Los mensajes corporales

Los mensajes corporales no mienten y es el que en verdad te dicen lo que sienten las personas. Todo ser viviente se comunica incluso los animales, por lo tanto la comunicación es parte fundamental para todo entendimiento. Desde que la gente empezó a utilizar la comunicación como medio de convencimiento, todos pensaron que solo se trataba de hablar.

Incluso en muchas partes se pensaba que el hablar era simple, bueno en cierto modo era así pero con el tiempo se dieron cuenta que no solo se trataba de hablar, también tenían que recurrir a palabras que no usaban con regularidad, pero que daban el significado que se necesitaba para que la otra persona entienda bien el mensaje.

Hubo muchos malos entendidos por el hecho de que no sabían emplear las palabras en su orden. Con el tiempo se dieron cuenta que no dependía solo de las palabras sí no cómo las decía. Tome en cuenta que no es lo mismo que usted diga; te amo a ¡Te amo! en la primera se siente como algo simple, en cambio en la otra frase incluso está con admiración, por lo tanto el efecto es diferente.

Los mensajes corporales
Qué es el lenguaje corporal

Los mensajes engañosos

En este caso mucha gente no se daba cuenta de la intención de una frase aunque era difícil darse cuenta, porque no se conocía la estrategia inconsciente de dicho mensaje, es más, ni siquiera el mismo emisor de dicho mensaje se daba cuenta de que estaba dando un verdadero mensaje, es decir, la persona daba un mensaje falso pero la intención verdadera es que el otro crea lo que le está diciendo.

Tenga en cuenta que se efectuaron muchos engaños con este sistema que va desde; la familia, conyugal, amistad incluso comercial que hasta ahora lo emplean solo que ahora lo hacen con tecnología de punta. En buena hora que todo tiene su límite y por el momento ya se ha descubierto que no solo las palabras y como se la dice es la base de toda comunicación.

Ahora hay la comunicación corporal que más se entiende como los mensajes corporales, es decir, que lo que dice con su boca en sí no es toda la verdad porque depende cómo lo diga y para verificar está lo que hacen los micro movimientos de los músculos más chicos  que están en su cara y si no es suficiente también está su cuerpo.

Si duda de lo que escribo, solo observe cuando conversa con alguien y en el momento que haga alguna pregunta vea cómo se mueve tanto los músculos de la cara y los del cuerpo de su interlocutor. Tiene que ser muy relajante cuando una respuesta es verdadera y cuando no, su cara se lo va a decir o sí no los hombros.

Los mensajes no verbales

Es típico en una pareja cuando ya no es momento de que estén  juntos, tanto él o ella va a dar el mensaje pero lamentablemente muchos se dejan llevar por lo que sienten y no quieren ver lo que es evidente. Hay casos en que se llega a la infidelidad porque uno de los dos a dicho algo que no le gusta pero no se tomó atención, ¿Por qué? Pues muchos esperan que la persona lo diga con las palabras.

Muchos tienen miedo a la reacción de la otra persona, ya sea por pena o porque no sabe cómo decirlo pero en realidad lo dicen todo el tiempo con la comunicación no verbal. Pienso que también tiene miedo el causante de las acciones que dan una reacción y todo, porque no quieren «Perder el tiempo» en ilustrar su mente con conocimientos.

No es fácil ser observador de los movimientos corporales ya que los mensajes  son casi imperceptibles, incluso los de la cara pero con práctica se puede ser un excelente observador. Los mejores mensajeros corporales son los infieles y los políticos y con esto generalizo ya que las mujeres a mucha honra parece que quieren llevarse el galardón de expertas.

Sin pecar de santo ya que ni en la religiones existen solo de nombre o título pero, ningún hombre llega a ese término si es que las mismas mujeres no dan espacio, claro que me refiero a la infidelidad y a un hombre.

Aprenda a conocer a las personas

Cualquiera traiciona a una mujer pero un hombre no, por eso digna dama antes de meterse con un «Hombre» primero indague su vida y de acuerdo a los mensajes corporales sabrá si le dice la verdad o le miente.

Últimamente se puede identificar a una persona y en especial que estado de ánimo tenía cuando escribió un mensaje, lo que antes era solo privilegio de especialistas. Con esto no me refiero a que el mensaje tiene que tener un insulto para decir que está de mal genio, no, no es así, porque tranquilamente me puede escribir flores pero por dentro usted está que el diablo se lo quiere llevar en peso.

Entonces esto funciona de la forma en que están colocadas las palabras, es la fuerza que usted en realidad lo quiere decir solo que no se atreve. Lo mejor que puede hacer si tiene a la persona presente es fijarse en los mensajes corporales.

El arte de las palabras: ¿Se nace con él o se aprende?

