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La envidia. No quería escribir sobre el este tema de la envidia pero, las circunstancias me lo permiten. La envidia es un mal que embarga exclusivamente a las personas débiles de espíritu o carentes de personalidad, al menos eso he visto en todos estos años que estoy vivo.
Una persona que sufre de envidia siempre está por debajo del que es envidiado, y no es que alguien lo ponga en ese sitial. La persona que envidia a alguien, inconscientemente se siente menos y cree en sus adentros que no puede llegar, al punto de éxito del otro.
Por lo tanto le da coraje, rabia y se siente impotente y no le queda más que descargar su furia infernal hablando de lo que tiene la otra persona. El éxito de la envidia no es por lo que dice sino, como lo dice.
El daño en si que genera la envidia es devastador y aquí no es que hay que creer, para que le haga daño, no es necesario que tenga que creer, por una sencilla razón, «la envidia es energía que sale de su interior hacia la persona que la ha mirado» es decir, no es necesario que hable o se lo diga a usted, basta con que lo mire y es suficiente para que le dañe sus planes.
La envidia: ¿Qué hacer?
En 49 años de edad y en los 36 años que tengo trabajando he visto de todo, incluyendo que casi matan a un hijo mío, por supuesto, sólo por la envidia, ¿Cómo lo quisieron matar? Bueno hay que aclarar una cosa, el daño no fue para él, era para mí pero como siempre he tenido un carácter muy fuerte, a mí casi no me han hecho daño de esa manera.
Lo malo de esto, es que un día habían puesto tierra en la entrada de mi oficina, como mi hijo era de 3 años y yo no sabía al menos en esos momentos, de qué se trataba, pisó esa tierra y no fue más empezó a sentirse mal, por 5 ocasiones fue a parar al hospital grave, cuando llegaba a la puerta ya no tenía nada, era increíble.
Yo no creía nada de lo que mi esposa me contaba, hasta que me tocó vivir la experiencia, fue terrible y creo que no hay el espacio como para detallar lo que pasó. Los doctores no sabían que tenía y nunca lo supieron, peor cuando algo decía que sobre la posibilidad de ser otra cosa.
Después de un tiempo y ya cansado de tanto misterio busqué el lado alternativo y hasta ahora no ha sentido nada, ya tiene 25 años y está muy fuerte y pensar que tuve que correr por las calles buscando ayuda porque mi hijo se moría.
Ese es el poder de la envidia que tan generosa en su maldad que no tiene reparo en dársela a quien menos lo espera. Hay que ser muy reservado en los logros y triunfos, que toda persona tenga en su vida productiva y de ser posible no contarle a nadie, en estos casos hay que ser un poco egoísta.
¿En que se basa la envidia?
Es preferible que se enteren por otros medios antes que por su boca. El que siente envidia piensa que el que le cuenta sus logros le está restregando en la cara lo torpe que puede ser al no tener logros como él. Así funciona la envidia.
La envidia es una emoción compleja y profundamente arraigada en la naturaleza humana. A menudo, se define como el sentimiento de tristeza o resentimiento que una persona experimenta al percibir que otro posee algo que ella desea, ya sea una cualidad, un logro, una posesión o una situación de vida.
Pero, más allá de esta definición superficial, la envidia tiene raíces mucho más profundas en el ser humano, influyendo no solo en la mente, sino también en el alma, en la esencia misma de quienes la experimentan.
En el corazón de la envidia reside la comparación. Las personas tienden a medir su valía en relación con los demás, lo que puede generar un sentido de insuficiencia o inferioridad cuando sienten que no están a la altura.
Esta comparación no siempre es consciente; a menudo, es un proceso automático que ocurre en lo profundo de la mente. Cuando una persona ve que alguien más tiene algo que ella ansía, puede surgir la envidia como una reacción emocional casi instintiva.
Es como si la percepción del éxito ajeno subrayara las propias carencias, reales o percibidas, intensificando la insatisfacción con uno mismo. El daño que la envidia puede causar al alma es significativo.
Cuando destruyes tu paz interior
Esta emoción, cuando no se controla o se aborda adecuadamente, puede volverse corrosiva, destruyendo la paz interior de quien la siente. La envidia, a diferencia de otras emociones como la tristeza o la ira, no es momentánea.
Puede convertirse en un estado persistente, alimentándose de los pensamientos recurrentes sobre lo que no se tiene y sobre lo que otros sí tienen. Es como un veneno que lentamente se infiltra en la mente, distorsionando la percepción de la realidad y haciendo que la vida propia parezca constantemente insatisfactoria.
Alimentar la envidia puede llevar a un ciclo destructivo de pensamientos negativos. La persona que envidia puede obsesionarse con las vidas de los demás, analizando cada detalle y buscando razones para menospreciar sus logros o cualidades.
Esto puede derivar en un sentimiento constante de resentimiento, no solo hacia la persona envidiada, sino también hacia el mundo en general. Esta visión distorsionada puede privar a la persona envidiosa de experimentar gratitud, una emoción esencial para el bienestar emocional.
