Las apariencias te pueden enfermar

Las apariencias te pueden enfermar, no hay duda. Sin buscar culpables ya nos podemos imaginar a los que más están cerca de esta actitud, son los padres. Por mucho que busquen no van a encontrar a profesores tan expertos, que sin necesidad de ordenar consiguen que los hijos, obedezcan al pie de la letra.

Para continuar es mejor tener bien claro lo que es las apariencias y según los expertos dice: Característica o conjunto de características, que parece poseer una persona o cosa y que realmente no tiene, dicho de esta forma nos dice que es algo que de lejos parece y de cerca no es.

Esto sucede con aquellas personas que al no tener excelentes profesores de la vida, como debía ser los padres, lo que tienen es personas con muchos complejos, que lo único que enseñan es ser alguien que nunca serán, eso es lo malo de las apariencias, es bien raro que lleguen a ser lo que aparentan ser.Las apariencias te pueden enfermar

¿Las apariencias te hacen daño?

Ahora, ¿Por qué las apariencias te pueden enfermar? Esto puede suceder por el hecho que al querer pertenecer, a un grupo social o clase, para poder entrar en la supuesta clase de gente especial, debes reunir ciertas condiciones que las mismas apariencias te la dicta, ¿Por qué? Por lo que ven.

Esto es que el acomplejado se da cuenta, que la ropa que usan es diferente a la que él tiene, lo que compran está muy distante de lo que él puede comprar, ¿Tiene auto? Peor si ese es el caso, tú no puedes pertenecer a este grupo por no tener auto y si lo tienes, ¡Cuidado ir con un corsa!

Es verdad que hay gente idiota con los demás, pero también hay personas que son excelentes que no se fijan, en qué tienes para ser tu amigo-a. Esta creencia te la da tu complejo que al extremo, te convierte en ciego social que no puedes reconocer a personas, que carecen de cultura.

Por la necedad tuya que quieres entrar en el brillo que solo tu mente la ve, te obliga a ser alguien que no eres, esto es que haces cualquier cosa para poder estar al lado de ellos. Lo típico es que ahorras por un buen tiempo, solo para comprarte ropa de marca que es costosa pero para ti vale la pena.

Pasas vestido así aunque en el bolsillo no tengas dinero para otros gastos, que por lo general son necesarios. Lo que no entienden las personas acomplejadas, es que no necesitas transformar tu vida porque las personas son como son, no cambian para otros sino para si mismo.

¿Las apariencias es enfermedad?

Esto es que todas aquellas que visten muy bien, con ropa muy cara, es porque tienen los medios para hacerlo y para ellos es normal, eso no quiere decir que todos deben ser así. Esa manera de penar te la crearon en tu casa y eso se debe cambiar, ya que vivir de las apariencias no es sano.

No es enfermedad, es un complejo que su base está en la actitud y eso es lo que se aprende desde muy niño, esto puede estar acompañado de la envidia, aunque puede ser netamente así. El complejo de ser menos que los demás basado en lo que tienen, se puede quitar de raíz siempre y cuando se de cuenta.

Eso es un problema porque muchos no se dan cuenta de la actitud que tienen, asumen que lo que hacen es normal aunque por dentro estén sufriendo. En este caso es bien difícil que quiera cambiar su vida, incluso se pueda sentir atacado si alguien le sugiere de su complejo.

Este tipo de actitud puede crear grandes deudas, que lo traerán viviendo con lo justo lo que origina que siempre se queje, ¿Vive casado y con hijos? Ese si que es un gran problema, por no poder controlarse por las compras y tener bien vestidos a los hijos, ¿Con qué paga? Pues con los créditos.

Para eso se crearon las tarjetas de créditos, para cumplir con los caprichos de los acomplejados. Ahora, no digo que todo es así ya que si hay gente que usa tarjeta, que tienen mucho dinero y la tienen para no tener dinero en efectivo, pero eso es otra cosa que está distante de lo que en verdad sucede.

Las apariencias te afectan en lo emocional

Las apariencias son un fenómeno complejo que refleja la tensión entre lo superficial y lo profundo, lo visible y lo invisible. Filosóficamente, las apariencias han sido un tema central desde la antigüedad.

Los filósofos griegos, especialmente Platón, distinguían entre el mundo de las apariencias y el mundo de las ideas. Según Platón, las apariencias son solo sombras o imitaciones de la realidad verdadera, que es inmaterial y perfecta.

Para él, lo que percibimos a través de los sentidos es una versión distorsionada de la esencia real de las cosas. Este pensamiento sugiere que vivir atrapado en las apariencias es vivir en una especie de ilusión, sin alcanzar la verdad profunda de la existencia.

Nietzsche, por otro lado, desafió esta noción al afirmar que las apariencias no son inferiores a la verdad, sino que la vida misma está hecha de interpretaciones. Para él, no existe una verdad objetiva detrás de las apariencias, sino múltiples perspectivas.

Esto abre la posibilidad de que lo que llamamos «apariencia» pueda ser tan válido como lo que llamamos «realidad», y la verdad se convierte en una cuestión de interpretación. Desde una perspectiva emocional, las apariencias juegan un papel fundamental en cómo interactuamos con los demás y con nosotros mismos.

A menudo, las personas construyen una imagen externa que puede no coincidir con lo que sienten o piensan. Esto puede ser un mecanismo de protección, una forma de integrarse socialmente o incluso un intento de proyectar un ideal de sí mismos que desearían alcanzar.

