La falta de disciplina en los hijos

La falta de disciplina en los hijos. Si el hijo de alguien hace algo inapropiado enseguida dicen que es por la falta de disciplina en los hijos, al menos por el momento me parece bien pero primero tenemos que saber qué es exactamente la disciplina. Según Wikipedia,  Disciplina significa instruir a una persona a seguir un determinado código de conducta u orden.

Lamentablemente este código de conducta tiene su parte negativa porque las instrucciones de garantizarlo que se lleven a cabo es a menudo regulado a través del castigo. Ahora, el momento se ha terminado y me refiero que así no estoy de acuerdo, porque el primer momento que exijo so pena de castigo, que las órdenes se cumplan  a raja tabla no estoy instruyendo, estoy obligando y así lo único que se consigue es terquedad.

Eso sin  saber si  entendieron de por qué lo tienen que hacer, ese error lo cometí en muchas ocasiones y en honor a la verdad primero debíamos someternos nosotros como padres, a la disciplina para saber si lo que íbamos hacer era lo correcto desde el punto de vista de nuestros hijos, es claro que nadie lo ha hecho.

La falta de disciplina

En algunas ocasiones castigué a mis hijos y nunca me hice la pregunta si ellos entendieron el motivo de la exigencia, claro que un padre tiene sus razones y muy buenas pero  ¿Desde cuándo se entendió que a los hijos había que someterlos a la disciplina? ¿Acaso en esos tiempos cuando se crearon estos actos a alguien se le ocurrió que se debía explicar y más que todo explicar con ejemplos propios?

¿La necesidad?

La disciplina surgió por necesidad en épocas en que era necesario y por temor la gente obedecía sin preguntar, me refiero a la era de los reyes el cual tenía que sentar precedentes ante los demás de su autoridad, al menos si yo hubiera estado en esa época hubiera hecho eso y mucho más.

Si usted emplea la comunicación efectiva al menos con sus hijos, jamás tendrá  que decir en el nuevo presente que le espera y será recompensado con felicidad (Aquel que tenga entendimiento, lea y aprenda) La experiencia no es otra forma de decir que uno se equivocó y dependiendo de cuanta sea su experiencia es que nos da para decir cuántas veces no quiso escuchar.

Antes de dar disciplina a nuestros hijos, primero démonos  disciplina y podremos saber si es lo aconsejable o no. Una familia de padre, madre y tres hijos que en apariencia va todo bien, cuando los conocí me llamó la atención de que los niños para comunicarse entre ellos, gritan.

Ellos gritan porque ese es la manera que aprendieron a hablar, ahora ¿Quién les enseñó esa forma de hacer la comunicación? Aunque no lo crean pero nadie sabe y los padres están sorprendidos por la forma cómo lo hacen. Por una casualidad pasé por dónde ellos viven y ¿Qué creen? Se la pasan peleando entre ellos (los padres) y la clase de vocabulario que emplean es de todo calibre y en alto volumen.

Ahora ya sé en dónde aprendieron hablar de esa forma. En la actualidad ellos dicen que le aplican la disciplina a sus hijos para que no griten cuando hablan, cuando son ellos los que no se aplican primero. Yo no creo que ellos vayan a cambiar y peor sus hijos aunque están en edad de aprendizaje (8, 9, 10 años).

La comunicación y la educación

Hay que aclarar que la comunicación efectiva se la debe emplear en los momentos apropiados, y no cuando el niño está pasando por algún momento emocional en el cual ni siquiera escuchará las primeras palabras, claro que esto es cuando recién se quiere implantar el nuevo modelo de comunicación, después ya no es necesario nada de nada porque ya ellos simplemente tienen una actitud responsable, por lo tanto nadie la hará pensar en la falta de disciplina en los hijos.

La educación de los hijos ha sido un tema de debate durante generaciones. En décadas pasadas, los métodos de crianza eran mucho más estrictos, y el castigo físico o disciplinario se consideraba normal.

Sin embargo, en los últimos años, la psicología ha tenido un papel predominante en la forma en que los padres y educadores deben tratar a los niños. Muchos psicólogos han promovido la idea de que los castigos físicos y las correcciones severas pueden causar traumas y problemas emocionales en los niños.

Esto ha llevado a un cambio significativo en cómo se educa a los hijos, tanto en el hogar como en la escuela. Desde hace varias décadas, la psicología ha influido profundamente en la forma en que los padres crían a sus hijos.

Según muchos expertos en psicología infantil, los métodos de disciplina basados en el miedo o el castigo físico pueden tener efectos negativos en el desarrollo emocional de un niño. La idea es que los castigos pueden generar resentimiento, inseguridad y, en algunos casos, problemas de comportamiento en la adultez. A raíz de esta perspectiva, se han popularizado métodos de crianza que se centran en el refuerzo positivo, la comunicación abierta y la empatía.

La falta de disciplina: ¿El fin del castigo?

En lugar de castigar, se anima a los padres a hablar con sus hijos, entender sus sentimientos y guiarlos hacia un comportamiento adecuado a través de recompensas y estímulos positivos. El argumento de la psicología moderna es que el castigo físico o las reprimendas severas no son necesarias para educar bien a un niño.

