La presencia de un padre

La importancia de la presencia de un padre. Aquellos que han tenido la presencia de un padre posiblemente no entiendan este mensaje, ya que no han sentido la ausencia. En mi caso, no vi envejecer a mi padre y peor estar en su presencia cuando murió, hoy lo extraño. Que raro pero cuando vivía aunque si lo quería, no sentía la presencia de él porque creo que lo tenía siempre cerca.

Mi padre fue un hombre muy responsable y trabajador y que me acuerde nunca dejó de aconsejarme, el cual siempre traté de entender su mensaje ya que cuando uno es un muchacho, siempre cree que lo sabe todo que por lo general es cuando no se sabe nada. En esos tiempos el trabajo se lo hacía todo el tiempo y por eso uno como hijo era raro que  me siente con mi padre a conversar.

La importancia de la presencia de un padre
La importancia de la presencia de un padre

Ahora que ya no está es cuando más deseo que sí esté, ¿Por qué? Pues uno nunca deja de ser hijo y siempre busca un respaldo en aquel que figura como padre, aunque no es necesario, que sea el que se encargó de dar el contenido, que hizo la creación de la cual es el hijo-a, en esto padre es el que educa, enseña, aconseja y lo guía en su niñez, adolescencia incluso aun sea un adulto con hijos y todo.

Por esto es que hay momentos en que siendo mi padre y que ahora no está, quiero que si para poder conversar con él y pedirle consejos pero, lamentablemente ya no se puede. Todo esto cuando se lo tiene presente, ahora ¿Qué pasa con aquellos niños que no lo tienen? La realidad es todo lo contrario.

Las consecuencias de no tener la presencia de un padre

Pienso que cuando se pierde su presencia siendo el hijo adulto, no es tanto la ausencia por el mismo hecho de que puede racionalizar de una manera práctica, lo que no sucede cuando se es niño pero, la falta se la siente más cuando estando cerca es como que no lo estuviera. En esto hay dos factores al menos de lo que me he dado cuenta.

El primer factor es cuando desde muy niño por decir cuando recién se estaba dando cuenta de lo que estaba en su entorno, su padre desaparece del mismo, ¿Las razones? Bueno en este caso pueden ser muchas y a la vez una pero el caso es que deja de estar en su entorno, ¿Qué es lo que sucede aquí? Pues que el hijo llega a creer que el padre puede ser cualquier persona que le digan que es.

El caso es que sucede esto porque el niño no estaba consciente de lo que estaba sucediendo en su vida, por lo tanto, crece creyendo que si lo es porque es lo único que ve aunque este señor, no tome participación como debería ser, es decir, que actúa como padre porque la situación le induce hacerlo sin que cumpla con los deberes sagrados de serlo, ¿Está claro?

En este caso, el deber del padre aunque no viva con su hijo debe (no tener) ser de amor y con eso abarca todo, cariño, aprecio, respeto y lo más importante, las bendiciones correspondiente de él para su hijo querido, por lo tanto, ¿Qué pasaría si esto no sucede como se lo plantea? Pues nada.

Cuando no hay presencia del padre

Claro que no sucedería nada pero esto es siempre y cuando aquel niño no conozca a nadie, es decir, que no tenga la gracia de conocer a alguien que sin importar nada le ofrece lo que nunca recibió de su «Padre», lo que se entendería como aprecio, respeto, cariño.

Que de paso lo guía aunque sea por momentos, ¿Qué creen que pasaría con aquel niño? Lo más simple y angelical de parte de él como es, relacionar la imagen de este señor con la del padre, ¿Culpables?

Esto es un poco difícil puesto que si por alguna razón el llamado padre no cambia de actitud, la inocencia del niño actúa como respuesta a lo que no tiene que en este caso es lo que tiene cerca de él, como es aquel que le da lo que no tiene y añora.

Por el simple hecho de que alguien de sus amigos tiene que haberle preguntado por su papá, y como sabe que no lo tiene es que se activa su radar emocional. El segundo factor es cuando el niño creció con la consciencia de que tiene a su padre y por razones ajenas a él lo llega a perder, ¿De qué forma?

Pues con divorcios, separación o por pillerías del susodicho padre que se pasa más en la calle, por razones ajenas al trabajo pero sí por razones sociales extra maritales. En este caso, el daño es elevado porque el hijo casi no sabe lo que hace el padre.

La edad en que aprende lo que es bueno de lo malo

Tome en cuenta que estos problemas salen más a la luz en la edad de entre 7 a 10 años que es cuando el niño empieza a ver lo malo y bueno de la corta vida que le acompaña. Al menos de lo que me consta en cuatro casos que me ha tocado presenciar está entre esas edades.

Por si acaso, ¿Tienen idea sobre lo que pasaría si esto no se soluciona a tiempo? Los resultados son nefastos, ya que el niño se expone a los famosos «Cariños y aprecios» de terceros que lo único que quieren es peones para sus fines, como es con las pandillas, esto es lo más simple que pasaría porque hay peores casos.

