Lo malo de reemplazar

Lo malo de reemplazar es que siempre como que se tiene que renegociar algo por algo, es decir, quitas un mal pero pones a otro en su lugar por querer solucionar algo. Creo que se le podría llamar táctica, pienso que si esto se lo hiciera en un ámbito de guerra estaría más que bien, porque la intención es negociar y que todo quede en paz.

Pero, ¿Qué pasaría si esto se quiere emplear en el ambiente del hogar? Pienso y además que lo he palpado al menos cuando era novato en lo que se refiere a la educación de hijos, que lo malo de reemplazar es que no se educa, porque los hijos crecen con la idea de que todo funciona así, al menos los adultos saben que no es así.

La negociación que está de por medio

Estos casos he visto hasta en las parejas que para conseguir algo tienen que negociar, pienso que no es así porque si tú amas a tu pareja, ella o él no que tenga sino que debe hacer todo lo posible para que su media mitad esté bien en todo y no, cuando sólo le conviene, el que no se da cuenta de lo malo de reemplazar tiene mucho que perder.Lo malo de reemplazar

Los resultados no es inmediato pero de que llegan siempre llegarán y con mucho peso. Ahora este sistema o táctica lo emplean en mayor parte con los hijos, que por lo general para hacer que él hijo no haga algo le dan otra cosa para hacer, es decir, si no quieren que juegue con al agua le dan una manguera para tratar de cambiar de acción.

He visto en familia y en especial con sobrinos cómo eran maleducados con este sistema, cuando han llegado a una edad de 12 a 13 años están bien creídos que todo tiene que ser por cambio, entonces cómo ellos ya saben la actitud de los padres los papeles se cambian, y en vez de los padres manejen la situación terminan manejados.

La manipulación social

Las personas que se meten en gremios o grupos sindicales tienen por objeto siempre estar pidiendo algo para ellos o el grupo, porque si no ya saben ¡Huelga! Lo que acaban de leer es exactamente lo que pasa con los hijos con la diferencia que es el patrono (Padres) que ponen las reglas, claro que no saben que la misma regla se la ponen después cuando el trabajador (hijo-a) entiende cómo funciona.

Ahora está claro que los que intervienen en dichos grupos tienen que haber crecido con la idea de que todo es cambio y siempre tienen que ser por beneficio personal, no importa quién salga mal parado, el caso es que siempre tienen que ganar sin siquiera haber hecho algo para tener la libre voluntad de hacer algo para tener el derecho de recibir.

Si los padres quieren que los hijos cuando están todavía en edad de aprender, hagan algo contrario de lo que hacen en ese momento, es preferible que pierda unos minutos y busque con qué distraerlos pero nunca reemplace esto por aquello, esta acción aunque no parezca grande pero si lo es cuando ya han crecido con la idea y nunca entenderán lo malo de reemplazar.

¿Es malo negociar términos con los hijos?

La crianza de los hijos es una tarea que presenta innumerables desafíos, y uno de los aspectos más complejos puede ser la negociación de términos y reglas dentro del hogar. La pregunta de si es malo negociar con los hijos a menudo genera opiniones divididas entre padres y educadores.

Algunos argumentan que negociar es una forma de empoderar a los hijos y fomentar su autonomía, mientras que otros creen que es fundamental establecer límites claros sin espacio para la negociación.

Asimismo, la cuestión de si se puede reeducar a un hijo que aún no ha alcanzado la madurez necesaria para ser considerado un adulto funcional es otro tema que merece una reflexión profunda. Negociar con los hijos puede verse como un acto de respeto hacia su autonomía y capacidad para tomar decisiones.

A medida que los niños crecen, es natural que busquen más independencia y un papel más activo en la toma de decisiones que les afectan. Cuando los padres se involucran en negociaciones sobre reglas, responsabilidades o decisiones cotidianas, pueden estar ayudando a sus hijos a desarrollar habilidades valiosas como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la comunicación.

Negociar no implica ceder completamente, sino más bien encontrar un terreno común donde ambas partes puedan expresar sus necesidades y preocupaciones. Este proceso puede fortalecer la relación padre-hijo y fomentar un ambiente de confianza y respeto.

Sin embargo, también es crucial reconocer que no todas las situaciones son adecuadas para la negociación. En algunos casos, los niños pueden no tener la madurez emocional o cognitiva necesaria para participar en negociaciones de manera efectiva.

La firmeza de los padres

Esto puede llevar a confusiones, manipulación o el establecimiento de expectativas poco realistas. Por ejemplo, un niño pequeño puede no comprender completamente las consecuencias de sus acciones o la importancia de seguir ciertas reglas. En tales casos, los padres deben ser firmes y claros en sus expectativas, estableciendo límites que protejan el bienestar del niño.

