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No cuente sus ideas de progreso al vecino. Pues sí, exactamente como lo está leyendo, «No cuente sus ideas de progreso al vecino» por una sencilla razón, cuando usted piensa, medita o tiene una idea de progreso generalmente ha puesto su mente a trabajar en proyectos tanto físicos como imaginarios y por tal el resultado de eso es que en su mente tiene un mapa de lo que supuestamente va hacer.
Aunque no está plasmado en realidad pero lo tiene como algo que es de prioridad y como es muy importante para él, se siente feliz de su idea. Hasta ahí no hay ningún problema, entonces piensa que su idea es muy buena y quiere que los que están muy cerca de usted lo sepan, aunque inconscientemente lo que quiere es que los demás aprueben su idea como algo que es de mucho valor.
En realidad no le veo nada de malo en que quiera la opinión de otras personas, es más pienso que es muy enriquecedor el tener ideas o pensamientos de varios tipos o formas, aunque no para que cambie de opinión, sino para que usted pueda hacer sus propias conclusiones respecto a la suya, puede ser que algo le cambie a su proyecto o idea.
Lo que le veo malo es que usted por querer opiniones de otras personas aunque sea algo inconsciente, le cuente al vecino que en realidad usted no sabe si su corazón de color lo tiene. Lamentablemente en nuestro medio rige mucho la envidia y hablo en medio sudamericano, por lo tanto no puede saber si la opinión que le van a dar está basado en su egoísmo o simplemente no sabe que decir pero lo dice.
No cuente sus ideas
Admito que en mayor grado no existe la maldad pero la hay, por otro lado también existe la ignorancia por lo tanto, aunque tengan las ganas de ayudar siempre le van a dar algo de lo que ellos saben y eso es, sólo lo malo que le ha pasado tanto al uno como al otro es decir, le pondrán peros a todo aunque digan «Sólo le digo no más»
La diferencia entre los que están cerca y los que no es que los que están lejos, ellos no saben nada de su vida ni si le va mal o bien por lo tanto, el dictamen que ellos les dé será siempre sin egoísmo o sea su punto. De lo único que tiene que cuidarse es a quien le conversa, es preferible que sea a una persona que tenga experiencia sobre el medio al que usted quiere llegar.
Conozco a personas que saben hasta dónde guardo mis ahorros y eso sin que me pregunten, entonces justamente a esas personas es que tiene que evitar, claro que sumados a los sufridores, metidos y chismosos porque de esos hay por pilo en un barrio. Es muy diferente cuando usted llega a un barrio a trabajar y sin pecar de mal educado, lleva una vida comercial sin meterse con nadie o sea, corta de raíz el que se quieran meter en su vida.
Con el único que puede contar es con su pareja o lo que sea, al menos usted sabe más que nadie que si puede contar con él o ella, aunque también hay ciertas restricciones pero si usted ve que no puede contar con su pareja, es simple, no le cuente los detalles pero si le debe decir que tiene un proyecto, que si hay amor no habrá problemas. Con todo lo dicho queda claro que no cuente sus ideas de progreso al vecino.
¿Por qué tenemos la mala costumbre de contar lo que hacemos bien?
La tendencia a compartir nuestros logros y lo que creemos que hacemos bien es una práctica humana común, y aunque a veces puede parecer una forma de autocelebración o de búsqueda de aprobación, en realidad tiene raíces psicológicas y sociales profundas.
Al comprender los motivos detrás de esta costumbre, podemos ver que se trata de una necesidad de validación, una forma de encontrar conexión con los demás, y, en ocasiones, un intento de reafirmar nuestras decisiones.
Al mismo tiempo, el deseo de que otros repliquen nuestro éxito refleja tanto nuestra necesidad de aceptación social como la esperanza de validar nuestras propias experiencias al ver que funcionan para otros.
Pero también, este impulso puede tener consecuencias negativas si no se maneja con cuidado, especialmente cuando se convierte en una forma de imponer nuestras opiniones o hacer que otros se sientan menos capaces.
