Clarí capítulo 14 «La búsqueda da resultados»

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La búsqueda da resultados

―Nada tía.

―A ti te pasa algo, ¡Dímelo!

―No tía, no me pasa nada.

―Escucha  Clarí, yo estoy yendo para vieja y a mí no me engañas, a ti te preocupa algo, ya sé, tienes cuentas pendientes en Poste partido.

―No tía, ni siquiera sabía que existía ese pueblo, lo que pasa es que algo me dice que no vaya allá, es como que me anticipa de algo y eso es que me pone, no sé, algo como triste.

―Suena interesante lo que dices, pero puede ser que en alguna ocasión hayas venido aquí y tuviste alguna experiencia con algún hombre, y por eso es que te sientes así.

―Tía, tengo 14 años, (¡Qué, 14 años!) sí como lo escucharon, o sea 14 y medio mejor dicho, le pregunto tía sin tratar de ofenderte, ¿En qué momento de mi corta y puta vida, pude yo andar con alguien si hasta hace unos meses, soñaba con la felicidad, las flores y muchos colores? Y de paso tenía a mis padres que tanto me quisieron, y no sólo eso, con ellos, yo no sabía que la vida era así, no sabía que la mujer podía hacer el amor por dinero, no voy a negar si sabía lo que era eso (sexo) por mis amigas que todas son mayores que yo, ellas me conversaban lo que hacían con sus novios pero nunca me dijeron que se podía negociar, además, nunca tuve la necesidad de trabajar pero de pronto, la muerte llega a mi hogar y la maldita se lleva a los dos,  eso me ha obligado a dar un giro a mi inocencia y llegar hasta aquí, por si acaso juro que prefiero mil veces que haya sido así, porque si no, no hubiera conocido a tan nobles amigas, más parece que el hacedor de todo trazó un plano de mi destino y lo único que tengo que hacer es descifrarlos. En mi vida ha  aparecido un grupo de personas que las amo mucho como es, Amantita, Helena, Patricia, Nisoilá mi tía, Raquel y todas ustedes chicas que se han portado bien conmigo, inclusive el mismo Juan del Todo que sea de una u otra forma me ayudó en lo que más pudo, aunque ahora me quiere matar pero bueno creo que son gajes del oficio, no creo que se me haya pasado  alguien más, pero bueno tía, con lo que te he dicho, como piensas que he tenido el tiempo para conocer a alguien, y peor en un pueblo de nombre Palo roto.

―Amiga no es palo roto ―dijo Raquel.

―Entonces, ¿Cómo es? ―Preguntó Clarí.

―Poste partido ―dijeron algunas al mismo tiempo.

―Bueno, Poste partido, pero igual tía yo me siento rara y no sé por qué.

Clarí novela
Capítulo 14

―Pero Clarí, dime la verdad, ¿Tú puedes ver a sentir lo que va a pasar? ―Preguntó Nisoilá

―No creo pero siento algo, es como si mi vida fuera a cambiar o no sé, tal vez Juan ya sabe que voy para allá y me está esperando,  eso es lo que siento.

―Pero Clarí, porque le das tanta vuelta al asunto, si es algo o alguien que te quiera hacer el daño, nosotras le damos harto plomo y si no cae por lo menos no regresa ―dijo Malva.

―Si es verdad, nosotras también estamos practicando tiro en movimiento y muy rara vez fallamos ―dijo Raquel.

―No te preocupes  Clarí ―dijo Celestina―. Y tú Enriqueta y Ninfa ¿Sí la apoyan a Clarí en su relajo, Verdad?

―Si claro que sí (yo también) ―dijeron las dos.

―Bueno, aquí hay que aclarar algo, nosotras nos dirigimos allá pero siempre y cuando vamos a un lugar, es porque todas estamos de acuerdo, ¿Es así o no? ―Preguntó Nisoilá.

―Así es ―comentaron todas.

―Entonces, si siempre nos hemos dirigido así ¿Por qué en este momento vamos a romper ese sistema de guía? Por lo tanto si Clarí se siente mal, chofer dale vuelta y nos vamos a Naranja agria ―ordenó Nisoilá―. Es mejor eso a que nos tengan una sorpresa  en Poste partido.

