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Vivo en un infierno. Las razones por la que una persona diga de esa forma ¡Vivo en un infierno! tienen que ser muy fuertes, entonces si ese es su pensar tiene que por fuerza estar presente el demonio en persona. Hay algo que en lo personal me he dado cuenta, claro que por experiencia y aprendizaje como profesional, que cuando una persona vive ese tipo de experiencia es porque así lo decide.
A ver, explicando en palabras de a centavo, en el momento que yo decido vivir en un infierno, eso no es consciente sino inconsciente, o sea no lo planeo simplemente lo hago y ya, entonces desde ese momento para mí, todo va a estar mal inclusive si tengo una compañera, esposa o amiga que viva conmigo le voy a ver todos los defectos que tenga aunque no los tenga.
Entonces mi actitud va a ser de problema, para mí todo lo bueno que hagan a mi favor me va a parecer que es en contra, eso sin llegar a la esquizofrenia, por lo tanto como no aguanto la situación que yo mismo originé me expreso ante los demás ¡Vivo en un infierno! Y quiero que los demás sientan mi dolor y tristeza para que de esa forma sientan lástima de mí.
Cuando no les interesa la ayuda
Es increíble lo que sucede, hace un tiempo atendí a una señora que me decía algo parecido y, cuando llegó a mi oficina se sentó y empezó a lamentarse del infierno en el que vivía con su esposo. Sólo para que tengan una idea, se pasó 4 horas llorando rascándose un brazo hasta llegar a lacerarse, golpeaba contra la pared con su cabeza y no quería tomar atención.
Al menos nunca me dijo que ella ya tenía 13 años con Psiquiatras ingiriendo drogas todo ese tiempo, cuando me enteré fue demasiado tarde, ya estaba dentro de mi oficina drogada, que cuando le pasó el efecto fue que sucedió lo que dije anteriormente, ahora ¿Cómo se puede atender a una persona que ha estado acostumbrada al mismo trato profesional durante 13 años?
Al menos en ese tiempo no tenía la experiencia que tengo ahora y conozco algunas formas de cambiar ese estado de ánimo. El problema de ella por el cual vivía en el infierno, era por insatisfacción sexual, algo que no entiendo hasta ahora, como los especialistas no se dieron cuenta, al menos en tantos años. Como punto de todo era que le decía cuál era su problema y ella decía que no.
El fanatismo religioso
Una razón básica en todo era que los dos eran fanáticos evangélicos y los dos decían que Dios era el que había decidido su malestar. Después de 9 horas y ya cansado con ganas de botarla por la ventana, como dije por mi falta de experiencia de la época, di por terminada la consulta y ella más que él se fue convencida que yo estaba equivocado, al menos rara pero muy rara vez me he equivocado y ha sido con muy poquito, pero he enmendado mi error.
La paciente convencida de mi error se fue sin dejarme hacer mi trabajo como es el cambio de actitud (algo que me demoro de 15 a 20 minutos) aunque no soy vengativo ni nunca lo seré, pero cuando me enteré por boca del mismo esposo de que su esposa le fue infiel, sentí un saborcito de victoria ¿Por qué sentí eso?
Simple, esa actitud que hizo tomar la decisión de traicionar vilmente a su esposo, fue por la insatisfacción sexual que ella sentía por culpa de su esposo (pienso que no tengo que explicar con detalle) y ellos no me creyeron y ahí está la prueba, ahora ella sigue diciendo ¡Vivo en un infierno!
¿Por qué una persona no le gusta que la ayuden?
La ayuda es un acto comúnmente considerado como un signo de bondad y apoyo. Sin embargo, hay personas que rechazan esta ayuda y, en su lugar, optan por quejarse. Esta dinámica puede resultar confusa para quienes desean ayudar.
En este artículo, exploraremos las razones detrás de esta resistencia a la ayuda, la naturaleza de las quejas y cómo estas pueden convertirse en un patrón de comportamiento. La forma en que una persona percibe la ayuda puede variar significativamente.
Para algunos, la ayuda es vista como un gesto de apoyo; para otros, puede interpretarse como un signo de debilidad o incapacidad. Esta percepción puede influir en su disposición a aceptar o rechazar la ayuda que se les ofrece.
Las personas que valoran la autosuficiencia pueden sentir que aceptar ayuda es una admisión de que no pueden manejar sus problemas por sí solas. Algunas personas tienen dificultades para pedir ayuda debido a su educación o experiencias pasadas.