Cuando el padre que si estuvo en los años de sus primeros pasos, hasta que ellos empezaron a darse cuenta pero de pronto falta, como desconocen las razones de su ausencia pueden llegar a pensar que la madre tiene la culpa, aunque no sea así. Esto se complica cuando el padre dio claro ejemplo de violencia en casa, el hijo relaciona con su actitud como que es la única forma de protestar ante la «Injusticia» de la madre.

El resultado de esto es que el actuará de la misma forma, ¿Cómo lo haría? Pues que cada vez que la madre le diga algo y en la forma en que no es la adecuada, este hijo se transforma en un verdadero patán pero con la diferencia de que piensa que es lo adecuado, con esto cada vez será peor.

Cuando el padre aparece todo cambia

Esto tiene un acto de magia puesto que en el momento en que el padre aparece se acabó el problema, que en este caso, si el niño era un problema pues con la llegada se convierte en un ejemplo de hijo, ¡Increíble verdad! Todo radica en que la presencia de un padre es lo más fundamental y esto nadie lo va a cuestionar.

Conozco un caso de un niño de apenas 9 años que ha seguido a su madre con cuchillo en mano, con clara intención de hacerle daño. Arma tremendos relajos en la casa incluso pidiéndole a su madre que se largue de la casa para que su papá querido regrese a ellos (son dos hermanos) pero, aparece su padre y todo se transforma.

Este señor en buena hora que me ha escuchado y hay la posibilidad de que regrese a su casa antes de que pierda a un hijo y recupere a un verdadero delincuente. Esto solo es una muestra de lo tan importante que es tener la presencia de un padre.

Ahora desde luego que el padre debe educar con ejemplos, porque de nada sirve que le de dinero y una que otra insultada porque esos tratos quedan guardados en el banco de memoria del cerebro para que la mente los requiera en el momento en que sea útil. Tomen atención en la presencia de un padre.

La ilusión de saberlo todo en la juventud

Cuando somos jóvenes, a menudo experimentamos una sensación de invulnerabilidad y de creer que lo sabemos todo. Este fenómeno tiene raíces tanto en aspectos emocionales como biológicos, y se ve influenciado por el entorno social y cultural en el que crecemos.

El cerebro de los adolescentes y jóvenes adultos está en constante desarrollo, especialmente el área del cerebro relacionada con la toma de decisiones y el control de impulsos: la corteza prefrontal.

Esto puede generar una percepción exagerada de conocimiento y confianza en sí mismos, ya que no están completamente conscientes de las consecuencias de sus acciones. A menudo, los jóvenes no tienen una base amplia de experiencias que les permita ver la complejidad de las situaciones.

Al carecer de experiencia, tienden a simplificar el mundo, creyendo que entienden más de lo que realmente comprenden. El Sesgo Cognitivo del Efecto Dunning-Kruger. Este efecto describe cómo las personas con poca experiencia o conocimiento en un área tienden a sobreestimar sus habilidades.

Los jóvenes, al no haber enfrentado tantos desafíos o fracasos, tienden a creer que saben más de lo que realmente saben. Esta sobreconfianza puede deberse a que los jóvenes no han sido suficientemente expuestos a la profundidad y complejidad del mundo, lo que les lleva a creer que las soluciones a los problemas son más simples de lo que realmente son.

La adolescencia y juventud son etapas de la vida en las que las personas comienzan a buscar su independencia. Este deseo de autonomía a menudo se traduce en la creencia de que tienen todas las respuestas, ya que admitir que no saben algo puede parecer una señal de debilidad o dependencia de los adultos.

Rebeldía Natural

A menudo, los jóvenes se enfrentan a la autoridad de sus padres o figuras de poder. Parte de este proceso de independencia implica cuestionar las reglas y creencias establecidas, lo que puede generar una actitud desafiante y la ilusión de que lo saben todo, aun sin tener todos los datos.

Los amigos y compañeros juegan un papel crucial en la vida de los jóvenes. Muchas veces, el deseo de pertenecer a un grupo social lleva a los jóvenes a actuar como si supieran más de lo que realmente saben. Esto les permite mantener una imagen de confianza ante sus pares.

Hoy en día, los jóvenes tienen acceso a cantidades masivas de información a través de internet y las redes sociales. Esta sobrecarga de datos puede hacer que sientan que tienen más conocimiento del que realmente han asimilado, ya que la información superficial no equivale a una comprensión profunda.

Los jóvenes a menudo sienten que tienen el control del mundo y que pueden superar cualquier obstáculo. Esta actitud optimista puede llevarlos a subestimar la complejidad de la vida y creer que tienen todas las respuestas.

En muchos casos, la falta de experiencias negativas o fracasos puede generar una confianza excesiva. Los jóvenes, al no haber enfrentado las mismas dificultades que los adultos, pueden asumir que todo será fácil de resolver.

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