Clarí capítulo 35 El patrón Juan da la orden final

35

El patrón Juan da la orden final

―Déjate de pendejadas hermano, que yo soy tan hombre como tú y no voy a dejar que nadie le ponga un dedo encima a Zulema ―dijo Tony.

―No se trata de eso hermano, lo que pasa es que tu te vas a encargar de cuidar a ella, y por eso tú vas a llevar los dos revólveres y un machete, el otro revólver lo cojo yo, y a propósito dónde vas a conseguir un silenciador para un revólver, eso quiero verlo.

―Es fácil, se coge una botella de plástico y el cañón del revólver se lo mete por el pico y se la asegura con una cinta o con algo que amarre y ya está, no es tan efectivo como un silenciador pero funciona.

―Sí puede ser, porque el ruido se queda dentro y lo único que sale es la bala, muy bien te felicito, entonces tú te vas a hacer cargo de hacer la llamada a la policía en el momento que ellos entren, y al mismo tiempo proteges a Zulema… me parece que está bien, tú que dices.

―Me gusta la idea.

―Martíno ¿Y nosotros qué hacemos? ―Preguntó don Saturnino.

―Todos tenemos que camuflarnos lo mejor que podamos, porque si Zulema dice que tienen equipo sofisticado, es posible que tengan miras especiales para ver a través de la pared y detectar nuestro calor corporal, no sé con cuánto se podrá proteger uno pero hay que hacer más que sea él intento, papá, don lucho y tu Pepe saben moverse muy bien en la oscuridad, sólo tienen que imaginarse que están en la selva y el resto es de ustedes.

Novela de ficción
Clarí capítulo 35 El patrón Juan da la orden final

―Es fácil ―dijo don lucho―. ¿Usted compadre? ¿Y usted Pepe?

―Usted sabe muy bien compadre lucho que tanto Pepe y yo prácticamente nacimos en la oscuridad.

―Si es verdad y yo no le tengo nadita de miedo ―dijo Pepe.

―Si ya planificaron bien, entonces ahora sigan comiendo ―dijo Zulema.

El Consejo de Zulema fue aceptado por todos y callados continuaron comiendo, de vez en cuando decían uno que otro comentario, y de poco en poco el tiempo fue pasando. 4:00 de la tarde y ya todos están listos tranquilos y comidos, empezaron a mover los muebles de la casa para utilizarlos como escudos, en caso de disparos, de pronto pasó algo inesperado.

―Escuchen  todos, el plan es ayudar a Zulema y por esa razón ya tengo ideado el plan «B», que es la huida de ella de esta casa, eso si la cosa se pone bien grave ―dijo Martíno.

― ¿De qué forma se va hacer eso? ―Preguntó  Zulema.

―En la parte del fondo está la piscina, y más allá la pared que da a una angosta calle peatonal, y por ahí se sale un costado de la manzana, según calculo que en el momento que ellos quieran entrar de frente se van a descuidar de los costados, y ese es el momento en que se puede salir por ahí, enton (tic tic tic ha ha ha) la puerta, ¿Quién podrá ser? Rápido Tony, mira por el costado quien está ahí ―dijo Martíno.

―En seguida hermano… ¡No puede ser!

― ¿Quién es? Porque  fijo que no es el enemigo ―dijo don lucho.

―Me había olvidado, y tú no me hiciste acuerdo ―dijo Tony.

― ¿De qué? ―Preguntó Zulema.

―Es (tic tic tic ha ha ha), ya,  ya voy a abrir, es María, no me acordé que iba a venir hoy ―dijo Tony.

Eso sí que era una sorpresa, todos los planes estaban localizados en el punto de Zulema, ahora se sumó una víctima más a quien proteger, eso significa nuevo cambios de planes, eso sin contar que no es bienvenida para Zulema.

―Yo también me olvidé de esa mujercita ―dijo Zulema.

Una incomodidad que ella tendrá que superar a pesar que en momentos anteriores ya lo estaba aceptando. Sin perder más el tiempo Tony abre la puerta y el momento en que María sonríe, le coge de la mano y la jala hacia dentro con violencia.

―Hola María y ven rápido ―le dijo Tony.

―Ay… ¿Qué pasa? Casi me dañas  la mano ―dijo María Rogét―. ¿Qué pasó aquí? Parece como que hubo algún relajo.

―Discúlpame pero tenemos que mantener la puerta cerrada, y bienvenida a la trinchera.

