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Ley de Murphy. Es increíble como un simple comentario producido por una decepción laboral, terminara como una ley, cuyo creador accidental fue Edward A. Murphy. Todo ocurrió por bromas de salón y más por referirse en forma de broma, cuando alguien hacía mal las cosas. El caso es que si alguien tiene tendencias a ser una persona pesimista, acuda a la ley de Murphy.
Allá por el año 1949, alguien tuvo el mal momento de conectar mal unos cables y por ese acontecimiento, Edward Murphy dijo lo que para algunos terminó como ley. La verdad que es la mejor forma para ser negativo. Hay que notar como las personas tuvieron la forma, de ser cada vez más pesimistas que a cada tiempo modificaron para peor, que para bien. Lamentablemente aun hay persona así y creo que aumenta cada vez mas.
Según un Ingeniero que estuvo en el lugar, dijo que las palabras del señor Murphy fueron «Si esa persona tiene la forma de cometer un error, lo hará» y que en una actitud envidiosa la tituló como ley, como para hacer notar la arrogancia del señor Murphy.
Ley de Murphy cómo entender
Después de un tiempo modificaron en versión corta y mejorada como «Si puede ocurrir, ocurrirá» esto es igual que cada quién está predispuesto para cometer errores, sin tener la opción de evitarlo porque es el error que encontrará.
Allá por los años 50, su hijo dio su versión que según él es la verdad «Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culminará en desastre, alguien lo hará de esa manera» se dan cuenta cómo cambian las versiones de boca en boca, y eso pasa más porque se fijan más en lo malo que en lo bueno.
No contentos con la versión de familia, en 1952 alguien por ahí volvió hacer otra «Mejora» pero como siempre en versión corta «Todo lo que pueda salir mal, pasará» se dan cuenta como siguen siendo pesimistas. A partir de 1955 vino la última versión con «Lo que pueda salir mal, saldrá mal» y todo por un simple error de un empleado que por falta de conocimiento no hizo lo correcto.
Por eso antes de hacer algo se debe saber lo que se hace. Ahora, ¿Cuántos de ustedes se ubican en algunas de las versiones? Sea cualquiera de las versiones, igual no dejan de ser pesimistas. Pienso que es una manera de ser mediocre porque «cualquier cosa puede pasar, y pasará».
De esa forma me saco de lado cualquier error, creen que vale la pena pensar en aplicar cualquiera de esas leyes y tomen en cuenta que acabo de inventar otra. En todo caso, pienso que todos somos muy valiosos y siempre estamos en una pista. Esto es de cómo buscar el éxito y eso es ser optimista, como para terminar voy a escribir algo para que lo piensen «Si el éxito puede venir, vendrá».
¿Existe la persona «salada» que todo le sale mal?
La idea de la persona «salada», aquella a la que aparentemente todo le sale mal, es un concepto que suele usarse para describir a alguien que parece vivir bajo una nube de mala suerte. Aunque a menudo se toma como una broma o una expresión cultural, detrás de esta percepción hay fenómenos que involucran actitudes, comportamientos y creencias que pueden influir significativamente en la vida de una persona.
Los pesimistas, por otro lado, son aquellos que tienden a anticipar resultados negativos, independientemente de las circunstancias, lo cual también tiene un impacto en cómo enfrentan la vida y en los resultados que obtienen. A esto se suma la ley de Murphy, esa famosa máxima que sugiere que «si algo puede salir mal, saldrá mal».
Este conjunto de ideas puede llegar a ser limitante y, en algunos casos, generar un círculo vicioso en el que las cosas parecen no mejorar. Para entender si realmente existe alguien «salado», es necesario analizar varios aspectos. Primero, está el enfoque con el que las personas perciben y afrontan los eventos de su vida.
La forma en que interpretamos nuestras experiencias tiene un impacto directo en nuestras emociones y en cómo enfrentamos nuevas situaciones. Por ejemplo, alguien que cree que siempre tiene mala suerte puede tender a enfocar su atención en las cosas negativas que le ocurren, ignorando o restando importancia a los aspectos positivos.
Esto no significa que las experiencias negativas no sean reales, pero sí que la percepción puede exagerarlas, dando la impresión de que las cosas siempre van mal. Los pesimistas, en este contexto, juegan un papel importante. Estas personas, debido a su perspectiva negativa, tienden a creer que los resultados serán desfavorables sin importar el esfuerzo que se haga.
El pesimismo el fracaso y la autoestima
Este pesimismo puede tener raíces emocionales, como miedo al fracaso o una autoestima debilitada. Además, el pesimismo no solo afecta las emociones, sino que también puede influir en las acciones. Al esperar lo peor, muchas veces las personas pesimistas no ponen su máximo esfuerzo en las tareas, lo cual puede convertirse en una profecía autocumplida: su actitud contribuye a que los resultados sean pobres.