Sin embargo, esta disonancia entre lo que se muestra y lo que se es internamente puede generar conflictos emocionales profundos. Muchas veces, el deseo de ser aceptado, admirado o querido lleva a las personas a ocultar su verdadera esencia.

El resultado de las apariencias según la filosofía

Cuando esto ocurre, pueden surgir sentimientos de soledad, incomprensión y, en algunos casos, vacío existencial. La fachada que se construye para los demás puede volverse una prisión emocional.

Por otro lado, las apariencias también afectan nuestras relaciones. Solemos juzgar a los demás por lo que parecen ser, no por lo que realmente son. Esto puede llevar a malentendidos y prejuicios, y muchas veces nos encontramos tratando de descifrar la verdad detrás de una máscara.

De aquí surge una pregunta: ¿hasta qué punto debemos confiar en las apariencias para conocer a los demás? Y más importante aún, ¿cuánto confiamos en nuestras propias apariencias para definirnos?

La lucha entre lo que mostramos y lo que somos es continua. Las apariencias pueden ser engañosas, pero también necesarias en ciertos contextos sociales. Hay quienes creen que la autenticidad emocional debe prevalecer sobre cualquier apariencia, mientras que otros piensan que es natural y necesario ajustar nuestras apariencias según las circunstancias.

Al final, la relación entre las apariencias y la realidad es una danza continua. A nivel emocional, implica aceptar que nuestras proyecciones hacia los demás no siempre coinciden con lo que somos en lo más profundo, pero que ambas dimensiones son parte de nuestra experiencia humana.

La apariencia éxito o fracaso

La apariencia puede tener un impacto significativo tanto en el éxito como en el fracaso, dependiendo del contexto en que se utilice y de cómo sea percibida por los demás. A continuación, veremos cómo las apariencias pueden influir en ambas direcciones.

En muchas situaciones, especialmente en el ámbito profesional y social, la apariencia juega un papel clave en la primera impresión. Las personas suelen formarse opiniones rápidas basadas en la apariencia externa, como la vestimenta, la higiene, el lenguaje corporal, e incluso la confianza proyectada.

En entornos como entrevistas de trabajo, reuniones importantes o situaciones sociales de alto nivel, una apariencia pulida y acorde a las expectativas puede abrir puertas y generar oportunidades.

En algunos casos, proyectar una apariencia de éxito o estabilidad puede atraer éxito real. Este fenómeno se conoce como el «efecto halo», donde una característica positiva percibida (como la apariencia de éxito o confianza) influye en la manera en que las personas juzgan otras cualidades.

Por ejemplo, alguien que viste de manera impecable, proyecta seguridad y parece tener control sobre su vida, es más probable que sea considerado competente o confiable, lo que puede ser útil en negocios o relaciones personales.

A nivel social, las personas que ajustan su apariencia según las normas y expectativas de su entorno suelen encontrar más aceptación y, a menudo, mayor éxito en sus relaciones. Esto no solo se refiere a la apariencia física, sino también a cómo se comportan o se presentan según las expectativas sociales.

Por ejemplo, en ciertos círculos sociales o profesionales, adecuarse a las convenciones puede facilitar la integración y el éxito dentro de ese grupo. Depender excesivamente de la apariencia para alcanzar el éxito puede ser un arma de doble filo.

El éxito superficial a corto plazo

Aunque puede funcionar a corto plazo, si el éxito se basa únicamente en la proyección superficial y no en la sustancia real (habilidades, ética, carácter), este éxito puede ser efímero.

Las apariencias engañosas, cuando se desmoronan, pueden llevar a la pérdida de credibilidad y, finalmente, al fracaso. Si alguien se presenta como más competente o capaz de lo que realmente es, la verdad suele salir a la luz tarde o temprano.

Las apariencias pueden llevar al fracaso si las personas son juzgadas negativamente por cómo se ven, independientemente de su verdadera valía. Esto es particularmente relevante en contextos donde los prejuicios o estereotipos juegan un papel importante.

Por ejemplo, alguien puede ser juzgado desfavorablemente por su apariencia física, su forma de vestir o su estilo de vida, lo que podría cerrarle oportunidades que merecería. Aquí, la apariencia se convierte en un obstáculo para el éxito.

Cuando se pone demasiado énfasis en proyectar una apariencia para ajustarse a las expectativas externas, puede surgir una **pérdida de autenticidad**. Esto puede llevar a un fracaso emocional o personal, en el sentido de que la persona siente que está traicionando su verdadero yo.

A largo plazo, este tipo de desconexión interna puede generar malestar, incluso si en el exterior parece que la persona está logrando éxito. El agotamiento emocional o la falta de satisfacción auténtica suelen seguir a la continua actuación de una versión falsa de uno mismo.

El desafío radica en encontrar un equilibrio entre usar la apariencia de manera efectiva y no depender completamente de ella. La apariencia puede abrir puertas y facilitar oportunidades, pero el éxito verdadero y duradero requiere algo más que una imagen bien proyectada: integridad, habilidades, carácter y autenticidad. Ahora, depender solo de la imagen externa puede volverse vacío o llevar al fracaso.

En resumen

La apariencia puede ser un facilitador para el éxito o un factor de fracaso, dependiendo de cómo se utilice. El verdadero desafío es que no se convierta en una máscara detrás de la cual se oculta la falta de profundidad o autenticidad.

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