― ¿Trinchera? ¿Qué es eso? ―Preguntó María.

―Es un lugar de protección para todo combatiente que está frente al enemigo ―dijo Martíno.

―Oh, disculpen, buenas tardes con todos, no los había saludado porque me  sorprendió en la forma que  me  recibió Tony, ¿Puedo hacer una pregunta?

―Claro que sí ―dijo Martíno.

― ¿Qué está pasando aquí?

―Estamos en una situación muy peligrosa y pienso que debería irse ya.

― ¿Qué tan peligroso puede ser?

―Mucho María, pueden haber heridos y hasta muertos ―dijo Tony.

―Si quiere quedarse que se quede, igual es enfermera ―dijo Zulema.

―Yo me quedo, no voy a dejar que nadie lastime a Tony, (que), si como lo está oyendo ―dijo María.

―Yo me encargo de él porque es mío ―dijo Zulema.

―Tranquila, que no ha pasado nada, María es mi amiga y quiere ayudarme ¿Cuál es el problema?

―Está bien, no hay problema ―dijo Zulema.

―Bueno si está todo arreglado, ubíquense atrás de los sillones y pongan como barrera todo lo que sea pesado ―dijo Martíno.

―Muy bien ―dijeron todos en coro.

Con la llegada de María se completaba el gremio, cinco hombres y dos mujeres que parece que estaban dispuestos a cualquier cosa con tal de salvar sus vidas. El tiempo no se detenía y paso a paso marcaba los minutos, 5:00 de la tarde, la espera hace poner nerviosos a los ocupantes de la casa, momento propicio para cambiar de ánimo y Martíno da el ejemplo, dirigiéndose a María entabla una pequeña conversación.

―Disculpa María, ¿Puedo conversar contigo?

―Claro que sí, de antemano te pido disculpas por venir a tu casa sin avisar.

―No te preocupes, ésta es tu casa, cuando tu desees venir a conversar un rato no hay problema.

―Si fuera tan fácil, cuando te conocí, tenías todo él aspecto de una persona de mal genio, pero ahora que te veo bien, eres una persona muy suave y buena gente.

― ¿De verdad vez eso en mi?

―Sí,  ¿Por qué no?

―Sabes que la vida a veces se torna media rara, y a veces chistosa, lo mismo pensé de ti pero el tiempo ha pasado y ya no te veo así, nunca te agradecí lo que hiciste por mi hermano pero nunca es tarde, gracias, gracias por todo, y ahora que pienso, en el fondo tienes que ser muy buena, y me gustaría ser tu amigo.

―Yo me sentiría halagada, pero creo que sería muy difícil.

―No le veo el problema.

―Y tu esposa, no la veo pintada en la pared, es más, no creo que sea de su agrado.

―Por eso no te preocupes que todo está arreglado, así que desde hoy si salgo vivo soy tu amigo y ésta es tu casa.

―Oye, me estás asustando, hablas como que si fueras a morir, ¿Cómo es eso de que está todo arreglado? ―Preguntó con algo de sorpresa.

―Otro día que estemos solos, si prefieres aquí sí es que no desconfías de mi, te invito a tomar un café o lo que sea y ahí te explico, pero lo único que te digo ahora, es que no hay problema además me caes muy bien, de paso que eres muy bonita y pareces modelo de pasarela.

― ¿No me estas mintiendo Martíno?

―Te aseguro que no pero mañana lo compruebas y espero que no me preguntes nada.

―Por lo general salgo a las cuatro de la tarde del hospital, hoy salí más temprano porque hoy por la mañana llegaron unos cuantos heridos, yo diría más muertos que vivos, cinco tipos llegaron al hospital unos sin manos, otros con una mano, otro menos un pie y así cortados por todos lados, no tienen ánimo ni siquiera de hablar, pero ahí hicimos lo que pudimos y si que hicimos buen trabajo entonces el director del hospital, nos reconoció nuestro trabajo y nos dejó salir más temprano.

―Caramba y quien podría haber hecho semejante maldad, (nosotros), ¿Qué cosa? ―Preguntó Martíno.

―Nosotros fuimos ―dijo don Saturnino.

―Papá tú, como fuiste capaz de hacer todo esa maldad.