―No tía, no hagan eso.

―Clarí, tú dices que te sientes rara por ir ahí, ¿Y ahora qué? ―Le preguntó Malva.

―Mira amiga, yo no tengo miedo lo que tengo es una incomodidad, es igual cuando te sale un cliente nuevo y no sabes que va a pasar, claro que aparte de lo que ya sabemos pero eso se te quita cuando el cliente ya se levanta y no ha pasado nada fuera de lo normal, algo parecido tengo yo ―explicó  Clarí.

― ¿Entonces? ―Preguntó Raquel.

―Entonces nada ―dijo Clarí en tono enérgico―. Sigamos recto y ya veremos lo que pasa.

―Nueva orden Ninfa, sigue la ruta hasta llegar a Poste partido ―dijo Nisoilá.

―Además con tremendas guardaespaldas que hay a mi alrededor, ¿Quién se me va a acercar? ―decía Clarí.

―Ya verás que no va a pasar nada, a lo mejor puede ser que conozcas a alguien que te quiera de verdad y se vaya contigo y nos dejes a nosotras botadas ―dijo Celestina.

―Está bien, no ha pasado nada y sigamos tranquilas a nuestro destino ―dijo Nisoilá.

La incomodidad que decía Clarí, que más parecía una premonición que sentía no estaba falto de razón, porque ella era la única que había vivido unos cuantos largos meses y sabía de lo que era capaz Juan. Además eso no era todo, ella sentía que en el pueblo antes mencionado algo le esperaba, claro que parte de un posible encuentro con Juan. Por otro lado Jansí, seguía en sus pesquisas con una tracalada de matones, compró equipos sofisticados de computación para poder interceptar por vía satélite, todos los celulares que tenían registrado por posibles, en la lista estaba, Clarí, Patricia, Helena, Amantita, y de carambola está también Gertrudis y hasta su patrón Juan del Todo en caso de que haya una comunicación entre ellos, en ese mismo momento se localiza el lugar en una especie de cuadrante dónde están, aparte que puede ubicar a la persona en el lugar exacto, donde se encuentra haciendo la llamada.

En el momento menos esperado en las pantallas de sus computadoras se enciende una alarma, toda su gente se pone alerta y verifican de dónde viene esa señal, en un recuadro sale un número, aplica un código y se da cuenta que el número que sale en la pantalla es de la empleada de la casa y su nombre es… Patricia, empiezan a rastrear la señal y la ubican en el sector de un cuadrante.

― ¿Qué está pasando Laipo?  ―Preguntó Jansí.

―Señor, nos llegó una señal del satélite y eso activó la alarma.

―Busca por qué es esa señal.

―Sí señor, enseguida ―acatando la orden empezó a  revisar todo―. Señor, se ha detectado un número del celular que está siendo usado en este momento.

― ¿Ya saben de dónde viene?

―Sí señor, viene del cuadrante 118.

― ¿Y dónde mierda es el cuadrante 118, en qué parte o cerca de qué está ese cuadrante?

―Es en los campos del país  señor, está entre Piñero y Naranja agria ―confirmó Laipo.

―Esto tengo que comunicarle a mi patrón ―decía Jansí, coge el teléfono satelital y se comunica con su patrón.

―Aló patrón, habla Jansí.

―Si Jansí, dime qué novedad me tienes, ¿Ya la encontraste?

―No patrón, está difícil pero le tengo una noticia que tal vez le interese.

―Habla.

―Resulta que conectamos todos los equipos que usted mandó, y con la ayuda del experto en comunicación, logramos detectar a una de ellas.

― ¿A cuál de ellas?

―A Patricia, ahora sí se fueron juntas es posible que todavía este con la señora Clarí.

―Puede ser Jansí, ¡Y qué esperas para ir a investigar pendejo!

―Patrón es en el cuadrante 118 ―dijo asustado Jansí.

― ¡¿Y qué mierda tengo yo que ver con eso?! Si eres tú el que tiene que ir a buscarla, zoquete.

―Señor, perdóneme pero no tenemos dinero.

