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La vida es una película. Las personas y me incluyo tenemos por costumbre creer que las cosas son como quieren venir, sin darnos cuenta que la vida es una película en la cual, nosotros decidimos quién es el director.
Al menos en mi caso, si entendí que depende de como vemos nuestro entorno porque según eso, es que nos dirigimos hacia adelante o hacia atrás. Un día, un cliente-paciente que vino a una consulta me contaba lo mal que le ha tratado la vida.
Ahora con 60 años, recién se ha dado cuenta de que algo podía hacer, aunque no sabía qué hacer pero tenía la opción de consultar en la fuente, es decir, preguntar a alguien que ha tenido los problemas con solución o a un profesional que lo pueda guiar.
Para él, todos se confabularon para que su vida sea difícil sin darse cuenta que él, es el único culpable, ¿En este caso por qué? Pues resulta que sin darse cuenta ha sido toda su vida, director y actor con su propio guión el cual, solo él tenía el poder de cambiar su libreto pero, nunca pensó así ya que siempre pensó que la película de su vida ya estaba hecha.
¿La vida es difícil cómo darse cuenta?
No es fácil darse cuenta de esto y para hacerlo se requiere que la persona medite muy bien su situación, en el momento en que lo haga pasará a ser solo el director y no un actor de otros directores, es decir, que muchas personas sin darse cuenta nos dicen que hacer y es peor cuando si se dan cuenta de que lo pueden hacer.
Es verdad que no se puede hacer las cosas en total soledad porque siempre se necesita de alguien, aunque sea para que lo acompañe pero, eso no quiere decir que tengamos que ponernos a los pies de los demás, con el cuento de que nos ayudan.
El riesgo que existe en esto es que nos hagamos dependientes y no sería una mala idea del todo pero, ¿Qué pasaría si la otra persona se aprovecha de la situación? Simplemente es mal negocio, ¿Mal negocio?
Lamentablemente es así porque la vida es una película y los actores, directores y demás personas que intervienen en nuestra película, ganan y por mucho que digan que no pero es así. Lo que ellos ganan desde luego que no me refiero a dinero.
Lo que ellos ganan el cual es inconsciente es lo que nosotros le entregamos de nuestra parte, piensen, ¿Cómo ha sido su vida hasta hoy? ¿Son ustedes los que toman sus decisiones personales? Si es así, entonces la película de su vida debe ser bien dirigida y con buenos resultados.
Lamentablemente, son muy pocos los que podrían afirmar que su vida está bien dirigida y esto sería el uno por ciento, del total. En situaciones así, nadie le va a decir que su vida tiene tropiezos, ¿No es verdad? A menos claro que se tope con alguien que le encanta sufrir y que le tengan lástima.
Sea su propio director de su película
En esos casos, siempre le va a contar cualquier cosa que le pase en su vida con la diferencia, de que se lo va a decir a su manera y esto es trágicamente. Para este tipo de gente, nunca hay momentos buenos y su vida la dirige cualquier director, logrando con esto que la película de su vida sea de sufrimiento.
La vida es una película y es verdad pero nosotros ponemos el escenario y quién entra como actores, con esto somos dueños del resultado de éxito que tenga. Nadie tiene la capacidad de adueñarse de nuestra vida y dirigirla a la manera de ellos, solo nosotros podemos dirigirla a nuestra manera de pensar y claro, debemos aprender.
Esto más pasa y es común con las parejas que se hacen dependientes y no está mal pero, lo que sí está mal es que no sepa por qué lo hace. Una mayor razón para la dependencia es que no saben que hacer si se quedan solas-os, es diferente cuando la persona está bien claro de quién es y los conocimientos que tiene.
Ir juntos es bonito y más cuando hay amor verdadero y la dependencia que se crea, es de estar juntos por siempre sabiendo en dónde están parados pero, deja de ser hermoso cuando la dependencia se crea por necesidad o ignorancia, en algunos casos las dos juntas y ahí si es un verdadero problema. Mediten que la vida es una película.
¿Cómo darse cuenta que otros dirigen tu vida?
En ocasiones, las personas pueden estar viviendo bajo la influencia de otros sin siquiera darse cuenta. Identificar si tu vida está siendo dirigida por factores externos es el primer paso hacia la independencia y el control personal.
