Miedo al fracaso en Neurolingüística cómo salir de eso

Miedo al fracaso en Neurolingüística. Hace un momento estuve navegando por la red, entonces encontré algunos blogs que hablan del miedo al fracaso.  Me ha impresionado como la mayoría no tenía la idea cómo funciona el proceso de tener miedo al fracaso.

Encontré desde que sin el miedo al fracaso no se podría realizar como empresario, por la sencilla razón que por estar pendiente del fracaso, se obliga a dar más de sí. También que los miedos al fracaso son fuente invalorable de protección y fuerza.

Para no hacerlo muy complejo, pongo este último. El miedo al fracaso garantiza una larga vida y sobre todo una excelente salud mental y emocional. Ahora, desde la Programación Neuro-lingüística el punto de vista es muy diferente.Miedo al fracaso en Neurolingüística

Con esto no digo que los otros autores estén equivocados, pues aunque parezca mentira, ellos también tienen razón, porque también tienen su punto de vista. Por lo tanto expongo a continuación el mío. El estar pendiente del miedo al fracaso no implica que voy a dar más de mí, lo que va a ocasionar es que por el temor no podré tomar decisiones, que pueden ser muy importantes en los momentos dado.

Miedo al fracaso

Quién garantiza que la persona que está en presión emocional, va a tomar medidas precisas, cuando su mente le dice lo contrario y justo, por el miedo a fracasar. Cuando una persona está sometida a constante temor, ¿Cómo puede adquirir protección? ¿De dónde? Y fuerza ¿De qué?

Ahora si se refiere a la experiencia, es muy posible pero, si tiene miedo, la experiencia va a ser a medias con esfuerzo y dolor, a menos que tenga mucho conocimiento. El miedo al fracaso es el resultado de una experiencia mal vivida.

Por lo general está asociada a una emoción que se originó por algo que vio, oyó,  sintió  (hablo de emoción) o tocó, y eso que hay también el sentido del olfato. Todo eso le originó un trauma, que se aloja en el lado más profundo de nuestra mente.

Es una especie de archivo que se guarda con varios nombres y que al mismo tiempo, va incluido con un sistema de alarma llamado «Ancla». Cada vez que la persona vea, oiga, sienta o toque algo que tenga que ver con el trauma o sea, la experiencia que le tocó vivir, se activa el «Ancla» que hace que salga a relucir las emociones que sintió la ves pasada.

De esta forma, la persona asocia lo que le pasó, con lo que le podría pasar y empieza el miedo o temor (es un miedo en menor grado)  Por lo tanto, como nos puede garantizar una larga vida, si cada vez que nos asustamos nuestro corazón trabaja más.

De esta forma bombeando más sangre al torrente sanguíneo y sin necesitarlo, porque estamos en un estado cesante y eso es muy malo. Pregunten a cualquier médico sea este alopático o Homeópata o mejor a un cardiólogo, verá o escuchará lo que le digo.

¿Qué se entiende por fracaso?

El fracaso es una de esas palabras cargadas de emociones que inevitablemente despierta un sentimiento de incomodidad en la mayoría de las personas. Se entiende comúnmente como la ausencia de éxito, como no alcanzar un objetivo propuesto o como el resultado inesperado de un esfuerzo.

Sin embargo, esta definición es solo una perspectiva limitada. Muchas veces, el mal llamado fracaso no es más que una oportunidad disfrazada, un aprendizaje necesario que nos acerca a una mejor versión de nosotros mismos. A pesar de esto, las emociones que acompañan al fracaso suelen ser intensas y difíciles de manejar, lo que hace que este concepto se perciba como algo negativo en lugar de una experiencia de crecimiento.

El fracaso, en su esencia, no es más que el resultado de una acción que no cumplió con las expectativas. Esto puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida, ya sea en el trabajo, en las relaciones, en los proyectos personales o en cualquier meta que nos hayamos propuesto.

Lo interesante es que la idea de fracaso está estrechamente ligada a las expectativas y estándares que uno mismo o la sociedad establece. Si se cambia esa perspectiva, lo que consideramos fracaso puede transformarse en una experiencia enriquecedora.