Además, la inconsistencia en las negociaciones puede provocar frustración y desconfianza. Si un niño siente que las reglas cambian constantemente o que puede manipular la situación a su favor, esto puede crear un sentido de inestabilidad en su vida.

Los padres deben ser conscientes de que, aunque negociar puede ser beneficioso, también es fundamental establecer límites claros y ser coherentes en su aplicación. El equilibrio entre la negociación y la firmeza es esencial para criar a un hijo que se sienta seguro y amado, pero también responsable de sus acciones.

Por otro lado, la idea de reeducar a un hijo que no ha madurado, incluso si es adulto, es un tema igualmente delicado. La madurez no es solo un estado de edad; implica una serie de habilidades emocionales, sociales y cognitivas que se desarrollan a lo largo del tiempo.

Si un hijo adulto muestra comportamientos inmaduros, puede ser tentador intentar «reeducarlo» para corregir esos comportamientos. Sin embargo, este enfoque puede ser problemático. La reeducación sugiere que hay un conjunto de valores o comportamientos que se deben imponer al hijo, lo cual puede generar resistencia y resentimiento.

Es fundamental recordar que los adultos tienen derecho a tomar sus propias decisiones, incluso si estas decisiones no son las que los padres consideran correctas. La independencia en la adultez es un proceso natural, y los padres deben estar dispuestos a aceptar que sus hijos pueden elegir caminos diferentes a los que ellos hubieran deseado.

La comunicación abierta

Esto no significa que los padres deban quedarse callados ante comportamientos destructivos o inmaduros. En lugar de tratar de imponer una reeducación, es más efectivo ofrecer apoyo y orientación, permitiendo que el hijo tome las riendas de su vida.

La comunicación abierta y el diálogo son herramientas cruciales en este proceso. Si un padre está preocupado por el comportamiento de su hijo adulto, puede ser útil iniciar una conversación sincera, expresando preocupaciones sin juzgar.

Esta aproximación puede ayudar a establecer un espacio seguro donde el hijo se sienta escuchado y comprendido. A través del diálogo, es posible explorar las razones detrás del comportamiento del hijo y ofrecer consejos basados en la experiencia sin que se sienta atacado o presionado.

Es importante entender que el aprendizaje y el crecimiento personal son procesos individuales. Cada persona tiene su propio ritmo para madurar y aprender de sus experiencias. Los padres pueden desempeñar un papel de apoyo, ofreciendo su perspectiva y consejos, pero en última instancia, corresponde al hijo decidir cómo proceder.

Este enfoque no solo respeta la autonomía del adulto, sino que también fomenta una relación más saludable entre padres e hijos, basada en la confianza y el respeto mutuo. Algunos padres pueden temer que al no imponer sus valores y enseñanzas, sus hijos tomen decisiones equivocadas que podrían llevar a consecuencias negativas.

Sin embargo, es crucial permitir que los hijos enfrenten las consecuencias de sus decisiones, ya que esto es parte del proceso de aprendizaje. Experimentar las repercusiones de sus acciones, ya sean buenas o malas, es fundamental para el desarrollo personal.

Lo importante de la madurez

Aprender a lidiar con las consecuencias es una parte importante de la madurez, y los padres que permiten este proceso ayudan a sus hijos a convertirse en adultos más responsables y resilientes. En lugar de tratar de «reeducar» a un hijo adulto, los padres pueden centrarse en ser una fuente de apoyo constante, brindando orientación cuando sea necesario y mostrando un interés genuino en su bienestar.

Este enfoque puede ayudar a cultivar una relación más positiva y constructiva, donde el hijo se sienta libre de buscar consejos y apoyo sin temor a ser juzgado. Negociar términos con los hijos puede ser una práctica saludable que fomente la autonomía y la comunicación, siempre que se mantenga un equilibrio entre la negociación y la firmeza en la aplicación de límites.

Por otro lado, la idea de reeducar a un hijo adulto que aún no ha alcanzado la madurez debe ser manejada con cuidado. En lugar de imponer valores, es fundamental adoptar un enfoque de apoyo y comunicación abierta, permitiendo que el hijo aprenda y crezca a su propio ritmo.

Esta forma de crianza no solo ayuda a los hijos a desarrollar habilidades y valores importantes, sino que también fortalece la relación entre padres e hijos, creando un ambiente en el que ambos se sienten respetados y comprendidos. La crianza es un proceso continuo de aprendizaje para ambos lados, y el respeto mutuo es clave para su éxito.

Datos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.