Uno de los motivos principales de compartir nuestras victorias es la necesidad de validación. Cuando conseguimos algo que valoramos, como un logro profesional, un éxito en nuestras relaciones personales o un cambio positivo en nuestra vida, sentimos una satisfacción interna que a menudo queremos compartir con los demás.
Este impulso surge de nuestro deseo innato de sentirnos reconocidos y validados por otros. Compartir nuestros logros nos brinda la oportunidad de recibir comentarios positivos y aprobación, lo cual refuerza nuestra autoestima y nos hace sentir que lo que hacemos tiene valor.
La validación externa no es algo necesariamente negativo; es una parte natural de la vida en sociedad. Nos ayuda a sentirnos parte de un grupo y nos permite ver nuestro éxito desde otras perspectivas, lo que fortalece nuestra confianza y nos impulsa a seguir adelante.
Cuando revelamos nuestras experiencias
Otro aspecto importante es que compartir nuestras experiencias y logros puede ser una forma de conectar con los demás. Cuando revelamos nuestras experiencias positivas, creamos una oportunidad para que otros se relacionen con nosotros y compartan sus propios éxitos o luchas.
Este intercambio nos da una sensación de pertenencia y contribuye a construir relaciones interpersonales más profundas y significativas. Además, cuando alguien se interesa en nuestras experiencias, nos sentimos escuchados y comprendidos.
Este sentimiento de conexión y comprensión es esencial para el bienestar emocional y social, ya que fortalece nuestro sentido de comunidad. Sin embargo, es fundamental recordar que, aunque compartir nuestros logros puede acercarnos a otros, no debe convertirse en una forma de competir o demostrar superioridad.
El impulso de hacer que otros sigan nuestros pasos cuando nos va bien también está ligado a la validación, pero va más allá. Es común que, al experimentar éxito en un área específica, queramos que los demás tomen el mismo camino, con la idea de que también obtendrán buenos resultados.
Esto puede deberse a que deseamos sentir que nuestras decisiones fueron las correctas. Al ver que otros adoptan nuestras recomendaciones y obtienen resultados positivos, reforzamos la idea de que nuestras decisiones fueron acertadas y que nuestro camino es válido.
En cierta forma, esto disminuye nuestras dudas y nos permite reafirmar nuestras elecciones. No obstante, aquí es importante tener en cuenta que el éxito de cada persona depende de muchos factores, y lo que funciona para uno no necesariamente será efectivo para todos.
El deseo inconsciente de ayudar
Además, la intención de que otros sigan lo que creemos que es un camino correcto también puede surgir de un deseo de ayuda genuina. Cuando experimentamos algo positivo en nuestras vidas, como un método de bienestar, una nueva práctica o una forma de superar problemas, a menudo queremos compartirlo con los demás porque creemos que podría mejorar su calidad de vida.
Esta actitud altruista puede ser beneficiosa cuando se comparte de manera respetuosa y sin imponer, ya que puede ofrecer alternativas y soluciones a quienes estén interesados. Sin embargo, hay una línea muy fina entre ofrecer ayuda y sugerencias constructivas y el hecho de imponer nuestras opiniones o experiencias.
Cuando nos volvemos insistentes y hacemos que nuestras recomendaciones parezcan verdades absolutas, podemos provocar el efecto contrario y generar resistencia o malestar en quienes nos rodean.
Es importante reflexionar también sobre el impacto de la comparación social. Vivimos en una era donde constantemente estamos expuestos a las vidas y logros de los demás, especialmente a través de las redes sociales.
Esta exposición continua genera una necesidad, consciente o inconsciente, de mostrar nuestros propios logros y de no quedarnos atrás en el ámbito social. Este fenómeno, conocido como «comparación ascendente», ocurre cuando nos comparamos con personas que consideramos que están en una posición mejor que la nuestra.
Esta comparación puede motivarnos a mejorar, pero también puede hacernos sentir inseguros y ansiosos por demostrar que también estamos logrando cosas importantes. Es así como, al compartir nuestros éxitos, intentamos mantenernos a la par y mostrar que también estamos progresando.