En lugar de apreciar lo que tiene, se enfoca en lo que le falta, lo que puede llevar a un estado de permanente insatisfacción y angustia. El daño que la envidia puede hacer al alma también se manifiesta en las relaciones con los demás.
La envidia puede alejar a las personas, ya que quienes sienten este resentimiento tienden a proyectarlo en su comportamiento. Pueden volverse críticos, sarcásticos o despectivos hacia aquellos que envidian, incluso si esa persona no ha hecho nada para provocar esos sentimientos.
La envidia es venenosa
Esta actitud puede crear un ambiente de tensión, erosionando las relaciones que podrían haber sido significativas y satisfactorias. Además, la envidia no solo perjudica las relaciones externas, sino que también fragmenta la relación que la persona tiene consigo misma.
Al vivir en un estado de comparación constante, la persona puede perder de vista su propio valor, debilitando su autoestima y su sentido de propósito. Uno de los aspectos más insidiosos de la envidia es que puede llevar a la persona a tomar decisiones perjudiciales tanto para sí misma como para los demás.
El deseo de ver caer a quien se envidia puede motivar acciones impulsivas y dañinas. Esto puede manifestarse en comportamientos como la calumnia, la difamación o incluso el sabotaje, todo con el objetivo de nivelar el campo de juego, de hacer que el otro pierda aquello que se considera injustamente poseído.
Sin embargo, estos comportamientos solo terminan intensificando el sufrimiento interior. Al actuar desde la envidia, se alimenta el resentimiento, lo que a su vez perpetúa el ciclo de amargura y autodestrucción.
Desde una perspectiva espiritual, la envidia puede considerarse una carga para el alma, ya que va en contra de los principios de amor y compasión que muchas tradiciones espirituales promueven. El acto de envidiar implica desear que otro no tenga lo que tiene, lo cual puede ser una forma de malquerencia.
Al albergar estos sentimientos, el alma se ve oscurecida, incapaz de experimentar la luz de la bondad y la empatía. Este oscurecimiento puede alejar a la persona de un camino de crecimiento espiritual y autocuidado, sumiéndola en una espiral descendente de negatividad. Además, es importante considerar cómo la envidia impacta la propia percepción de felicidad.
La mentalidad de escasez
Al enfocarse en lo que otros tienen, la persona envidiosa desarrolla una mentalidad de escasez. Esto significa que, en lugar de ver la vida como un lugar lleno de oportunidades y abundancia, se la percibe como un campo de batalla en el que los recursos son limitados y deben ser arrebatados de las manos de otros.
Esta mentalidad no solo lleva a la insatisfacción, sino que también puede convertirse en una barrera para alcanzar la felicidad genuina. La felicidad, en muchos sentidos, se basa en la capacidad de apreciar el presente, de encontrar satisfacción en lo que uno tiene y en lo que es.
La envidia, sin embargo, impide este estado de contento, perpetuando la idea de que la felicidad depende de lo que no se tiene. Por otro lado, la envidia puede, paradójicamente, ser una oportunidad para el crecimiento personal si se aborda de manera consciente.
Reconocer la envidia como una señal de insatisfacción interior puede llevar a una exploración más profunda de las propias necesidades y deseos. En lugar de enfocarse en lo que otros tienen, la persona puede reflexionar sobre por qué siente esa carencia y cómo puede trabajar para alcanzar sus propias metas y aspiraciones.
De esta manera, la envidia puede transformarse en una motivación para el cambio positivo, siempre y cuando se maneje con una actitud de autocompasión y desarrollo personal en lugar de resentimiento.
El camino para liberarse de la envidia no es fácil, pero es posible. Requiere un cambio de perspectiva, un cambio que permita ver la vida desde un ángulo de gratitud y aprecio en lugar de comparación y carencia.
Cultiva la gratitud
Cultivar la gratitud es una de las formas más efectivas de contrarrestar la envidia, ya que cambia el enfoque de lo que falta a lo que ya se posee. Practicar la gratitud puede ser tan simple como tomarse un momento cada día para reflexionar sobre lo que se tiene, desde las relaciones significativas hasta las pequeñas alegrías cotidianas.
Esta práctica no solo reduce los sentimientos de envidia, sino que también fomenta un mayor sentido de bienestar general. En última instancia, la envidia es una emoción que refleja una desconexión con uno mismo.
Nos recuerda que, en el fondo, todos buscamos sentirnos completos y satisfechos. La clave está en comprender que la verdadera satisfacción no proviene de lo que los demás tienen, sino de lo que cultivamos en nuestro interior.
Al abrazar esta verdad, es posible trascender la envidia y encontrar un camino hacia una vida más plena y serena, donde el éxito ajeno no sea motivo de resentimiento, sino de inspiración. La envidia, entonces, no es solo una emoción que afecta la mente, sino que tiene el potencial de corromper el alma si no se maneja adecuadamente.
Pero también es una oportunidad para el autoconocimiento, un llamado a mirar más profundamente dentro de uno mismo y descubrir qué es lo que realmente se anhela. Al final, el reto está en convertir esa emoción en un catalizador para el crecimiento, en lugar de dejar que sea una cadena que nos mantenga atados al sufrimiento y la amargura.
