Clarí una historia cuántica capítulo 24 Zulema ha regresado

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Zulema ha regresado

Y en efecto, Ringo cumplió su ofrecido, llamó al guardia que hacía de chofer y aparte a dos guardias armados, Ringo contrató al doctor que estuvo presente en los hechos para que hiciera cargo de las heridas, y partieron todos hacia el bus.

11:00 de la noche, después de haberse dado un poco de visitas por las casa de los vecinos haciendo tiempo, por fin llega don Saturnino al bar de la vira vuerta, no tiene la más mínima idea de lo que  ha pasado, así que entra al bar como quien gallo a su gallinero y lo primero que hace, es pedir una cerveza para luego ir a lo otro.

―Qué lleno que está el bar, oiga buen hombre, de una cerveza ―le decía al salonero.

―Muy bien señor ya se lo traigo ―le contestó el mismo.

Siendo atendido con rapidez el cual se sirve el primer vaso y en seguida le pregunta al mesero sobre la última novedad del año.

―Oiga señor, quiero que me llevé dónde está la mujer más bonita del lugar por que hoy estoy garañón garañón ―le dijo don Saturnino al mesero.

―Sí señor enseguida, mire hacia el lado izquierdo suyo están unas chica bonitas.

― ¿Cuál, hacia donde?

―Hacia allá señor ―indicándole con la punta de un dedo la dirección exacta.

―No, déjate de pendejadas, esas son bagres, yo quiero la más bonita, yo quiero a esa que le llaman Clarí… este verá hombre… yo he escuchado muchas maravillas de esa mujer y por eso le he venido a ver, y de ser posible me la llevo a mi casa, si supiera lo que pienso hacerle ―con una mirada maliciosa se sobaban las manos don  Saturnino.

Novela de ficción

Clarí una historia cuántica capítulo 24 Zulema ha regresado

―Pues fíjese que si es por eso que ha venido, va a tener que tomarse un vasito de leche a irse a dormir muy temprano, porque lo que usted viene a buscar, ya no está.

― ¡¿Cómo que no está?! Si a mí me dijeron que aquí está esa mujer y con decirle que le vengo sacando punta a mi aparato, y que me venga a decir que no está, eso es imposible… ¿Por qué justo a mí me pasa eso? No sabe el relajo que vengo haciendo en mi casa para venir acá ―preocupado se quedó don Saturnino.

―Oiga… ¿En qué  planeta vive usted? ―Le dijo intrigado el mesero.

― ¡¿Cómo que en que planeta?! Yo nací en Poste partido y aquí mismo voy a morir para que aquí  mismo me entierren ¿Y qué pasa? ―muy molesto se puso.

―Tranquilo buen  hombre, lo que le pregunto es porque aquí ha pasado algo de contar en alguna película ―comentó.

―Ahora me va a decir que vinieron un grupo de hombres y se la llevaron a la Clarí en peso ―decía con ironía saturnino.

―Tranquilo, según me doy cuenta que usted no ha escuchado nada, ni siquiera se imagina.

―Pues fíjese que no sé de lo que me está hablando.

―Vea, lo que pasó fue que vinieron un grupo de mercenarios, dieron bala por todos lados hubieron algunos heridos inclusive un muerto, todos estábamos asustados, el grupo de chicas que trabajan allá en el reservado se defendieron pero como machos, pero a la final esos tipos se fueron como vinieron, sin nada.

―No hable pendejadas.

―De verdad le digo, por lo visto usted estaba bien lejos para que no haya escuchado semejante escándalo.

―La verdad, estaba de visita donde mis amigos y de los cuales que son muy pocos, y de paso como me venía a pie se me hizo tarde, tal vez en buena hora porque capaz que uno de los muertos era yo… ¿Y ahora…? Me quedé con toda las ganas, en buena hora que mi hijo Martíno no anda por estos lugares. Sabe qué mesero, deme otra cerveza para irme bien entonado y desquitarme con la veterana, en buena hora que ni se imagina dónde ando.

Procediendo a tomarse su última cerveza don Saturnino se encamina a su casa, pensando en el día trágico para él por no haber podido conocer a la famosa Clarí, pero qué más da, otro día será. Mientras tanto Martíno y Zulema seguían rumbo a la gran ciudad.

