque los prejuicios son comunes, no son inevitables.
Las personas tienen la capacidad de cuestionar sus creencias y cambiar sus actitudes. El primer paso para superar los prejuicios es la autoconciencia: reconocer que todos tenemos prejuicios, ya sean conscientes o inconscientes.
La consciencia y los prejuicios
Al ser conscientes de nuestros propios prejuicios, podemos tomar medidas para desafiarlos y cambiarlos. Además, el contacto positivo con personas de diferentes orígenes y perspectivas es una forma efectiva de reducir los prejuicios.
Al interactuar con personas que son diferentes a nosotros, podemos desarrollar una comprensión más profunda y empática de sus experiencias, lo que reduce el miedo y la desconfianza. Esto se conoce como la «hipótesis del contacto», que sugiere que la interacción entre grupos diferentes puede reducir los prejuicios y fomentar la armonía social.
Los prejuicios son una mezcla de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Aunque pueden parecer naturales o inevitables, no son inmutables. La educación, la autoevaluación y la interacción positiva con la diversidad pueden ayudar a reducir los prejuicios y fomentar una sociedad más inclusiva y comprensiva. Al cuestionar nuestras creencias y abrirnos a nuevas experiencias, podemos superar los prejuicios y construir un mundo más justo y equitativo para todos.
Hola,
Cuando llegué a ser MENOS IGNORANTE me di cuenta de que ese mal o síntoma en mí.
Cómo ? Por ejemplo, cuando tienes buena situación económica y luego te empeoras, y en el momento en el cual quieres hacer juicio y sentencia sobre una situación incorrecta o que tiene alguna falta, en especial con seres queridos, como hijos, y de pronto te descubres tu mismo y dices … y quién soy yo para pensar, juzgar, sentenciar, o decir, o hacer tal cosa.?
Cuesta reconocerlo a primeras, pero eso ya lo había detectado hace unos años.
Ahora bien, es aún peor cuando con quienes tu interactúas saben de tus falencias, o de algo que tu no sabes, porque allí, sin pena ni gloria, te atacan hasta el final ( por supuesto, cuando su EGO está por encima de ellos, porque una persona sabia y/o educada te explica y/o no hace eso indebido.)
Bueno el artículo, Gracias.
Hola, no tiene nada que ver el ego de las personas hacia ti, es TU EGO el que hace todo que puede hacer un juicio y sentencia contra algo que no está bien para ti aun sabiendo que puedes tener error en lo que piensas.
Gracias por el comentario
Roberto Sanahuano
Máster en P.N.L.
Terapìas y cambios personales