Ahora te doy algunos indicios de que otros podrían estar tomando decisiones por ti. Si sientes que las decisiones importantes sobre tu vida —ya sea en el ámbito laboral, familiar o personal— están influenciadas o directamente tomadas por otras personas, esto es una señal de que no tienes el control.
A menudo, esto ocurre cuando buscas la aprobación de los demás antes de tomar cualquier decisión o cuando sientes miedo al actuar sin consultar a alguien más. Ejemplo: Siempre pedir permiso o validación para hacer algo, incluso en situaciones donde deberías tener el control.
La dependencia emocional o económica de otras personas puede limitar tu capacidad para tomar decisiones. Si tu bienestar emocional depende de las opiniones, emociones o estado de otra persona.
A veces, sientes que sin el apoyo financiero de alguien más no podrías seguir adelante, es una señal clara de que tu vida está siendo dirigida externamente. Ejemplo: Temor constante de que una relación se termine por miedo a perder la estabilidad que esa persona provee.
Ser incapaz de negarte a solicitudes de otras personas es una de las señales más evidentes de que no tienes control sobre tu vida. Si constantemente te sientes obligado a hacer cosas que no deseas por miedo a decepcionar, molestar o perder a alguien.
Entonces estás permitiendo que otros tomen las riendas de tus decisiones. Ejemplo: Aceptar responsabilidades o compromisos que no quieres asumir solo por complacer a los demás.
La vida es pérdida de identidad personal
Otra señal de que alguien más está controlando tu vida es sentir que has perdido tu propia identidad. Esto puede manifestarse cuando adoptas creencias, gustos, actividades o valores de otros sin cuestionarlos.
En algunos casos, cuando te das cuenta de que has dejado de lado tus verdaderos deseos y aspiraciones para seguir lo que otros esperan de ti. Ejemplo: Cambiar tus intereses y opiniones para ajustarte a las expectativas de amigos o familiares.
Si experimentas una sensación de insatisfacción continua, incluso cuando estás haciendo lo que otros consideran «correcto» o «lo mejor para ti», es probable que no estés viviendo de acuerdo con tus propios deseos y metas.
Este malestar puede ser una señal de que no estás viviendo auténticamente. Ejemplo: Sentir que, a pesar de cumplir con las expectativas externas, algo falta o no te sientes completo.
Cuando las personas tienen miedo de enfrentar conflictos o el rechazo, suelen permitir que otros tomen decisiones por ellas para evitar problemas. El temor a causar disgusto puede llevar a ceder el control de su vida, convirtiéndose en personas complacientes que priorizan las necesidades de los demás sobre las propias. Ejemplo: Evitar expresar tus opiniones para no generar discusiones o descontento.
Si no tienes claridad sobre cuáles son tus metas personales o sientes que tus objetivos cambian constantemente según las opiniones de los demás, es una señal de que otros están influyendo demasiado en tu vida.
Esto puede hacer que pierdas el sentido de dirección, dejándote a merced de lo que los demás creen que es mejor para ti. Ejemplo: Cambiar de carrera o abandonar proyectos porque otros te convencieron de que no eran buenos para ti.
Confusión entre tu voz y la de los demás
A veces, la influencia externa es tan sutil que no te das cuenta de que lo que crees que son tus pensamientos y decisiones, en realidad, provienen de otras personas. Si sientes confusión entre lo que realmente deseas y lo que otros quieren para ti, es importante detenerse y reflexionar sobre cuánto espacio le estás dando a las voces externas en tu vida. Ejemplo: Sentir que estás cumpliendo un guión ajeno en vez de seguir tu propio camino.
Darse cuenta de que otros están dirigiendo tu vida puede ser una experiencia impactante, pero es el primer paso para recuperar el control. El cambio empieza con la conciencia de estas señales y, a partir de ahí, tomar decisiones más conscientes y alineadas con tus deseos y metas personales.
Reconocer tu valor, tu autonomía y aprender a decir «no» son acciones clave para recuperar el mando sobre tu propia vida. Es verdad que no es tan fácil como parece puesto que fui uno de aquellos que otros decían qué hacer, pero eso fue solo hasta que aprendí a decir, «NO» y sí que me costó decirlo la primer a vez, es como que se hace un nudo en la garganta.