Indice de contenido
No sé lo que me gusta hacer. El desconocimiento producto de la ignorancia origina que alguien diga, «No sé lo que me gusta hacer» que no es otra cosa que no sabe en dónde está parado. Cuando una persona ha llevado una vida fácil, lo que se entiende que todo ha tenido en la mano sin necesidad de esfuerzo.
Esto es que nunca tuvo que hacer algún mérito para obtenerlo, al colmo que ha bastado que solo lo mencione. Por lo general esto tiene sus inicios en la infancia, y los principales causantes son los padres que no atinan qué hacer, para complacer a su pequeño querubín.
Desde luego que no lo hacen con el fin de crear un inútil, el fin es hacer sentir bienestar a su hijo solo que no se dan cuenta, que están creando algo, que no sabrá que hacer para que pueda conseguir lo que quiera tener. Con el tiempo y cuando ya están adolescentes, se dan cuenta que algo está mal.
Esto es porque creció con la idea que todo es de él, pero con los años y más si hay hermanos esta acción se para, al menos de los padres sí. Ahora que este joven quiere algo levanta escándalo cuando no se lo dan. Imaginen cuando ya sea un adulto.
Así es que empieza el problema, porque en edad que ya sabe que debe empezar una vida, no sabe que le gustaría hacer porque ese trabajo lo hacían por él, sus padres. En buena hora que te has dado cuenta que algo no cuadra en tu vida, es así que empiezas a buscar información.
No sé lo que hago
En lo que se refiere a que le guste hacer algo, si. Esta es la razón principal que no sepa lo que le gusta hacer, no sabe hacer mayor cosa. Ahora que busca qué hacer no encuentra porque nada encaja en su mente como algo que sepa, pero, ¿Cómo saber que no se sabe?
Muchos creen que saben mucho pero si les preguntan algo, responderán incluso se inventarán cualquier cosa pero responden, a estas personas es las que se le llaman «Todólogos» que saben mucho pero al mismo tiempo no saben nada, el hecho es que saben a medias.
Nada en concreto solo un poco de aquí y otro de allá y por la desesperación, que su imagen quede bien parada ante los demás, le da para abrir la boca. Hay que diferenciar entre los que si saben y que están falta de reconocimientos y los que abren la boca porque creen que saben.
Para aquellos que no saben si saben, deben hacerse la pregunta, ¿Qué sé hacer pero bien hecho? Debe empezar a escribir con honestidad, no se cuenta lo que ha escuchado ni lo que cree, debe haber investigado, comprobado y un buen tiempo para que diga que sabe algo.
Esto lo puede hacer incluso si quiere aprender algo, ya que su inconsciente entra en juego por el hecho que se activará, una parte sensible sobre lo que le gusta o quisiera aprender. Busque un lugar en donde no haya ninguna clase de interrupciones.
Aquí puede sentarse, coger un papel y lápiz y ponerse a pensar sobre lo que le gusta hacer, después de unos minutos que ha pensado, haga una lista enumerando como ejemplo: 1) barrer 2) cocinar 3) estudiar 4) medicina y así puede ir creando una lista y no pare.
Haga su lista a consciencia
Debe seguir hasta que el nombre, profesión o lo que le gusta hacer le haga sentir algo en su interior, es algo que lo pone una especie como de alegría, inquietud pero de saber no de temor. Te digo que una vez me pasé así como algunos días y no encontraba lo que era para mí.
Hasta que un día, sin querer puse «Ayuda» y sentí que algo me corría por el cuerpo pero era muy leve, en señal que era eso. Para que tengan una idea, ya tenía esto pero en un tiempo decidí que ya no más porque no sabía que era lo que me gustaba hacer.
Así fue que me di cuenta que debía regresar y lo hice y me encontré con gente maravillosa, que entiende lo que hago y me siento tranquilo, antes no era así hasta que entendí. Esto lo puedes hacer varias veces porque no sabes si tal vez la jardinería sea lo tuyo.
