La decisión de tener éxito en la vida es con voluntad

La decisión de tener éxito es parte de vida, al menos todo ser humano tiene varios caminos o alternativas,  que dirán en un nuevo presente no muy lejano, si lo que decidieron fue lo más acertado o lo más equivocado.  Hace muchos años, cuando fui estudiante de colegio secundario y por una rara coincidencia, estuve junto a unos compañeros que de un momento a otro se pusieron a fumar cigarrillos.

Piensen, apenas teníamos cerca de 15 años en promedio, pero para nosotros era algo como una travesura aventurera y nunca lo vimos como algo fuera de lo normal. Pasaron algunos días y creo que meses y todo seguía igual, seguían con el cigarrillo como si fueran grandes personajes.

Un día, escuchaba lo que decían ellos y al mismo tiempo veía como fumaban, algo me decía dentro de mi cabeza «Esto está mal», era como si la imagen que tenía en mi mente no hacía juego con el entorno. Por mucho que le daba la vuelta a todo lo que veía y escuchaba,  no entraba en mí, la idea de por qué se fumaba.La decisión

La decisión de tener éxito

Entonces decidí tomar una decisión que hasta ahora que tengo 64 años no la he quebrantado, «No fumo más» dije en esos momentos y acto seguido me dio como ganas de vomitar, sólo con oler el olor penetrante del cigarrillo me venía esa ganas de sacar algo de mí, creo que era el humo que posiblemente pensaba que tenía dentro.

De que tuve éxito, lo tuve y no me arrepiento de haberlo hecho. Cuanta gente habrá en el mundo,  con ese difícil problema de tomar la decisión más adecuada, y no sólo en el cigarrillo sino en cualquiera que sea necesario para el desarrollo personal.

La gente que conocí en esos momentos, dudo mucho que hayan podido dejar el vicio, claro que eran otros tiempos pero las decisiones no cambian, seguirán siendo muy buenas y también muy malas si tomaste el camino equivocado, aunque para algunos el tiempo ya está marcado por el destino.

Este es mi primer artículo y me gustaría conocer las decisiones que han tomado en el pasar el tiempo, y los resultados que han obtenido con ello. ¿Acaso algunos de ustedes no han tenido algo que ver con algún tipo de toma de decisiones? Pienso que muchos han tenido algo que ver con experiencias cómo estas. Espero sus comentarios.

¿Qué hace que una persona pueda tomar una buena decisión?

Tomar una buena decisión es un desafío constante en la vida de cualquier persona. A menudo, se asume que para decidir correctamente se necesita sabiduría, inteligencia o una mezcla de ambas. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja.

Decidir no solo implica evaluar opciones, sino también comprender las consecuencias de esas elecciones y aceptar la incertidumbre inherente al futuro. Este proceso está influenciado por factores como la experiencia, las emociones, los valores personales y el contexto en el que se encuentra la persona.

Uno de los elementos clave para tomar una buena decisión es la claridad. Antes de decidir, es fundamental comprender qué se quiere lograr. Muchas veces, la confusión o la falta de objetivos claros pueden llevar a decisiones impulsivas o mal informadas.

Reflexionar sobre los propios deseos, necesidades y prioridades permite establecer un marco más sólido para evaluar las opciones disponibles. Por ejemplo, alguien que decide cambiar de trabajo debe preguntarse si lo hace por insatisfacción temporal, por un deseo de crecimiento profesional o por factores externos como un mejor salario.

Sin esta introspección, es fácil tomar decisiones que, en retrospectiva, no reflejan lo que realmente se necesita. La inteligencia, en términos tradicionales, juega un papel en la capacidad de analizar información y prever posibles resultados. Sin embargo, no siempre garantiza una buena decisión.

La decisión es con voluntad

Hay personas sumamente inteligentes que, a pesar de su capacidad de razonamiento, toman decisiones equivocadas debido a factores como el estrés, la presión social o la falta de autoconocimiento. Por otro lado, la sabiduría, que se desarrolla a través de la experiencia y la reflexión, suele ser más útil para tomar decisiones significativas.

La sabiduría no solo permite evaluar las opciones de manera lógica, sino también considerar aspectos éticos, emocionales y contextuales que podrían pasarse por alto si uno se enfoca únicamente en la lógica. La sabiduría incluye la capacidad de aceptar que no existe una decisión perfecta.

Cada elección conlleva riesgos y beneficios, y parte de tomar una buena decisión es aprender a manejar la incertidumbre. En lugar de buscar la opción que garantiza un resultado perfecto, la sabiduría invita a elegir aquello que se alinea mejor con los propios valores y objetivos, incluso si el resultado es incierto.