―Empieza por ahí tonto, pasa por la oficina y dile a mi secretaria que te de $ 20.000, no mejor 30.000 dólares para los gastos, ¡Pero ya!

―Yo voy en este momento patrón.

En ese mismo momento hizo desarmar todo el equipo y luego lo hizo instalar en un vehículo grande, en otro vehículo iba él y sus hombres, proceden a ir a la oficina, llegan y retiran el dinero y se van en busca del cuadrante 118 llegando en cuestión de algunas horas de viaje, hasta mientras Laipo sigue la búsqueda y cerca del lugar del contacto Laipo dice.

―Señor Jansí, ya estamos llegando al punto donde empieza el cuadrante, ahora sólo tenemos que esperar a que vuelva a utilizar el teléfono para poder buscar el lugar exacto donde se encuentra.

―Mientras tanto hay que buscar a la criolla ―dijo Jansí.

― ¿Y cómo es eso? ―Preguntó uno de sus hombres.

―Solo vamos dando recorridos por el sector y si la vemos damos la señal al patrón, así que vamos.

―Como usted diga señor ―dijo uno.

Jansí y todos sus hombres empezaron a recorrer todo ese sector que lo único que hay es terreno sembrado y una que otra casa por ahí. Pasan las horas y no detectaron nada hasta que reciben otra vez una señal del mismo teléfono, Jansí se desespera por recibir la noticia y de esa forma quedar bien con su patrón.

―Señor Jansí, ya tenemos el lugar exacto de donde está llamando ―dijo Laipo.

―Ya entonces, dígame.

―Por favor unos dos minutos que están procesando la señal señor.

― ¡Espero pero ya! ―inquieto estaba Jansí por recibir el lugar exacto.

―Ya, empezando desde nuestro punto a 1.1/5Km. del este, atención que se está moviendo hacia el sur ―informaba Laipo.

― ¿Qué hacemos? ―Le preguntó uno de sus hombres.

―Y qué vamos a hacer, ¡Vamos tras ellos carajo! ―Parándose y en acción―.Muy bien dos grupos, cinco hombres se van al este y los otros cinco hombres se vienen conmigo y nos vamos al sur este.

―Ok jefe ―dijeron sus hombres.

Empezaron a caminar, que digo, a correr como alma que lleva el diablo, un grupo por un lado y el otro para el otro lado, lo que ellos no estaban al tanto era que una cosa es perseguir a una víctima en la ciudad y la otra es seguirlo en el campo, y peor en un terreno sembrado que por lo general es más suelta la tierra que de lo normal, el resultado, todos los hombres estaban cansados en los primeros 400 metros eso que algunos ya estaban con dolor de tobillos, el mismo Jansí estaba cansado pero misión es misión y tenía que terminarla, ya bien cansados se acercaban al objetivo, pero de pronto.

― ¡Señor Jansí, Señor Jansí! ―decía Laipo.

― ¿Qué quieres?

―Señor Jansí, el objetivo se está moviendo hacia el norte.

―Si ya escuché ―dijo Jansí, al mismo tiempo con el radio y dice―. Todos muévanse  al norte pero enseguida.

La persecución se transformó en una carrera de locos, iban por ahí y por allá, sin saber a quién mismo seguían, de pronto Laipo les dice.

―Señor Jansí, escuche,  se ha detenido ―dijo Laipo―. Está muy cerca de usted señor.

― ¿Cómo sabes tarado? si a la que estás siguiendo es a Patricia y no a mí ―indignado Jansí por una posible torpeza.

―Señor Jansí, me va a disculpar pero me tomé la libertad de coger su frecuencia de su teléfono, de esa forma me puedo dar cuenta en dónde están los dos.

―Nadie me dijo que se podía hacer eso, pero bueno, dame los datos donde estoy yo en relación a Patricia.

―Ella está a menos de 15 metros de usted señor, en su dirección norte.

―Muy bien hecho.

―Muchachos,  ¡Todos síganme! ―sale en veloz carrera y atrás sus hombres recorriendo los 15 metros y con sorpresa.