Pero el problema radica en que, culturalmente, el fracaso se ha asociado a la vergüenza, la incompetencia o la incapacidad, lo que lo convierte en un estado emocional difícil de enfrentar. Cuando alguien experimenta lo que percibe como un fracaso, las emociones suelen ser abrumadoras.

La frustración, la tristeza, la culpa e incluso la ira pueden surgir con fuerza. Estas emociones no son señales de que se ha cometido un error irreparable, sino indicadores de que hay una inversión emocional significativa en el resultado deseado.

El apego emocional y el fracaso

Este apego emocional hace que el fracaso se sienta como una pérdida, lo que lleva a cuestionarse el propio valor, las decisiones tomadas y las capacidades individuales. Sin embargo, al reflexionar con más profundidad, se puede encontrar que estos sentimientos también contienen pistas valiosas sobre lo que realmente importa para la persona.

El mal llamado fracaso no es más que una lección disfrazada. Cuando se adopta esta perspectiva, el impacto emocional se puede transformar en una herramienta poderosa para el aprendizaje y el crecimiento. Cada vez que algo no sale como se esperaba, hay una oportunidad para examinar qué salió mal, qué se pudo haber hecho de manera diferente y qué aspectos se pueden mejorar en el futuro.

Muchas veces, el fracaso ofrece información que no habría estado disponible si todo hubiera salido según lo planeado. Es en esos momentos de dificultad donde se desarrolla la resiliencia, la creatividad y la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias.

Sin embargo, es importante reconocer que el fracaso no siempre se siente como una oportunidad de aprendizaje de manera inmediata. El dolor emocional que lo acompaña puede hacer que sea difícil ver más allá de la situación actual.

Este dolor es completamente natural y humano, pero también puede ser un obstáculo para avanzar si no se gestiona adecuadamente. Muchas personas se quedan atrapadas en una narrativa interna negativa, donde el fracaso se convierte en una confirmación de sus peores temores sobre sí mismas.

En estos casos, es crucial trabajar en cambiar esa narrativa para poder aprovechar las lecciones que el fracaso tiene para ofrecer. Una de las razones por las que el fracaso afecta tanto emocionalmente es porque a menudo se vincula con el valor personal.

La identidad y el sentido de valía

En una sociedad que valora el éxito y la perfección, fallar puede sentirse como una amenaza a la identidad y al sentido de valía. Las personas tienden a medir su propio valor basándose en sus logros, y cuando no alcanzan lo que se propusieron, pueden sentir que no son lo suficientemente buenas.

Esta conexión entre el éxito externo y el valor interno es una de las mayores causas de sufrimiento emocional relacionado con el fracaso. Otro aspecto importante es que el fracaso puede activar miedos profundamente arraigados, como el miedo al rechazo, a la pérdida o a la insuficiencia.

Estos miedos, aunque a menudo irracionales, tienen un poder significativo sobre cómo interpretamos y reaccionamos ante nuestras experiencias. Por ejemplo, alguien que teme ser rechazado puede ver el fracaso como una señal de que no será aceptado por los demás, incluso si esta percepción no tiene una base real.

Estos miedos pueden amplificar las emociones negativas asociadas con el fracaso y dificultar la capacidad de aprender de la experiencia. Es esencial comprender que el fracaso, aunque incómodo, es una parte inevitable y necesaria de la vida. Sin el fracaso, no hay progreso.

Cada avance significativo en la historia de la humanidad ha estado marcado por intentos fallidos antes de llegar al éxito. Thomas Edison, al ser cuestionado sobre sus múltiples intentos fallidos antes de inventar la bombilla, respondió que no había fracasado, sino que había encontrado miles de maneras que no funcionaban.

Esta perspectiva resalta la importancia de ver el fracaso no como un fin, sino como un paso en el camino hacia algo más grande. Para enfrentar el fracaso de manera constructiva, es importante cambiar la mentalidad con la que se aborda.

