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Trabajo en sociedad en sí no es tan aconsejable, a menos claro que se trate de una empresa que requiera de capital y como no hay en el momento, prácticamente se torna en una necesidad. La única forma que ingrese dinero sin que entre un banco es con un socio capitalista, por lo tanto ahí no hay vuelta que dar.
Entonces hablamos de empresas más pequeñas en las que se plantea una sociedad por una amistad o por simple conveniencia, en todo caso siempre hay un riesgo y todo por considerar que no es necesario los típicos papeleos, que en cierto modo es necesario para asegurar el porvenir no sólo de uno si no de todos lo que integren la sociedad.
He visto romper sociedades sólo por no ponerse de acuerdo en simples movimientos y cómo no hubo compromisos legales, cada quien por su lado y ahí el más astuto se queda con la mayor parte. Uno de los casos pasó con un cliente que en buena hora lo pude atender a tiempo porque un poco más y le da un derrame cerebral sólo por la indignación que sintió.
Era una sociedad sólo de dos integrantes y se dedicaban a vender todo lo que tiene que ver con papelería, equipos de oficina y útiles estudiantiles y todo iba muy bien es más, en el primer año tuvieron una ganancia neta muy sustanciosa y por eso siguieron con más empeño e invirtieron más dinero, por lo tanto no había razón para nada malo.
En el segundo año también le fue muy bien pero en el tercer año, empezaron los problemas por el hecho de que uno de los socios había ofrecido un descuento que no estaba planificado, al menos el otro no sabía y por ende cuando tuvieron que hacer una entrega de un pedido, no se hizo porque las cuentas no cuadraban, eso molestó al otro socio.
Trabajo en sociedad los peligros
Por el momento se calmó los ánimos y siguieron trabajando, después vino otro problema que en este caso fue por una mercadería que había llegado, por el cual la factura estaba muy por encima de lo estipulado. Por lógica no se podía pagar algo que estaba muy caro, al menos la lista de precio de venta ya estaba con otro valor, por lo tanto podía haber perdida.
Mi cliente no soportó más y reventó reclamándole por los malos movimientos por parte de él (socio) según los comentarios, hubo hasta golpes y como ninguno de los dos es tonto y no querían perder, decidieron romper la sociedad y así lo aceptaron y cada quien por su lado, el caso es que el reparto de todo era por partes iguales.
De un día para otro la bodega que alquilaban quedó casi vacía y sorprendido llama a la policía pensando que habían sido víctimas de un robo, el cual no fue así, él socio había llegado muy en la mañana y se llevó casi toda la mercadería alegando que esa era su parte de la sociedad, el resto era del otro socio es decir escritorios, computadora, sillas, algunas perchas y algo de mercadería.
Mi cliente indignado por quedar sin nada había empezado a gritar y con un machete empezó a romper todo lo que se encontraba en la bodega. Esa reacción espontanea le provino un fuerte dolor de cabeza que hasta se desmayó, después de eso se resignó porque todos los papeles estaba a nombre de el socio y él no era nadie ante la ley, todo por confiar en una sociedad sólo de palabras.
¿Por qué una persona siente confianza con alguien que en la realidad se conoce poco?
La confianza entre dos personas, incluso cuando apenas se conocen, es un fenómeno que a menudo se basa en percepciones, intuiciones y señales no verbales. Los seres humanos tienden a juzgar rápidamente a los demás basándose en aspectos como el tono de voz, el lenguaje corporal, la apariencia y las primeras palabras intercambiadas.
Estas impresiones iniciales pueden generar un sentimiento de confianza, aunque la relación aún no tenga una base sólida. Las personas son criaturas sociales que buscan conexiones para sentirse seguras y entendidas. La confianza puede surgir porque alguien proyecta cualidades que valoramos, como honestidad, calidez o profesionalismo.
Un individuo que muestra un comportamiento amable y respetuoso puede provocar confianza, incluso si el conocimiento mutuo es limitado. Este proceso ocurre en parte porque el cerebro humano está diseñado para buscar patrones y tomar decisiones rápidas, especialmente en situaciones sociales.
En los negocios, donde se supone que las decisiones deben ser calculadas y racionales, estas dinámicas emocionales también juegan un papel importante. Muchas veces, las relaciones comerciales comienzan con una buena impresión o una recomendación de alguien en quien confiamos.
