Indice de contenido
La edad de una mujer. Cuando fui prácticamente un niño y digo de unos 13años, cometí el error de preguntar la edad de una mujer, ni que digamos mujer porque era una chica más o menos de mi edad pero con cuerpo de adulta, pero igual seguía siendo una chica muy joven. El caso es que hice la pregunta y como niño asustado quedé.
Nunca pensé que alguien se iba a molestar por una triste pregunta que al fin y al cabo, es cómo preguntar si le gusta el pan, le gusta caminar o lo que sea que igual no deja de ser lo que es una triste pregunta ¿O no? Lo que pasó fue que cuando hice la pregunta esta chica que siempre fuimos amigos, me lanzó una reverenda cachetada que aunque no fue fuerte pero sonó como anuncio de propaganda.
Es lamentable cómo se regían las cosas y costumbres en nuestro medio y creo que esto es a nivel de muchos países pero, tienen idea de ¿Por qué no se debe preguntar la edad de una mujer? Pienso que nadie sabe al menos en nuestro medio, posiblemente si lo sepa alguien que le guste leer e investigue y es raro aunque si lo hay.
La edad de una mujer
Esto es igual cuando se decía que tirar sal o derramarla era de mala suerte, pienso que ya todos saben por qué se decía eso, el cuál no tenía nada que ver con la suerte pues, se trataba de que conseguir sal antiguamente era difícil y caro entonces, para que no se desperdicie se creó o alguien que tenía miedo de quedarse sin sal inventó dicho mito.
Algo parecido era cuando desfilaban delante de su autoridad mayor, siempre levantaban el brazo derecho y se creía que era cómo símbolo de respeto, no señores, lo que tengo entendido es que eso era para demostrar a su autoridad que ellos estaban desarmados, ya que con su mano derecha se cogía la espada.
Bueno me puedo pasar escribiendo sobre estos caso y puedo llegar a muchas hojas pero no hay tiempo, entonces seguimos con la edad de una mujer. Entonces con esto que explico más o menos ya saben hacia dónde voy, por lo tanto el dicho de que no se debe hacer dicha insolente pregunta, es porque alguien que no se sentía bien con su aspecto y muy posiblemente alguien de casta hidalga o principesca.
Ahora, en los tiempos que se creó esto se regía mucho sobre lo que tenía que ver con el respeto y nadie podía arriesgarse a mancillar la imagen de una dama al decirle vieja o insinuarle, era cómo insultarla entonces por esto era que se cuidaban mucho de no decir la edad y un caballero jamás preguntaba por respeto a la dama.
Lo que se cree es lo que se dice
Felicitaciones para esos tiempos pero, eso ya pasó y nadie porta espadas o floretes para debatirse en duelo por faltarle el respeto a una dama, al menos eso se creía. El caso es que hemos arrastrado esto sin saber por qué lo hacemos, igual como las malas palabras ¿Acaso alguien sabe desde cuando se sabe que son malas palabras? Nadie sabe pero si saben que es una mala palabra.
En estos tiempos en los cuales tengo 50 años y aunque todavía estoy medio traumado por la reverenda cachetada, sí pregunto la edad de una mujer y son pocas las veces que me han querido plantar pero, ahí es cuando disfruto de la inocencia de la persona porque me da la oportunidad de abrir mi biblioteca mental y me desato hablando, enseñando y dando ejemplos.
Después que explico todo se quedan callados y ya no vuelven a cometer esos errores que nos enseñaron con el tiempo, de que debe ser así sin haber preguntado por qué tiene que ser así. Al menos no le veo nada de faltarle al respeto a una dama sólo por el hecho de preguntarle la edad, esos datos cuantas veces habrán dado la vuelta y nadie se ha enterado. Ahora, si conocen a una dama y quiere saber su edad primero digan la suya y acompañada de una pequeña analogía se la dirán sin problema. Cosas de la edad de una mujer.
¿Por qué no se debe preguntar la edad a una mujer?
La pregunta sobre la edad de una mujer ha sido un tema delicado en muchas culturas durante siglos. La expresión «nunca preguntes la edad a una mujer» es tan común que ha llegado a ser aceptada como una regla de etiqueta en gran parte del mundo.
Pero, ¿de dónde surge esta idea? ¿Por qué se considera grosero preguntar la edad de una mujer? A continuación, exploraremos el origen de esta norma social, las razones detrás de su persistencia, y cómo la sociedad contemporánea está desafiando este tabú.
El origen exacto de la regla «no preguntes la edad a una mujer» es difícil de rastrear, pero está profundamente arraigado en normas culturales que datan de siglos atrás. En muchas sociedades, la juventud ha sido históricamente valorada, especialmente en las mujeres.
Durante la era victoriana en Inglaterra, por ejemplo, una mujer joven era considerada más deseable para el matrimonio, lo que le proporcionaba seguridad y estatus social. La juventud estaba asociada con la fertilidad, la belleza y la vitalidad, cualidades que se consideraban esenciales para el rol tradicional de la mujer como esposa y madre.
Por lo tanto, revelar la edad podría tener implicaciones negativas para las mujeres, ya que envejecer significaba perder parte de ese valor percibido. Una mujer que envejecía era vista como menos atractiva en el mercado matrimonial, lo que afectaba su posición social y su futuro.
