Indice de contenido
La máquina del tiempo. Sería de gran ayuda para muchos que tengan la máquina del tiempo en sus hogares, de esa forma arreglarían cualquier cosa que hicieron mal en el pasado. Lamentablemente no es así, primeramente, la máquina del tiempo no es cosa que cualquiera podría costearse, a pesar que dicha maquina ya está en función en algún lugar del planeta (investiguen)
El caso es que muchas personas siempre se andan lamentando de su suerte, recordando todas sus acciones, y los resultados que salieron por dichas decisiones. En casos extremos, cuando la persona no encuentra un por qué no puede cambiar su suerte, simplemente se abandona y recurre a las religiones, entrando a formar parte de ellas.
Estando dentro de ellas y me refiero a formar parte de las religiones, surte el llamado «Cambio» que como sabemos, se entiende a un cambio de suerte. Por cierto, para mí no existe la suerte.
Por lo tanto le atribuyen cierto poder a quien no tuvo nada que ver en al asunto, lo que ha pasado es que la persona necesitaba un punto de apoyo para iniciar un reseteo de su interior.
Y eso es que sin necesidad de recurrir a nadie se lo puede hacer, es decir, en vez de estar recurriendo a la máquina del tiempo de su mente, diciendo «Y si no hubiera….» «Tal vez si no hacia…» simplemente recicle sus acciones y haga una retroalimentación para emplearlas en el ahora.
La máquina en el tiempo
Claro que no es como tomarse una bebida, pero si buscan un lugar donde nadie les distraiga, porque de esa forma podrán pensar sobre «El ahora» una vez que despierten y se den cuenta lo que es ver todo lo que le rodea en ese momento, de sentir el aire que pasa por su piel, sentir el frio o el calor pero de ese momento.
Sólo así se darán cuenta que lo que está pasando en ese preciso momento, es totalmente diferente a lo que pasó hace algún tiempo. Cualquier decisión que tomó fue acertada en su medida y, que eso fue en ese momento pero ahí se quedó, por lo tanto, nada en el mundo podrá cambiar eso.
Inclusive hay una probabilidad de que si tuviera la máquina del tiempo, y pudiera cambiar las acciones que tomó en esos momentos, ¿Quién garantiza que el resultado sea para bien y no para peor? En todo caso hay que ir por lo seguro y eso es, ¿Cómo se siente en este mismo momento? Se siente mal o se siente triste.
Cualquier sentimiento que sienta en este momento sólo es porque usted lo decidió y así mismo, usted decide si quiere sentirse mal o bien. Si tienen un recuerdo que lo hacen sentir mal, analícenlo, mediten y cuando lo hayan hecho, cambien las acciones y personajes, ubíquenla en otra posición y verán como el sentir cambia. Soy Programador Neuro-Lingüista y sé lo que digo.
Tratando de entender que fue lo que paso
Cuando una persona comete errores y se da cuenta de ello, es natural que pase tiempo tratando de entender qué fue lo que pasó. Este proceso de introspección responde a la necesidad de aprender, de encontrar explicaciones y, en muchos casos, de evitar repetir la misma equivocación en el futuro.
Los errores nos pueden hacer sentir vulnerables, desencadenando pensamientos de duda, autocrítica y búsqueda de sentido. Las emociones y pensamientos que surgen en estos momentos suelen ser intensos, lo que dificulta el enfoque en el presente, ya que la mente está ocupada en el pasado, intentando entender las razones de lo sucedido.
El hecho de analizar lo que ha pasado es una respuesta humana y constructiva hasta cierto punto, pues permite aprender y tomar responsabilidad sobre nuestras acciones. Sin embargo, también es fácil caer en la trampa de la autocrítica excesiva, dándole vueltas al error de forma que, en lugar de ayudarnos, nos bloquea y nos impide avanzar.
Esto puede generar una especie de ciclo donde la persona se sumerge en pensamientos negativos, temores o arrepentimientos, impidiendo que pueda ver el presente con claridad. Así, el error cometido se convierte en una carga emocional que puede hacer que vivir en el «ahora» parezca difícil o incluso inalcanzable.
Entrar en el “ahora” implica poder distanciarse de las experiencias pasadas, especialmente de las dolorosas o incómodas, para centrar la atención en lo que se está viviendo y en lo que se puede hacer en el presente.
Para algunas personas, este proceso es más sencillo, especialmente si han desarrollado prácticas que les ayudan a gestionar sus pensamientos, como la meditación o la autoobservación sin juicio.
Dejar de lado al pasado
Pero para otras, la idea de dejar de lado el pasado puede ser desafiante, ya que las experiencias pasadas suelen estar vinculadas a emociones intensas y significativas, que no son fáciles de desactivar con un simple cambio de perspectiva.
En ocasiones, la dificultad para centrarse en el presente está relacionada con patrones mentales y emocionales que llevan años arraigados. Por ejemplo, algunas personas tienden a darle más importancia a lo negativo, a sus fallos y errores, que a sus logros o aspectos positivos.
