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No tenga miedo de decir lo que piensa. Exactamente como está escrito, no tenga miedo de decir lo que piensa porque si no usted terminará contaminándose de los errores de los demás, Ahora, ¿Por qué debería hacerlo?
Pues es simple, si lo hace delante de personas que creen que usted es uno más como ellos o sea del montón, usted causará una sorpresa hasta posible burla pero eso no quita que usted tenga la razón.
Cuando ciertas personas que piensan que están en lo cierto generalmente son cerradas ya que se rigen por una supuesta norma, ahora todos sabemos que hay normas, que muchas de las veces fueron hechas por personas que en su tiempo fueron acertadas, pero el tiempo pasa y los casos también por lo tanto las acciones con mucha más razón.
En este caso si usted piensa como profesional y lo es, debe dar su punto de vista basado en cómo verían las personas de afuera, al menos si es el caso de una imagen pero, resulta que muchas personas que se hacen llamar profesionales y posiblemente, lo sean de título pero de capacidad cero, quieren hacer las cosas como les dijeron sin siquiera comprobar si lo que van hacer es lo más acertado.
No tenga miedo de decir
Si usted quiere causar una excelente impresión ante los demás, lo que va hacer es para que los que están afuera lo vean así pero jamás para verse usted mismo, en este caso si usted le gusta la comodidad y prefiere usar camisetas y pantalones cortos brinca charcos, pero así no se presentaría ante una reunión de negocios ¿O sí?
Entonces queda claro que si se trata de imagen es para los que van a ver no para que usted lo vea. El decir lo que uno piensa conlleva un riesgo y vale la pena hacerlo porque si usted depende de un jefe y él se considera un profesional, posiblemente no le guste su actitud pero lo tomará en cuenta cuando sea que tenga un proyecto muy importante.
Las razones por la que lo tomaría en cuenta serían porque sabe que usted frenará cualquier acción que no esté de acuerdo con lo establecido. Una persona que tiene si criterio formado es difícil que se venda, ¿Las razones por lo que no se vendería?
Bueno bajo mi experiencia digo que no porque si lo hace, estaría negando su palabra de persona al menos la palabra de un ser vale más que cualquier garantía. Si de pronto usted trabaja en algún lugar de importancia, ante que nada debe saber o preguntar hasta dónde llega su responsabilidad o campo de acción, que puede hacer o no ya que es muy importante para que después no tenga contratiempos con nadie, palpe bien su terreno y conozca a las personas porque sólo así, usted sabrá cuando puede decir lo que piensa.
Decir todo no es lo que le da la gana
Recuerde que decir lo que piensa no quiere decir que va a soltar lo que se le venga en gana, en esto tiene que ser muy prudente al menos si es algo personal ¡Cuidado! Porque puede herir algunos corazones ponzoñosos, entonces lo que va a ganar no será aprecio sino maldiciones de los resentidos.
El no tener miedo de decir la que se piensa es parte de ser como se es, lo que tiene de malo es que por cada palabra o frase acertada que usted diga, siempre aparecerá un resentido que por el hecho de que a él no se le haya ocurrido la idea o plan y peor no haberlo dicho.
Esa es una de las razones por la cual tiene que tener mucho cuidado cómo, cuándo y a quién se lo dice, por lo general es mejor saber cómo y cuándo que a quién puede ser cualquiera porque si pone palabras en justa medida no habrá problemas, así que no tenga miedo de decir lo que piensa.
¿Qué es lo que crea el miedo a decir lo que se piensa?
El miedo a expresar lo que uno piensa es un fenómeno que afecta a muchas personas en diferentes contextos y etapas de la vida. Ya sea en el ámbito familiar, laboral, social o incluso en las relaciones más íntimas, este temor puede limitar significativamente la capacidad de una persona para comunicarse de manera auténtica y libre.
Pero, ¿Qué es lo que realmente crea este miedo? ¿Es un temor al castigo, a las críticas, o es simplemente una falta de seguridad en uno mismo? Para entenderlo mejor, es importante explorar los factores psicológicos, sociales y culturales que contribuyen a esta forma de miedo.
En primer lugar, el miedo a decir lo que se piensa a menudo tiene sus raíces en la infancia. Los seres humanos aprenden desde muy temprana edad qué es aceptable decir y qué no, basándose en las reacciones de sus padres, maestros y otros adultos significativos.
Si un niño crece en un entorno donde sus opiniones son constantemente ignoradas, minimizadas o castigadas, es probable que desarrolle una inseguridad profunda al expresar sus pensamientos y sentimientos. Este patrón puede continuar en la vida adulta, manifestándose como un miedo a ser juzgado o rechazado por decir lo que realmente se piensa.
El miedo al castigo es uno de los factores más evidentes que inhibe la expresión de los pensamientos. En muchos contextos, las personas temen que al decir lo que piensan puedan enfrentar consecuencias negativas, como represalias en el trabajo, conflictos en las relaciones o incluso agresiones físicas. Este temor al castigo no siempre tiene que ser explícito; a veces es suficiente con la posibilidad de una reacción negativa para que una persona se autocensure.
No tenga miedo y la experiencia
Este miedo puede estar basado en experiencias pasadas donde la persona fue castigada por hablar con honestidad, lo que lleva a la creencia de que es más seguro guardar silencio o decir lo que los demás quieren oír.
Además del temor al castigo, el miedo a decir lo que se piensa también puede estar relacionado con la inseguridad personal. Muchas personas dudan de la validez de sus propias opiniones y temen que, al expresarlas, sean vistas como ignorantes, ingenuas o poco informadas.
