No te preocupes del futuro que el día es hoy

No te preocupes del futuro, es todo lo contrario de lo que me decían mis padres cuando era muy joven y que digamos con mis abuelos, todos chapados a la antigua aunque claro que es un decir, porque en algo ellos estaban en lo cierto. Lo que me decían a mí en esos tiempos era «Preocúpate en tu futuro» o «Usa la cabeza, ¿Qué vas hacer en el futuro?»

Hay que admitir que en los tiempos de mis abuelos los cuales fueron los que formaron a mis padres, la vida era totalmente diferente a lo que es ahora, todo se veía de acuerdo al trabajo que se hacía y si era más forzado más lucrativo era, bueno eso era porque no había la tecnología que hay ahora.

Las fallas del futuro

De esos tiempos es que viene la frase «Hay que esforzarse para tener algo en la vida» de lo cual estoy totalmente en desacuerdo, ahora cuando las personas entendían que si no lo hacían cómo les decían su futuro iba a ser incierto, por eso es que siempre estaban pensando en cómo iba a ser su vida si no trabajaban con esfuerzo.No te preocupes del futuro

Al menos cuando fui empresario y empecé desde muy joven, porque fue con mi madre que inicié mis labores de aprendiz, siempre fui testigo del trabajo forzado en los cuales también fui parte de ello, continuando después con el mismo sistema cuando me hice cargo de la pequeña empresa que tenía mi madre.

Tenía 19 años cuando inicié por mi cuenta y cómo ejemplo de trabajo forzado, mi labor era de tres turnos porque tenía en mente que si no lo hacía, ¿Qué futuro iban a tener mis hijos? El tiempo ha pasado y he aprendido que las cosas no tienen que funcionar así. Primeramente ¿En qué radica el esfuerzo?

Pienso que muy pocos se habrán hecho esa pregunta, pues el esfuerzo viene de algo que se hace fuerza y cuando se hace fuerza es porque está pesado, hasta ahí pienso que está claro. Entonces si lo que hago es pesado ¿Por qué tengo que hacerlo? Claro ya sé, es porque es su trabajo pero si lo que hace es forzado para usted, es claro síntoma que lo que hace no es de su agrado.

Cuando te gusta lo haces fácil

Cuando alguien hace un trabajo que le gusta, lo hace fácil, tranquilo y de ser posible feliz y nunca lo hace forzado. Desde el primer momento en que dejó de ser su trabajo forzado ya su preocupación por el futuro deja de ser importante, aunque en esto hay que aclarar que el futuro se presenta sólo cuando hay inseguridad.

Por otro lado el futuro no existe porque es incierto y lo único cierto es lo que yo haga hoy, es más ni siquiera tengo que preocuparme por el presente en el que vivo si lo que hago me gusta. Lo que tiene que hacer toda persona que se aprecia, es buscar lo que más le gusta y no sólo de vista, tiene que sentirlo y cuando sienta que en verdad es lo que quiere hacer.

Mientras yo esté en mi presente y no del amigo o vecino, porque lleva el caso que hay personas que tienden hacer lo que a otros le funciona, por lo tanto mientras esté en lo mío no me preocupa nada, porque mi presente excelente siempre será el de mañana, pasado y así sucesivamente pero nunca el futuro. Así que busca lo que te gusta y trabaja en él y no te preocupes del futuro.

Que hace que una persona tenga miedo?

El miedo es una emoción humana universal, que puede surgir ante diversas situaciones y contextos. Sin embargo, muchas personas experimentan un miedo paralizante ante la posibilidad de eventos futuros, incluso cuando no hay una amenaza inmediata.

Este tipo de miedo, alimentado por la incertidumbre, puede interferir en la vida diaria, limitando las oportunidades y la felicidad de quienes lo experimentan. Pero, ¿Qué es lo que realmente provoca miedo en una persona? ¿Y cómo se relaciona con la capacidad de vivir en el presente?

El miedo a lo que podría pasar, también conocido como ansiedad anticipatoria, a menudo se origina en la mente. La mente humana tiene una tendencia innata a proyectar escenarios futuros, y a menudo, estas proyecciones no son del todo positivas.

La imaginación se convierte en un campo de batalla donde se visualizan posibilidades negativas y catastróficas. Esto puede incluir el miedo a perder un trabajo, a que una relación fracase, a enfermedades, o incluso a desastres naturales.

Estas proyecciones mentales pueden volverse tan intensas que pueden parecer reales, desencadenando respuestas emocionales y físicas que se asemejan a las de una amenaza inminente. Un factor que alimenta este miedo es la falta de control.

Cuando las personas sienten que no tienen dominio sobre su entorno o sobre las circunstancias de sus vidas, es más probable que experimenten ansiedad y miedo. La incertidumbre puede resultar aterradora, ya que implica una falta de conocimiento sobre lo que vendrá.