―Señor, ahí está alguien hablando por teléfono celular ―le dijo uno de sus hombres.

Acercándose y al mismo tiempo lo rodean, le caen en una maniobra de asalto con armas automáticas y todo.

― ¡Quieto ahí no te muevas! ―Gritó Jansí.

― ¡Qué pasa! Yo no he hecho nada ―le dijo el asustado ¿Patricia?

― ¡Oye, tú no eres Patricia! ―Le dijo Jansí con sorpresa.

― ¿Quién es Patricia? ―Preguntaba el humilde campesino entrado en sus 30 años.

―Tú sabes quién es, ¡Dímelo! ―Ordenaba Jansí.

― ¡Yo no sé quién es, se los juro! ―Decía el asustado campesino.

― ¿Entonces cómo tienes su teléfono celular? ―Le preguntaba Jansí.

― ¡Esto… Ah! Esto lo encontré en la parte de atrás de mi carro cuando estaba bajando la Urea para mí sembrío, lo encontré en medio de los sacos, yo no he robado nada por si acaso, además si estaba ahí y no hay dueño yo lo cojo (¡Ya cállate!) ―Hablaba el campesino cuando con brusquedad fue interrumpido por Jansí.

― ¿Ahora qué hacemos señor? Parece que la desgraciada arrojó el teléfono al camión ―le decía Peke, su hombre de confianza.

―Si ya me di cuenta, ¿Pero dónde?

―El único que nos puede dar un dato aproximado es (el campesino) exacto ―hablaba su hombre de confianza cuando le interrumpió Jansí.

― ¡Tú, campesino! ―lo llama Jansí.

― ¡Dígame señor! Pero no me haga daño ―decía asustado el campesino.

―Tranquilo que sólo quiero que me respondas unas preguntas, ¿Está bien?

―Sí señor, lo que usted diga.

― ¿Tienes alguna idea dónde podría ser que cayó del cielo el teléfono?

―Señor, me va a disculpar pero hace mucho tiempo dejé de creer en papá Noel.

― ¿Y eso qué tiene que ver con lo que te pregunto? ¡Pendejo!

―Señor es que los teléfonos no caen del cielo, alguien tiene que haberlo arrojado a mi carro ―dijo con ingenuidad el campesino.

―Oye imbécil, eres o te haces, ¡Ya mismo mató a este hijo de su madre! (calma jefe).

―Mejor déjeme hablar a mi señor, ¿Está bien? ―Le dijo Peke, el de confianza.

―Sigue no  más tú, que un poquito más y mato a este tonto.

―A ver hombre, ¿Cuándo encontraste el teléfono? Y cuidado con lo que respondes ―advertía el hombre de confianza.

―Hace como unos tres días, yo escuchaba un sonido de teléfono y no era el mío puesto que se perdió y no sé dónde por si me preguntan, así que me puse a buscar donde lo había escuchado pero no encontré nada, como todavía tenía en el carro algunos sacos que no había bajado desde hace días, entonces empecé a hacerlo y ahí  encontré el condenado teléfono, ahora con línea y tiempo para gastar lo empecé a usar ayer en la noche, pero yo no lo necesito si quieren llévenselo.

― ¿Pero si te acuerdas de dónde venías? ―Le preguntó Peke, el hombre de confianza.

―Claro que sí, venía de Piñero.

― ¿Qué tan lejos está de aquí?

―Bien cerca, a una hora de aquí.

―Señor, ya sabemos de dónde viene el camión ―decía Peke, el de confianza.

―Habla enseguida y sin rodeos ―dijo Jansí.

―De Piñero señor, y está cerca de aquí a una hora.

―Bien, pero, ¿Cuándo estuvo ahí el carro?

―Según lo que dijo él, aproximado tal vez unos tres días o un poquito más.

―Hay algo raro aquí o no te has dado cuenta, ¿Qué hace una señora tan fina como la señora Clarí en un pueblo de segunda? ―Analizaba Jansí.

―Una mujer como ella, acostumbrada a sirvientes y lujos, ¿Quién sabe? ―dijo Peke, el de confianza.

―Mejor consulto con mi patrón ―dijo Jansí.

