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Rompiendo miedos es parte muy importante en el éxito. Cuando fui adolescente me dediqué a la natación y lo hice hasta los 18 años, por cuestiones de prioridades tuve que dejar el deporte a raja tabla, casi me muero por ese chiste, el caso es que en ese momento no sabía de una prueba que la hacían en ese tiempo.
Se trata de una prueba de resistencia, la distancia es de más de 4.800 metros más o menos, aunque creo que más. Resulta que había pasado 18 años y un día me fijé en una noticia del periódico local, hablaba sobre la prueba de natación en el río Guayas.
Con nostalgia leía lo que decía en dicho diario y pensaba «Un día me cruzo el río Guayas» pero al mismo tiempo veía en mi mente lo ancho que es, pero igual seguía con el mismo pensamiento. Un día me dije «Como voy a cruzar el río si no he entrenado hace mucho tiempo», entonces sin pensar más busqué la forma de entrenar.
Entre que lo hacía y no, pasó un año, hasta que entré de nuevo a un equipo de natación para máster y en tan sólo seis meses ya estaba parado en el muelle de salida. Tomen atención por favor, una cosa es ver al toro desde lejos y otra es estar en el ruedo.
Rompiendo miedos
Como cada vez que pensaba estaba en lugares ajenos a los muelles, por lo tanto la distancia en mi mente se veía chiquita, pero cuando me paré en el muelle en vivo y directo, la cosa fue diferente, un edificio que en sus tiempos era un banco y que tiene 36 pisos, lo veía como de 3 0 4 centímetros de alto.
Entonces viendo la referencia de distancia, empezó el sistema destructor del miedo, ya pueden imaginarse que me hacía 21-41 sólo el pensar en tirarme en esa agua puerca, peor la distancia, eso sin contar que no sabía que en agua de río es diferente a nadar en mar.
El caso es que ya estaba metido y no iba a dejar que el miedo me domine, de pronto veo que empiezan a poner números en los hombros de los nadadores, yo como niño ingenuo pregunto ¿Para qué es ese número? Por ahí un chistoso dijo muy serio, «Es para reconocerte en el caso de que te ahogues», oooohh, y ahora quien me dijo que me meta en este relajo.
Pero igual me lancé con miedo y todo y de paso casi me ahogo en dos ocasiones en la misma competencia, me dio casi de todo desde que tragué agua que sabía a todo menos a agua, hasta los dos calambres que me dio en las piernas, igual seguí hasta que llegué, fue increíble.
Logré lo que casi nadie se atreve, claro que si sabe nadar bien y tiene entrenamiento de resistencia no hay problema, pero para mí fue lo mejor que me pudo pasar, más no porque me crucé el río, si no porque pude cruzar el río rompiendo miedos.
¿Qué hace que una persona tenga miedo a algo que nunca lo ha hecho?
El miedo a algo que nunca se ha hecho es un fenómeno común en los seres humanos. Surge de una combinación de factores internos y externos que interactúan para generar una sensación de inseguridad o de amenaza frente a lo desconocido.
Aunque este tipo de miedo puede parecer irracional, tiene una base en los mecanismos de supervivencia del ser humano. Su propósito inicial es protegernos de posibles peligros, pero en la vida moderna puede limitar nuestras acciones y decisiones.
Entender qué lo causa y cómo enfrentarlo permite eliminarlo de manera efectiva antes de emprender algo nuevo. Cuando una persona siente miedo a algo que nunca ha hecho, una de las causas principales es la incertidumbre. No saber qué esperar, cómo será la experiencia o cuáles serán las consecuencias genera ansiedad.
El cerebro humano tiende a llenar los vacíos de información con escenarios negativos, en parte porque está diseñado para priorizar la seguridad sobre la exploración. Por ejemplo, alguien que nunca ha hablado en público puede imaginarse olvidando las palabras, siendo juzgado por los demás o haciendo el ridículo, aunque estas situaciones no sean inevitables ni probables.
Además, el miedo también puede originarse en experiencias ajenas. Si una persona escucha historias negativas sobre una actividad o recibe advertencias de otros, es más probable que desarrolle temor hacia ella, incluso si nunca la ha experimentado.
Por ejemplo, un niño que escucha constantemente que nadar es peligroso puede crecer con un miedo arraigado al agua, aunque nunca haya estado en una situación peligrosa relacionada con ella. Las palabras y las actitudes de quienes nos rodean tienen un impacto profundo en cómo percibimos el mundo y nuestras capacidades.
La imaginación y la creación del miedo
La imaginación juega un papel crucial en la creación del miedo. El ser humano tiene la capacidad única de anticipar eventos futuros, lo que le permite prepararse para diversas situaciones. Sin embargo, esta habilidad también puede volverse en su contra.
