Mi amor eres muy linda

Mi amor eres muy linda. Que más se puede hacer si en algunas ocasiones ha ocurrido que hombres han tenido que decir «Mi amor eres muy linda» con esto no digo que esté mal, lo que pasa es que muchas mujeres sienten algo como baja estima, el que sepan que no son bonitas exteriormente pero se consuelan con que su hombre le diga lo contrario.

Hay que anotar que es por la belleza la belleza por el cual se alcanza una parte de éxito en la vida de una mujer, por lo tanto muchas se esmeran por conseguir dicha imagen, aunque para ello tengan que hacer ciertos esfuerzos que en mayor parte se trata de dinero, pero lamentablemente son pocas las mujeres que se preocupan en la parte que no se ve.

No voy actuar de manera disimulada diciendo lo que la mayoría quisiera que escriba, porque este artículo es para sacar una conclusión, que espero que sea para sacar luz en vez de oscuridad en lo que se refiere a lo que deberíamos ver en vez de lo que vemos. Hay casos en que los hombres y me incluyo buscamos mujeres muy bonitas.Mi amor eres muy linda

Mi amor eres muy linda

Aunque sea para conversar pero cómo los vientos muchas veces nos son adversos, nos llegan de todo. El punto en esto es, ¿Qué tan importante es para un hombre la belleza física de una mujer, como para decirle mi amor eres muy linda? Recuerden que la belleza o lindura no sólo se expresa en lo físico.

Lo digo porque también hay lo intelectual, espiritual y no me refiero a ser una candidata a subir a los cielos, simplemente ser buena de corazón y para coronar, aunque no muy necesario pero si lo tiene OK, esto es que tenga chispa o sea, que sea juguetona pero no cansina ni melosa y ¡Jamás quieta o tranquila como si las pilas se han agotado y funciona con la reserva!

Si hay alguna mujer por ahí que piense que es pedir demasiado, ¿Acaso ustedes también quieren que uno sea, alto como de 1.80, muy guapo, de ser posible ojos de color distinto al común, atento, gracioso pero no payaso, HOGAREÑO, que jamás mire y peor piense en otra mujer, que tenga mucho dinero o en último de los casos que tenga un trabajo que le paguen lo suficiente?

Ahora, ¿Creen que no es mucho pedir? Y eso que falta. Entonces lo que un hombre busca en una mujer prácticamente no es nada, al menos si se considera que está escogiendo al hombre de su vida. Muchas mujeres piensan que con su figura y cara están aseguradas pero no es así, porque en el momento en que demuestren lo que son en verdad…

La primera imagen no es la realidad

Ahí recién estarán sabiendo si se quedan o se van claro que ese es otro tema, pero igual. La única forma en que una mujer pueda escuchar «Mi amor eres muy linda» será cuando recién se conozcan pero, cuando formalicen su relación y si sigue así habrá ganado unos cuantos metros hacía el corazón del hombre que confío en su primera imagen.

Es un hecho de que cuando empiece a sacar sus garras usted mi noble señorita, señora, novia, o cualquier lugar que ocupe, perderá metros muy valiosos y cuando se pierden es muy difícil recuperarlos, deben entender que están en un mundo machista y ya son pocos los que quedamos en este planeta que pensamos diferente.

Por tal siempre la mujer tiene las de perder a menos que tenga estudios, consciencia de saber quién es, un buen  trabajo que gane bien o la suerte de loto que se ha ganado a menos que sea heredera, como para que se pare duro y decida que usted es la que pone las reglas y no su guapo compañero.

En resumen, pienso que es mejor ante todo ganarse el derecho aunque no sea linda, bonita, guapa o lo que sea pero sí que cumpla con lo escrito anteriormente, cómo para que le digan «Mi amor eres muy linda».

¿Qué hace que una mujer solo se vea su forma física?

La belleza de una mujer es una cualidad que trasciende su apariencia física. Es su carácter, su forma de ser, su conocimiento y su forma de enfrentar el mundo lo que realmente define su atractivo y la profundidad de su personalidad.

Sin embargo, vivimos en una sociedad que, muchas veces, da mayor peso a la apariencia física, reduciendo a la mujer a un conjunto de características estéticas y dejando en segundo plano su valor integral como persona.

Esta tendencia de valorar a la mujer solo por su físico tiene raíces profundas en la cultura, los medios de comunicación y las expectativas sociales, y puede influir en cómo algunas mujeres perciben y desarrollan su propia identidad.

Uno de los factores que contribuyen a este enfoque en la apariencia física es el constante bombardeo de imágenes en medios y redes sociales que idealizan ciertos estándares de belleza. Desde temprana edad, muchas mujeres crecen viendo modelos, actrices e influencers que representan un ideal de belleza específico y poco realista.

A través de esta exposición, se internaliza la idea de que para ser valoradas o aceptadas, deben cumplir con estos estándares externos. El énfasis en lo físico se convierte, entonces, en una presión que impulsa a muchas mujeres a centrarse en su apariencia, a veces a costa de ignorar otros aspectos de su ser, como sus habilidades, conocimientos y personalidad.