Cogiendo el teléfono satelital llama a su patrón.

―Aló patrón, encontré el lugar y también el teléfono celular.

―Muy bien pendejo ―dijo―. Y que más,  por lo visto no sabes qué hacer.

―Patrón no se vaya a molestar pero encontramos el celular pero no a la dueña, parece que lo arrojó a un camión de carga que se dirigía a un pueblo que se llama Piñero, pero aquí viene lo raro, este pueblo es paupérrimo y no entiendo que podría hacer aquí la señora Clarí, sabiendo cómo era y los gustos que tenía me parece raro que estuviera aquí, digo, porque yo la hacía en la gran ciudad como mínimo o sí no fuera de este país.

―Parece que tienes razón, me has sorprendido con tu deducción entonces me obligas a buscar información por mi cuenta, y por mi lado has una cosa Jansí, anda para Piñero has preguntas y busca y si no encuentras nada ve al pueblo siguiente, y así hasta que yo te llame y si te falta dinero me avisas que yo te mando, ¿Entendiste?

―Muy bien patrón, así será.

Con nuevas órdenes, todo  empezó a moverse como un reloj por lo tanto se dispusieron a marchar hacia Piñero, Peke, el de confianza le preguntó.

―Señor Jansí, ¿Qué hacemos con el campesino?

―No sé, oye tú, ¿Tienes hijos? ―Le preguntó Jansí.

―No señor, si quiere mañana mismo voy a adoptar uno para su complacencia.

― ¡Oye tú, sí que eres el colmo! Y de paso eres chistoso agrio ―dijo Jansí.

―Señor Jansí, este tipo sí que es agrio, ¿Lo mato?

―Es chistosito, ¡Si mátalo! Para que no sea bruto.

―Muy bien señor ―dijo el de confianza.

Sin pena ni gloria sacó una pistola automática y le dio tres tiros, dos en el pecho y uno en la boca, «para que no sea chistoso», y continuaron con el viaje hacia Piñero dejando un cadáver que no tenía culpa de nada, pero, si tenía culpa de no saber en qué momento se abre la boca y con quién se lo hace.

Dos vehículos de lujo con tecnología de punta, en el uno  11 hombres bien armados y sin ninguna pista de misericordia, están entrenados para cualquier circunstancias que se les aparezca. En el otro vehículo, va un equipo de última tecnología capaz de rastrear a cualquier persona por vía satélite, manejados por un experto en la informática y un conductor, todos juntos se dirigen al pueblo señalado. Estando a punto de llegar,  Jansí se pone a conversar con su hombre de confianza.

―­No sé ni qué voy a hacer en el momento que la encuentre ―decía Jansí.

―Que encuentre ¿A quién? Señor Jansí ―le preguntaba Peke.

―A la señora Clarí, porque a la otra no me importa.

― ¿Por alguna razón en especial?

―Lo que pasa es que ella es muy buena gente y además, siempre la vi como si fuera mi hija ―decía con especie de tristeza.

― ¿Y ahora, el patrón?

―Ese es el problema, yo siempre le he sido leal y nunca le he fallado y no quiero fallar ahora.

― ¿Qué pasaría si no la encuentra?

―No sé, lo único que te digo es que si pasa eso, más vale que el patrón esté muerto ―decía Jansí con cierto temor.

― ¿Por qué será?

―Porque es capaz de matarnos a los dos con tal de desquitarse.

― ¿Usted cree eso?

―Claro que sí, ¿Por qué crees que no le duraron las mujeres a mi patrón?

―No tengo ni idea.

―Cuando a él le sucede cosas que no está previsto, se declara loco y se desquita con el más tonto o tonta, en este caso a la primera mujer la conoció en una fiesta y ya cuando tenían menos de un año, un día tuvo problemas con un competidor y lo único que hizo fue, darme la orden para que yo la mate y eso fue lo que hice sin preguntar nada, de paso que ella era muy idiota se me hizo bien fácil. ¿Te acuerdas cuando te mandé a que saques  esas  cajas bien grandes, los muchachos tuvieron problemas porque no se acomodaban para poder cargar?

