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Rompe la relación con tu ego Hooponopono. En el viaje hacia la transformación personal, muchos se enfrentan a la dificultad de liberar la tensión nerviosa arraigada, a menudo alimentada por el miedo subyacente que actúa como un obstáculo silencioso.
Este miedo, sin embargo, a menudo pasa desapercibido, ya que las personas no se percatan de que es precisamente esa ansiedad la que obstaculiza su evolución interior. Este desafío encuentra su raíz en el ego, una fuerza capaz de aferrarse obstinadamente a aquello que causa daño, todo en aras de evitar la aparente derrota frente a la razón.
El ego, en su afán de preservar una imagen autoimpuesta, puede llegar a extremos para no ceder o aceptar que ha errado en sus juicios. Esta resistencia a admitir errores proviene de un proceso de formación del ego, moldeado por las lecciones y presiones que la vida impone.
Rompe la relación con tu ego
Así como una espada forjada bajo el calor y los golpes, el ego se desarrolla con base en las experiencias y las percepciones de su entorno, marcado por patrones aprendidos desde la infancia.
No obstante, es crucial comprender que la formación del ego no implica necesariamente un destino inmutable. Este proceso está arraigado en las experiencias de la niñez, donde las influencias parentales desempeñan un papel crucial.
Por ejemplo, si una persona nace en un hogar donde la beligerancia es la norma, es probable que internalice esta actitud sin cuestionarla. Sin embargo, esta conexión no predetermina el destino.
Más bien, sirve como un punto de partida para explorar técnicas que puedan romper los patrones arraigados, como el Ho’oponopono y otras prácticas transformadoras. La influencia del entorno en la formación del individuo se manifiesta claramente en el ejemplo de una niña que crece con la enseñanza de evitar problemas a toda costa.
Aunque esta lección la lleva a desarrollar una actitud precavida, no exenta de reacciones, su enfoque pragmático la define como prudente, aunque no necesariamente serena. La serenidad, según se aprende, no es un atributo innato, sino una cualidad cultivada a través de la experiencia.
No alimente la adversidad
La frecuencia de problemas persiste en la vida de esta joven, moldeada por las lecciones de su entorno. Sin embargo, su reacción ante estos desafíos determina la magnitud de su impacto. Si alimenta la adversidad como un lobo hambriento, perpetuará un ciclo de dificultades. No obstante, existe la posibilidad de cambiar este patrón aprendido mediante la práctica del Ho’oponopono.
El Ho’oponopono se presenta como una herramienta transformadora, ofreciendo una frase poderosa para liberarse de las barreras creadas por el ego: «Lo siento, perdóname por lo que está en mí, que me crea barreras por mi ego, te amo gracias».
Este proceso simple, repetido tres veces, permite soltar las emociones limitantes y abrir espacio para el cambio. La dificultad de soltar, común entre muchos, encuentra su solución en la practicidad de esta técnica, que ofrece una puerta hacia la transformación emocional y espiritual.
Es importante destacar la honestidad al abordar el Ho’oponopono, reconociendo que, aunque previamente descartada, su simplicidad y eficacia la convierten en una valiosa herramienta.
La relación con tu ego
Este método no discrimina y puede ser igualmente beneficioso para hombres y mujeres. La clave reside en encontrar un espacio sin distracciones para la práctica, un lugar donde el alma pueda contemplar su propia evolución.
Una vez asegurada de que nadie la interrumpirá, encuentre un espacio cómodo, respire profundamente tres veces y relájese. En la última exhalación, dirija su atención a la memoria que la perturba, eligiendo la primera que le cause inquietud, molestia o mal humor.
No se preocupe por el tiempo; la razón para buscar un lugar tranquilo es facilitar la concentración. Cuando identifique la memoria que la afecta, respire profundamente y recuerde.
Al tenerla en foco, observe las emociones que surgen: ¿miedo, temor, ira, tristeza? Con una mano en el pecho, sienta los latidos acelerados de su corazón, asignándole un rango del 1 al 10 en intensidad emocional.
Compare esta presión emocional con su estado tranquilo habitual. Luego, inicie la técnica de soltar. Cuando sienta los latidos acelerados, exhale el aire asociado con la memoria, imaginando que el mal se va con cada respiración.
Rompe la relación con la carga emocional
La exhalación debe ser suave, como la liberación de aire de un globo. Observe cómo el aire se va lentamente, llevándose consigo la carga emocional asociada. Si la intensidad emocional disminuye al menos dos puntos en la escala, considérelo un éxito.
Repita el proceso evaluando y soltando hasta que la intensidad emocional alcance un mínimo, idealmente una calificación de 2 en la escala del 1 al 10. Este ejercicio sistemático le demostrará cómo liberar la tensión ligada a una memoria, permitiéndole avanzar hacia un estado de mayor serenidad y bienestar emocional.
Conclusión:
El ego es un mal que nace desde la infancia, ¿Se puede eliminar de nuestro ser? Claro que si, pero no es que se debe eliminar así como se entiende, solo hay que hacer que ese ego, le sirva como ayuda y no como enemigo.
Cuando el Ego actúa en nuestra contra en aparente acción de que nos ayuda. Nos hace ver ante los demás como alguien intratable, antisocial y de paso nos hace creer que todo gira alrededor nuestro y eso nunca es así.
Ahora ¿Cuándo el ego nos ayuda? Es cuando nos hace ver que nosotros podemos hacer algo por los demás. Uno cree que al estar en primer lugar, puede extenderse para otras personas. En cambio cuando no es de ayuda, uno cree que todo es nuestro, todo es para uno y que nadie puede ser mejor que uno, por lo tanto, nunca está presto para otras personas mas que solo para si mismo.