Tomando control de la vida que llevo que está descontrolada

Tomando control. Cuando alguien dice que está tomando control de su vida, se entiende que es una persona totalmente equilibrada, pero resulta que a cada paso que da (claro que no es siempre pero le pasa) él está con problemas que no ha podido resolver y basado en eso, comete otros errores parecidos.

En este caso no se puede decir que es una persona que lleva el control de su vida que posiblemente esté en momentos de transición pero nada más. Ahora, ¿Cuándo puedo decir que estoy tomando control? Pues para responder a esta pregunta, primero hay que definir sobre lo que es control.

Por lo tanto al menos para mí. «Control es todo lo que yo puedo manejar a mi antojo» nótese que no es una definición oficial, es simplemente como lo veo y a mí me resulta (no soy apegado a las teorías o conceptos, aunque también funcionan) y si yo puedo manejar a mi antojo significa que tengo claro lo que estoy haciendo.Tomando control de la vida

Bien, entonces ya sabemos lo que es control, ¿Ahora como llegamos a tener control? Primeramente para llegar a control hay que tener conocimiento, que es todo lo que aprende mediante la lectura, medios informáticos inclusive recomendaciones de terceros.

Tomando control de la vida

Cuando ya tiene el conocimiento, viene la práctica que la realiza mediante proyectos, pensamientos o simples obras. Después de la práctica viene la actitud. Como todos sabemos, la actitud viene con la continua labor que hacemos y mientras más lo hacemos más actitud tenemos.

Cuando nuestra práctica es muy basta, entonces adquirimos una actitud, que es lo que hace que nosotros hagamos todo automáticamente, sin siquiera ponernos a pensar si lo hacemos o no. Si usted conduce, no piensa dos veces para poner un cambio, simplemente lo hace y eso es una actitud.

Ahora no hay que olvidar que en muchos casos la experiencia sin conocimientos, es simplemente un error y a más errores supuestamente más experiencia, no es así, si alguien sabe lo que va hacer lo que viene es simplemente un paso.

Ahora, usted tiene el conocimiento, tiene la práctica, también la actitud que todo junto es lo que da un control, que lo puede aplicar en todo lo que tenga que ver con su vida, ya sea laboral, social o familiar. Si usted no cumple con estos tres primeros pasos, nunca podrá decir que tiene o está tomando control de su vida.

Ahora, si es así, entonces busque la información en la fuente, o sea a los que le puedan dar el conocimiento que requiera, para que de esa forma tenga su práctica y con ello alcance una actitud, que muy bien le va a servir para llegar con toda confianza para decir después que estoy tomando control.

Es difícil llevar un control absoluto pero la idea central es que la vida sea llevadera, con el mínimo roce posible y sin resistencia. Llegar a esta posición se requiere de años de aprendizaje. El tiempo es muy corto y por eso hay que empezar ya.

¿Qué hace que alguien pierda su control?

Mantener el control de la propia vida es un desafío constante que, aunque parezca sencillo en teoría, implica una lucha interna que varía de persona a persona. Perder el control no siempre ocurre por falta de conocimiento o entendimiento; muchas veces, factores emocionales, sociales y biológicos intervienen en el proceso.

La capacidad de sostener el control no se reduce a saber qué hacer, sino a tener la fortaleza y la constancia para aplicar ese conocimiento en el momento adecuado. El descontrol puede surgir de varias fuentes. Una de las más comunes es la influencia de las emociones.

El enojo, la tristeza o la frustración pueden nublar el juicio y hacer que las personas reaccionen de manera impulsiva, sin considerar las consecuencias de sus actos. Aunque alguien posea el conocimiento necesario para manejar una situación con calma, si sus emociones toman el control, es probable que pierda la capacidad de actuar de forma racional.

Este fenómeno demuestra que el conocimiento por sí solo no basta; es necesario cultivarlo junto con habilidades emocionales que permitan mantener la estabilidad incluso en los momentos más difíciles. El entorno también juega un papel crucial en el descontrol.

Las presiones sociales, las expectativas familiares o las influencias negativas de personas cercanas pueden empujar a alguien hacia comportamientos que normalmente evitaría. Por ejemplo, alguien que sabe que debe mantener la compostura puede perder el control si siente que está siendo juzgado o presionado por los demás.

Este tipo de descontrol no surge de la ignorancia, sino de la incapacidad para resistir las fuerzas externas que actúan sobre la persona. Otro factor importante es el estrés. La acumulación de responsabilidades, preocupaciones y tensiones diarias puede sobrecargar a una persona al punto de que pierda la capacidad de manejar sus emociones y decisiones de manera efectiva.

El control y el estrés

Aunque alguien tenga el conocimiento para resolver problemas o afrontar desafíos, el estrés puede bloquear su capacidad de acceder a esas herramientas en el momento necesario. En este caso, el descontrol no es un reflejo de debilidad o falta de preparación, sino una señal de que la persona necesita recuperar el equilibrio antes de poder actuar con claridad.