Esta aceptación de la incertidumbre es lo que permite a las personas avanzar sin quedarse paralizadas por el miedo a equivocarse. Para saber si una decisión es buena, es necesario evaluarla en función de sus consecuencias y su coherencia con los valores personales.

Una buena decisión no siempre produce resultados inmediatos o evidentes. Por ejemplo, alguien que decide priorizar su bienestar mental dejando un empleo tóxico puede enfrentar desafíos económicos en el corto plazo, pero en el largo plazo podría disfrutar de una vida más equilibrada y satisfactoria.

Los beneficios a largo plazo

Esto demuestra que el éxito de una decisión no debe medirse únicamente por sus beneficios inmediatos, sino por cómo contribuye al bienestar general y a la alineación con los propios principios. Otra forma de determinar si una decisión es buena es considerar si fue tomada con información adecuada.

Decidir sin investigar o sin considerar todas las opciones disponibles aumenta el riesgo de errores. Tomarse el tiempo para recopilar información y evaluar diferentes perspectivas no solo enriquece el proceso de toma de decisiones, sino que también reduce la posibilidad de arrepentimientos posteriores.

Sin embargo, es importante equilibrar la recopilación de información con la acción. Demorar demasiado una decisión por querer tener toda la información posible puede ser igual de perjudicial que decidir apresuradamente. Las emociones también influyen profundamente en el proceso de toma de decisiones.

Si bien a menudo se perciben como obstáculos para la racionalidad, las emociones pueden ser aliadas valiosas. Sentimientos como la intuición, que se basa en experiencias pasadas y en la percepción subconsciente, pueden guiar a las personas hacia elecciones más acertadas.

Sin embargo, es crucial diferenciar entre la intuición y las emociones impulsivas, como el miedo o la ira, que pueden nublar el juicio. Aprender a gestionar las emociones y utilizarlas de manera constructiva es un paso importante para mejorar la calidad de las decisiones.

El destino y las decisiones

Cuando se considera la posibilidad de que el destino pueda influir en la capacidad de tomar buenas decisiones, se entra en un terreno filosófico. Algunas personas creen que el destino está predeterminado y que, independientemente de las decisiones que se tomen, el resultado será el mismo.

Otras piensan que el destino no existe y que cada decisión construye el futuro de manera única. Ambas perspectivas pueden coexistir en el sentido de que, aunque no se pueda controlar todo, las decisiones individuales tienen un impacto real en la vida.

Si alguien siente que está destinado a no tomar buenas decisiones, es importante cuestionar esa creencia. En muchos casos, esta percepción surge de experiencias negativas o patrones de pensamiento limitantes. Reconocer que las decisiones pasadas no determinan el futuro y que siempre es posible aprender y mejorar es fundamental para recuperar la confianza en la capacidad de decidir.

Además, rodearse de personas que brinden apoyo y retroalimentación puede ayudar a cambiar esta percepción y a desarrollar habilidades para tomar decisiones más informadas y equilibradas. Otro aspecto a considerar es la importancia del contexto.

Lo que puede ser una buena decisión en un momento o lugar específico puede no serlo en otro. Por ejemplo, aceptar un trabajo en una ciudad lejana podría ser una excelente decisión para alguien que busca nuevas oportunidades, pero podría no serlo para alguien que valora la cercanía con su familia. Reconocer que las decisiones están influenciadas por las circunstancias ayuda a reducir la autocrítica y fomenta la flexibilidad para adaptarse a nuevas situaciones.

Las decisiones que no se espera

A lo largo de la vida, es inevitable tomar decisiones que no resulten como se esperaba. En lugar de ver estas experiencias como fracasos, es más útil considerarlas como oportunidades de aprendizaje. Cada decisión, buena o mala, aporta lecciones que pueden aplicarse en el futuro.

Este enfoque permite desarrollar una mentalidad de crecimiento, donde las experiencias negativas se transforman en herramientas para mejorar y evolucionar. Finalmente, el proceso de tomar buenas decisiones requiere un equilibrio entre la razón, la emoción y la intuición.

No es necesario ser excepcionalmente sabio o inteligente para decidir correctamente. Más bien, se trata de desarrollar habilidades como la autoconciencia, la gestión emocional y la capacidad de evaluar opciones en función de los propios valores y metas.

Tomarse el tiempo para reflexionar sobre lo que realmente importa, buscar información y aceptar la incertidumbre son pasos esenciales para tomar decisiones que sean satisfactorias y alineadas con la propia visión de la vida. Si bien el destino puede parecer un factor fuera del control humano, cada decisión, por pequeña que sea, tiene el poder de influir en el rumbo de la vida. Aceptar esta responsabilidad y utilizar las herramientas disponibles para decidir de manera consciente permite construir un futuro que, aunque no sea perfecto, refleje los propios esfuerzos y aspiraciones.

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