―Claro que me acuerdo.

― ¿Y te acuerdas los bultos grandes de hace más de un año?

―Sí, sí me acuerdo, ¿Por qué?

―Resulta que tú te encargaste de eliminar la evidencia de mis obras.

― ¿A qué se refiere señor?

―Pues, cada envío de cajas grandes y bultos, eran las dos señoras del patrón y lo mismo quiso hacer con la señora Clarí, lo que pasa es que falló el plan y nadie sabe por qué, alguien le ayudó o ella ya tenía planes de irse y a simple vista fue una coincidencia,  lo peor de todo es que ahora no hay señora Clarí entonces quien muere, ¿Adivina?

―No quiero ni pensarlo, entonces hay que encontrar a la señora de lo que no hay remedio.

Lo que dijo Jansí, dio mucho que pensar a su compañero de trabajo, lo que hizo que entraran en un dilema. Clarí tiene muchas ventajas, las otras dos mujeres no lo tenían y es por eso que Jansí actuó sin pena ni gloria, en cambio con Clarí es diferente, es muy posible que Jansí no sepa la edad de Clarí y creo que ni Juan sabía la edad de ella, a la final hay que ver qué pasa después.

Los vehículos han entrado al pueblo, hay que prepararse con una estrategia, Jansí reúne a los hombres y les da la orden.

―Atención muchachos, los 10 hombres se van a dividir  en cinco grupos y van a ir de local en local con el pretexto de comprar cualquier cosa, en el intermedio del negocio hablen con los encargados, los dueños o los simples empleados y pregunten si han visto a dos chicas nuevas que hayan llegado a este pueblo, cualquier dato por mínimo que sea tenemos que verificar, ¿Entendieron?

―Señor, ¿Cuál es la prioridad uno en esta misión? ―Preguntó uno de sus hombres.

―Es la D.A.E. ―dijo Jansí.

― ¿Y qué es eso? ―Preguntó su hombre de confianza.

― ¿Cómo que qué es eso?

―Discúlpeme señor, pero en mis tantos entrenamientos que he tenido, sin contar los que tuve en Israel, Japón y ni siquiera en la jerga de pandillas callejeras había escuchado ese tipo de prioridad, al menos que esté bien atrasado en mis conocimientos, o tal vez me fugué ese día y no asistí a clases y ese preciso día explicaron de esa prioridad, si no me equivoco los muchachos opinan igual (si es verdad) ¿Se dio cuenta? ―dijo el de confianza.

―Yo pensé que ustedes eran lo mejor que el dinero podía pagar pero me he dado cuenta que no, ¡Son unos ineptos! ―Indignado habló Jansí.

―Discúlpenos señor Jansí, pero nosotros estamos al tanto de su gran conocimiento y por lo tanto, le pedimos con humildad que nos diga qué significa la prioridad D.A.E. ―con cierto temor hablaba el hombre de confianza.

―Bueno, está bien, atiendan ―hablaba con aire de superioridad―. La D. significa detectar, la A. significa avisar, la E. significa  esperar, o sea lo que quiere decir es detectar, avisar y esperar ―decía con el pecho bien hinchado.

―Ah ―dijeron en coro todos sus hombres.

―Disculpe señor Jansí, ¿En qué campamento y en qué país aprendió eso?

―En ninguno.

―Entonces, ¿De dónde sacó eso?

―Lo inventé basado en mi experiencia, bueno ya, basta de preguntadera y todos a trabajar que para eso les paga el patrón.

Y así se distribuyeron en grupos de dos como buenos misioneros, yendo de tienda en tienda, entraban en restoranes, a los cines aunque ahí sí se demoraron alegando que preguntaban a mucha gente, la verdad era que por un momento se olvidaban de la misión y de la prioridad, embelesados con la película se sentaban a mirar, después de pasar horas y horas alguien por ahí dijo haber visto una chica que arrojaba algo a un camión, siendo notificada la novedad a su inmediato superior.

―Señor Jansí, le tenemos una nueva noticia ―le comunicó un subalterno.

― ¿Qué tan buena es?

―Señor, tiene que escuchar usted.