Hola Roberto,
Estoy leyendo este artículo porque por allí alguien me catalogó de envidioso, tu sabes quien… Nada más lejos de la realidad, como dicen los españoles…
Veo y siento que no soy envidioso, alguna vez he sentido envidia pero muy en específico, y por lo que veo no ha sido ni siquiera la envidia que se conoce como envidia que es supuestamente dañina y se envía energía negativa al envidiado, en este caso fue una de sorpresa. Ah !!! El llegó a tener eso … !!! y cómo ? pero no ando de aquí para allá envidiando… ni
Ahora bien, dije «supuestamente» … por que ? Porque Este artículo se contradice con el video de ese señor que hace contranálisis, y es por 2 cosas.
Para hacer síntesis de lo que dijo, 1) el postula que la envidia como muchas cosas «que son consideradas negativas» no es más que un invento de la mente, los cuales «SI TU CREES EN ESO, CAES», y te dice algo como «mira flaco, ándate para otro lado a freir monos porque a mi no me vienes con cuentos ni me vendes ni un pescado … jaja» … y con eso soluciona muchas de los problemas mentales que la propia mente se crea.( lo que he escuchado que le dice una persona a otra CNN, o sea, te estas pasando rollos) 2) Lo otro que dice : «La envidia es un halago» lo que se contradice con tu posición en este artículo.
Ahora bien, qué es lo que importa ? Yo creo que por un lado importa lo que uno crea pero también hay que saber donde uno se mete porque si no puede salir trasquilado., sabio consejo que quizá mi padre decía: No hay que meterse en camisas de 11 varas.
Finalmente, lo que si han sido incontables errores en mi vida, fue precisamente haber contado a muchos mis planes en distintas áreas de mi vida, lo que obviamente si generó envidia, que hasta los comentarios de ciertas personas las recibí por terceros y que creo que me ha generado mucho daño y que espero pronto repararlo y salir BIEN adelante.
Hola, como te habrás dado cuenta ese vídeo no lo hice yo, solo está como una referencia u otro punto de vista sobre el tema. Cuando sea yo, puedes decir que me contradigo, pienso que está claro. Eres muy envidioso y eso se nota en especial cuando hablas de tus fracasos que no es otra cosa que has hecho mal todo lo que has hecho, eso que hablas de más de lo que quieres hacer, ¿Por qué crees que es? Es porque quieres que los demás sepan que tú eres el que lo haces, que en pocas palabras, te sientes menos de los demás y por eso entra la envidia hacia ellos.
La envidia es personal y no de los vecinos.
Gracias por el comentario
Roberto Sanahuano
Programador Neuro-Lungüista
Terapias cambios personales
Hola,
Bien, he leído otro artículo tuyo (Quite las malas yerbas de la envidia), y me confirma que no soy para nada envidioso, y no me interesa de que lo digas, lo que si no se, es por qué lo dices, y por qué entraste en este tema …. En ese artículo supuestamente explicas muy bien lo que es la envidia pero por lo que veo para nada es ese sentimiento que alguna vez he sentido..
Lo que si me gustaría es que lo demuestres, para ver si es verdad lo que tu dices, porque si lo dices, por algo será y no me pongo ciego a nada y estoy abierto a ello.
Por ahora, se ve confusa tu respuesta, la repasaré para ver si la entiendo.
Ahora bien, con las conclusiones que das en ese artículo, de que otras personas le pueden hacer daño a uno con la envidia, tampoco reconoces que he recibido daño por envidias de otros.
Gracias.
No has entendido lo que respondí. lee siquiera unas diez veces para ver si algo entiendes, deja el ego a un lado.
Gracias por el comentario
Roberto Sanahuano
Programador Neuro-Lungüista
Terapias cambios personales
Hola, he leído y releído varias veces, y me ha costado entender, creo que como está redactado uno puede confundirse, porque se puede interpretar de que ellos sienten envidia, al sentirse uno menos …
Lo que postulas es que yo hablo de mis fracasos en lograr algo, y a la vez de lo que he querido lograr, y lo hago porque quiero que los demás sepan o crean que yo lo hago bien o lo haría bien ( aunque eso es un engaño del EGO, que ladra sin cesar, supongo que allí postulas de que una persona de que hace bien las cosas y no se siente menos que nadie no le es necesario hablar de lo que es, hace o logra, porque se conoce a si mismo y por lo tanto se queda callado. además, sabe en que falló y lo toma como experiencia ( tal cosa no hay que hacer, eso no funciona, y eso otro si funciona ) ). Al hacer eso (hablar … de mis …) me siento menos que los demás y eso quiere decir que al hablar, quejarme, justificarme o culparme … ( a mi y/o a otros) siento envidia de los que sí lo han hecho o logrado, y por eso soy un envidioso de primera.?
Exactamente es así, pero esto no quiere decir que no sepas hacer las cosas, lo que dice es que tu crees que es necesario que los otros sepan y es ahí cuando en muchos casos, se cometen errores en especial al querer o pretender que todos sepan.
Gracias por el comentario
Roberto Sanahuano
Programador Neuro-Lungüista
Terapias cambios personales