La ley de Murphy, por su parte, refleja una forma de pensar más que un principio absoluto. No es que el universo esté conspirando para que las cosas salgan mal, sino que, como seres humanos, tendemos a recordar y dar más peso a los eventos negativos que a los positivos.
Este sesgo cognitivo puede hacer que percibamos el mundo como un lugar hostil, donde cualquier intento de mejorar parece destinado al fracaso. Creer en la ley de Murphy de forma literal puede llevar a una resignación peligrosa, en la que las personas aceptan pasivamente los fracasos y no intentan cambiar las cosas porque creen que no vale la pena.
Para evitar caer en esta mentalidad, es esencial adoptar estrategias que contrarresten los efectos del pesimismo y la percepción de «mala suerte». Uno de los pasos más importantes es reconocer la influencia de nuestros pensamientos en nuestras experiencias.
Si creemos que todo saldrá mal, es probable que actuemos con menos confianza, lo que puede influir en los resultados. Por el contrario, cultivar una mentalidad más optimista y resiliente puede ayudarnos a enfrentar los desafíos con mayor determinación y creatividad.
Cambiar la percepción de la mala suerte implica también aceptar que no todo está bajo nuestro control. Hay eventos que simplemente ocurren sin que podamos hacer nada para evitarlos, y culparnos a nosotros mismos o a fuerzas externas no cambiará la realidad.
La interpretación de un problema
Lo que sí está en nuestras manos es cómo respondemos a esas situaciones. En lugar de interpretar cada problema como una señal de que el universo está en nuestra contra, podemos verlo como una oportunidad para aprender, crecer o buscar nuevas soluciones.
Otro aspecto crucial es romper con el hábito de enfocarse solo en lo negativo. Esto se puede lograr mediante prácticas como la gratitud, que nos anima a reflexionar sobre los aspectos positivos de nuestras vidas, incluso en los momentos difíciles.
Reconocer los pequeños éxitos y las bendiciones cotidianas puede ayudarnos a contrarrestar la tendencia a magnificar las experiencias negativas. La gratitud no elimina los problemas, pero sí cambia la perspectiva con la que los enfrentamos.
La acción también juega un papel fundamental en superar la sensación de ser «salado». Quedarse atrapado en una mentalidad pasiva, esperando que las cosas mejoren por sí solas, rara vez da buenos resultados. Tomar decisiones conscientes, establecer metas claras y actuar con determinación nos permite recuperar el control de nuestra vida.
Aunque no podemos evitar todos los contratiempos, sí podemos minimizar su impacto al estar mejor preparados y al desarrollar habilidades para resolver problemas. La confianza en uno mismo es otra herramienta poderosa para contrarrestar tanto el pesimismo como la creencia en la ley de Murphy.
Creer en nuestra capacidad para enfrentar desafíos nos da la energía necesaria para persistir incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Esto no significa ser irrealmente optimista o ignorar los riesgos, sino mantener una actitud proactiva y flexible. La confianza en uno mismo también implica aprender de los errores en lugar de verlos como fracasos definitivos.
La verdad de la ley de Murphy
En cuanto a la idea de la ley de Murphy, es importante recordar que esta no es más que una forma humorística de describir nuestras propias expectativas negativas. La mejor manera de evitar caer en su influencia es adoptar una mentalidad orientada hacia soluciones en lugar de problemas.
Esto significa enfocarse en lo que se puede hacer para mejorar una situación en lugar de resignarse a que las cosas salgan mal. Aunque no todo depende de nosotros, nuestra actitud ante los problemas tiene un impacto directo en cómo los enfrentamos y en los resultados que obtenemos.
La disciplina también juega un papel importante en evitar el estancamiento en patrones negativos. Las personas que desarrollan hábitos sólidos, como la planificación, la organización y el aprendizaje continuo, suelen estar mejor equipadas para manejar los contratiempos.
La disciplina nos ayuda a mantenernos enfocados en nuestras metas incluso cuando enfrentamos obstáculos, y nos da una estructura que puede aliviar la sensación de caos o descontrol. En última instancia, romper con la creencia en la mala suerte, el pesimismo o la ley de Murphy requiere un cambio de mentalidad que va más allá de simples afirmaciones.
Implica un compromiso activo con el cambio, la reflexión y la acción. No se trata de negar los problemas o los desafíos, sino de enfrentarlos con una actitud diferente, una que esté basada en la confianza, la gratitud y la determinación. Nadie está destinado a ser «salado» de por vida, pero superar esta percepción requiere un esfuerzo consciente y constante. Aunque el pesimismo y la creencia en la mala suerte son comunes, no son inevitables. Cada persona tiene la capacidad de cambiar su perspectiva y de trabajar hacia una vida más plena y satisfactoria.