En lugar de usar el miedo como herramienta de disciplina, se propone que los padres y maestros utilicen la comunicación y el entendimiento. Pero aquí es donde surge la controversia: algunos argumentan que esta forma «suave» de educación ha debilitado la autoridad de los padres y los maestros, lo que ha llevado a una generación de niños y adolescentes que son menos respetuosos y más desafiantes.

Una de las áreas donde esta nueva forma de educación ha tenido un impacto evidente es en los colegios. En el pasado, los maestros tenían la autoridad para disciplinar a los estudiantes, lo que incluía castigos físicos en algunos casos.

Hoy en día, muchas escuelas han eliminado por completo cualquier forma de castigo físico, y los profesores tienen menos herramientas para controlar a los alumnos que se portan mal. En muchos países, los profesores no pueden ni siquiera levantar la voz a los estudiantes sin correr el riesgo de ser acusados de maltrato.

Como resultado, muchos educadores sienten que han perdido el control de sus aulas. Algunos maestros se quejan de que los estudiantes ya no respetan la autoridad, saben que no enfrentarán consecuencias graves por su comportamiento y, en algunos casos, incluso desafían abiertamente a los maestros sin temor.

¿Libertad o libertinaje?

El problema con este enfoque es que, según algunos críticos, ha llevado a un exceso de libertad para los niños y jóvenes. Al no haber consecuencias significativas por el mal comportamiento, algunos niños crecen creyendo que pueden hacer lo que quieran sin enfrentar repercusiones.

Esto se traduce en un aumento del libertinaje, falta de respeto hacia los adultos y una incapacidad para aceptar la autoridad en cualquier forma. Muchos padres también se sienten desarmados. Al ser bombardeados con consejos psicológicos que les dicen que no deben castigar a sus hijos, pueden sentirse confundidos sobre cómo disciplinar de manera efectiva. Esto puede llevar a un hogar donde las reglas son difusas o inexistentes, lo que, según algunos, contribuye al desarrollo de niños malcriados y con poca tolerancia a la frustración.

Aquí es donde surge una pregunta importante: ¿Es realmente malo castigar a los hijos? Muchos padres y abuelos que criaron a sus hijos de manera más estricta pueden argumentar que los castigos no solo son necesarios, sino también efectivos.

Afirman que un castigo justo y bien aplicado puede enseñar a los niños sobre la responsabilidad, las consecuencias y el respeto hacia los demás. El problema, según estos críticos, es que al eliminar completamente el castigo como herramienta de disciplina, la sociedad ha creado un vacío en la educación de los hijos. Sin límites claros y consecuencias, los niños no aprenden a regular su comportamiento, lo que puede llevar a problemas más adelante en la vida.

El Papel del Equilibrio

A pesar de estas críticas, muchos psicólogos argumentan que el problema no es necesariamente la falta de castigo, sino la falta de equilibrio en la crianza. Proponen que, en lugar de ver la disciplina como una cuestión de todo o nada, los padres deben buscar un término medio.

Esto significa ser firmes cuando sea necesario, pero también ser comprensivos y empáticos. El objetivo es establecer límites claros y coherentes, pero también proporcionar un entorno donde el niño se sienta escuchado y apoyado.

Castigar de manera severa y sin explicaciones puede ser tan perjudicial como no disciplinar en absoluto. Lo ideal sería enseñar a los niños que sus acciones tienen consecuencias, pero hacerlo de una manera que fomente el crecimiento y el aprendizaje, en lugar de infundir miedo.

Aunque es fácil culpar a la psicología moderna de los problemas de disciplina que enfrentan los padres y maestros hoy en día, es importante recordar que el propósito de la psicología infantil es mejorar el bienestar de los niños.

Los estudios han demostrado que el castigo físico puede tener efectos duraderos en la salud emocional de los niños, y nadie quiere volver a una época en la que el maltrato infantil era común y aceptado.

La verdadera pregunta es si hemos ido demasiado lejos en la otra dirección. ¿Hemos creado una generación de padres y maestros que tienen miedo de disciplinar? ¿Hemos confundido la empatía con la permisividad? Estas son preguntas que tanto los expertos en psicología como los padres deben considerar.

Conclusión

En última instancia, la clave para una educación exitosa no es necesariamente el uso o la eliminación del castigo, sino la creación de un enfoque equilibrado. Los niños necesitan límites claros y consecuencias para sus acciones, pero también necesitan comprensión, apoyo y guía.

La psicología puede ofrecer valiosas herramientas para entender y apoyar a los niños, pero no debe ser utilizada como una excusa para evitar el difícil trabajo de la disciplina. En lugar de ver la psicología y la disciplina tradicional como opuestos, tal vez deberíamos buscar una forma de combinar lo mejor de ambos mundos.

Esto podría significar enseñar a los padres y maestros a ser firmes, pero justos, y a usar la disciplina como una herramienta para el crecimiento, en lugar de un simple castigo. Solo así podremos criar a una generación que sea respetuosa, pero también segura y emocionalmente saludable.

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