11 horas 30 minutos, todavía le quedaban más de 12 horas de viaje, Martíno pensaba en su nuevo futuro, pensaba en que si la decisión que tomó era la adecuada, por que atrás quedaron cosas pendientes y quién sabe si algún día las pueda terminar, él nunca pensó en salir de Poste partido,  a más de salir por lugares aledaños y que tengan que ver con el trabajo normal que se ejecuta en su pueblo. Ahora, por azares del destino tener que cambiar a nuevas amistades y nuevas costumbres inclusive, no sabe a ciencia cierta quién es Zulema, pero igual la decisión ya está tomada y hay que enfrentarse al nuevo mundo como es el caso de La Gran Ciudad.  Mientras Martíno pensaba y conducía se dio cuenta de que Zulema de pronto empezó a hacer movimientos de la cara aunque estaba dormida y de un momento a otro abre los ojos.

―Martíno… ¿Si hueles?

― ¿Qué cosa?

―Ese olor, huele como a rosas.

― ¿Rosas?  Yo no huelo nada, no será que estas soñando despierta.

―Sí, huele a rosas y a Jazmín, (Zulema… Zulema), ¿Quien es? Otra vez ―con intriga miraba para todos lados.

― ¿Qué cosa? ¿Qué te pasa mujer? Estás media rara ―le decía medio molesto.

―Martíno escucho que me llaman, (Zulema… despierta mi amor), ve ahí está de nuevo, alguien me está llamando, hace algunos días atrás me pasó algo igual pero no estoy loca, por si acaso, y cuando me pasó eso tuve un sueño medio raro, pero ahora que me acuerdo en ese sueño había alguien que se parece a ti, sólo que un poco más mayor y con bigote, pero yo diría que es igual a ti, no sé no me creas, que raro, de pronto como que me dio un sueño muy pesado.

Como ella mismo dijo, le estaba pasando algo raro y eso significaba que esos recuerdos habían terminado, que en realidad empezó a entrar en un nuevo presente que en realidad es la vida  actual, y con esa  experiencia que ha vivido y que creía que estaba olvidado, le va ayudar a resolver algunas cosas que tal vez, sea causante de nuevas tomas de decisiones. Zulema abre los ojos y se encuentra que esta en la habitación de una clínica privada,  no entendía qué era lo que le estaba pasando, para ella todo era desconocido y de pronto, entra una enfermera y da la alerta que la paciente ha reaccionado.

―Doctor… Doctor ―llamaba la enfermera por el intercomunicador.

― ¡Qué pasa! ―Contesta el doctor.

―Venga doctor, la paciente de la habitación «A» está reaccionando.

―Excelente, voy enseguida.

―Tranquila señora, que ya viene el doctor ―decía la enfermera.

― ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ―Muy confundida hablaba Zulema.

―Ya le dije  señora que se tranquilíce  que ya viene el doctor, él es el más indicado para explicarle por qué está usted aquí y justo ahí llega.

―Ya estoy aquí, ¿Cómo está mi paciente? ―Preguntaba el doctor.

―Yo estoy bien doctor, pero estoy confundida, dígame, ¿Por qué estoy aquí?

―Escúcheme bien señora, usted llegó aquí hace dos días en estado comatoso, al menos en apariencia.

― ¿Comatoso? ¿Qué es eso doctor?

―Déjenme ver cómo le explico, digamos que es como un sueño muy profundo tan profundo que no siente nada.

―Yo no sé cuál es el  problema por un simple sueño ―dijo Zulema.

―Claro que no hay ningún problema con el sueño, el problema se hace cuando se duerme dos días aquí y un día en su casa, aquí la trajo su esposo junto con su cuñado, al menos eso fue lo que me dijeron.

―Ó sea que… ¿Estaba durmiendo tres días seguidos?

―Así es señora.

―Pero yo no tengo nada porque me siento bien, es más me siento mucho mejor que antes, parece que haber dormido tres días me ha quitado un peso enorme de encima.

―Señora Del Pasto, a usted se la ve muy sana, por eso no entiendo cómo una persona puede dormir tantos días, y luego despertar, y que no pasaba nada, ¿Usted no tuvo una caída, un mal golpe, una fuerte discusión o algo que se le parezca?

―No doctor, que yo sepa no, a ver… déjeme pensar… si, ya, lo único que me acuerdo es que a mi esposo le decía que me dejara dormir, y de ahí para adelante no me acuerdo nada.

― ¿Está segura?

―Sí, muy segura, es más, nunca discuto con él, a propósito, hay la posibilidad de que lo que está pasando hoy en este momento, ¿Podría ser un sueño?

― ¿Por qué lo dice?

―No sé si decírselo Doctor.

― ¿Qué hay de malo?

―Para mí no, no sé para usted, además  puede tomarme como una loca.

―No se preocupe señora, lo que yo opine esta fuera de esta conversación ―dijo con categoría el doctor.