Al imaginar posibles problemas o peligros, la mente puede crear una sensación de amenaza donde no la hay. Por ejemplo, alguien que considera viajar solo por primera vez puede imaginarse perdido en una ciudad desconocida, siendo víctima de un robo o enfrentando dificultades insuperables, lo que genera miedo incluso antes de tomar la decisión de viajar.
Es importante destacar que el miedo no nace por defecto. Los seres humanos no tienen miedo innato a cosas como hablar en público, conducir un automóvil o emprender un proyecto. Estos temores son aprendidos a lo largo de la vida a través de experiencias, observaciones y mensajes recibidos de la sociedad.
Aunque hay ciertos miedos básicos que parecen ser universales, como el miedo a las alturas o a los ruidos fuertes, estos están relacionados con la supervivencia y no son comparables al miedo a lo desconocido en actividades cotidianas.
El miedo también puede ser creado por algo externo al ser, como mensajes culturales, normas sociales o incluso los medios de comunicación. Vivimos en un entorno donde se enfatizan los riesgos y los peligros, lo que puede llevarnos a sentir miedo ante actividades que no representan un peligro real.
Por ejemplo, los informes constantes sobre accidentes de avión pueden generar miedo a volar, a pesar de que las estadísticas demuestran que es uno de los medios de transporte más seguros. Este tipo de miedo se alimenta de información externa y se refuerza con cada exposición a mensajes negativos.
La imaginación negativa
Eliminar el miedo antes de hacer algo que nunca se ha hecho es posible, pero requiere un enfoque consciente. Una de las primeras estrategias es buscar información objetiva y realista sobre la actividad en cuestión. Cuanto más se sepa sobre lo que se va a enfrentar, menos espacio habrá para la incertidumbre y la imaginación negativa.
Por ejemplo, alguien que tiene miedo a hablar en público puede investigar sobre técnicas de oratoria, ver videos de discursos exitosos y practicar en un entorno seguro antes de enfrentarse a una audiencia real. Otra forma efectiva de eliminar el miedo es cambiar la perspectiva hacia la actividad.
En lugar de enfocarse en los posibles problemas, es útil visualizar los beneficios y los resultados positivos. Por ejemplo, si una persona tiene miedo de aprender a conducir, puede imaginarse disfrutando de la independencia que le proporcionará, explorando nuevos lugares y facilitando su vida diaria.
Este cambio de enfoque ayuda a reducir la ansiedad y a motivar a la acción. La práctica gradual también es fundamental para superar el miedo. En lugar de enfrentarse directamente a una situación que genera temor, es mejor dividirla en pasos más pequeños y manejables.
Cada logro, por pequeño que sea, construye confianza y reduce el miedo. Por ejemplo, alguien que teme viajar solo puede comenzar con un viaje corto a un lugar cercano, luego aumentar la distancia gradualmente hasta sentirse cómodo explorando lugares más lejanos.
El uso de técnicas de relajación y meditación también puede ser útil para calmar la mente y el cuerpo antes de enfrentar algo desconocido. La respiración profunda, la visualización positiva y la meditación ayudan a reducir la ansiedad y a mantener una actitud tranquila.
El miedo a lo desconocido
Cuando el cuerpo está relajado, es más fácil pensar de manera lógica y tomar decisiones basadas en hechos en lugar de emociones. El ego también puede desempeñar un papel en la perpetuación del miedo. A veces, el miedo a lo desconocido está relacionado con el temor al fracaso o a no cumplir con las expectativas propias o ajenas.
El ego busca proteger la imagen que tenemos de nosotros mismos, lo que puede llevarnos a evitar situaciones donde sentimos que podemos fallar. Reconocer este aspecto y aceptar que cometer errores es parte del aprendizaje ayuda a liberar la presión y a enfrentar los desafíos con más confianza.
El apoyo de otras personas también puede ser valioso para superar el miedo. Compartir las preocupaciones con amigos, familiares o mentores permite obtener perspectivas diferentes y recibir ánimo. A veces, escuchar a alguien que ya ha pasado por una experiencia similar y ha tenido éxito puede ser suficiente para motivarnos a dar el primer paso.
En última instancia, la única manera de superar completamente el miedo a algo que nunca se ha hecho es enfrentarlo. Por más estrategias que se utilicen para prepararse, el miedo solo desaparece por completo cuando se experimenta la actividad y se comprueba que no hay razón real para temer.
Aunque el primer paso puede ser difícil, cada acción tomada con valentía fortalece la confianza y reduce la influencia del miedo en el futuro. El miedo no es una barrera insuperable. Es una respuesta natural a lo desconocido que puede ser gestionada y superada con las estrategias adecuadas. Al comprender su origen, reconocer su irracionalidad y adoptar medidas prácticas, cualquier persona puede eliminar el miedo antes de enfrentar una nueva experiencia.