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No dejes que la gente juegue con tus sentimientos. Ante cualquier cosa no dejes que la gente juegue con tus sentimientos porque nadie tiene el derecho de hacerlo. Es muy importante saber en qué momento alguien quiere o intenta jugar con los sentimientos de alguien, o en este caso si fuera yo. Por lo general cuando sucede eso es porque uno demuestra vulnerabilidad.
Algunas personas se equivocan y quieren hacer con todos lo que hacen con unos pocos. El
caso es que cuando alguien actúa con tranquilidad, habla poco, en cierto modo es delicado pero en el trato con las personas, incluso no se mete con nadie, en sí todo lo más tranquilo que se pueda, es presa fácil de los cobardes.
Las personas que son emocionalmente estables, no atacan a nadie y mucho peor a una persona que saben que no es amenaza para nadie. Ahora, las personas que si atacan a otras sea en la forma que sea, siempre es porque saben que no pueden defenderse o por lo menos piensan que no lo pueden hacer.
No dejes que la gente juegue
Nunca he conocido a una persona que se considere valiente, fuerte, honorable e inteligente que sea abusivo con los demás y peor que sean débiles, el que lo hace es seguro que tiene un problema en su mente y uno bien grande, es casi seguro que fue maltratado aunque no haya sido físicamente pero si mentalmente.
Aunque él no se dé cuenta y es posible que hasta sea agresivo con aquel que se lo mencione, porque está tan asustado que no quiere que nadie se lo recuerde. El problema viene cuando él relaciona su pasado tormentoso con su presente en el cual ve a su compañero, amigo o vecino que le recuerda su sufrimiento y no hace más que hacer lo mismo que le hicieron con ellos.
Pero la actitud que llega a tener siempre es de presión claro que en los casos más benignos, hay casos en los que llegan al extremo de atormentar a los más indefensos. Si alguien del grupo de sufridos llega a descubrir una debilidad del agresor mental o físico, es seguro que ha descubierto un arma secreta que si aprende a utilizar es muy efectiva.
Ningún agresor soporta que lo hagan quedar mal y peor que le digan algo de verdad, eso es porque son cobardes y no saben enfrentar una burla en forma de broma como ellos lo hacen, porque saben que es doloroso. He conocido otros casos en los que las personas dejan el estudio, trabajo, incluso lugares en donde viven.
Sólo por este tipo de gente que en el fondo ellos también sufren. Como dije, nadie tiene el derecho de molestar, hostigar, avasallar, golpear y todo lo que sea ataque mental, por el hecho de que hay personas que no les gusta hacerlo.
¿Qué hay detrás de un abusador?
En el caso de las víctimas porque eso es que son, piensen bien y simplemente actúen porque ellos son muy cobardes cuando alguien se les para enfrente, por lo tanto no dejes que la gente juegue con tus sentimientos.
Detrás de una persona abusadora suele haber una combinación compleja de factores que incluyen experiencias traumáticas, inseguridades profundas, patrones aprendidos y una distorsionada percepción de poder.
Entender estos elementos no significa justificar ni aceptar su comportamiento, sino reconocer las capas de la personalidad y la historia que, en muchos casos, han contribuido a la formación de actitudes abusivas.
Al comprender qué lleva a una persona a actuar de esta manera, podemos aprender a protegernos emocionalmente, establecer límites y evitar caer en la trampa de la manipulación. Sin embargo, es importante señalar que tratar de entender a una persona abusiva puede ser un proceso delicado y, en ocasiones, riesgoso.
Las personas abusivas a menudo presentan una imagen de fuerza, control y confianza, pero, en el fondo, suelen ser personas llenas de inseguridades. La necesidad de ejercer poder sobre los demás puede ser un reflejo de su propio miedo a sentirse vulnerables o a ser heridos.
En muchos casos, han experimentado situaciones de abuso en sus propias vidas, lo que crea una cadena en la que la víctima se convierte en abusador, como un mecanismo de defensa y de autovalidación.
Los patrones de abuso
Al desarrollar patrones de abuso, estas personas intentan ocultar sus propias inseguridades, proyectando una imagen que los protege de tener que enfrentar sus debilidades. Un factor importante en la mentalidad abusiva es el deseo de control.
Las personas abusivas sienten una profunda necesidad de dominar su entorno y a las personas a su alrededor. Esta necesidad de control puede derivarse de una infancia en la que no tuvieron estabilidad o en la que fueron sometidas a abusos, creando una dependencia hacia el poder como única vía para sentirse seguras.
En su mente, creen que solo controlando a los demás pueden garantizar su bienestar. Esta mentalidad los convierte en personas manipuladoras, que distorsionan la realidad para hacer que los otros se sientan inferiores o dependientes.
El abuso también está relacionado con una falta de empatía. Las personas abusivas suelen tener dificultades para ponerse en el lugar de los demás y comprender los efectos de sus acciones. Esta desconexión emocional les permite actuar de manera cruel o egoísta sin sentir remordimiento o culpa.