―Fue fácil Martíno, con las matonas que nos dio Pepe es muy fácil, y no es lo que tú piensas, lo que pasa es que cuando llegamos,  un taxista nos llamó para hacernos el viaje y nosotros como ingenuos nos subimos, pero después de 15 minutos no llegábamos, pasó 20, pasó de 30 y más claro no sé cuánto pasó, la cuestión es que nos estaba sacando de la ciudad y con pretexto de una ofensa, este tipo paró el taxi y nos mandó a volar, de pronto aparecieron como cuatro personas,(que les quisieron pegar, pero fijo que ustedes no se dejaron y ni yo tampoco), si claro que sí, eso fue lo que hicimos o sea nos defendimos y ahí está el resultado, y eso que mi compadre a uno de ellos le quiso volar la cabeza, pero como ya saben que yo tengo buen corazón no le dejé ―dijo el compadre lucho.

―Pues fíjense que eso mismo fue lo que me pasó a mi, y me imagino que fue el mismo taxista que me cogio en el Terminal, y en buena hora porque así fue que conocí a mi gran amiga María, ahora ya saben por qué esta aquí ―dijo Tony.

―Ya se me hacia raro que una chica como ella llegue de pronto sin más que mas ―dijo Don Saturnino.

―Ahora ya sabes Papá por qué te llamé a la casa ese día preguntando por Tony, y yo te dije que había salido y que estaba demorando, ¿Te acuerdas? ―Preguntó Martino.

―Si me acuerdo.

―La llamada era por que cierto día, se acercó  a mi casa esta señorita que con mucha gentileza me dijo, que en el Hospital esta un joven que decía que es mi hermano, y de paso que había estado en coma por 10 días, (¡Qué!), si Papá, y yo no sabía nada y como no le creí por eso te llamé.

―Si Papá, en realidad María me mantuvo despierto a la realidad mientras estuve en coma, ella todos los días me hablaba a mí, a pesar que yo no le escuchaba, cuando yo estaba perdido en mi mente ella se me aparecía en forma de una flor que siempre me acompañaba y conversaba, aunque yo no sabía quien era hasta que desperté ―dijo Tony.

―Yo no sabía que ella había hecho eso por ti ―dijo Zulema

―Mejor era cortarles la cabeza a todos ellos y así cogían de escarmiento cualquier ladrón que quiera coger a un montubio ―dijo don Saturnino.

―O sea que ustedes fueron, pobre gente aparte de quedar inválidos han quedado traumados, pero me parece increíble porque todos los tipos que están en el hospital son altos y muy fuertes, uno de ellos alcanzó a decir que el diablo le había cortado las manos cuando el ingresó al taxi, (ese es mi compadre lucho), ¿De verdad? ―Preguntó María.

―Y cómo no iba a actuar así, si a mi compadre y a mi amigo Pepe lo tenían a los dos en el suelo, dando de patadas y golpes de puños y como yo no soy ningún pendejo, en el momento que me quisieron agarrar, yo saqué mi matona y lo único que hice fue hacer mi movimiento de saludo, y cuando me di cuenta que las dos manos cayeron en mis piernas y el tipo, salió corriendo como alma que lleva el diablo, en pocas palabras actué en defensa propia ―dijo el compadre lucho.

―Bueno en ese caso, ustedes hicieron lo que debieron ―dijo María.

Parece que Martíno encontró un nuevo camino, y parece que María sin querer también, porque han hecho muy buena empatía en tan poco tiempo de conocerse, pero que todo sea por la sana paz, y así el tiempo sigue pasando.

5:30 de la tarde y la gente de Jansí ya están en posición, en cualquier momento llega su patrón Juan.

―Señor Peke verifique con el señor Adam la posición del patrón Juan ―dijo Jansí.

―Ya escuchó señor Adam, ubique al patrón Juan ―dijo el señor Peke.

―En este momento acaba de decirme que está por llegar, que nadie se mueva sin su orden, quiere que se ubique un vehículo por cada lado de la manzana, y sólo cuando vayan a entrar podrán moverse hacia adelante, así que ya llega  ―dijo Adam

―Muy bien, señor Jansí ya está todo listo, el patrón Juan está a punto de llegar.

― ¿Algún dato adicional señor Peke? ―Preguntó Jansí.

―Si señor, ordenó que colocaran un grupo por cada lado de la manzana, y sólo se moverán en el momento de entrar a la casa.

―Entonces nosotros nos ubicamos a unos 40 m de distancia del punto de entrada, y si no hay alguna otra cosa entonces de la orden señor Peke ―dijo el señor Jansí.