He conocido gente con profesiones costosas y de pronto están en el campo sembrando, si les preguntan por qué lo hacen te dirán, «La profesión que estudié no me gusta y no lo sabía hasta que me puse a trabajar» pero el campo los llama y van a gusto.
Si algún día dices, «No sé lo que me gusta hacer» Es porque todavía no te has dado cuenta, que fuiste muy consentido y no hiciste las cosas por tu voluntad. He conocido hombres ancianos que no aprendieron hacer nada, solo lo que hacían para vivir y nada más, ¿Por qué?
No sé lo que me tiene sin saber que hago
He leído sobre lo que sucede cuando una persona se siente perdida o no sabe qué hacer, una situación que a menudo se describe como «no saber dónde está parado». Este estado puede ocurrir en varios contextos, como emocional, laboral o en la vida personal, y a menudo genera confusión, ansiedad o frustración.
A veces, las personas no tienen claridad sobre lo que sienten, lo que puede llevar a una sensación de pérdida o falta de dirección. No saben cómo manejar sus emociones o qué decisiones tomar para avanzar.
Esto puede ocurrir cuando una persona no tiene un objetivo claro o no comprende bien cuál es su rol en la situación actual. Pueden sentir que están dando vueltas en círculos, sin un sentido claro de dirección.
Ante demasiadas opciones o información, algunas personas experimentan lo que se conoce como «parálisis por análisis», donde la sobrecarga de posibilidades les impide tomar decisiones concretas.
A menudo, este estado de confusión se debe a la falta de confianza en las propias habilidades o en el propio juicio. La persona se siente insegura acerca de sus capacidades para tomar decisiones acertadas.
En muchos casos, este tipo de confusión es el preludio a una etapa de crecimiento personal. Cuando alguien siente que no sabe dónde está parado, a veces es porque está en un momento de cambio y reajuste en su vida.
¿Qué es la desorientación emocional?
La desorientación emocional se refiere a un estado en el que la persona siente confusión sobre sus emociones, no sabe exactamente qué está experimentando o cómo manejarlo. A menudo, esto puede generar una sensación de estar perdido, como si no se tuviera control sobre las propias reacciones o estados de ánimo.
A veces, las personas no están en contacto con lo que realmente sienten, lo que puede hacer difícil entender por qué actúan o se sienten de cierta manera. Pueden sentir tristeza, frustración o enojo, pero no logran identificar la raíz de esas emociones.
Es común que una persona experimente emociones contradictorias. Por ejemplo, alguien puede sentirse feliz por un logro, pero al mismo tiempo ansioso por las nuevas responsabilidades que conlleva. Esta mezcla de emociones puede generar confusión y una sensación de desorientación.
Cuando se reprimen emociones (como la tristeza, el miedo o la ira), éstas no desaparecen, sino que se quedan en el inconsciente y pueden emerger de formas inesperadas, generando una sensación de confusión sobre lo que está ocurriendo emocionalmente.
Los cambios importantes en la vida, como la pérdida de un ser querido, un cambio de trabajo o una ruptura, pueden provocar una desorientación emocional. Las emociones relacionadas con estos eventos pueden ser intensas, difíciles de manejar o incluso contradictorias, lo que deja a la persona sin una comprensión clara de lo que siente.
La ansiedad y el estrés pueden distorsionar la percepción emocional. Una persona que está abrumada por el estrés puede tener dificultades para reconocer sus emociones o procesarlas de manera efectiva, sintiéndose perdida o desorientada.
¿Cómo enfrentar la desorientación emocional?
El primer paso es aceptar que se está experimentando una desorientación emocional. Negarlo solo prolonga el malestar. Intenta dar nombre a las emociones, aunque sea difícil, ayuda a recuperar el control. Preguntarse: «¿Qué estoy sintiendo ahora mismo?» puede ser útil.
