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- 1 La Manipulación en el hogar
La Manipulación en el hogar Ho’oponopono en Acción. El mal del siglo 21, dejar que los hijos tengan poder en la casa, si darse cuenta que ese poder se llama manipulación.
El potencial de influencia de los hijos es una realidad que surge de la dinámica familiar, donde los padres desempeñan un papel crucial en la entrega o limitación de dicho poder. Aunque los hijos pueden asumir un control aparente, este control a menudo se vuelve en su contra, llevándolos a tomar decisiones erróneas.
Este fenómeno se gesta a través de ejemplos que los hijos absorben, modelando su comportamiento a partir de las interacciones parentales. Sin embargo, lo aprendido puede desaprenderse, y es aquí donde la práctica de Ho’oponopono se convierte en una herramienta valiosa para desentrañar las causas subyacentes de estas actitudes.
La Manipulación en el hogar
Una consulta específica plantea un escenario delicado: «¿Cómo aplicar Ho’oponopono a un hijo de 12 años que amenaza con suicidarse tras un regaño?» Desde luego que esto es un juego de manipulación.
Más allá de considerar estas expresiones como simple capricho infantil, es esencial comprender las raíces del problema y evaluar la viabilidad de aplicar Ho’oponopono en estas circunstancias.
Para entender la complejidad de la situación, es necesario remontarse a los primeros días de vida del hijo. Desde la cuna, los padres tienden a responder de inmediato ante cualquier grito o llanto, estableciendo un patrón de respuesta instantánea.
Aunque inicialmente se busca proporcionar el necesario apego y protección, con el tiempo, esta respuesta constante puede dar lugar a expectativas poco realistas en el hijo. No se puede negar que en las primeras semanas, el apego es esencial para transmitir seguridad al recién nacido, quien ha pasado meses bajo el cuidado materno.
Sin embargo, a medida que el niño crece, es fundamental enseñarle que la atención no siempre está disponible de inmediato, sino cuando es verdaderamente necesario. Sin embargo, lamentablemente, muchos padres adoptan una perspectiva opuesta.
Suponiendo que los bebés, al ser tan pequeños, no están conscientes de su entorno. Esto es un error, ya que cada segundo, el bebé absorbe y registra en su cerebro las experiencias que le generan sensaciones de bienestar o malestar.
Los niños y su poder de asimilación
Hacia el primer año, su sentido visual alcanza el 100%, y el auditivo, si no es visual, alcanza aproximadamente el 80%, con la posibilidad de modificar esta proporción si los padres utilizan palabras específicas al comunicarse, dando prioridad al sentido auditivo.
A los dos o tres años, los niños ya han construido su propio mundo, identificando quienes los tratan bien, quiénes no, quiénes les hablan de la manera que les agrada y quiénes no. Durante este proceso, desarrollan su estado emocional como la tercera forma de percibir la comunicación.
Al comprender que los padres están siempre dispuestos a hacer lo que sea necesario para asegurar su bienestar, los niños comienzan a manipular situaciones para obtener lo que desean.
Los padres, conscientes de que el sufrimiento del niño no es algo que deseen, a menudo ceden ante sus demandas, ofreciéndoles juguetes sin razón aparente, o incluso preguntándoles directamente qué desean, marcando así el inicio de comportamientos malcriados.
Para el niño de 8 años, el proceso de manipulación se ha vuelto más sofisticado; sabe cómo obtener lo que quiere al presionar y manipular a sus padres. Este momento crucial define la dinámica futura entre padres e hijos y sus roles respectivos.
Ante esta situación, los padres reconocen que algo no está bien y activan un plan de corrección total para restablecer un equilibrio saludable. En este enfoque correctivo, los padres optan por negar las solicitudes caprichosas de su hijo, evidenciando así que no serán complacientes ante comportamientos malcriados.
La reacción caprichosa de un hijo caprichoso
Este «NO» es una respuesta directa a las lecciones previas sobre la no concesión indiscriminada de deseos. El niño, por su parte, inicia una reacción de llanto o pataleo, dependiendo de su audiencia, en un intento de desgastar a sus padres hasta que, por agotamiento, obtiene lo que desea, perpetuando así un ciclo de errores.
En respuesta a las asesorías recibidas, los padres adoptan una postura firme y se mantienen firmes frente a las manipulaciones emocionales del niño. Aunque esta nueva actitud puede generar momentos de tranquilidad, el niño, conocedor de las tácticas parentales, busca alternativas.
Se da cuenta de que el «Plan A» ha fallado y recurre al «Plan B»: la amenaza emocional, expresando la intención de suicidarse si no obtiene lo que desea. Es fundamental comprender que cuando los padres reprenden a sus hijos, es porque están corrigiendo comportamientos inapropiados.
