La amistad y la hipocresía por qué se da

La amistad y la hipocresía. La vida nos trae sorpresas y más cuando la amistad y la hipocresía se juntan, posiblemente para algunos no sea importante porque hay una posibilidad muy elevada que también lo sea, pero como ya saben que los pocos no somos todos, por eso es que hay que decir lo que se siente en el momento.

No hay que esperar el primer segundo que la persona salga para desatar todo el veneno que se guarda, cual no tiene pretexto para salir sino cuando encuentra un modo seguro de hacerlo. Hay personas que a pesar de sus años no aprenden que hay algo que se llama «Prudencia» que es el archienemigo de la «Hipocresía» y por tal se dedican a molestar las vidas de los demás.

Según lo que me he dado cuenta, las personas que no han logrado llegar a metas preestablecidas por ellos mismos, que piensan que la vida les debe mucho y lo que es peor, no se preocupan de saber cómo cambiar ese destino que por el cual ellos fueron los arquitectos del mismo.La amistad

Entonces piensan que nadie puede saber algo más porque ellos no lo saben ¡Fatal error! Que lo cometen casi a diario. Lamentablemente son expertos en mostrar una cara sonriente ante las victimas de sus juegos morbosos, hasta el extremo que buscan a alguien para conversar buscando temas para saber lo que la otra persona piensa.

Cuándo se dan cuenta que esa persona tiene algo en su mente y ellos por la desgracia de su vida no sabe que existe, continúan con la conversa mostrando cómo si le interesara hasta saturarse de envidia, por lo tanto se aleja buscando a un tonto útil que lo escuche por lo general siempre es alguien como él.

La amistad y la hipocresía

Esa actitud de buscar alguien que sea como él es porque corre el riesgo de que si no es así lo van a censurar por su actitud y para evitarse ese riesgo y mal rato lo evita, que conste que no digo vergüenza porque no la sienten. Personas con esos rangos de calidad humana muy rara vez llegan al éxito.

Me decía un amigo que no se puede evitar esa clase de amistades porque si uno los pone en su puesto, hay el riesgo de que por venganza empiecen a soltar su lengua venenosa en otras partes y quién sabe si lo hacen por ahí mismo, aunque yo no estoy de acuerdo me parece que es la medida que hace menos daño.

Ahora, ¿Por qué no estoy de acuerdo si es la que menos daño hace? Es sencillo, es porque uno pasa a formar parte de las filas de los hipócritas,  que aunque no se haga lo mismo que ellos hacen pero se está aceptando lo que hacen, al menos estando en el mismo ruedo y lo que es peor darle la mano cuando saludan.

Es un gran dilema. Pienso que a la amistad hay que respetarla, apreciarla y si uno se da cuenta que no hay aprecio de la otra parte es mejor retirarse de la mejor forma, simplemente alejarse al menos en mi caso, no sirvo para sonreír a una persona que me ha hecho daño, lo que hago sin llegar a extremos es alejarme.

Claro que si se disculpa es otra cosa pero eso para muchas personas es como que el cielo se le viene encima, porque piensan que la disculpa es prima hermana de la humillación, ¿Ustedes creen? Entonces mucho cuidado con la amistad y la hipocresía.

¿Existe la amistad verdadera?

La hipocresía y la amistad verdadera son dos conceptos que suelen estar en lados opuestos del espectro de las relaciones humanas. Por un lado, la hipocresía representa la falsedad, el engaño y la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.

Por otro lado, la amistad verdadera se asocia con la sinceridad, la confianza y la lealtad genuina entre dos personas. Aunque la hipocresía es una característica humana bien conocida y reconocida a lo largo de la historia, la pregunta que surge es si la amistad verdadera realmente existe en un mundo donde la falsedad puede estar presente.

Para entender esto, es necesario explorar en profundidad en qué se basa la hipocresía y qué define a la amistad verdadera. La hipocresía, en su definición más básica, se refiere a la práctica de fingir tener creencias, opiniones, virtudes o sentimientos que en realidad no se poseen.

Es, en esencia, un acto de deshonestidad hacia los demás y hacia uno mismo. La palabra proviene del griego «hypokrisis», que significa «actuar» o «fingir», lo que refleja cómo los hipócritas presentan una fachada diferente a su verdadero ser.

Las personas hipócritas suelen adoptar una postura moral o ética elevada en público, pero en privado actúan de manera contraria a lo que predican. Este comportamiento puede tener múltiples motivaciones, como el deseo de ser aceptado socialmente, evitar conflictos, obtener beneficios personales o simplemente la incapacidad de enfrentar la realidad de sus propios defectos.

La hipocresía se basa, en gran medida, en el miedo. Miedo a no ser aceptado, miedo al rechazo, miedo a que los demás descubran que uno no es tan perfecto como pretende ser. Esta inseguridad lleva a muchas personas a ocultar su verdadero yo y a presentarse de manera diferente según las circunstancias.

La hipocresía como defensa

Así, pueden mostrarse amables y comprensivos en ciertas situaciones, mientras que en otras pueden comportarse de forma completamente opuesta. En este sentido, la hipocresía es una defensa psicológica, una manera de protegerse de la vulnerabilidad.