―Está bien, ¿Dónde se ubican en este momento?

―Señor, estamos cerca del paradero de llegada de los buses.

―Muy bien, yo voy para allá.

Jansí coge el radio y comunica a todo su personal para que se reúnan en el paradero y de esa forma idear otro plan.

― ¡Atención todos!  ¡Atención  todos!

―Sí señor, le escucho ―le dijo Peke.

―Peke, reúne a todos los hombres y llévalos al paradero de buses.

―Muy bien señor, así se hará.

De esa forma todos corrieron a una sola voz, inclusive los que estaban metidos en el cine salieron a veloz carrera, en cuestión de cinco minutos iban apareciendo de pareja en pareja hasta reunirse todos, el último en llegar fue Jansí según él por un problema de calamidad doméstica, ya todos reunidos incluido su jefe, empezó la investigación dirigida hacia otro pobre y humilde campesino, que ya lo tenían secuestrado en uno de los vehículos.

―Haber muchacho, ¿Cómo te llamas? ―Le preguntó Jansí.

―Bonito ―contestó el muchacho.

― ¿Bonito? Vaya a la mierda, ¡No te cargues muchacho! ―Decía Jansí―. Hoy ha sido el día de los días de mi vida, ¿Qué siempre tienen que  aparecer algunos tarados?

― ¿Bonito qué? ―Le preguntó Peke.

―Bonito Día, señor ―dijo el muchacho.

― ¿De verdad? ¿No estás mintiendo?

―No señor, ¿Por qué?

―Por nada.

― ¿Quién fue el idiota que te puso ese nombre tan ridículo? ―Preguntó Jansí.

―Mi linda y abnegada madre señor, y me dijo que no hay otro mejor nombre para mí que ese ―dijo Bonito Día.

― ¿Me puedes decir cuál es la razón de que no te haya puesto, Juan, José? O en último de los casos Margarito que suena lindo ―decía con ironía Jansí.

―Según mi linda madre, me puso ese lindo nombre porque nací en un bonito día ―decía con ingenua dulzura el muchacho entrado en 16 años.

―Bueno, déjense de pendejadas y vamos  hacer a lo que venimos ―dijo Jansí―.Bueno lindo (Bonito) bueno Bonito, me dijeron mis hombres que tu viste que una chica arrojó algo a un camión, ¿Es verdad eso?

―Sí señor.

―Dime algo Lindo (Bonito) como sea, la misma pendejada es, Bonito lindo Bonito lindo Bonito lindo es lo mismo y punto ―dijo Jansí―. Ahora ¿Qué estabas haciendo tú en ese momento?

―Estaba caminando señor.

―Acaso, ¿Estabas con ella?

―No señor, yo pasaba por ahí y la vi que cruzaba la carretera como zombi.

― ¿Y qué tiene de raro el cruzar una carretera para que te haya llamado la atención?

―Señor eso no tiene nada de raro, lo raro era que esa chica no es de por aquí por lo tanto, quiere decir que es de otro lado, pero no tenía maletas de viaje, sólo una funda que la tenía bien segura entre sus brazos y esa cosa negra que arrojó al camión.

― ¿Cómo estaba vestida? ―Preguntó Peke.

―Tenía un vestido blanco con filos negros, de esos que usan las chicas que trabajan en casas de millonarios, como se ve en la televisión.

― ¿Y la otra chica? ―Preguntó Jansí.

― ¿Cuál chica?

―O sea que ella andaba sola ―dijo Peke.

―Al menos yo vi a una sola persona, no sé si andaba acompañada.

― ¿Acaso viste si se fue a algún lado? ―Preguntó Jansí.

―La verdad, así como la vi que apareció, así mismo desapareció, no me di cuenta si se embarcó en algún carro o se quedó en el pueblo, pero creo que aquí no está porque ya lo hubiera visto de nuevo, como se habrá dado cuenta el pueblo es chico y aquí uno todo se entera ­―dijo Bonito…Continuará capítulo 15

©Clarí una historia cuántica Todos los derechos reservados Roberto Sanahuano    Escrita en el 2006 y registrada en el 2008 I E P I   030100

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