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Mente en blanco. Para algunos les parecerá raro decir que tienen la mente en blanco, para otros posiblemente no sepan lo que es. En cambio para los escritores, artistas y todo lo que tenga que ver con la creación de obras, sea las que sea, tener la mente en blanco es algo que no quieren ni escuchar. El creador, escritor o artista se vale exclusivamente de su mente en complicidad de sus manos.
Ya que el arte está en las manos de quien las crea, aunque para algunos sea algo ridículo para muchos es arte y para que llegue al sitial su mente es la que interviene y en gran medida. Hace un tiempo leí en Facebook un comentario de una amable señora, que tener la mente en blanco es cuando su parte creativa sale a la luz y hace que la persona crea una obra.
Esto es para los que escriben, ya sea novelas, libros, artículos o cualquier cosa que tenga que ver con las letras, ¿Le ha pasado que cuando va a escribir algo nuevo, no puede poner ni una letra? Pues eso se conoce como el síndrome de la hoja en blanco y cuando sucede, es mejor dejar pasar y tómese unas vacaciones aunque sea por ese día.
Mente en blanco
Es bien difícil salir de ahí, al menos si lo quiere hacer en ese mismo momento (pura experiencia) cuando uno intenta irse en contra de la corriente se pone más bruto, al menos eso me ha sucedido y mientras más fuerza se haga, más se cierra la mente porque la mente necesita que entre algo ya sea una imagen, pensamiento o recuerdo de algo para que pueda empezar desde ahí la creación.
Cuando llegué a mí artículo #52 o 53 no estoy seguro pero fue como que llegué al límite y no me salía nada aun, sabiendo que tengo conocimiento de algunas cosas pero mi mente se cerró y no dejaba pasar nada para terminar en mente en blanco, eso me duró tres días y gracias a un amigo que me dijo una palabra clave es que continué hasta hoy que ya estoy en 1300 artículos.
Siempre he dicho que la mente es muy prodigiosa y si le da la oportunidad de que se defienda, usted creará obras increíbles, lo mismo pasa con los escritores, pueden crear grandes obras con sólo un tema y la prueba está en que en este artículo ¿Cuántos temas ha visto? Pues hay muchos y si quiere puede derivar de ahí para otros temas. No hay que darle tiempo ni espacio a la mente en blanco.
¿No poder hacer algo se trata de ignorancia o miedo a que pasará?
Es común que, en el momento en que deseamos realizar una acción o tomar una decisión importante, la mente se convierta en nuestro propio obstáculo. Esa incertidumbre, bloqueo o parálisis que sentimos puede venir de distintas fuentes, y una pregunta central es si esa incapacidad de actuar es resultado de ignorancia o de miedo.
En realidad, ambas posibilidades son válidas, pero cada una actúa de manera diferente y tiene sus propias implicaciones. Cuando hablamos de ignorancia, nos referimos a la falta de conocimiento o comprensión sobre algo.
Muchas veces, el no saber qué hacer en una situación particular se debe a que no poseemos suficiente información o experiencia en ese ámbito. Por ejemplo, alguien que se enfrenta a una tarea completamente nueva o a un campo desconocido puede sentirse inseguro y dudar de sus habilidades.
Esta falta de conocimiento puede llevar a la parálisis, ya que la persona no cuenta con una base sólida para saber por dónde comenzar o cómo proceder. El miedo, por otro lado, es una reacción emocional que, en el contexto de la toma de decisiones, suele estar ligada a la anticipación de consecuencias negativas.
En estos casos, la persona puede saber qué quiere hacer, tener un objetivo claro y entender los pasos necesarios para alcanzarlo, pero el miedo a lo que podría suceder si actúa la inmoviliza. Este miedo puede tomar muchas formas: temor al fracaso, al juicio de los demás, al rechazo o incluso al éxito, ya que los cambios que este implica pueden ser difíciles de asumir.
No obstante, ignorancia y miedo a menudo se entrelazan de forma compleja. En ocasiones, no saber qué hacer genera miedo porque esa incertidumbre hace que la mente imagine resultados negativos.
La ignorancia es una barrera
Por ejemplo, si alguien desea emprender un negocio, pero desconoce aspectos clave como el mercado, la competencia o la gestión, puede experimentar una gran dosis de miedo ante la posibilidad de perder dinero o hacer el ridículo.
Al mismo tiempo, el miedo puede llevar a evitar situaciones nuevas y, con ello, perpetuar la ignorancia. En este caso, la persona no investiga ni intenta aprender sobre el tema porque teme enfrentar la realidad, creando un círculo vicioso de desconocimiento y temor.
Sin embargo, no todas las situaciones en las que uno se paraliza al actuar se deben a ignorancia o miedo. Existe un tercer factor: el perfeccionismo. Cuando alguien tiene una idea de cómo deberían ser las cosas y teme no poder alcanzarla, se frustra o queda atrapado en la indecisión.
