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Lo trágico de perder la cabeza. No quiero ser pesimista ni peor alarmista pero lo trágico de perder la cabeza, es que todo se transforma en un caos. Es casi normal para las personas reaccionar sin pensar en las consecuencias. No me cansaré de decir que en gran parte la culpa de que reaccionen de esa forma, es la clase de enseñanza que tuvieron desde que eran muy niños.
Ahora, ¿Acaso no recuerdan cuando los mayores sean quién sea les decían ¡Cuidado! ¡Te vas a caer! ¡No! Pero a todo pulmón? Por lo general era en estado de alarma, entonces nosotros y también me incluyo crecimos con la idea de que en cualquier momento puede pasar algo y que de ley puede ser algo trágico.
La mala enseñanza
Las personas en el mundo viven casi en zozobra por la clase de enseñanza que aún siguen obteniendo por los medios de comunicación, llámese televisión, periódicos, radios o la misma gente que no piensa en las probabilidades de en qué tan malo puede ser lo que me están diciendo.
Lamentablemente este tipo de programa mental lo heredamos de nuestros antepasados o sea, los cavernícolas. En esos tiempos ellos vivían a la defensiva al 200% siempre estaban dispuestos a luchar por sus vidas, ya que vivían de la caza y ustedes saben muy bien que así como ellos lo hacían, los animales que en su gran mayoría eran de tamaños gigantes.
También lo hacían o sea, cazaban igual para comer por lo tanto o comías o eras comido por algún animal depredador, y que no digamos de hombres que también buscaban lo mismo incluso peleaban por quién se llevaba la presa. La acción de estar alertas hacía que su cuerpo segregue adrenalina preparándolo para poder correr a grandes velocidades, pelear con gran fuerza y de la misma forma salir ileso de alguna contienda.
El caso es que para que su cuerpo funcione extremadamente bien, su corazón tenía que bombear mayor cantidad de sangre, llevando el oxígeno a sus músculos y de esa forma poder accionar como lo hacían, Ahora se preguntarán ¿Qué tiene que ver un cavernícola con todo esto? Mucho en verdad.
El sistema de defensa
La verdad mucho, porque el sistema de defensa que ellos tenían y que era natural debido a la circunstancias se activaba por su mente, y no sólo accionaba el corazón sino también el hígado, riñones, sistema nervioso en total todos sus órganos trabajaban al máximo para que todo su cuerpo funcione bien, pero a ellos no les afectaba en lo más mínimo.
El tiempo ha pasado y sin tener que salvar la vida una persona de nuestra época se altera de la nada. En los genes tenemos guardado el dato de nuestra defensa y de cómo hacerla pero, como dije el tiempo ha cambiado y no estamos preparado para eventuales de emergencia, sumado a lo que nos enseñaron a temer ante casi todo y nunca nos enseñaron cómo evitar dichos males.
Ahora lo que ha rematado en todo esto es que por intermedio de la religión sea cual sea no importa, es que nos enseñaron que nosotros no podemos hacer nada sin el permiso del pana de arriba, nos enseñaron a ser dependientes de un dios que ni siquiera y me atrevo a decir, nadie a visto ni siquiera el Papa.
Lo que hace el estrés
Con todo esto, cuando hay alguna tragedia, evento fortuito, accidente o simplemente una discusión muy acalorada aunque a veces sólo es cuestión de un pretexto, viene lo trágico de perder la cabeza que en este caso por desesperación no saben qué hacer, en ese estado es muy fácil el hacer estupideces.
Para que usted no pierda la cabeza en situaciones así tiene que estar preparado, porque no es fácil tener tranquilidad o mantener la calma. El estado nervioso juega un papel muy importante en nuestro cuerpo pero, él no se mueve porque le da la gana, es usted el que lo activa con su mente y dependiendo de lo que tenga o haya aprendido en su mente, es que será su actuación en momentos de desesperación cuando vea o sienta lo trágico de perder la cabeza.
¿Cómo tener control sobre las reacciones emocionales?
El control sobre las reacciones emocionales es un aspecto fundamental del bienestar psicológico y emocional de una persona. La capacidad de manejar las emociones de manera efectiva puede influir en la calidad de las relaciones interpersonales, el rendimiento en el trabajo o la escuela, y la salud mental general.
Sin embargo, alcanzar un adecuado control emocional no es un proceso instantáneo; requiere tiempo, práctica y autoconocimiento. A lo largo de este proceso, la educación emocional juega un papel crucial, así como el entendimiento de las etapas del desarrollo humano en relación con la capacidad para gestionar emociones.
Las emociones son respuestas naturales a diferentes situaciones y estímulos que experimentamos en la vida diaria. Desde la alegría y el amor hasta la tristeza y la ira, cada emoción tiene su propósito y función.
Sin embargo, la manera en que reaccionamos a estas emociones es lo que determina si tenemos un control saludable o si, por el contrario, nuestras reacciones pueden llevarnos a situaciones problemáticas.
Las reacciones emocionales pueden ser impulsivas y poco reflexivas, lo que puede dar lugar a conflictos y decisiones poco acertadas. Por esta razón, aprender a gestionar y regular las emociones es esencial para el desarrollo personal y social.
Una de las primeras etapas para desarrollar el control emocional es la identificación y comprensión de las propias emociones. Este proceso puede comenzar desde la infancia. Los niños, incluso a una edad temprana, pueden empezar a reconocer y nombrar sus emociones.