Esta falta de confianza en uno mismo puede estar influenciada por factores como la baja autoestima, el perfeccionismo y la tendencia a compararse con los demás. Cuando una persona no se siente segura de sí misma, es más probable que tenga miedo de hablar y prefiera mantenerse en silencio para evitar la posibilidad de cometer un error o de ser criticada.
El miedo a la crítica y al juicio es otro factor importante que contribuye a este fenómeno. En una sociedad donde las personas son constantemente evaluadas y juzgadas por sus opiniones, es comprensible que muchos desarrollen un temor a expresar lo que realmente piensan.
Las redes sociales, en particular, han exacerbado esta tendencia al crear un entorno donde cada comentario y opinión pueden ser examinados, criticados y ridiculizados por una audiencia masiva. El temor a ser criticado o ridiculizado puede llevar a las personas a autocensurarse, evitando así el riesgo de exponerse a la desaprobación pública.
Otro aspecto que contribuye al miedo a hablar es la conformidad social. Los seres humanos son seres sociales que tienen un fuerte deseo de pertenecer y ser aceptados por sus pares. Expresar una opinión que difiere de la mayoría puede llevar a la exclusión social o a la desaprobación del grupo.
El silencio ante los demás
Por esta razón, muchas personas optan por mantenerse en silencio o por expresar opiniones que se alineen con las de su grupo social, aunque no las compartan realmente. Este fenómeno, conocido como «presión de grupo», es especialmente fuerte en contextos donde la cohesión del grupo es fundamental, como en el trabajo, en la familia o en los círculos de amigos.
La cultura también juega un papel significativo en la formación del miedo a expresar los propios pensamientos. En muchas culturas, especialmente en aquellas que valoran la jerarquía y el respeto a la autoridad, cuestionar o contradecir a los superiores se considera inapropiado o irrespetuoso.
Las personas que crecen en estas culturas pueden internalizar la idea de que expresar sus pensamientos puede ser visto como un desafío o una falta de respeto, lo que refuerza el miedo a hablar. Además, algunas culturas fomentan la modestia y el silencio como virtudes, lo que puede llevar a las personas a sentir que expresar sus opiniones es un acto de vanidad.
El miedo a decir lo que se piensa también puede ser una forma de protección psicológica. Algunas personas evitan expresar sus pensamientos porque temen que al hacerlo puedan exponer sus vulnerabilidades.
Hablar con honestidad puede requerir revelar aspectos personales que preferirían mantener en secreto, ya sea por temor a ser rechazados o por miedo a que sus debilidades sean utilizadas en su contra.
En este sentido, el silencio actúa como un mecanismo de defensa que protege a la persona de posibles heridas emocionales. La falta de claridad sobre lo que uno realmente piensa y siente también puede contribuir al miedo a hablar. Algunas personas no están seguras de sus propias opiniones y pueden temer que al expresarlas, se den cuenta de que no están bien fundamentadas o que cambian de parecer rápidamente.
Cuando no está seguro de lo que hace
Esta falta de claridad interna puede llevar a la parálisis comunicativa, donde la persona no se atreve a hablar porque no confía en su capacidad para defender su punto de vista si es cuestionado. El contexto social y el entorno en el que una persona se encuentra también pueden influir en su disposición para hablar con libertad.
En ambientes donde predomina la crítica, el sarcasmo o la competencia, es más probable que las personas sientan miedo a expresar sus pensamientos. En contraste, en un entorno donde se fomenta el respeto, la empatía y la apertura, las personas suelen sentirse más seguras y dispuestas a hablar.
Por lo tanto, crear espacios donde se valoren las opiniones diversas y se respeten las diferencias es crucial para reducir el miedo a hablar. Superar el miedo a decir lo que se piensa no es una tarea fácil, ya que implica enfrentar tanto factores internos como externos.
Sin embargo, es posible trabajar en ello mediante el desarrollo de la autoconfianza y la autocompasión. Practicar la asertividad, que es la habilidad de expresar los propios pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa, puede ser un primer paso para superar este miedo.
Además, rodearse de personas que fomenten un ambiente de apoyo y comprensión puede ayudar a reducir el temor a ser juzgado. También es útil recordar que no todas las opiniones necesitan ser perfectas o absolutamente correctas.
Permitirnos cometer errores y aprender de ellos puede liberar la presión que sentimos al hablar. Es importante aceptar que no todos estarán de acuerdo con nuestras opiniones y que esto es parte de la diversidad humana. Aprender a aceptar la crítica de manera constructiva, en lugar de verla como una amenaza, puede ayudarnos a ser más abiertos y honestos en nuestra comunicación.
En resumen
En última instancia, el miedo a decir lo que se piensa es una barrera que nos impide vivir una vida auténtica y plena. Superar este miedo no solo mejora nuestra capacidad de comunicación, sino que también fortalece nuestras relaciones y nuestra autoestima.
Al aprender a hablar con honestidad y valentía, no solo nos liberamos de la autocensura, sino que también inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando un entorno más abierto y comprensivo para todos.
Es un proceso que requiere tiempo, práctica y paciencia, pero al final, la recompensa es una vida en la que podemos ser nosotros mismos sin miedo a las represalias o al juicio de los demás. Esto no solo nos beneficia a nosotros, sino también a quienes nos rodean, ya que la comunicación auténtica es la base de las relaciones saludables y significativas.