A lo largo de la historia, las mujeres han enfrentado el desafío de demostrar su valor más allá de su apariencia física. A pesar de sus capacidades, inteligencia y habilidades, muchas han sido evaluadas principalmente por cómo lucen.

El físico o la personalidad

Esto ha reforzado la creencia de que el físico es más importante que la personalidad o el conocimiento. Por esta razón, algunas mujeres pueden llegar a pensar que su apariencia es su único o mayor activo, especialmente en contextos donde los logros y habilidades femeninas han sido subvalorados o desestimados.

Aunque las mujeres han ganado espacios y derechos, las expectativas sociales y culturales aún mantienen un peso significativo en cómo muchas de ellas construyen su autoestima. Además, la percepción de valor basada en el físico también puede ser una forma de protección emocional en un mundo que, en ocasiones, juzga a las mujeres por su apariencia antes de conocer su ser.

Si una mujer se siente valorada principalmente por su apariencia, es probable que desarrolle una mayor preocupación por mantenerla, y este aspecto puede convertirse en una prioridad. Esta atención a la apariencia física no significa necesariamente que la mujer no valore otras cualidades o no entienda la importancia de su conocimiento, pero en algunos casos, la presión social puede ser tan fuerte que relega otros aspectos de su personalidad a un segundo plano.

La situación se agrava en un contexto donde el físico es altamente recompensado. En ciertos entornos, la apariencia puede abrir puertas que el conocimiento o las habilidades no logran abrir con la misma facilidad.

Esto no quiere decir que la apariencia sea más valiosa, sino que la sociedad asigna un valor particular a ciertos atributos físicos, lo que puede influir en la percepción de valor de la propia mujer. Al ver que su apariencia le proporciona oportunidades, atención o incluso respeto, algunas mujeres pueden desarrollar una dependencia hacia este aspecto de su vida, convencidas de que es su cualidad más importante o la única que otros reconocen.

La real belleza de la mujer

No obstante, la belleza real de una mujer va mucho más allá de su físico. Su intelecto, creatividad, bondad y sentido de propósito tienen un impacto más duradero que cualquier atributo superficial.

Cuando una mujer es consciente de su valor interior, del conocimiento que posee y de sus habilidades, su presencia y su esencia se vuelven mucho más atractivas y magnéticas. Esto se debe a que la verdadera belleza reside en la autenticidad y en el sentido de identidad.

Una mujer que se valora a sí misma por lo que sabe y lo que es proyecta una confianza y serenidad que son irresistibles. El conocimiento y la experiencia aportan a una mujer una sabiduría que va más allá de cualquier atractivo físico.

Saber quién es, conocer su propósito y ser capaz de enfrentar desafíos con una mentalidad fuerte y clara hacen que una mujer sea verdaderamente memorable. Esta sabiduría y profundidad la acompañarán durante toda su vida, mientras que la apariencia física cambia con el tiempo.

Cuando una mujer se centra en su crecimiento personal y en adquirir nuevos conocimientos, está construyendo una belleza que no se desvanece, una belleza que le permite aportar a su entorno y ser valorada por quienes la rodean.

El problema surge cuando las mujeres mismas se ven atrapadas en esta visión reduccionista de la belleza. A veces, puede ser difícil ver más allá del físico cuando la sociedad recompensa esta cualidad de manera tan visible y constante.

La mujer y el despertar a la realidad

Sin embargo, cuando una mujer reconoce que lo que realmente pesa es lo que sabe y lo que es, comienza a liberarse de las expectativas externas y a valorarse por lo que realmente importa. Este autoconocimiento y esta autovaloración son fundamentales para que una mujer se desarrolle plenamente y encuentre su lugar en el mundo sin depender de la aprobación superficial de los demás.

Por otro lado, es importante que las personas en general aprendan a valorar a las mujeres de manera integral, sin limitar su percepción a la apariencia física. Al cambiar nuestra forma de ver y valorar a las mujeres, estamos promoviendo un cambio en la sociedad que permite a cada mujer florecer en todas sus facetas y contribuciones.

Esto es un proceso de transformación cultural que involucra tanto a hombres como a mujeres, y que exige un cambio en la manera de pensar y de interactuar con el mundo. La belleza de una mujer está en su capacidad de ser auténtica, de vivir con propósito y de aportar algo único al mundo.

Una mujer que se enfoca en su desarrollo personal y en su conocimiento encuentra un tipo de satisfacción y plenitud que va más allá de cualquier estándar de belleza física. Al final, la verdadera belleza de una mujer reside en cómo se enfrenta al mundo, en su fortaleza interior y en su habilidad para vivir de manera consciente y significativa. La apariencia física es solo una pequeña parte de lo que la hace especial; su esencia y sus conocimientos son lo que realmente define su valor.

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