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La quinta sinfonía de un alcohólico. De regreso de mis vacaciones tuve una experiencia con un alcohólico, claro que yo no sabía pero mientras ignoraba, las cosas seguían su cauce normal y como se suponía que debía ser. Resulta que subí a un bus de transporte y sin pena ni gloria, sin imaginar que atrás de mi asiento iba un señor de aproximadamente unos 60 años de edad.
Dicho señor iba hablando de ciertas circunstancias de su vida, que a cada palabra que decía lo sentía en el alma, ahora ¿Cómo me daba cuenta si yo estaba adelante y había mucha gente en el vehículo de transporte? Pues la verdad no tuve que hacer ningún esfuerzo porque la información venía de primera mano, ¿De qué forma? Pues hablaba en tono bien alto como para que todos les escucharan.
La verdad, nunca imaginé que él estaba borracho, porque hablaba con tanta claridad y en especial que se esmeraba por pronunciar bien la «D» en especialidad o bondad y bueno algunas palabras más, el caso es que nadie le hacía problema al asunto, hasta que él empezó a emocionarse tanto que se puso a mover los brazos como político y eso sí que fue un show.
Con semejante espectáculo que se originó porque a medida que alzaba las manos, lanzaba licor de alambique del que es más barato y él ni siquiera se daba cuenta de lo que hacía. Los afectados en los cuales me encontraba yo, empezaron a gritarle al señor que vivía en su mundo personal y que nadie estaba invitado.
El caso es que en ningún momento se alteró por lo que pasaba, es más, alzaba más la voz que supuestamente le hablaba a una mujer que no le hacía caso. Todos se dieron cuenta que era imposible tratar con él, entonces lo que hicieron fue darse la vuelta y seguir como que no ha pasado nada, y en mi caso no dije nada porque con el poco de licor que me tiró ya me encontraba medio drogui.
La pregunta es ¿Cómo una persona de esa edad puede estar en ese estado y llegar hasta el punto de alucinar? Para que él esté en ese punto significa que no tiene a nadie que lo estime, lo ame o lo quiera como a un ser humano, Acaso ¿No tiene hijos, hermana-o, esposa, o parientes cercanos que por lo menos le den unas palabras de cariño, para que sienta que si hay alguien que está presente a su lado? ¿Qué le pasa a la humanidad que está perdiendo el don del aprecio? Una cosa es estar sentado en un sillón de su casa y otra estar presente en la quinta sinfonía de un alcohólico.
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