Expresar lo que se siente a través de la conversación con alguien de confianza o escribir sobre ello puede aclarar la confusión. La meditación, la respiración profunda o actividades relajantes pueden ayudar a reducir el ruido emocional y encontrar claridad.
No sé lo que es parálisis por indecisión
La parálisis por indecisión es cuando una persona se siente incapaz de tomar una decisión, debido a la abrumadora cantidad de opciones disponibles o al temor de cometer un error. Este estado de parálisis mental es muy común cuando se enfrentan situaciones importantes o complejas, que puede generar ansiedad, estrés y la incapacidad de avanzar.
El miedo al fracaso o a las consecuencias de una mala decisión puede generar una gran ansiedad. La persona se obsesiona tanto con evitar errores que se queda estancada, incapaz de decidir por temor a equivocarse.
Cuando hay demasiadas opciones, puede ser abrumador elegir entre ellas. Esto puede ocurrir en situaciones grandes, como elegir una carrera, o en decisiones más pequeñas, como elegir un producto. La mente se satura y no sabe cómo priorizar o qué camino tomar.
Las personas con tendencias perfeccionistas tienden a experimentar más parálisis por indecisión, ya que buscan la opción «perfecta» en cada situación. Esto puede llevar a que tarden mucho tiempo en decidir o, incluso, a que nunca tomen una decisión por miedo a que esta no sea perfecta.
La baja autoestima o la falta de confianza en las propias capacidades para tomar decisiones correctas también puede llevar a esta parálisis. Las personas dudan de su criterio o se preocupan demasiado por lo que piensan los demás, lo que complica el proceso de decisión.
El análisis excesivo es otra causa común. Las personas que le dan vueltas a las decisiones tienden a analizar cada detalle hasta el punto de sentirse incapaces de actuar. A veces, el análisis constante de pros y contras crea un ciclo interminable de duda y confusión.
Las consecuencias importantes
Cuando una decisión tiene un impacto significativo en la vida (como cambiar de carrera, mudarse, o entrar en una relación), el peso emocional de esa elección puede generar esta parálisis.
Ahora, ¿Cómo superar la parálisis por indecisión? Darse un tiempo límite para tomar una decisión ayuda a evitar la parálisis. Esto obliga a avanzar, incluso si no se siente completamente seguro.
Simplificar la cantidad de opciones puede facilitar el proceso. A veces, reducir las alternativas permite concentrarse mejor en lo que realmente importa. Entender que ninguna decisión es perfecta y que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje puede aliviar la presión.
Practicar la toma de decisiones con pequeños pasos ayuda a desarrollar confianza. A medida que se ganan pequeñas victorias, es más fácil enfrentar decisiones más grandes. A veces, hablar con una persona de confianza puede ofrecer una perspectiva externa útil para aclarar los pensamientos. En lugar de buscar la decisión perfecta, es útil adoptar la idea de que cada decisión es una oportunidad para aprender y crecer, lo que reduce la presión.
Hola,
Me ha gustado el artículo por el contenido y sorprendido por una sincronicidad que se produjo.
Hace días, estaba viendo el tema de la envidia, y que hace nexo con el escrito:
«… el hecho es que saben a medias. Nada en concreto solo un poco de aquí y otro de allá y por la desesperación, que su imagen quede bien parada ante los demás, le da para abrir la boca. Hay que diferenciar entre los que si saben y que están falta de reconocimientos y los que abren la boca porque creen que saben.»
Ahora bien, qué sincronicidad. !!! porque antes no había leído este artículo, pero … cómo mi mente lo hizo ? esa es una incógnita, y te digo que me pasó el otro día también con otro artículo de un experto relacionado con «estados de ánimo», en el cual un autor hablaba de ese tema … y 2 días después digité una palabras en google y llegué justo a un artículo que me ha servido de mucho.
Ahora bien, si uno sabe lo que le gusta hacer … y lo hace … ese es un mundo.
El otro punto es saber comercializar … si sabes hacer… pero no lo sabes vender … cual es la salida ?
Gracias.