En este contexto, se sugiere sustituir el término «capricho» por «malas actitudes en su comportamiento» para reflejar la gravedad de la situación. La falta de discernimiento por parte de los padres, al dejarse manipular desde los primeros años del niño, contribuye a la complejidad de la situación.
La aplicación de Ho’oponopono puede tener lugar, pero con un enfoque inverso. Los padres deben dirigir esta práctica hacia sí mismos, reconociendo que su propia falta de cariño y amor en la infancia ha influido en sus patrones parentales actuales.
Una posible frase poderosa sería: «Lo siento, perdóname por lo que está en mí, que hace que mi hijo me manipule a su manera. Gracias, te amo». Este proceso se repite mentalmente tres veces cuando observan a su hijo comportándose de manera inapropiada.
La Manipulación en el hogar acción
Cabe destacar que esta práctica es personal y no debe pronunciarse en voz alta, ya que su propósito es la autorreflexión y la transformación interna de los padres. La influencia que los hijos ejercen en el entorno familiar es una realidad compleja, definida en gran medida por la dinámica establecida por los padres.
La asignación de poder a los hijos es un fenómeno que, si no se maneja adecuadamente, puede desencadenar comportamientos problemáticos. Cuando los padres otorgan un exceso de poder a sus hijos, permitiendo que tomen decisiones
Incluso cuando no están preparados para hacerlo, se abre la puerta a resultados no deseados. Este patrón de comportamiento, a menudo aprendido por observación, puede desaprenderse mediante enfoques alternativos, como la práctica de Ho’oponopono.
Viendo desde otro punto la MANIPULACIÓN
La dinámica entre padres e hijos es compleja y puede influir en el desarrollo de ciertos comportamientos, incluida la capacidad de manipulación. Aquí hay algunas razones por las cuales un hijo podría desarrollar poder de manipulación después de ser consciente por parte de un padre.
Los niños aprenden mucho observando a sus padres y otros adultos en su entorno. Si un padre utiliza tácticas de manipulación para conseguir lo que quiere, el hijo puede aprender y adoptar esas mismas estrategias como un medio para alcanzar sus propios objetivos.
Un ambiente familiar en el que la manipulación es común puede normalizar este comportamiento para el niño. Si se ven recompensas o beneficios asociados con la manipulación, es más probable que el niño la utilice también.
Si un padre no establece límites claros o no enseña habilidades de comunicación efectiva, un niño puede recurrir a la manipulación como una forma de conseguir lo que quiere, especialmente si encuentra que esta estrategia tiene éxito.
Algunos niños pueden sentirse impotentes en ciertas situaciones y recurren a la manipulación como una forma de ejercer control sobre su entorno o sobre otras personas. Los niños pueden usar la manipulación como una forma de obtener atención o validación.
Esto pasa si sienten que no están recibiendo suficiente atención o afecto de otra manera. Los niños que experimentan inseguridad emocional o tienen baja autoestima pueden recurrir a la manipulación como una forma de protegerse o de conseguir sentirse mejor consigo mismos.
Es posible corregir este problema de manipulación
Es importante destacar que el desarrollo de la manipulación en un niño no siempre es culpa del padre consciente, ya que hay muchos otros factores que pueden influir en este comportamiento. Sin embargo, la influencia de los padres y el entorno familiar juegan un papel importante en la formación del carácter y comportamiento de un niño.
Sí, es posible corregir la manipulación de un hijo hacia sus padres, pero es un proceso que requiere tiempo, paciencia y consistencia. Es fundamental establecer una comunicación abierta y honesta con el hijo.
Los padres deben expresar sus preocupaciones sobre el comportamiento manipulador de manera clara y respetuosa, y escuchar las preocupaciones y puntos de vista del hijo también.
Los padres deben establecer límites claros y consistentes con respecto al comportamiento manipulador. Es importante que estos límites se comuniquen de manera firme pero amorosa, y que se apliquen de manera consistente.
Los padres pueden enseñar a sus hijos habilidades de comunicación saludables, como expresar sus necesidades y deseos de manera directa y respetuosa, en lugar de recurrir a la manipulación para conseguir lo que quieren.
Es importante fomentar la responsabilidad en el hijo al hacerle consciente del impacto de su comportamiento en los demás y al animarlo a asumir la responsabilidad por sus acciones.
Todo empieza por el ejemplo que vea escuche o sienta de sus padres
Los padres deben ser modelos de comportamiento adecuado y no utilizar la manipulación ellos mismos. Los niños aprenden mucho observando el comportamiento de sus padres, por lo que es importante que los padres sean conscientes de cómo están modelando el comportamiento para sus hijos.
Es importante recordar que cambiar el comportamiento manipulador de un hijo puede llevar tiempo y esfuerzo, y es posible que se produzcan retrocesos en el camino. Sin embargo, con amor, paciencia y consistencia, es posible corregir este comportamiento y fomentar relaciones familiares más saludables y respetuosas.