Como resultado, comenzó a considerarse de mal gusto preguntar a una mujer su edad, ya que hacerlo podía poner en evidencia un tema sensible relacionado con su valor percibido en la sociedad.
La influencia de la cultura y los estereotipos de género
El tabú sobre preguntar la edad a una mujer también se ha perpetuado a través de la cultura popular, los medios de comunicación y los estereotipos de género. Durante gran parte del siglo XX, los medios reforzaron la idea de que las mujeres debían preocuparse por su apariencia, mantener una figura juvenil y esconder los signos de envejecimiento.
Los anuncios de productos de belleza, cremas antienvejecimiento y cirugías estéticas contribuyeron a esta obsesión por la juventud. En este contexto, preguntar la edad de una mujer podría interpretarse como una forma de juzgar su apariencia y, por ende, su valor como individuo.
Por otro lado, los hombres, en comparación, no han estado sujetos al mismo nivel de escrutinio respecto a su edad. En muchas culturas, la edad en los hombres a menudo se asocia con la sabiduría, la experiencia y el poder, mientras que para las mujeres puede significar el declive de la belleza y la feminidad.
Esta doble moral ha contribuido a que preguntar la edad sea un tema más delicado para las mujeres que para los hombres. El acto de preguntar la edad a una mujer puede ser visto como un recordatorio de la presión social que sienten para mantenerse jóvenes.
En un mundo que a menudo valora más la juventud que la experiencia, las mujeres pueden sentirse inseguras acerca de su edad debido al miedo al juicio social. Esta preocupación no se limita solo al atractivo físico; en muchos entornos profesionales, las mujeres también pueden sentir que su edad las hace más vulnerables a la discriminación.
Por ejemplo, en el ámbito laboral, las mujeres mayores pueden enfrentar prejuicios, especialmente en industrias donde la imagen es importante, como los medios de comunicación, la moda y el entretenimiento.
La edad de una mujer y el valor personal
Preguntar la edad de una mujer en este contexto puede ser visto como un intento de evaluar su relevancia o competencia, lo que añade una capa adicional de sensibilidad a la cuestión. La sociedad ha creado la falsa creencia de que envejecer es algo que debe temerse o esconderse, particularmente para las mujeres.
A menudo, se espera que las mujeres se esfuercen por «envejecer con gracia» o, mejor aún, no mostrar signos de envejecimiento en absoluto. Esto crea una presión constante para parecer más jóvenes de lo que realmente son.
Como resultado, preguntar la edad puede interpretarse como una falta de sensibilidad hacia las luchas personales que muchas mujeres enfrentan al envejecer en una sociedad obsesionada con la juventud.
La pregunta sobre la edad, en este sentido, puede percibirse como un intento de encasillar a una persona en una categoría específica que podría limitar cómo se le percibe. Para una mujer que ha trabajado duro para establecerse en un campo dominado por hombres jóvenes, por ejemplo, revelar su edad podría llevar a que se la subestime o se asuma que ya no está en su «mejor momento».
La evolución en la sociedad
A pesar de que la regla de «no preguntes la edad» sigue siendo común, la sociedad moderna está comenzando a desafiar esta norma. En la actualidad, muchas mujeres están abrazando su edad y viendo el envejecimiento como un símbolo de fortaleza, experiencia y sabiduría.
La creciente aceptación de la belleza en todas las etapas de la vida ha llevado a un cambio en la forma en que se percibe el envejecimiento, permitiendo a las mujeres sentirse más seguras y menos preocupadas por revelar su edad.
Además, con el auge del feminismo y el movimiento por la igualdad de género, más mujeres están hablando abiertamente sobre temas que antes eran considerados tabú. Están rechazando la idea de que su valor disminuye con la edad y están reivindicando su derecho a ser valoradas por algo más que su apariencia.
En este contexto, la edad se convierte en un número que no define la identidad, el talento o el potencial de una mujer. Es importante recordar que, aunque la pregunta sobre la edad puede ser ofensiva en algunos contextos, en otros puede ser perfectamente aceptable.
La clave está en el tono y la intención con la que se hace la pregunta. Preguntar la edad de una mujer con genuino interés y respeto, sin el objetivo de juzgarla, es muy diferente a hacerlo con la intención de evaluarla o categorizarla.
Por ejemplo, en contextos sociales donde se comparte la edad por diversión o como parte de una conversación amistosa, muchas mujeres no se sienten incómodas al revelar su edad. Sin embargo, en situaciones donde hay un desequilibrio de poder, como entrevistas laborales o entornos profesionales competitivos, la pregunta puede ser vista como inapropiada y potencialmente discriminatoria.
Conclusión
La norma de no preguntar la edad a una mujer tiene raíces profundas en la historia y la cultura, originada por la valoración de la juventud y la belleza femenina. Aunque la sociedad ha evolucionado y continúa cambiando, las expectativas y presiones en torno al envejecimiento de las mujeres siguen siendo relevantes hoy en día. La clave para evitar ofender es ser consciente del contexto y la sensibilidad que puede rodear esta pregunta.
Al final, deberíamos esforzarnos por vivir en una sociedad donde la edad sea solo un número y no un indicador de valor o capacidad. Si logramos esto, quizás un día la pregunta sobre la edad deje de ser considerada un tabú, y las mujeres puedan sentirse cómodas con su edad en cualquier etapa de la vida.