La educación emocional
La educación emocional en el hogar y en la escuela es clave en este sentido. A través de actividades que fomenten la expresión de sentimientos, los niños aprenden a identificar lo que sienten y por qué lo sienten.
Esto no solo ayuda a los pequeños a comprender sus emociones, sino que también les permite comunicar sus necesidades y experiencias de manera más efectiva. Los padres y educadores pueden facilitar este aprendizaje al modelar comportamientos emocionales adecuados.
Mostrar cómo manejar la frustración o la decepción, por ejemplo, brinda a los niños ejemplos concretos de control emocional. También es útil enseñarles a usar técnicas como la respiración profunda, la pausa antes de reaccionar y el diálogo interno positivo.
Estas herramientas son básicas y pueden comenzar a implementarse desde la niñez, aunque su comprensión y aplicación efectiva se desarrollen con el tiempo. A medida que los niños crecen, la adolescencia se presenta como una etapa crítica en el desarrollo del control emocional.
Durante esta fase, las emociones tienden a intensificarse debido a cambios hormonales, presiones sociales y el deseo de independencia. Es en este contexto donde la educación emocional se vuelve aún más necesaria.
Los adolescentes deben aprender a gestionar emociones como la ansiedad, el enojo y la tristeza de manera constructiva. El control emocional durante la adolescencia puede ser complicado, ya que muchos jóvenes carecen de las herramientas necesarias para regular sus reacciones de forma efectiva.
¿Cómo entender el control emocional?
Sin embargo, es durante la adolescencia que los individuos pueden comenzar a comprender de manera más profunda lo que significa el control emocional. En esta etapa, la capacidad de autorreflexión se desarrolla significativamente, lo que permite a los jóvenes evaluar sus emociones y reacciones.
Al aprender a identificar los desencadenantes emocionales y las respuestas asociadas, los adolescentes pueden practicar la regulación emocional. Esto puede incluir estrategias como el autocuidado, la búsqueda de apoyo social, la práctica de mindfulness y la autoexpresión a través del arte o el deporte.
La educación emocional formal, que se puede implementar en las escuelas, también tiene un impacto significativo en la capacidad de los adolescentes para gestionar sus emociones. Programas que enseñan habilidades de manejo emocional, resolución de conflictos y comunicación efectiva pueden equipar a los jóvenes con las herramientas necesarias para enfrentar las complejidades emocionales de la vida diaria.
Además, estos programas fomentan un ambiente en el que los estudiantes se sienten seguros para compartir sus experiencias y emociones, lo que contribuye a una mejor comprensión y regulación de las mismas.
Es importante señalar que el control emocional no se logra de la noche a la mañana. Es un proceso continuo que requiere práctica y perseverancia. La habilidad para gestionar emociones puede ser comparable a aprender a tocar un instrumento o practicar un deporte: con el tiempo y el esfuerzo, se pueden desarrollar habilidades cada vez más sofisticadas.
La experiencia
Por lo tanto, el proceso de aprendizaje del control emocional debe ser visto como un viaje, donde cada experiencia, ya sea positiva o negativa, contribuye al crecimiento y la madurez emocional. A medida que los individuos llegan a la adultez, la capacidad para controlar las reacciones emocionales tiende a mejorar, pero esto no significa que sea automática.
Muchos adultos todavía luchan con el manejo de sus emociones debido a experiencias pasadas, patrones aprendidos en la infancia y la adolescencia, y las presiones de la vida cotidiana. Es posible que algunos adultos necesiten seguir trabajando en sus habilidades emocionales a lo largo de su vida, buscando ayuda profesional, terapia o grupos de apoyo para abordar estas dificultades.
El control emocional implica, además, reconocer que no todas las emociones deben ser suprimidas o ignoradas. A veces, es saludable permitir que las emociones fluyan y ser consciente de ellas. El equilibrio es fundamental. Aprender a aceptar y comprender las emociones, en lugar de reprimirlas, puede llevar a una mejor regulación emocional.
La clave es ser capaz de canalizar estas emociones de manera constructiva, lo que puede incluir la comunicación de sentimientos, la búsqueda de soluciones a los problemas o la práctica de técnicas de relajación.
Las técnicas de control emocional, como la meditación y el mindfulness, pueden ser extremadamente útiles para las personas de todas las edades. Estas prácticas fomentan la atención plena, lo que permite a los individuos observar sus pensamientos y emociones sin juzgarlos, lo que puede facilitar una respuesta más consciente y menos reactiva ante situaciones estresantes. La incorporación de estas técnicas en la rutina diaria puede contribuir significativamente a mejorar la capacidad de controlar las reacciones emocionales.
En conclusión
El control sobre las reacciones emocionales es una habilidad que puede desarrollarse a lo largo de la vida, comenzando desde la infancia y continuando hasta la adultez. Si bien los niños pueden comenzar a aprender sobre sus emociones desde una edad temprana, la comprensión y aplicación efectiva del control emocional se vuelven más evidentes durante la adolescencia y se refinan en la adultez.
La educación emocional, la práctica de habilidades de regulación emocional y el uso de técnicas como el mindfulness son herramientas valiosas para mejorar la capacidad de gestionar emociones. Con el tiempo, las personas pueden aprender a responder de manera más consciente y constructiva ante sus emociones, lo que contribuye a su bienestar general y a relaciones interpersonales más saludables.