Esto genera una predisposición positiva hacia la otra persona, haciendo que el proceso inicial fluya con mayor facilidad. Sin embargo, esta confianza inicial no siempre garantiza que el trato será exitoso, porque otros factores pueden entrar en juego.
Las emociones complican los negocios
A pesar de que los negocios son vistos como algo serio y estructurado, las emociones humanas a menudo complican el panorama. Las decisiones comerciales no siempre se basan únicamente en números o datos. Las emociones, las expectativas y las experiencias personales influyen en la forma en que las personas perciben las oportunidades y los riesgos.
Una persona puede confiar en otra por intuición, pero esa confianza puede desmoronarse si algo cambia en la interacción. En un trato entre dos personas, las expectativas juegan un papel crucial. Cada parte entra en el acuerdo con una visión de cómo deberían desarrollarse las cosas.
Si una de las partes siente que esas expectativas no se están cumpliendo, la confianza puede deteriorarse rápidamente. Por ejemplo, si alguien percibe que la otra persona no está siendo completamente transparente, podría sentirse inseguro acerca de continuar.
En estos casos, la retirada puede parecer abrupta, pero en realidad suele ser el resultado de dudas acumuladas. La comunicación también es fundamental en cualquier trato. Una falta de claridad o una percepción de ambigüedad puede sembrar incertidumbre.
Si una persona siente que no tiene toda la información o que la otra parte está evitando ciertos temas, la confianza puede verse comprometida. Esto puede llevar a que alguien decida retirarse sin explicaciones, especialmente si siente que confrontar el problema podría ser incómodo o contraproducente.
El miedo al riesgo también influye. Aunque un trato inicialmente parezca beneficioso, una persona puede reevaluar los posibles riesgos a medida que avanza el proceso. Si el costo de equivocarse parece alto, es posible que decida dar marcha atrás, incluso sin expresar sus razones.
Los posibles errores
Esta actitud no siempre refleja desconfianza en la otra parte, sino una autoconservación frente a un posible error. Además, las experiencias previas moldean la forma en que las personas manejan las negociaciones. Si alguien ha tenido malas experiencias en el pasado, podría ser más propenso a retirarse ante el primer indicio de incertidumbre.
Esto no necesariamente tiene que ver con la otra persona, sino con una predisposición personal a protegerse de repetir situaciones negativas. La presión social y cultural también afecta estas dinámicas. En algunos contextos, confrontar a la otra persona con dudas o preocupaciones puede considerarse inapropiado o poco cortés.
Por ello, muchas personas optan por retirarse en silencio en lugar de enfrentar un conflicto directo. Aunque esta decisión puede parecer injusta o confusa, a menudo refleja una preferencia por evitar el enfrentamiento. Por otro lado, el cambio de opinión también puede surgir de factores externos que están fuera del control de las personas involucradas.
Una nueva información, un cambio en las circunstancias o incluso la intervención de un tercero pueden alterar la perspectiva de alguien respecto al trato. En estos casos, la retirada no necesariamente implica una falta de confianza en la otra persona, sino una adaptación a las nuevas circunstancias.
Es importante señalar que, aunque una retirada sin explicaciones puede ser frustrante para la parte afectada, no siempre tiene intenciones negativas. A veces, las personas simplemente no saben cómo comunicar sus preocupaciones de manera efectiva.
La falta de habilidad para expresar inquietudes o el temor a dañar la relación pueden llevar a optar por el silencio como una salida más fácil. En última instancia, la confianza y la estabilidad en los tratos dependen de varios factores que interactúan entre sí.
En resumen
La transparencia, la comunicación abierta y la capacidad de manejar las expectativas son esenciales para construir y mantener una relación sólida. Cuando estas áreas se descuidan, las posibilidades de que una de las partes se retire aumentan.
La clave para minimizar estos problemas radica en fomentar un entorno de confianza mutua desde el principio. Esto implica ser claro sobre las intenciones, escuchar activamente las preocupaciones de la otra parte y estar dispuesto a ajustar las expectativas según sea necesario.
Al abordar las posibles dudas o inseguridades de manera directa, se pueden evitar muchas de las retiradas repentinas que a menudo ocurren en los tratos. Aunque no siempre se puede controlar cómo reaccionará la otra persona, cada individuo puede esforzarse por ser lo más transparente y confiable posible. Esto no solo aumenta las probabilidades de éxito en los negocios, sino que también ayuda a construir relaciones más fuertes y duraderas en todos los ámbitos de la vida.