―Bueno, voy a confiar en usted, con los minutos que ha pasado, mi mente ya se ha ubicado en una razón lógica y le puedo hablar con claridad… los días que pasé dormida fue para ir a una etapa de mi vida y poder recordar algo que había olvidado, fue algo así como ir al pasado, pero lo raro es que de pronto regreso allá y lo que pasa aquí viene a ser como un sueño, como en este caso. Ahora pienso que estoy en la realidad y lo que pasó hace unos minutos que creo es un sueño, no sé si está claro para usted.

―A ver si le entendí, hay un porcentaje muy elevado de que lo que esté pasando en este momento, inclusive lo que estoy hablando, es solo un sueño suyo, o sea, en este momento usted está durmiendo en otro lado, eso es lo que yo le entiendo ―decía muy asombrado el doctor.

―Si más o menos así, ¿Entonces qué opina?

―La verdad, no se qué decirle, eso vendría a ser como que yo no existiera y eso no puede ser, porque estoy casado con una linda mujer y tengo dos hijos que los amo mucho, y si fuera fruto de un sueño creado por su mente, entonces fuera como un títere, que no tengo funciones propias porque solo me muevo porque su mente me lo permite.

― ¿Usted está seguro?

―Y tengo que estarlo, porque sino, no estuviera pensando lo que le estoy diciendo.

―Bueno eso tiene sentido, pero al mismo tiempo significa que usted no me cree.

―Que no le crea no es, lo que puede ser es que usted lo está planteando mal.

―A ver explíqueme bien.

― ¿Explicarle bien? Ya muy bien, a ver, se lo voy a decir de esta forma, la realidad es ésta y la fantasía o los recuerdos en los sueños es lo que tuvo de 10 a 15 minutos para atrás.

―Dr. le empiezo a creer si más luego no me quedo dormida.

―Como usted diga señora, pienso que en apariencia ya está aclarado este punto, ¿Verdad?

―Según lo que usted dice si.

― ¿Siente mareos, dolor de cabeza, o algún tipo de molestia en el cuerpo? ―Preguntó el doctor.

―No, me siento muy bien, a propósito donde está mi marido, porque cuando estaba en el recuerdo así como usted lo dice, yo escuchaba una voz de un hombre y que me decía, » Zulema.., despierta mi amor»,(esa es la prueba), ¿Qué cosa?

―Como le dije, esa es la prueba de lo que le estaba diciendo hace un rato, porque el señor que dice ser su esposo estuvo aquí hace unos minutos, y le dijo eso, él se siente deprimido porque piensa que usted no va a despertar, al menos en estos momentos está en la cafetería de la clínica y ya lo voy a buscar.

Incertidumbre para Zulema, llegar al extremo de no estar segura de cuál es la realidad, pero ya le dieron una prueba contundente y eso es más que suficiente para ubicar bien sus pensamientos. Zulema, se ha pasado  tres días en un sueño muy profundo, tal vez su mente la ubicó en ese punto por autoprotección. Escuchar el nombre Clarí, nombre que se creía que había quedado para el olvido, le originó una especie de shock nervioso que lo único que consiguió fue el desmayo, originándose de esa forma el recuerdo de por qué se creó ese nombre y donde desapareció, pero al pasar de los años ella había olvidado en apariencia algunos detalles que por el momento no le servían para nada, pero en la actualidad, necesitaba una razón de por qué ese comportamiento hacia Tony, ahora ya tiene los datos necesarios del por qué de las cosas y sólo depende de ella.

Martíno se acerca hacia su habitación y no se sabe cuál será su reacción.

―Aquí estoy Zulema, ¿Qué te ha pasado, por qué no despertabas?

―Martíno, ¡Tienes bigote! ―le dijo sorprendida Zulema.

― ¿Qué te pasa mujer? Siempre he tenido bigote a menos que me estés confundiendo con otro hombre o nunca te has dado cuenta, ya sería el colmo ―le dijo intrigado.

―No, lo que pasa es que estuve soñando contigo, ¿Te acuerdas cuando salimos de tu pueblo?

―Sí, claro que me acuerdo, ¿Por qué?

―Es que ahí tú no tenías  bigote y te veías más joven, pero igual… siempre serás guapo ―le dijo con cariño.

―Tienes razón, no tenía bigote en ese tiempo, creo que son como seis años de lo que salimos de mi pueblo, pero bueno no me arrepiento, ¿Y tú?

―Claro que no, cierto y tu hermano ¿Dónde está?

―Tony está bien, ya está 100% recuperado y por aquí está, a menos que se haya ido a la casa.

―Bueno doctor… ¿Ya me voy?