Cuando se quiere compartir
Sin embargo, la comparación social tiene sus riesgos. Al querer compartir solo lo positivo, podemos crear una imagen sesgada de nosotros mismos, ocultando nuestras luchas y vulnerabilidades. Esta actitud puede generar frustración en quienes nos escuchan, quienes podrían sentir que sus propios logros no están a la altura de los nuestros o que su camino es más difícil.
La idealización de nuestro éxito y la insistencia en que otros lo repliquen puede llevar a que las personas se sientan menos valiosas o competentes, especialmente si no obtienen los mismos resultados.
De esta manera, compartir nuestros logros puede tener efectos negativos en nuestra relación con los demás si no consideramos el contexto y las circunstancias individuales de cada persona. La madurez emocional es clave para manejar este impulso de compartir y querer que los demás repliquen nuestro éxito.
Es fundamental reconocer que cada persona tiene su propio camino, sus propios retos y sus propias capacidades. No todos tienen que seguir la misma fórmula para alcanzar la felicidad o el éxito, y lo que funciona para uno puede no ser efectivo para otro.
Practicar la humildad y la empatía nos permite compartir nuestros logros de manera más equilibrada, sin imponer ni hacer que otros sientan que deben cumplir con nuestras expectativas. Por otro lado, si bien es natural sentirnos orgullosos de nuestras victorias, es importante recordar que nuestras experiencias no son absolutas ni universales.
Adoptar una postura de respeto hacia las elecciones y ritmos de los demás puede hacer que nuestras recomendaciones se reciban de una manera más positiva y auténtica. Al enfocarnos en compartir nuestras experiencias como una opción y no como una regla, damos espacio para que cada persona elija lo que mejor le funcione, sin la presión de cumplir con nuestras expectativas.
En resumen
La necesidad de compartir nuestros logros y de ver que otros sigan nuestros pasos tiene sus raíces en nuestro deseo de validación, de conexión y de reafirmación de nuestras decisiones. Aunque puede ser positivo y beneficioso, es esencial hacerlo de manera respetuosa y consciente.
Al compartir nuestras experiencias desde la empatía y el respeto por el camino de los demás, podemos evitar la trampa de la comparación y promover una relación más auténtica y comprensiva con quienes nos rodean. Cada persona tiene un camino único, y aprender a valorarlo nos permite crecer tanto en lo personal como en lo colectivo.
OK, gracias.
Al parecer lo mejor es mantener firme el plan de la idea en mente y ejecutarlo hasta el final, sin dañar a nadie por supuesto, aunque no faltarán los que se sentirán pasados a llevar…
Si la idea es buena beneficiará a Ud. mismo, a su familia y quien sabe puede dar un mayor aporte a la humanidad.
Obvio que en el camino pueden surgir los EGOs envidiosos que lo tratarán de intimidar y es mas de derrocar, pero ya es tarde para ellos, sólo lo podrán imitar y por lo tanto la idea ya no es de ellos y es una copia falsa del original.
En muchas oportunidades ya me ha pasado que he contado mis ideas y planes a otros, así que ya saben, ya tengo la EXPERIENCIA ( o sea, he cometido el error). me intimidaron, me derrocaron y hasta salí mal herido ( no físicamente por suerte) , y no faltó el que se apoderó de mi idea como suya.
Espero que todas estas cosas me hayan servido como una buena lección.
Así que lo mejor es confiar en uno mismo y quizá en alguien de confianza … y dar gracias por el progreso …
a ¡ Dios ?.
Esa justamente fue la razón de mi escrito, que por tener una excelente idea lo contaba a los que supuestamente son amigos, cuando no lo son, en especial si se trata de progreso. En estos momentos no converso nada y si lo hago lo pongo que algo simple, como que es algo que no vale gran cosa, pero ya tiendo a no decir nada. La pregunta que te hago es ¿Por qué tienes que agradecer a Dios? Es tu idea, trabajo y éxito y lo haces porque sabes que alguien sale beneficiado, tu familia, entonces, ¿Dónde entra ese Dios? Mejor piensa en otra cosa.
Gracias por la visita
Máster en P.N.L.