El fracaso y el valor personal

En lugar de verlo como un reflejo de la propia identidad, es más útil considerarlo como una experiencia temporal que no define quién eres. Esta separación entre el fracaso y el valor personal permite manejar las emociones de manera más efectiva y centrarse en lo que se puede aprender de la situación.

También es útil practicar la auto-compasión, recordando que todos enfrentan fracasos en algún momento y que esto no te hace menos digno o capaz. Además, es importante normalizar el fracaso como una parte natural del proceso de aprendizaje.

Desde pequeños, muchas personas crecen en entornos donde cometer errores es castigado o ridiculizado, lo que crea un temor al fracaso que persiste en la adultez. Cambiar esta narrativa requiere un esfuerzo consciente para ver los errores como oportunidades para mejorar y crecer en lugar de como algo de lo que avergonzarse.

Esto implica redefinir lo que significa tener éxito, priorizando el aprendizaje, el esfuerzo y el crecimiento personal sobre los resultados inmediatos. El fracaso también puede ser una oportunidad para reevaluar prioridades y objetivos.

A veces, lo que consideramos un fracaso es simplemente una señal de que necesitamos ajustar nuestro enfoque o cambiar de dirección. Por ejemplo, si un negocio no tiene éxito, puede ser una oportunidad para explorar nuevas ideas, aprender más sobre el mercado o descubrir una pasión que no se había considerado antes.

En este sentido, el fracaso actúa como un catalizador para el cambio y la innovación. En última instancia, lo que determina cómo afecta el fracaso es la perspectiva con la que se aborda. Si se ve como un final, puede ser paralizante y doloroso. Pero si se ve como una lección y una oportunidad para crecer, puede ser transformador.

En resumen

Esto no significa que el fracaso deba ser deseado o buscado, sino que, cuando ocurra, debe ser enfrentado con valentía, curiosidad y una disposición para aprender. El fracaso no define a una persona; lo que realmente importa es cómo responde a él.

Cada experiencia de fracaso es una oportunidad para desarrollar habilidades, ganar sabiduría y fortalecerse emocionalmente. Aunque el camino puede ser difícil y lleno de desafíos, es precisamente en esos momentos de dificultad donde se encuentran las mayores oportunidades para el crecimiento personal.

Aceptar el fracaso como una parte inevitable de la vida y aprovecharlo como una herramienta de aprendizaje puede transformar no solo la manera en que enfrentamos los desafíos, sino también la forma en que vivimos nuestras vidas.

1 comentario en «Miedo al fracaso en Neurolingüística cómo salir de eso»

  1. Hola,
    Me queda claro lo del miedo al fracaso.
    Eso de que cuando uno se encuentra en un estado cesante, y por un estímulo externo que le provoca a uno una emoción muy fuerte y por lo tanto el corazón comienza a bombear sangre al torrente sanguíneo, SIN NECESITARLO, y por lo tanto es muy MALO, eso tiene mucho sentido y lógica y se puede comprobar a nivel práctico ( a diferencia que cuando por ejemplo uno hace ejercicio, o tiene sexo, o cualquier actividad corporal que sí lo requiera y el cuerpo necesita que el corazón bombee más fuerte) no sale escrito, no se enseña ni se dice en ninguna parte.
    Lo que incluso da más sentido, que cuando se produce el ANCLA, producto de un mal recuerdo en el pasado (trauma), eso en general se activa cuando no estamos ni haciendo ejercicio o alguna actividad que lo necesite, por lo tanto cada trauma sacará a la persona de su estado normal porque sacará su corazón de su estado natural de bombeo, y por lo tanto, por lo tanto bombeando más cuando no lo necesita.
    Eso lo he detactado también cuando las personas ( en mi caso porque me ha sucedido) en las mañanas saltan de la cama al levantarse bruscamente, o por un susto por un ruido o por el reloj despertador, o por si existe alarma en la casa y esta se activa.
    Bueno, hay muchas cosas más, como la raz´+on por la cual se ha detectado de que los infartos ocurren más en las mañanas, pero solo soy un aprendiz en esto como para seguir hablando, la respuesta al parecer es: Miedo que produce Estres.
    Gracias por haberlo compartido.

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