Este tipo de bloqueo no necesariamente es el resultado de desconocer el tema o de temer a las consecuencias, sino de la presión por cumplir con estándares autoimpuestos. Este perfeccionismo puede ser paralizante y provocar una especie de autocensura, donde la persona se limita a sí misma al pensar que nunca será capaz de cumplir con sus expectativas.
En lugar de arriesgarse a no lograr la perfección, opta por no hacer nada. Por otro lado, la mente también suele experimentar lo que algunos llaman “parálisis por análisis”, donde el exceso de opciones y consideraciones termina dificultando la toma de decisiones.
En estos casos, la persona sabe qué pasos podría tomar, pero se siente abrumada por la cantidad de alternativas y las posibles consecuencias de cada una. Esta sobrecarga de información no se relaciona necesariamente con el miedo al fracaso, sino con la dificultad de elegir una opción entre tantas, lo que puede interpretarse como una variante de la ignorancia.
Cuando no se sabe que hacer
No es que la persona no conozca su objetivo, sino que el exceso de opciones la deja sin saber cuál es la mejor forma de alcanzarlo. Es importante también mencionar cómo influye el autoconcepto. Las personas tienden a definir sus capacidades y potencialidades a partir de experiencias pasadas o de las opiniones ajenas, y a veces esto limita la percepción de lo que pueden hacer.
Si alguien se considera poco apto para realizar algo, es probable que al enfrentar un reto su mente lo “traicione” y lo haga dudar de su capacidad. Esta autolimitación puede estar basada en experiencias previas negativas que reforzaron una baja autoestima o en creencias internas que actúan como barreras.
Así, la persona termina saboteándose a sí misma, y aunque podría tener el conocimiento y las habilidades, su propia mente le impide dar el paso. La educación y el entorno social también juegan un papel fundamental en cómo percibimos la toma de decisiones y en cómo enfrentamos los desafíos.
Desde temprana edad, muchas personas son condicionadas a seguir ciertos patrones de conducta, a evitar el riesgo y a conformarse con opciones seguras. Este tipo de educación, aunque puede proteger de ciertos peligros, también contribuye a una mentalidad temerosa o insegura.
La falta de experiencia en asumir riesgos y de explorar alternativas hace que, en la adultez, muchos sientan miedo a tomar decisiones importantes o enfrentar situaciones inciertas. Sin embargo, es posible superar estos bloqueos mentales, y una forma de hacerlo es entender que tanto la ignorancia como el miedo son estados que pueden transformarse.
La ignorancia se disuelve mediante la adquisición de conocimientos, la práctica y la experiencia. En este sentido, enfrentarse a lo desconocido puede ser menos intimidante cuando uno está dispuesto a aprender y a aceptar que cometer errores es parte del proceso.
Las creencias limitantes
Por su parte, el miedo puede reducirse o eliminarse al desafiar las creencias limitantes y al aprender a ver el riesgo como una oportunidad para crecer y avanzar. Otra estrategia efectiva es la práctica de la autocompasión, que implica tratarse con amabilidad y no juzgarse con dureza por sentir miedo o por no saber cómo actuar.
A menudo, el miedo aumenta cuando nos criticamos a nosotros mismos por no ser “suficientemente buenos” o “capaces”, lo que refuerza la parálisis. La autocompasión permite reducir esta carga emocional, ayudándonos a ver que el error es una parte normal del aprendizaje y que no siempre tenemos que saber qué hacer desde el principio.
El enfoque en el presente, a través de técnicas como el mindfulness, también ayuda a aliviar el bloqueo mental. El miedo y la incertidumbre se intensifican cuando la mente se concentra en lo que podría suceder en el futuro, ya sea porque teme al fracaso o porque se anticipa a las posibles consecuencias negativas.
Sin embargo, al centrarse en el momento presente, la persona puede tomar decisiones con mayor claridad y sin preocuparse tanto por lo que aún no ha ocurrido. Esto libera a la mente de la presión y permite actuar con menos tensión.
Finalmente, un enfoque práctico para vencer estos bloqueos es empezar con pequeñas acciones. La parálisis ante una gran tarea o decisión suele disminuir cuando se divide en pasos manejables. Cada pequeño logro genera un sentido de avance y permite que la persona gane confianza, lo cual reduce tanto el temor como la percepción de ignorancia. Al tomar un paso a la vez, la mente se enfoca en el proceso en lugar de en el resultado final, y esto permite que actúe con mayor seguridad y claridad.
En conclusión
La incapacidad de actuar puede ser el resultado tanto de la ignorancia como del miedo, y a menudo ambas causas se entrelazan de maneras complejas. La mente puede “traicionarnos” cuando nos sentimos poco preparados o cuando anticipamos consecuencias negativas, y esto puede crear una barrera que limita nuestro potencial.
Sin embargo, al reconocer las fuentes de estos bloqueos y emplear estrategias como la adquisición de conocimiento, el autoconocimiento y la autocompasión, es posible superar los miedos y la incertidumbre.
Al final, cada persona tiene la capacidad de aprender y de enfrentar sus temores, de modo que no saber qué hacer no tiene por qué convertirse en un obstáculo insuperable, sino en una oportunidad para crecer.