Si crecieron en un entorno donde se les enseñó a ser autosuficientes o a no mostrar vulnerabilidad, pueden resistirse a aceptar ayuda por temor a ser juzgadas o a parecer débiles. Esta internalización de la autosuficiencia puede llevar a una lucha interna entre la necesidad de apoyo y el deseo de mantener una imagen de independencia.
Las quejas como mecanismo de enfrentamiento
Para algunas personas, quejarse se convierte en una forma de expresar su descontento y frustración. En lugar de buscar soluciones a sus problemas, estas personas optan por verbalizar sus quejas.
Este comportamiento puede proporcionar un alivio temporal, ya que al expresar su insatisfacción, sienten que están validando sus emociones. Sin embargo, las quejas constantes pueden convertirse en un ciclo autodestructivo que perpetúa la negatividad.
Quejarse puede servir como un mecanismo para atraer la atención de los demás. En un entorno social, expresar quejas puede generar empatía o apoyo de otros. Sin embargo, este enfoque puede llevar a relaciones disfuncionales, donde la persona se convierte en una especie de “víctima” y los demás sienten la necesidad de atender sus quejas sin abordar las soluciones reales a sus problemas.
El cambio puede ser aterrador para muchas personas, incluso si el cambio implica mejoras en su situación. Algunas personas prefieren permanecer en su zona de confort, incluso si eso significa continuar en un ciclo de quejas y descontento.
La familiaridad de su situación actual, aunque sea negativa, puede parecer más segura que la incertidumbre que conlleva el cambio. Este miedo puede impedir que acepten ayuda o busquen soluciones efectivas.
Las personas que no aceptan ayuda pueden haber desarrollado estrategias de afrontamiento negativas para manejar sus problemas. Estas estrategias pueden incluir la queja constante, el aislamiento o la evitación. Si estas estrategias les han funcionado de alguna manera en el pasado, puede que se resistan a cambiar, incluso si la ayuda está disponible.
Problemas de autoestima y vulnerabilidad
Las personas con baja autoestima a menudo sienten que no merecen la ayuda de los demás. Pueden creer que no son lo suficientemente valiosas o que su situación no merece atención.
Esta percepción distorsionada de sí mismos puede hacer que se resistan a recibir apoyo, eligiendo en su lugar quejarse de su situación como una forma de buscar validación. Aceptar ayuda implica abrirse a los demás y mostrar vulnerabilidad.
Para algunas personas, esto puede ser un desafío significativo. Temen que, al aceptar ayuda, estarán exponiendo sus debilidades o fracasos. Este miedo a la vulnerabilidad puede ser un obstáculo importante para establecer relaciones de apoyo y confianza, y, en cambio, pueden optar por quejarse en lugar de permitir que otros se acerquen.
Las normas culturales pueden influir en la forma en que las personas perciben la ayuda y la queja. En algunas culturas, la autosuficiencia se valora altamente, lo que puede llevar a las personas a rechazar la ayuda y, en su lugar, quejarse de sus circunstancias.
En otras culturas, la interdependencia y el apoyo mutuo son más aceptados, lo que puede fomentar una mayor disposición a aceptar ayuda. Las relaciones sociales también juegan un papel importante en cómo las personas manejan la ayuda y la queja.
Si una persona se rodea de amigos o familiares que constantemente se quejan, es probable que adopte un comportamiento similar. Este entorno puede reforzar la idea de que quejarse es más efectivo que buscar soluciones, perpetuando así un ciclo de negatividad.
La importancia de la autoconciencia
Para romper el ciclo de quejas y resistencia a la ayuda, es crucial que las personas desarrollen autoconciencia. Esto implica reflexionar sobre sus pensamientos, emociones y patrones de comportamiento.
Reconocer por qué se resisten a aceptar ayuda y cómo las quejas pueden afectar su vida puede ser un primer paso importante hacia el cambio. Establecer objetivos claros y alcanzables puede ayudar a las personas a cambiar su perspectiva sobre la ayuda.
En lugar de ver la ayuda como una debilidad, pueden aprender a considerarla como un recurso valioso en su camino hacia el crecimiento personal y la resolución de problemas. Esto puede facilitar una mayor apertura a la ayuda y una disminución de las quejas.
La resistencia a aceptar ayuda y la tendencia a quejarse son comportamientos complejos que pueden surgir de diversas razones, desde la percepción de la ayuda hasta la baja autoestima y el miedo al cambio.
Comprender estos factores es esencial para fomentar una mayor apertura a la ayuda y reducir el ciclo de quejas. Al final, reconocer la importancia de la interconexión y el apoyo mutuo puede ser clave para ayudar a las personas a encontrar soluciones a sus problemas y, en última instancia, vivir una vida más plena y feliz.