Las experiencias pasadas también influyen en el grado de control que una persona puede ejercer sobre su vida. Aquellos que han crecido en entornos inestables o que han enfrentado traumas pueden encontrar más difícil mantener el control, incluso cuando tienen la intención de hacerlo.

Esto se debe a que sus respuestas emocionales y patrones de comportamiento han sido moldeados por circunstancias que les enseñaron a reaccionar de manera impulsiva o a desconfiar de su propia capacidad para manejar las cosas. En estos casos, el descontrol es un reflejo de heridas no sanadas que interfieren en su habilidad para actuar de manera equilibrada.

El dicho «lo que no hizo de muchacho lo hace de viejo» ilustra cómo las experiencias no vividas en etapas tempranas de la vida pueden manifestarse más adelante de manera descontrolada. Cuando alguien reprime deseos, impulsos o experiencias durante su juventud, es posible que esos aspectos resurjan en la edad adulta con mayor intensidad.

Esto ocurre porque las emociones y necesidades no desaparecen simplemente; se acumulan y, en algún momento, encuentran una vía de escape. En este contexto, el descontrol no se debe a la ignorancia o la falta de preparación, sino a la presión interna de aspectos de la vida que nunca fueron explorados o satisfechos. La falta de autocontrol también puede estar relacionada con la biología. El cerebro humano tiene mecanismos que influyen en cómo se toman decisiones y se regulan las emociones.

El sistema límbico gobierna las emociones

En momentos de estrés o bajo presión, el sistema límbico, que gobierna las emociones, puede dominar sobre la corteza prefrontal, responsable del razonamiento y la planificación. Este desequilibrio hace que las personas reaccionen de manera impulsiva, incluso cuando saben que deberían actuar de otro modo.

Este proceso biológico demuestra que, aunque el conocimiento y la intención sean sólidos, hay factores internos que pueden dificultar mantener el control. La rutina y la monotonía también pueden llevar al descontrol, aunque parezca contradictorio.

Cuando alguien siente que su vida carece de propósito o emoción, es posible que busque formas de romper esa monotonía, a menudo a través de comportamientos que antes evitaba. Este tipo de descontrol surge de un deseo de cambio o de llenar un vacío emocional, más que de una falta de conocimiento sobre cómo actuar.

En estos casos, la persona puede estar buscando algo que le permita sentirse viva o en control, aunque paradójicamente termine perdiendo ese control en el proceso. El descontrol también puede estar relacionado con las expectativas poco realistas.

Cuando alguien se fija metas demasiado altas o se exige más de lo que puede manejar, es probable que experimente frustración y desmotivación. Estas emociones, combinadas con la sensación de fracaso, pueden llevar a la persona a abandonar el control y actuar de manera impulsiva o autodestructiva.

Aquí, el problema no radica en la falta de conocimiento, sino en la presión interna de cumplir con estándares imposibles. En algunos casos, el descontrol puede ser un mecanismo de defensa. Para quienes han experimentado dolor emocional o traumas, perder el control puede ser una forma de protegerse de enfrentar esos sentimientos.

El descontrol es una actitud inconsciente

Hablar de esto puede ser difícil, pero el descontrol no siempre es un acto consciente; a veces, es una respuesta automática ante situaciones que desencadenan recuerdos o emociones difíciles de manejar. Este tipo de descontrol requiere empatía y comprensión, ya que no se resuelve simplemente con más conocimiento o disciplina.

El aprendizaje y el desarrollo personal son clave para recuperar y mantener el control en la vida. Esto implica no solo adquirir conocimientos, sino también trabajar en el manejo emocional, la resiliencia y la capacidad de adaptación.

La vida está llena de desafíos que pueden desequilibrar a cualquiera, pero la diferencia radica en cómo se manejan esos momentos de dificultad. Aquellos que dedican tiempo a conocerse a sí mismos, a identificar sus desencadenantes y a desarrollar herramientas para enfrentarlos, tienen más probabilidades de mantener el control incluso en circunstancias adversas.

En última instancia, perder el control es una experiencia humana y natural que no necesariamente indica una falla personal. Todos enfrentan momentos en los que las emociones, el estrés o las circunstancias externas superan su capacidad de respuesta.

Lo importante no es evitar por completo el descontrol, algo casi imposible, sino aprender a recuperarse de él y a usar esas experiencias como oportunidades para crecer. El control, en este sentido, no es un estado permanente, sino una habilidad que se cultiva y fortalece con el tiempo.

Datos

2 comentarios en «Tomando control de la vida que llevo que está descontrolada»

    1. En esos tiempos si era aceptado lo que escribí pero ahora por conocimientos ya no uso la «experiencia» como parte de la cadena por ser errores vividos, de ahí todo está bien. Por si acaso, corregí el artículo por tu observación.

      Gracias por el comentario.

      Roberto Sanahuano
      Máster en P.N.L.

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