Al fingir ser algo que no se es, se evita la posibilidad de ser juzgado o rechazado por los demás. Otro aspecto en el que se fundamenta la hipocresía es la presión social. En muchas culturas, existe una fuerte expectativa de comportarse de cierta manera para ser aceptado o valorado por los demás.

Las normas sociales dictan cómo debemos actuar en diferentes contextos, y muchas veces estas expectativas pueden llevar a las personas a actuar de manera hipócrita para cumplir con lo que se espera de ellas.

Por ejemplo, en un entorno profesional, alguien puede fingir estar de acuerdo con las opiniones de sus superiores, aunque internamente no esté de acuerdo, todo para mantener una imagen de lealtad y cooperación.

Este tipo de comportamiento puede ser una forma de supervivencia social, pero al mismo tiempo, contribuye a la falta de autenticidad en las relaciones humanas. Sin embargo, no todas las interacciones humanas están marcadas por la hipocresía.

A pesar de que es una realidad en muchas relaciones, también existe el concepto de la amistad verdadera. A lo largo de la vida, muchas personas llegan a experimentar lo que podría considerarse una amistad genuina, aunque estas relaciones pueden ser menos comunes de lo que idealmente se desearía.

La amistad verdadera se caracteriza por la sinceridad, el apoyo mutuo, la empatía y la ausencia de juicios. Es una relación en la que ambas partes pueden mostrarse tal y como son, sin temor al rechazo. Esto implica un nivel de confianza y apertura que no se encuentra en la mayoría de las interacciones sociales.

La aceptación emocional

Una de las claves de la amistad verdadera es la aceptación incondicional. A diferencia de las relaciones marcadas por la hipocresía, donde se finge para encajar, en una amistad genuina no hay necesidad de fingir.

Ambas partes se aceptan con sus virtudes y defectos, sin intentar cambiar al otro para que se ajuste a una idea preconcebida. Esta aceptación es lo que permite que las personas se sientan cómodas siendo auténticas y vulnerables, lo cual es fundamental para el desarrollo de una relación profunda y significativa.

Otra base importante de la amistad verdadera es la reciprocidad. A diferencia de las relaciones hipócritas, que a menudo son unilaterales o manipuladoras, la amistad auténtica se fundamenta en el equilibrio y el intercambio mutuo.

Ambas partes se preocupan genuinamente por el bienestar del otro, y están dispuestas a apoyarse en momentos difíciles sin esperar nada a cambio. Esta reciprocidad es lo que distingue a la amistad verdadera de las relaciones superficiales, donde el interés propio y las apariencias son los principales motivadores.

No obstante, incluso en amistades que parecen auténticas, la hipocresía puede surgir en ocasiones. Los seres humanos no son perfectos, y todos, en algún momento, pueden caer en la tentación de actuar de manera hipócrita, ya sea por miedo, presión social o simple conveniencia.

Sin embargo, la diferencia en una amistad verdadera es que estas conductas no se convierten en la norma. Cuando se comete un error, hay un deseo genuino de rectificar y ser honesto con la otra persona. En lugar de fingir que todo está bien, los amigos verdaderos son capaces de enfrentar los problemas y trabajar para resolverlos, lo que fortalece aún más la relación.

La existencia de la amistad genuina

La hipocresía y la amistad verdadera pueden parecer opuestas, pero en realidad, son dos caras de la misma moneda en las relaciones humanas. La existencia de la hipocresía no significa que la amistad genuina sea imposible, sino que simplemente es más difícil de encontrar.

En un mundo donde la apariencia y las expectativas sociales juegan un papel tan importante, la autenticidad y la sinceridad pueden ser difíciles de alcanzar. Sin embargo, cuando se encuentra, la amistad verdadera tiene un valor incalculable, ya que proporciona un refugio de honestidad y apoyo en un entorno que a menudo puede ser superficial y engañoso.

Para evitar la hipocresía y fomentar la amistad verdadera, es importante cultivar ciertas cualidades como la honestidad, la empatía y la autoconciencia. La honestidad no solo implica decir la verdad a los demás, sino también ser sincero con uno mismo.

Reconocer nuestras propias imperfecciones y limitaciones nos permite ser más comprensivos con los demás y menos propensos a juzgar. La empatía, por otro lado, nos ayuda a entender las emociones y perspectivas de las personas que nos rodean, lo que facilita la creación de conexiones auténticas. Finalmente, la autoconciencia nos permite identificar cuando estamos actuando de manera hipócrita y corregir ese comportamiento antes de que afecte nuestras relaciones.

En resumen

La hipocresía se basa en el miedo, la presión social y el deseo de ser aceptado, lo que lleva a las personas a actuar de manera contraria a sus verdaderas creencias y sentimientos. Aunque es una realidad presente en muchas relaciones, no significa que la amistad verdadera sea imposible de alcanzar.

Esta se fundamenta en la sinceridad, la aceptación mutua y la reciprocidad, cualidades que permiten construir relaciones más profundas y significativas. A pesar de que la autenticidad puede ser un desafío en un mundo lleno de expectativas sociales, es posible cultivar amistades verdaderas al practicar la honestidad y la empatía, tanto con los demás como con uno mismo.

La amistad verdadera, aunque rara, sigue siendo uno de los tesoros más valiosos que se pueden encontrar en la vida humana, un recordatorio de que, a pesar de nuestras imperfecciones, somos capaces de establecer conexiones auténticas y significativas.

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