―Me parece que sí, no le veo una razón lógica para que se quede en esta clínica, ya le voy a dar el alta para que se pueda retirar tranquila, pero antes de todo preséntese en caja para que cancele la cuenta, y por mi lado que les vaya bien ―despidiéndose con una sonrisa se fue el doctor.

Después que el doctor salió de la habitación los dos quedaron pensativos, Zulema lo miraba de reojo y lo mismo hacía Martíno, parecía que algo no cuadraba en el asunto, de pronto Martíno rompe el hielo y le dice.

―Me parece que tenemos que hablar mucho Zulema, pienso que es muy raro que una mujer de un momento a otro quiere recordar el pasado, lo que no entiendo para qué ―lo dijo muy preocupado.

―Si Martíno, me parece que sería lo más correcto, además ni yo mismo entiendo pero lo que sí te digo, es que  he tratado de ser muy comprensiva contigo, y por si acaso nunca te he traicionado aunque motivos he tenido, pero yo te respeto mucho por lo que tú hiciste por mi, por eso he estado a tu lado y he preferido hacerme justicia con mi propia mano antes que estar con otro hombre.

De improviso aparece una enfermera con lo datos necesarios para poder salir de la clínica.

―Disculpen, señor Martíno ya está todo arreglado y la señora puede irse, y aquí está la cuenta, puede cancelarme a mí o ir directo a caja ―le dijo la enfermera.

―Está bien señorita, espéreme un ratito que ya le cancelo, y por favor tráigale la ropa a mi esposa para que le ayude a vestir, (yo puedo sola Martíno), bueno como sea pero por favor traiga la ropa.

―Está bien señor, como usted diga ―complaciente contestó la enfermera.

De esa manera se inició una nueva etapa en la vida de Zulema alias Clarí, ahora, ella tendrá que enfrentar a su marido, por qué y quién sabe que  le va decir, ¿Qué pasará cuando se ponga frente a Tony? Ahora ella sabe que el muchacho inquieto el que la hizo sentir mujer en la actualidad, es su cuñado, ese recuerdo ha hecho que despertara el amor oculto en lo más hondo de su ser, Zulema sentía un aprecio y un agradecimiento por Martíno pero nunca sintió amor, aunque ella hizo lo posible para que sucediera, el cual Martíno nunca se dio cuenta. La pareja se dispone a salir hacia su casa y Zulema le va a dar la cara a su gran amor, aunque no sabe cómo va a reaccionar él cuando se entere que ella su cuñada, es Clarí.

―Ya Martíno, ya estoy lista, vámonos a la casa.

―Muy bien, pero por favor no me digas nada delante de Tony, no quiero que se entere de los problemas personales de nosotros, ¿Está bien?

―Sí, como quieras.

Un vehículo de lujo y dos personas adentro, son Martíno y Zulema, en todo el trayecto desde la clínica a la casa no han dicho una sola palabra, los dos llevan un semblante de preocupación de algo que tal vez tiene solución, pero sin embargo por el momento no lo ven. Son cerca de las 10 de la mañana y Martíno no ha ido todavía a su trabajo y es algo inusual en él.

Todo ha sido por un gran motivo y eso es su mujer, ahora ellos han llegado entran a su casa y Tony sale a recibirlos.

―Hola, bienvenidos a esta su casa.

―Hola Tony, ya estás bien, (hola hermano), has crecido ―le dijo Zulema.

―Oye, ¿Cómo que he crecido? Lo dices como que si no me hubieras visto en algunos años.

― ¿Qué te pasa Zulema? Te alejas tres días de ver a mi hermano y parece como que no lo hubieras visto en muchos años .

―Tranquilo… ¿Qué les pasa? Es un decir nomás, mejor me voy al dormitorio que parece que ahí voy a estar más tranquila.

―No es para tanto cuñada, mejor conversemos aquí los tres.

―No Tony, yo no puedo, si quieres conversa con Zulema que yo tengo que irme al trabajo, estoy de regreso como a las siete de la noche, chao ―despidiéndose Martíno salía de la casa.

―Bueno, entonces estamos aquí, hasta eso converso un ratito con Tony y después me pongo a cocinar algo.

―Ya Martíno que te vaya bien ―dijo Tony.

De esa forma Tony y Zulema se quedaron solos en la casa, Tony se sentó en uno de los sillones de la sala y Zulema se quedó parada, en silencio, cada uno tenía temor de abrir la boca, de pronto Zulema le dice.

―Tony….Continuará capítulo 25

©Clarí una historia cuántica Todos los derechos reservados Roberto Sanahuano    Escrita en el 2006 y registrada en el 2008 I E P I   030100