Este miedo a lo desconocido puede ser paralizante, llevando a las personas a evitar situaciones que podrían ser potencialmente enriquecedoras o beneficiosas, pero que también conllevan riesgos. Mirar el presente implica la capacidad de enfocarse en el aquí y el ahora, en lugar de estar atrapado en proyecciones futuras o preocupaciones pasadas.

Cuando te centras en el presente

La práctica de la atención plena o mindfulness es una forma de cultivar esta habilidad. Cuando las personas se concentran en el presente, pueden liberar parte de la carga emocional que acompaña al miedo y la ansiedad.

Aprender a observar los pensamientos y las emociones sin juzgarlos puede ayudar a disminuir el impacto del miedo anticipatorio. En lugar de dejarse arrastrar por lo que podría suceder, se pueden explorar las sensaciones y pensamientos presentes, creando un espacio de calma y claridad.

La relación entre el miedo y la incertidumbre es intrínseca. La incertidumbre es, en esencia, una fuente de miedo. Cuanto más desconocido es un resultado, mayor es la ansiedad que puede generar.

Las decisiones que implican riesgos o que tienen consecuencias desconocidas pueden intensificar la sensación de vulnerabilidad. Esto es particularmente evidente en situaciones que requieren tomar decisiones importantes, como cambiar de trabajo, mudarse o iniciar una relación.

La falta de información clara sobre lo que puede suceder lleva a que muchas personas se queden paralizadas, incapaces de actuar por miedo a lo que podría ir mal. El miedo también está profundamente ligado a las experiencias pasadas.

Las personas que han vivido traumas o situaciones adversas pueden desarrollar un miedo desproporcionado a que algo similar ocurra de nuevo. Este tipo de miedo es una reacción natural, ya que la mente busca protegerse de posibles peligros.

Sin embargo, es importante reconocer que el pasado no siempre es un indicativo preciso de lo que podría suceder en el futuro. Aprender a desafiar estas creencias y patrones puede ser fundamental para romper el ciclo del miedo anticipatorio.

El alto grado de incertidumbre

Además, el contexto social y cultural en el que se vive puede influir en cómo se experimenta el miedo. En sociedades donde hay un alto grado de incertidumbre, como aquellas afectadas por crisis económicas, inestabilidad política o conflictos, el miedo a lo desconocido puede estar más presente.

Las expectativas culturales sobre el éxito y el fracaso también pueden contribuir a esta sensación de miedo, haciendo que las personas se sientan presionadas a cumplir con estándares que podrían no ser realistas.

Este tipo de presión puede intensificar la ansiedad y el miedo, ya que las personas temen no estar a la altura de las expectativas. Es importante reconocer que el miedo no es inherentemente negativo.

Puede ser una respuesta adaptativa que ayuda a las personas a mantenerse a salvo de peligros reales. Sin embargo, cuando el miedo se convierte en un obstáculo que impide disfrutar de la vida y explorar nuevas oportunidades, es necesario buscar formas de gestionarlo.

Esto implica trabajar en la autorreflexión y el autoconocimiento para comprender mejor la fuente del miedo y las creencias subyacentes que lo alimentan. Las técnicas de afrontamiento, como la terapia cognitivo-conductual, pueden ser herramientas efectivas para abordar el miedo anticipatorio.

Estas técnicas se centran en identificar y desafiar pensamientos distorsionados que alimentan la ansiedad. Al cambiar la forma en que una persona percibe una situación, es posible reducir el impacto del miedo y fomentar una respuesta más equilibrada y racional. También se pueden incorporar prácticas de relajación, como la meditación, la respiración profunda y el ejercicio físico, que ayudan a calmar la mente y el cuerpo.

¿Qué es vivir en el presente?

Vivir en el presente no significa ignorar las responsabilidades o los objetivos futuros. Más bien, se trata de encontrar un equilibrio entre planificar y soñar, sin dejarse llevar por la ansiedad de lo que podría salir mal. Este enfoque permite a las personas disfrutar de las experiencias diarias, establecer conexiones significativas y responder a los desafíos con mayor claridad y calma.

La aceptación es otro componente clave en el manejo del miedo a lo que podría suceder. Aceptar que no se puede controlar todo y que la vida está llena de incertidumbres puede liberar una gran carga emocional.

Esta aceptación no implica resignarse a un futuro incierto, sino más bien abrazar la idea de que la vida está llena de sorpresas, y que cada experiencia, ya sea positiva o negativa, tiene algo que ofrecer.

El miedo a lo que podría pasar es una experiencia común y, a menudo, natural. Surge de la mente, alimentado por la falta de control, la incertidumbre y las experiencias pasadas. Mirar el presente puede ser una herramienta poderosa para manejar este tipo de miedo, permitiendo a las personas liberarse de las proyecciones negativas y centrarse en lo que realmente importa.

La incertidumbre está intrínsecamente ligada al miedo, pero también puede ser vista como una oportunidad para el crecimiento y la transformación. Al cultivar la aceptación, la atención plena y el autoconocimiento, es posible enfrentar el miedo y vivir una vida más plena y significativa, en lugar de ser prisioneros de lo que podría suceder.

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