Este enfoque crítico se convierte en un hábito que condiciona su manera de ver el mundo y a sí mismos, llevándolos a aferrarse a pensamientos del pasado. Para alguien que tiene este tipo de inclinación, entrar en el «ahora» requiere primero identificar y cambiar estos patrones, lo cual no siempre es un proceso rápido o sencillo.
Una de las razones por las que resulta difícil vivir en el presente después de cometer errores es la forma en que la mente humana está diseñada para protegernos. Al experimentar un error, nuestro cerebro se activa, intentando encontrar las causas y mecanismos que llevaron a la situación, para asegurarse de que no se vuelva a repetir.
Este mecanismo de “análisis” es una especie de protección, pero también puede ser una trampa si no se maneja adecuadamente, pues puede derivar en pensamientos repetitivos, conocidos como rumiación, que dificultan vivir el presente de forma plena.
Además, el ego juega un papel fundamental en esta resistencia a soltar el pasado y a vivir en el presente. Para muchas personas, el ego actúa como un juez interno que constantemente evalúa, compara y recalca las experiencias pasadas, manteniendo un tipo de control sobre la narrativa personal.
El poder de admitir un error
En este sentido, admitir un error o una equivocación implica enfrentar una versión de uno mismo que no coincide con la imagen idealizada que se quiere proyectar. Esta disonancia entre la autoimagen ideal y la realidad genera malestar y hace que el ego intente buscar una justificación o explicación para el error, en lugar de aceptar lo sucedido y continuar en el presente.
El sentido de culpa también influye en la dificultad de vivir en el «ahora» tras un error. Cuando una persona siente culpa, puede convertirse en una especie de auto-castigo, donde se obliga a pensar en el error de forma repetitiva como una manera de expiarlo.
Aunque esta reacción puede tener un sentido de responsabilidad, en realidad limita la capacidad de aprender de la experiencia y de avanzar. La culpa nos hace mirar hacia atrás con arrepentimiento y puede alimentar una espiral negativa que aleja del presente, impidiendo que el error se convierta en una oportunidad de crecimiento.
El miedo al juicio de los demás también juega un papel importante en esta dificultad de centrarse en el presente. Muchas veces, el temor a ser juzgado o criticado por otros hace que una persona se enfoque en el error con una sensación de vergüenza, pensando en lo que los demás podrían opinar o decir.
Este tipo de pensamientos refuerzan el apego al pasado, pues el temor al rechazo o a perder la aceptación social suele ser una emoción poderosa que limita la capacidad de moverse hacia el presente y dejar de lado el error.
Para poder vivir en el «ahora» después de cometer un error, es fundamental aprender a gestionar estas emociones y pensamientos, aceptando que la vida está compuesta tanto de aciertos como de errores. La práctica de la autoaceptación resulta clave en este proceso.
El peso del pasado
Aceptar que todos cometen errores y que estos no nos definen como personas es una forma de liberarse del peso del pasado. La autoaceptación permite ver el error sin juzgarse, entenderlo como parte del proceso de aprendizaje y, desde ahí, soltarlo para avanzar.
Esto no significa que se ignore el error, sino que se toma la lección sin aferrarse al dolor o al arrepentimiento. Entrar en el presente también puede lograrse mediante la práctica de la atención plena o mindfulness, que invita a observar los pensamientos y emociones sin identificarse con ellos.
Cuando una persona puede observar sus pensamientos de forma neutral, sin reaccionar a ellos de manera inmediata, se abre la puerta para vivir el presente de forma más plena. Esta observación permite que los pensamientos negativos, de culpa o de autocrítica, pasen sin quedarse atrapados en la mente.
Otra herramienta útil es la autocompasión, que permite tratarse con amabilidad, como se trataría a un amigo. Muchas personas tienden a ser extremadamente duras consigo mismas después de un error, y la autocompasión es un recordatorio de que es posible aprender sin castigarse.
La autocompasión ayuda a liberar la carga emocional del error, promoviendo una actitud más amable y comprensiva hacia uno mismo. Así, en lugar de quedar atrapado en el pasado, uno puede aprender del error y avanzar con una visión renovada.
Por último, establecer un enfoque en el futuro, en lugar de quedarse en el pasado, puede ayudar a liberar la mente y permitir una conexión más profunda con el presente. Este enfoque implica preguntarse: «¿Qué puedo hacer ahora que me ayude a mejorar?» en lugar de «¿Por qué hice eso?».
En resumen
Esta pregunta lleva a una acción positiva que se alinea con la mejora personal y permite canalizar la energía hacia el crecimiento, en lugar de gastar tiempo y recursos emocionales en el arrepentimiento.
Aunque es natural que al cometer errores se busque entender qué fue lo que pasó, esta reflexión puede convertirse en un obstáculo si se queda estancada en el pasado. Vivir en el «ahora» implica aceptar los errores, aprender de ellos y soltar el juicio y la culpa.
Practicar la autoaceptación, el mindfulness y la autocompasión son herramientas que facilitan este proceso. Cuando una persona logra ver el error como una oportunidad de crecimiento y no como una carga, se vuelve más fácil vivir el presente de manera plena y consciente, dejando atrás las cadenas de la culpa y el arrepentimiento.