Ser divertido pero no payaso

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Ser divertido pero no payaso, en toda mi vida, al menos la que tengo hasta este momento, he conocido a personas divertidas pero también a auténticos payasos. Es muy bueno ser divertido pero no payaso a menos claro que le paguen por ello y en eso estaría más que bien, en especial si es muy bueno en lo que hace, como es el caso de Jim Carrey y de verdad que se las gana muy bien.

Incluso hay una película en la que explica eso a un niño que pasa por su hijo, muy buena. Cuando apenas tenía unos trece años, conocí a un niño que después se hizo medio amigo y más que todo era del grupo en el cual entré, este niño tenía una cualidad y digo tenía porque no sé que será de la vida de él, cuarenta y seis años que no sé nada.

Actitud divertida

El caso es que tenía una cualidad de hacer divertido todo lo que decía, no tienen idea lo que era pasar con él una tarde junto a ocho niños de casi la misma edad, cada uno reía más de lo que podía y todos nos sentíamos contentos por tenerlo a este amigo cerca. Era tan increíble que el no contaba chistes conocidos sí no los que se inventaba en el momento.Ser divertido pero no payaso

Era divertido hasta en cómo describía a un auto, es decir, el podía decir cómo era el dueño solo con ver la parte frontal del vehículo. Nos pasábamos sentados en una vereda para ver cuando se acercaba o estacionaba un auto y antes de que alguien diga algo, este medio amigo se paraba en frente de nosotros y desfiguraba su cara con muecas tomando un parecido con la parte frontal del auto y decía: «El dueño de ese carro es amargado».

El resultado de esto era que el dueño se bajaba y era verdad, tenía toda la cara de sufrido aunque en ese tiempo no se sabía lo que era sufrir para un pequeño adolescente, como nosotros. Así la pasábamos toda la tarde hasta que nos aburría y este amigo mismo empezaba con otra cosa, nos contaba lo que le pasaba en su casa y cada palabra que el decía era gracioso.

Los seudos graciosos

Ya casi entrando a la edad de adulto conocí a un señor que este se pasaba de gracioso para rayar de payaso, no sé en el caso de los demás pero un payaso es bueno pero un rato y muere el asunto. Este señor se daba cuenta de que algo que él dijo y la gente se reía pues lo cambiaba para hacerlo de diferentes formas, con el resultado de que aburría y terminaba cayendo mal.

Al menos en mi caso nunca he podido llegar a ese extremo de ser gracioso, las razones se dan desde mi niñez  que posiblemente pasé mucho tiempo apartado, ya que mis padres trabajaban, lamentablemente lo que le pasa a uno en la niñez se marca para su vida de adultos, que para el colmo algunos nunca se enteran y otros lo que hacen es desquitarse con la vida de los demás por una situación en la que ellos no tenían poder de decisión.

Por una extraña razón un día me encontré con ex compañero del colegio y aunque no era raro, este señor era medio comediante en esa época pero de una forma pesada o sea, no llegaba al aburrimiento por ser payaso pero era demasiado hostigoso y siempre cogía al más tonto para hacer su acto.

Cuando la persona cambia mal

El caso es que él siempre se cuidaba en no caer en la rutina y siempre fue así hasta que cada uno tomó su camino. Veinte años después aparece cómo fantasma y resulta que con nuevos amigos pero muy cambiado, ya no era el que hacía la manera de divertir porque ahora sus bromas eran del tamaño de una golpiza.

Al extremo que llegó este conocido, fue que se convirtió en un payaso demasiado payaso o sea; muy pesado, burlón y bien mal intencionado, solo para que tengan una idea de lo que hacía, sabía irse a los mercados a la hora del baldeo o sea al terminar la tarde y siempre quedan residuos de alimentos tirados en la calle, ahora este señor lo que hacía era recoger; tomates, huevos, naranjas y todo lo que podía encontrar que sea menudo y podrido.

Lo gracioso no es divertido

Tenía la paciencia de hacer mezcla y rellenaba los tomates y naranjas con la mezcla, ahora yo no sabía que era lo que hacían ellos en las tardes ya que siempre pasaba trabajando en mi empresa pero, un día se me ocurre salir con ellos y contento y feliz iba en al asiento de adelante de su vehículo, de pronto él saca una funda grande llena de esas «Sorpresas» como el las llamaba.

Y como siempre uno cómo ingenuo pregunta ¿Para qué es eso? La respuesta fue «Es para las respuestas equivocadas» y todo quedó tranquilo hasta que de pronto el que conducía se detiene frente a un señor que estaba parado en la acera, ¿Tú te llamas Luis?

Era la pregunta y cómo era de esperarse la respuesta era «NO» entonces le caía la sorpresa que consistía en un tomate relleno de todo justo en el pecho, para después salir como alma que lleva el diablo junto con una risotada. Esto lo hacían toda la tarde y yo solo salí una vez porque dónde nos agarraban nos mataban, pienso que mejor es ser divertido pero no payaso.

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