―Atención, atención a los grupos 2, 3, 4 y 5 ubicarse uno en cada lado de la manzana del punto señalado, repito, a los grupos 2, 3, 4 y 5 ubicarse uno en cada lado de la manzana del punto señalado y esperen nueva orden, por nada del mundo saldrán sin ser revisado en especial con la foto, no se olviden que estamos en prioridad D. A. E. ―dijo Peke.

No hay ningún detalle suelto para que esta movilización no se consuma, sólo es cuestión que llegue el gran jefe.  Mientras tanto, en la casa pasó algo imprevisto.

―No se olviden que el plan es no dejar entrar a nadie, no tengan vergüenza de pedir ayuda que entre todos tenemos que cuidarnos ―dijo Martíno.

―Pensándolo bien, no entiendo por qué tenemos que estar en esta actitud heroica y ridícula, lo más fácil era irnos y ya ―dijo Zulema.

―Eso lo hubieras dicho hace un par de días, cuando sospechabas  que algo malo iba a pasar ―dijo Tony.

―Es que sólo imaginarme que ustedes están dispuestos a ponerse enfrente, con tal de defenderme de esa gente me hace sentir mal.

―Ya lo hecho, hecho está, no se puede dar pie atrás porque soy nacido en Poste partido y ahí, nadie se raja y peor en esta casa que es de mi hijo, bueno eso creo yo ―dijo don Saturnino.

―Ese es mi compadre, me siento orgulloso de ser su compadre y como tal no doy pie atrás porque mi palabra es ley, y si yo dije que me paro tendrán que traer combo y cincel, porque ni así podrán sacarme de dónde me paré ―dijo el compadre lucho.

―Bueno yo no voy a decir nada porque ya está obscureciendo y eso es porque ya son 5 minutos para  las seis de la tarde y no se ha prendido ni una luz ―dijo Zulema.

El sol se oculta mas rápido de lo de costumbre, y todos en tensión, afuera ya esta estacionado el vehiculo con dos ocupantes, que hacen de guardianes disimulados como que nadie se va a dar cuenta de que ellos son los malos.

―Martino, se ha estacionado un vehículo en la parte del frente color negro, creo que son los mismos que vinieron a preguntar ― dijo Pepe.

―Eso significa que ya estamos bien localizados, don lucho y Tony verifiquen las puertas de atrás y las ventanas si están cerradas, (enseguida, vamos Tony), Zulema métete en la cocina que esas paredes son bien gruesas y la puerta es reforzada, (y Tony), no te preocupes que él ya que va a estar afuera de la puerta. Por favor, que a nadie se le ocurra preguntarme por qué la cocina es reforzada, que yo no sé, el resto que saquen sus matonas, revólveres y lo que queda de machetes que nosotros los hombres nacimos en Poste partido y nuestra palabra es ley, porque de aquí no nos movemos, (así se habla hijo), <así es Martíno yo estoy contigo> muy bien ―dijo Martíno.

―Martíno, han llegado algunos vehículos iguales al que está estacionado, parece que hay mucha gente afuera ―dijo Pepe.

Ha llegado el patrón Juan del Todo alias el pavo real con algunos de sus guardaespaldas, y lo primero que hace es dirigirse con su subalterno Jansí.

―Patrón bienvenido, todo el personal está a su orden.

―La hora Jansí ―dijo Juan.

―Son las 6:15 de la noche, justo 15 minutos que empezó a oscurecer patrón.

―Ordene a los hombres que coloquen la mira láser y los silenciadores, recuerde que sólo la delegación siete sabe que estamos aquí, por lo tanto no quiero hacer escándalo, otra cosa, nadie sale vivo de ahí, cinco entran cinco salen, no quiero dos entran cuatro salen,¿Entendido? ―La orden fatal de Juan hizo que Jansí trague saliva.

―Si patrón… como usted ordene, yo me encargo de todo.

―Otra cosa Jansí, quiero que nadie se entere que nosotros estuvimos aquí, no lo piense solo hágalo, ¿Le tengo que explicar?

― ¿Está seguro? (¡Sí carajo!), está bien patrón, eso implica que use la prioridad D. D. T.

―Usa lo que te dé la gana pero hazlo bien, has que me sienta orgulloso de ti.

―Si patrón como usted diga…Continuará capítulo 36

©Clarí una historia cuántica Todos los derechos reservados Roberto Sanahuano    Escrita en el 2006 y registrada en el 2008 I E P I   030100