Esta carencia de empatía puede estar arraigada en una infancia en la que no se les enseñó a conectar emocionalmente con otros, o puede ser un mecanismo defensivo para evitar la incomodidad que sienten al verse expuestas a sus propias emociones.
La falta de empatía les permite justificar su comportamiento, ya que en su percepción, los sentimientos de los demás no son tan importantes como los suyos.
A pesar de todo esto, entender el trasfondo de una persona abusiva no significa tolerar o aceptar su comportamiento. Muchas veces, quienes intentan comprender a un abusador caen en el error de justificar sus actos y, de forma inconsciente, permiten que el abuso continúe.
No dejes que el abusador te siga
La empatía hacia el abusador puede ser una trampa, ya que algunas personas se sienten atraídas por la idea de «salvar» o «cambiar» al abusador, creyendo que con suficiente amor o apoyo, podrán transformar su comportamiento.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la persona abusiva no está dispuesta a cambiar, porque no reconoce su comportamiento como un problema. La estructura de poder y control que ha establecido le proporciona una sensación de seguridad que no desea perder.
Es común que las personas que se sienten emocionalmente atraídas por los abusadores tengan una baja autoestima o una necesidad de aprobación. En lugar de ver el abuso como una señal de que algo anda mal, pueden interpretar el comportamiento abusivo como una prueba de amor o una señal de que, si se esfuerzan lo suficiente, lograrán recibir el afecto y la validación que buscan.
Esto crea una relación de codependencia, en la que la víctima se siente atrapada en un ciclo de abuso y reconciliación. Cada vez que el abusador muestra una pequeña muestra de afecto o arrepentimiento, la víctima se aferra a la esperanza de que esa será la última vez que sufre, reforzando la dinámica de poder del abusador.
Otro aspecto relevante es la manipulación emocional que emplean los abusadores para mantener a sus víctimas cerca. A menudo, utilizan tácticas como la culpabilización, el gaslighting y la victimización para hacer que la persona abusada dude de su propia percepción de la realidad.
La manipulación emocional crea una sensación de dependencia en la que la víctima empieza a creer que necesita al abusador para obtener la aprobación que, se le ha negado. Esto hace que la víctima se sienta responsable del bienestar emocional del abusador, sacrificando su propio bienestar y tolerando actitudes que, en otras circunstancias, no permitiría.
¿Se puede salir del abuso emocional?
Entonces, ¿Es posible comprender a una persona abusiva sin caer en el abuso emocional? La clave está en establecer límites claros y reconocer que entender el origen del abuso no es una razón para aceptarlo.
Es posible ser consciente de las inseguridades y problemas emocionales de un abusador sin permitir que estos afecten nuestra percepción de nosotros mismos. Los límites emocionales son esenciales para protegernos de ser arrastrados al juego psicológico que los abusadores suelen imponer.
Estos límites pueden incluir el distanciamiento emocional, la evitación de discusiones sobre temas que el abusador usa para manipular o la decisión de cortar la relación si el abuso persiste. Además, es fundamental trabajar en la autoestima y el autoconocimiento.
Las personas con una autoestima sólida y un sentido claro de su valor personal son menos propensas a caer en relaciones abusivas, ya que reconocen los signos de manipulación y abuso antes de que se conviertan en un problema serio.
A medida que una persona trabaja en su autoconfianza, aprende a identificar sus propias necesidades y a valorar su bienestar emocional, lo que la hace menos susceptible a aceptar relaciones en las que se vea desvalorizada o controlada.
La educación emocional también juega un papel importante en este proceso. Conocer las dinámicas del abuso y entender cómo funciona la manipulación emocional nos permite reconocer estos patrones cuando se presentan.
El sistema que usa el abusivo
Informarnos sobre los mecanismos que utilizan las personas abusivas para mantener su poder nos ayuda a no caer en sus tácticas y a identificar rápidamente las señales de alerta. Al desarrollar una comprensión clara de estos mecanismos, ganamos las herramientas para protegernos emocionalmente y actuar de manera efectiva frente a personas con comportamientos abusivos.
En última instancia, comprender a una persona abusiva puede ser útil para identificar las señales de alerta y protegernos de ser arrastrados a una relación de abuso, pero no implica aceptar ni justificar su comportamiento.
Es posible reconocer los factores que han llevado a alguien a desarrollar una personalidad abusiva sin permitir que eso influya en nuestra percepción de lo que es aceptable. Cada persona es responsable de sus propias acciones, y, aunque las experiencias pasadas y las inseguridades puedan explicar en parte su comportamiento, no excusan el abuso.
La empatía debe ser manejada con precaución cuando se trata de personas abusivas, porque la línea entre la compasión y la justificación puede volverse borrosa. Es válido sentir compasión por alguien que ha tenido una vida difícil o ha experimentado traumas, pero eso no debe convertirse en una razón para permitir el abuso.
En lugar de centrarnos en cambiar al abusador, es más productivo y saludable enfocarnos en nuestro propio bienestar, en la creación de límites emocionales y en el fortalecimiento de nuestra autoestima. Al final, protegernos y mantenernos emocionalmente seguros es una responsabilidad que no debemos comprometer por el deseo de entender a alguien más.