El poder de las palabras ha fascinado a la humanidad desde tiempos antiguos. Los discursos de grandes oradores como Sócrates, Cicerón o Winston Churchill moldearon sociedades, inspiraron revoluciones y guiaron a generaciones enteras.

La pregunta que siempre surge es: ¿El arte de las palabras es un talento innato o algo que puede aprenderse? ¿Se nace con la habilidad de convencer o se cultiva con el tiempo? La respuesta a esta interrogante es más compleja de lo que parece, pues implica tanto predisposiciones naturales como esfuerzo y técnica.

Ahora, ¿Se nace con el don de la palabra? Algunas personas parecen poseer una facilidad innata para expresarse, conectar con los demás y convencer con sus palabras. Esta habilidad puede estar vinculada a factores como, la inteligencia verbal-lingüística.

Según el modelo de inteligencias múltiples de Howard Gardner, quienes destacan en esta área tienen una habilidad especial para usar el lenguaje de forma efectiva. Esto sin dejar el carisma natural.

Algunas personas tienen una presencia magnética que refuerza su manera de hablar, haciendo que sus palabras generen impacto. Quienes crecen en un entorno donde la comunicación es valorada pueden desarrollar estas habilidades más fácilmente desde pequeños.

Sin embargo, aunque estas predisposiciones pueden dar una ventaja, no determinan el éxito definitivo. Muchas veces, aquellos que parecen “nacer con el don de la palabra” solo poseen un punto de partida favorable, pero deben trabajar para pulir y perfeccionar su talento.

El arte de las palabras: Una habilidad que se aprende

Si bien hay personas con cierta facilidad inicial, la historia muestra que el dominio del lenguaje es una habilidad que se puede aprender y perfeccionar. Grandes comunicadores no nacieron siendo oradores extraordinarios; aprendieron mediante la práctica y el conocimiento.

La exposición a diferentes estilos de escritura y discursos enriquece el vocabulario y permite entender cómo las palabras se entrelazan para crear significado. Practicar la escritura mejora la claridad y precisión del pensamiento, dos cualidades esenciales en la persuasión.

La técnicas de oratoria es la estructura de un buen discurso, el manejo del lenguaje corporal y la modulación de la voz son habilidades que se pueden entrenar mediante cursos y talleres.

La persuasión depende en gran medida de saber a quién se dirige el mensaje y cómo adaptar las palabras a las necesidades y expectativas de los oyentes. Esto requiere sensibilidad y empatía, cualidades que se desarrollan con la práctica.

Dominar el arte de las palabras requiere esfuerzo continuo. No basta con tener talento; incluso los más dotados necesitan entrenarse para pulir sus habilidades. Los discursos más convincentes siguen estructuras claras: introducción, desarrollo y conclusión.

Además, deben emplear recursos retóricos como la metáfora, la anáfora o el contraste, los cuales se aprenden mediante la teoría y la práctica. El ejemplo de Demóstenes, uno de los oradores más célebres de la Antigua Grecia, demuestra que el aprendizaje es clave.

De joven, Demóstenes tenía serios problemas para hablar en público. Sin embargo, entrenó arduamente recitando discursos frente al mar para proyectar su voz por encima del ruido de las olas. Este esfuerzo lo llevó a convertirse en uno de los oradores más influyentes de su tiempo.

Más allá de las palabras

El poder de las palabras no depende únicamente del lenguaje. También está ligado a la actitud, la credibilidad y la coherencia del mensaje. Un discurso persuasivo no se limita a frases bien construidas, sino que transmite emoción, pasión y autenticidad.

La combinación de técnica y verdad personal genera una conexión emocional con el público, lo que refuerza la capacidad de convencer. Hoy en día, el arte de las palabras es esencial en diversos campos, desde la política hasta el marketing.

Los líderes más exitosos no solo informan, sino que inspiran y movilizan. Esto muestra que el lenguaje no es una herramienta estática; evoluciona con cada contexto y cada interlocutor.

Entonces, ¿Se nace con el arte de las palabras o se aprende? La respuesta es que ambas cosas son posibles. Si bien algunos individuos tienen una inclinación natural hacia el uso del lenguaje, cualquiera puede desarrollar esta habilidad mediante la práctica constante y la disciplina.

Como en cualquier arte, la combinación de talento y aprendizaje es lo que produce resultados sobresalientes. Aquellos que cultivan sus habilidades y se comprometen con su desarrollo pueden alcanzar niveles extraordinarios, incluso si no comenzaron con una predisposición innata.

En última instancia, el arte de las palabras es un camino en constante evolución. No se trata solo de aprender técnicas o memorizar discursos; es una invitación a entender el poder del lenguaje y a usarlo con responsabilidad. Ya sea para convencer, inspirar o movilizar, el verdadero dominio de las palabras radica en saber cuándo usarlas y, en ocasiones, cuándo guardar silencio.

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